EmirPase varios días en medio de un caos absoluto, atrapado en Suiza, Erín había cerrado nuestras cuentas en el banco, y no podía visitar un medico, ella le dijo a mi madre, que viéramos que hacer para continuar con nuestras vidas, ya que congelo mis cuentas bancarias, como lo hizo, aún no tengo idea, pensé lo peor, pero nuevamente la esperanza volvió. Mi madre, desesperada por ayudarme, contactó a Alexander. Ese hombre noble y leal no dudó en venir hasta aquí para rescatarme, llevando su jet privado. Me encontraba entre la confusión y el dolor, tantas cosas en poco tiempo, pero sabía que mi madre haría cualquier cosa por mí, incluso engañar a mi propia hermana para protegerme.Cuando Alexander llegó, fue mi madre quien primero le expresó su agradecimiento. Ese mismo día él decidí que teníamos que irnos, por lo que Pablo preparo mis maletas y todo lo que necesitaba.—Señor Alexander, le agradezco por todo. No imaginé que vendría hasta acá por mi hijo —dijo ella, con una mezcla de ali
EIZA La sala estaba llena de luces, voces y murmullos mientras los miembros de la junta me miraban con admiración. Las felicitaciones a Savanna por haber contratado a la mejor modelo del momento resonaban en la sala, y yo no podía evitar sentir una mezcla de orgullo y asombro. Savanna sonreía con esa confianza imponente que siempre la caracteriza. Al recibir la llave de mi nueva oficina, sentí que un nuevo capítulo se abría para mí. Una diseñadora exclusiva estaría a cargo de mi imagen para cada evento importante en el país. Esto era más de lo que alguna vez soñé.Tomé aire, sonriendo, y pronuncié mis primeras palabras.—Quiero agradecerte, Savanna, por todo lo que has hecho. Nunca imaginé que estaría donde estoy ahora, apareciendo en cada rincón del país. Gracias por confiar en mí y darme esta oportunidad.Los aplausos resonaron de nuevo, y por un momento, el peso de lo que acababa de ocurrir me golpeó, ahora era la cara de la industria, una de esas modelos cuyo nombre resonaba en t
EizaEstaba de pie en la casa del señor Andrew, con un nudo en el estómago que no sabía cómo deshacer. ¿Por qué estaba tan nerviosa? Tal vez porque, después de tanto tiempo, iba a ver a la madre de Emir. Recordaba claramente las palabras que me dijo aquella vez, cuando me pidió que me alejara de su hijo. Al final, lo logró, aunque no por completo. No me alejé de Emir porque yo quisiera, sino porque él mismo se apartó de mí.Andrew me hizo pasar y salude a la señora de servicio, el pidió que trajera a la señora Esmeralda. Mientras la esperaba, mordí mis labios y me retorcí los dedos, incapaz de controlar los nervios. Solté un suspiro y me puse rígida.Cuando la madre de Emir apareció en la pequeña sala, su sorpresa al verme fue evidente. Se quedó mirando a Andrew, con el rostro pálido y cansado, muy distinto a la mujer deslumbrante que había conocido antes. Se sostenía de la mano de la señora.—¿Qué hace ella aquí? —preguntó Esmeralda, con un tono algo desconfiado.Andrew intervino ráp
EmirPor primera vez en mucho tiempo, sentí una sonrisa sincera formarse en mi rostro. Mis pies, aunque tambaleantes, respondían. Las piernas aún flaqueaban, pero el simple hecho de estar de pie era una victoria inmensa. No pude evitar reír mientras Alexander me aplaudía, su voz resonando llena de orgullo.—¡Lo estas logrando!—Muy bien, señor Emir. Un paso más, míreme, sin miedo —me animaba el especialista desde un costado.Levanté la cabeza y di unos pasos más, sintiendo cómo el temor a caer poco a poco se desvanecía. Esta vez tenía fe, una verdadera esperanza de que volvería a caminar como antes. Después de la terapia, el doctor fue claro. Me explicó que necesitaría usar un bastón por un tiempo, mis piernas aún estaban demasiado débiles. El médico me habló sobre los ejercicios que debía hacer en agua con hielo, las vitaminas que debía tomar y la importancia de seguir las instrucciones al pie de la letra si quería recuperarme completamente.Alexander y yo salimos del hospital, con l
Erín La rabia me consumía, y estaba a punto de explotar. ¿Cómo era posible que mi madre no estuviera en Suiza? ¡Esto no puede estar pasando! Si la pierdo de vista, estoy perdida. Sin ella no podré acceder a la m*****a caja fuerte donde guarda el dinero, las joyas, y los diamantes que le dejo mis abuelos. De alguna manera, tenía que sacar ese dinero para pagar a los narcos. Mi marido está en peligro, mi hija y yo también. No podía permitir que nada malo les ocurriera.Llevaba años pagando cuotas, manteniendo a esos malditos a raya, y ahora me encontraba en un caos peor que nunca. ¿Y encima Emir? ¿Cómo logró salir del país sin que me diera cuenta? El miedo me asfixiaba, tiré todo lo que tenía a mi alcance en la oficina. Estaba desesperada, y no sabía qué hacer. Tenía que proteger a mi familia, a cualquier costo. Incluso si eso significaba... matar a mi madre. Si era necesario, lo haría. Pero primero tenía que encontrarla. Maldito Pablo. Él y Andrew lograron sacarla del país antes de que
EsmeraldaMiraba el techo de la habitación con un nudo en la garganta. Todo me parecía extraño, ajeno, como si mi vida se hubiera desmoronado sin darme cuenta, mis deseos de luchar se han ido. Dejo de pensar cuando Pablo entra a la habitación y suavemente me habla.—Señora Esmeralda, la veo con mejor semblante, ¿cómo se siente? Me alegra verla mejorando—No sé, que decir, Pablo —respondí, desviando la mirada—. No merezco estar aquí, no después de cómo traté a Eiza...—Usted solo estaba siendo manipulada por su hija. No debe sentirse culpable. Además, la señorita ni siquiera presta atención a eso.—Quizás tengas razón, por otro lado quisiera conocer a la niña. Dicen que se parece mucho a Emir. ¿La has visto? —pregunté, con una leve esperanza.—No, pero tal vez se la traigan en cualquier momento.Suspiré, sintiendo el peso de todas las decisiones erróneas que había tomado. Por mi culpa mi hijo sufrió las consecuencias.—Hice tantas cosas para alejar a mi hijo de esa mujer, y al final el
Eiza.Me encontraba frente al espejo, ajustándome el espectacular traje que me habían preparado para la sesión. Era un vestido elegante, con una gran flor en la parte frontal, abierto de manera sutil en la cintura, resaltando mis curvas. Mientras la diseñadora tomaba mis medidas, otra mujer me aplicaba un maquillaje impecable. En ese momento, entró Savanna, y sin pensarlo dos veces, me tomó una foto. —Te ves espectacular —dijo sonriendo—. Vas a brillar como nunca. —Muchas gracias, señora —respondí, sintiéndome afortunada por todo lo que estaba logrando.A su lado entró una joven de unos 15 años. —Te presento a mi hija, Cassandra —me presentó Savanna. —Hola pequeña, ¿cómo te llamas? —Me llamo Cassandra, mucho gusto, Eiza. —Su sonrisa era tímida pero sincera—. Te admiro muchísimo, le pedí a mi mamá que me trajera para que me regales un autógrafo y una foto contigo. —¿De verdad? —le respondí con ternura—. ¡Claro que sí! Eres muy bonita.Savanna sonrió con orgullo. —No podía
Estaba harto. Ya no sabía qué más hacer, pensé que para este punto ya podría caminar por mí mismo. Pero no, la m*****a desesperación me consumía. Sentía mis piernas, pero no me respondían. ¿Cómo se supone que viva así?El médico me dijo que era psicológico, que esa era la razón por la que no podía levantarme. —Estás ansioso— Mencionó, soltando un respiro—Eso te está bloqueando la mente.Claro, como si fuera tan fácil. No podía con esas palabras vacías, no me calmaban en lo absoluto.—Emir— me interrumpió Alexander, siempre tan sereno, —debes concentrarte, centrarte en la recuperación. Sé que sientes muchas cosas, pero esto no es permanente. Es solo un obstáculo.—No entiendo en qué estoy fallando, Alexander. Ya no sé qué hacer —respondí, frustrado, golpeando el reposabrazos de la silla de ruedas.Alexander suspiró. —Lamentablemente, las pastillas que te daba tu hermana te afectaron los tejidos nerviosos más de lo que creíamos.—¡Maldita perra! —grité, incapaz de contener la furia que