Luchando por mi empresa.

Emir

Este día fue uno de los más importantes de mi vida. Acompañado de Eiza y los niños, me dirigí a la notaría privada para hacer lo que tanto había anhelado, legalizar a Eleazar como mi hijo. Ya era hora de que llevara mi apellido, que ambos niños fueran oficialmente Rockefeller, Eiza con esa calma y fortaleza que siempre me sorprende, estaba a mi lado, sosteniendo a los pequeños. A pesar de lo que hemos pasado, hoy era un paso hacia el futuro que tanto deseábamos.

El proceso fue algo largo. Firmamos papeles, pagué una considerable suma de dinero, y mientras lo hacía, no podía evitar pensar en todo lo que he perdido y ganado a lo largo de estos meses. Pero hoy, al menos, era una victoria personal. Cuando terminamos, Eiza me sonrió con esa calidez que siempre me tranquiliza, y por primera vez en mucho tiempo, sentí que todo estaba en su lugar.

Salimos de la notaría y decidimos hacer algo especial. Nos dirigimos a un pequeño estudio fotográfico cercano, donde tomamos las primeras foto
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