Me quieren ver muerta.

Eiza

Por fin sentía una paz que hacía tiempo no experimentaba. Tener en mis manos los papeles que confirmando que Emir y yo éramos los padres legales de Eleazar y de mi pequeña Aitiana me daba un alivio indescriptible. Era algo tan simbólico y poderoso para nosotros. Ese mismo día decidimos bautizarlos juntos, pidiendo a Dios que los protegiera bajo su manto. Durante la ceremonia, agradecí en silencio por la salud de mis hijos y por todas las bendiciones que habíamos recibido, a pesar de los obstáculos que habíamos enfrentado.

Organizamos una pequeña cena familiar para celebrarlo. Solo estuvimos rodeados por las personas más cercanas. Carmela, que ya era parte de nuestra familia, Laurien, quien para mí era como una hermana, la madre de Emir, Andrew y el señor Pablo. Aunque me sentía en paz, no pude evitar que un rincón de mi corazón se llenara de tristeza al pensar en mi madre y mis hermanos. No los había invitado. Aún me dolía la forma en que mi madre había decidido respaldar a mi p
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