—¿A qué te refieres? —inquirí sorprendida.
Desvió la vista, encogiéndose de hombros con una mueca.
—A que no me hallo en Vargrheim. No sé por qué. Es un lugar oscuro y frío en más de un sentido. Lo más lejano a un hogar que te puedas imaginar. Fue por eso que monté la escuela, aunque signifique lidiar con humanos. Quería una excusa para dejar el castillo al menos un rato cada día.
—Oh, no tenía idea.
—Con decirte que Dugan y yo habíamos decidido que al regresar nos mudaríamos al pabellón con Kellan y Glenda.
—¿Al pabellón de caza donde vivía el clan de Ragnar?
—Sí. Los únicos que van allí ahora son las patrullas que vigilan los pasos de montaña. Como si alguien fuera a descubrir la huella que Ragnar usaba para cruzarlas. Es bonito y sobra espacio para los cuatro. El bosque es hermoso, sin contar que está lleno de presas. Y me trae buenos recuerdos de la temporada que pasamos allí.
La observé un momento con atención.
En los días siguientes, terminé de tomar cabal consciencia de mi embarazo, una noción que no dejaba de maravillarme cada pocos minutos. Los miedos exagerados se redujeron a precauciones razonables, y la ansiedad dejó de torturarme, permitiéndome disfrutar la felicidad de saber a mi hijo en mi seno.Como parte de esas precauciones, seguí el consejo de la reina y Aine y traje a Briana de regreso a mi servicio personal, de forma que pudiera tener cerca en todo momento alguien que me ayudara con cualquier cosa que pudiera precisar.Me habitué a hablarle para mis adentros al bebé, como si pudiera escucharme. Por algún motivo, no dudaba que era el niño que viera en sueños, de modo que siempre utilizaba su nombre. Y por las noches, antes de dormirme, aprendí a aquietar mis pensamientos para poder percibir su corazoncito, ese latido rápido y regular que me permitía cerrar los ojos agradeciéndole a Dios por aquel milagro inesperado.Tea recibió la noticia tal como yo esp
Tal como me advirtiera la reina, el bebé continuó creciendo, ahora a ojos vistas, y pronto los faldones de mis vestidos nuevos ya no cerraban completamente, dejando ver una delgada línea blanca de la falda interior.Sheila y Quillan se habían dado cuenta que me sucedía algo, pero calmé sus inquietudes asegurándoles que estaba bien. Me observaron unos días, y al parecer llegaron a la conclusión de que no era nada preocupante. Sin embargo, mi nuevo vestuario les llamó la atención, especialmente cuando notaron que empezaba a asomar la falda blanca de mis vestidos.Me costó un poco más convencerlos de que no había motivo de alarma, y les aseguré que les explicaría todo cuando Mael regresara.—¿Lo prometes? —exigió Quillan muy serio.—Lo prometo —respondí tan seria como él.Pocas horas después, dormíamos los tres profundamente cuando me despertaron unos ruidos en la sala de nuestras habitaciones. Me erguí a medias, apoyándome en un codo, y presté atenci
Estábamos todos demasiado excitados para pensar siquiera en volver a la cama, así que arropé a los niños mientras Mael se lavaba, y luego nos sentamos los cuatro a comer frente al fuego, platicando animadamente como si fuera pleno día. El cansancio nos venció dos o tres horas más tarde y al fin nos fuimos a dormir, los cuatro muy juntos en nuestra cama.Sin embargo, a la mañana siguiente desperté completamente sola. Aunque fue sólo un instante. Lo que me había despertado había sido el chasquido de la puerta, y un momento después entró Mael trayendo una gran bandeja con el desayuno. Sheila y Quillan llegaron corriendo tras él, y saltaron sobre la cama con las manitos llenas de flores. Los abracé riendo, los besé y les hice cosquillas mientras ellos me arrojaban las flores sobre la cabeza y en mi regazo. Mael permaneció a distancia prudencial con la bandeja, contemplándonos con una sonrisa luminosa y los ojos brillantes de emoción.Una vez pasada la conmoción, los niños
Pasamos todo el día juntos, sin que nadie pensara siquiera en venir a molestarnos. Por la tarde salimos con los niños al prado, y Mael cambió por un rato para jugar con ellos. Quillan y Sheila no se apartaban de su lado, felices de volver a estar con él, y me encantaba verlos a los tres juntos, corriendo y jugando.Era una faceta de Mael que no conocía, aunque en los últimos meses había tenido sobradas oportunidades de comprobar el irresistible instinto paternal de los lobos. Nunca les importaba si los cachorros eran propios o ajenos. Los protegían con celo, los consentían, los disfrutaban. Y esa tarde, Mael hacía gala de aquel instinto de una forma que me enternecía presenciar.Por la noche, agotados con tanto ejercicio y tanta excitación, los niños apenas alcanzaron a comer dos bocados antes de caer rendidos frente al hogar. Nosotros terminamos de cenar sin apuro, conversando y bromeando del mejor humor del mundo. No importaba cuánto tiempo pasábamos separados, tan p
Fijé la vista en mi mano y la de Mael mientras Fiona explicaba lo ocurrido en los baños. Tenía esperanzas que sólo se referiría a la falta de respeto ante las emisarias, pero no ahorró detalles, incluyendo el riesgo para mi embarazo, la lógica inquietud que la actitud de Mora causara en Luna Gaida y sus acompañantes, y hasta la reacción de Mora cuando yo intentara hablar con ella luego.Por muy mal que me sintiera, comprendí que lo hacía porque Mael y sus hermanos debían enterarse de los pormenores. Mora era una figura con autoridad en la manada, y los líderes del clan necesitaban estar al tanto de todo lo ocurrido antes de tomar una decisión.A mitad del relato, Mael se incorporó con gesto brusco y comenzó a pasearse por la sala como fiera enjaulada. Milo y Mendel se habían vuelto hacia Mora, mirándola como si no la conocieran. Cuando Fiona calló al fin, la reina explicó las medidas que había tomado para prevenir nuevas indiscreciones de su hija mayor.Ma
—El problema es Vargrheim. Necesitamos que esas tierras estén a cargo de alguien de absoluta confianza.—¿Y Mora y Ronan no lo son?—Ronan sí, por supuesto. Pero no me parece prudente que ella siga allí después de semejante desatino.—¿Qué tiene que ver su rol en Vargrheim con lo que ocurrió aquí?Mael hizo una pausa para masticar con fruición, los ojos moviéndose por el techo como si buscara las palabras.—El problema es que Mora no logra comprender su lugar —dijo con aire pensativo—. A causa de su ceguera, madre nunca pudo dirigir el castillo cuando se convirtió en Luna. Mis primas mayores lo hacían desde la muerte de mi tía, nuestra Luna anterior, y continuaron haciéndolo. Cuando crecimos, Mora aprendió de ellas y asumió esa responsabilidad. Por eso mi padre la nombró nuestra segu
Mael rodaba por la hierba bajo el sol en dos piernas, jugando con Quillan y Sheila en cuatro patas, cuando escuchamos un tumulto de agudos ladridos desde la salida posterior del castillo. Los cachorros llegaron a todo correr a saltarle encima, y Mael despareció bajo un lío de colas agitadas. Comenzó a empujarlos suavemente a un lado, y ellos volvían a arrojarse sobre él, hasta que Dugan llegó a largo saltos. Un solo ladrido le bastó para poner orden, dando oportunidad a Mael de rodar a un lado, todavía riendo agitado.Aine llegó mientras Mael y Dugan perseguían a los cachorros, que se dispersaban en todas direcciones para esquivarlos. Mael los alzaba en el aire y volvía a soltarlos sobre los demás, creando una risueña confusión, mientras Dugan los topeteaba con suavidad, haciéndolos tropezar y caer.Eran los que llamábamos los bandidos de siempre: los hijos de Milo, Kian y Lenora, y las hijas de Mendel, que durante el verano nos habituáramos a sacar al prado todas las
La solución de Mael al detalle que tanto preocupaba a Fiona sorprendió a todos. Al principio me negué de plano, pero el muy ladino sabía que no podía negarle nada, y no precisó mucho para convencerme de que fuera cómplice en su plan.—¿Estás seguro que no lo tomarán mal? —insistí, aún después de acceder.Se encogió de hombros con una sonrisa cálida, atrayéndome contra él en nuestra cama.—Quienes sientan socavado su orgullo, ya pueden irse a buscar consuelo donde más les guste —replicó besando mi frente—. El mío goza de excelente salud.Así fue que al mediodía siguiente, todos nuestros invitados y las figuras más importantes del clan se congregaron en el gran salón, dispuesto para servir el almuerzo y decorado con las últimas flores del verano y guirnaldas de ramas y enredaderas.Y nosotros nos reunimos con los hermanos de Mael y sus compañeras en el amplio corredor, para formarnos antes de entrar.Lo primero que noté fue la ausencia de Mora