Lealtad fraterna

“Hermanos; esos mejores amigos que no tuvimos que escoger”

Anónimo

Cuando Anna despertó, aún estaba entre los brazos de Arthur. No era un sueño. Esta vez no. Había cumplido su deseo de estar con él.

—Buenos días —le comentó ella, cuando él abrió los ojos y se encontró en el hotel.

Al igual que Anna, Arthur necesitaba cerciorarse de que no era un sueño. La abrazó y besó por enésima vez para sentir el sabor de sus besos y su humedad.

—Eres maravillosa, Anna.

—Tú me haces maravillosa. Nunca pensé que todo lo que me había imaginado contigo, fuese posible.

Él la mira y sonríe:

—¿De verdad me pensabas como yo a ti?

—No sé desde cuándo, tú comenzaste a pensarme, pero yo desde el primer momento que te vi en el café, sentí algo muy especial, incluso irracional. Por algunos momentos soñé siendo tuya y hoy lo soy, hoy te pertenezco Arthur Venzon.

—¿No te ofrece esto, una locura? Soy mucho mayor que tú. Podrías ser mi hija o la novia de Fred.

—No pienses en nuestra edad. Las almas no tienen edad,
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