San Petersburgo- Rusia.
En la actualidad... Habían pasado ocho años desde la muerte de Daphne, Nikolas prohibió que su recuerdo fuera borrado. Las fotos de ellos estaban colgadas en la pared de la mansión principal. Estaba prohibido hablar mal de ella y hasta mencionar lo cruel que fue con Selene. Aunque eso último él nunca lo creyó, ya que la pelinegra jamás se lo confirmó. El Sacerdocio no se llevaba bien con la esposa de Nikolas. Ella era completamente diferente a la calma que necesitaban los mafiosos. Quería siempre destacar y ponía al límite la paciencia de los chicos. Nunca pudieron tratarla mal porque estaba con Nikolas y siempre la respetaron aunque la odiaran. Sasha era el único que sabía lo que Daphne le hacía. Alertó a Nikolas sobre el maltrato que recibía Selene, pero su mujer se ofendió, le lloró y le juró que no tocaba a su amada mejor amiga. Fueron a enfrentar a la chica y obviamente, ella dijo que era mentira. Daphne tenía una manera extraña de manipular a las personas. Pasaba de ser culpable a víctima en cuestión de minutos. Si Kassia fue una mujer egoísta y mala, esperen a que conozcan a ciertas hermanas. Una muerta que sigue haciendo estragos y una viva que cree que ha ganado la batalla. —Ella no es bienvenida a Rusia. ¿Por qué la trajiste? —le preguntó Sasha, al ver a Karen. —Trabaja para mí. No ha sido mala para traerme lo que necesito —respondió Nikolas. —¿Es tu mano derecha? —cuestionó Maksym—. ¿Qué te hace pensar que la queremos aquí? —No es mi mano derecha, pero sabe moverse para traer información —insistió. —No es tu mano derecha y solo es información válida para ti —Kylian sonrió con malicia—. Entonces es tu puta. —Kylian... —No está diciendo nada que no sea verdad, Nikolas. Aceptamos a Daphne como tu esposa, pero no pretendas que aceptaremos a cualquier puta con dobles intenciones para que se acerque a nuestras mujeres y después las entregue cuando se vea acorralada —intervino Fabrizio—. Puedes tener una, pero no a Karen. —Ustedes nunca quisieron a Daphne. —Nunca fue buena con Selene, pero tú te hiciste el maldito imbécil —lo cortó Fabrizio—. No voy a discutir por ella porque respetamos su memoria y al final de cuentas, fue tu esposa y su lugar es sagrado, pero no nos pidas que lo hagamos con la hermana. —No pretendo que acepten a Karen. Ella me sirve para mantener mis necesidades a raya. No se acercará a nadie. No tiene ningún tipo de autoridad —se pasó las manos por el rostro—. Hablemos de otra cosa. Los cinco hombres estaban en el cumpleaños del abuelo de Sasha. En ese momento se encontraban en el bar bebiendo un poco de champán y las chicas se acercaron a sus esposos. Ellos eran un grupo bastante unido y selecto. Eran las personas más importantes de Europa en la sociedad y los más buscados para quitarlos del medio o ser parte de la mafia. —Todos ustedes se ven tan guapos de lejos, pero sus caras largas les quitan las ganas de hablarles —comentó Aysel. —Tampoco queremos que nos hablen —dijo, Kylian, los otros cuatro estuvieron de acuerdo. —¿Por qué no nos vamos de viaje a un crucero? —preguntó Alice—. Todos parecen necesitar un descanso estos días. —Estoy de acuerdo. Liam ya tiene un año y desde la luna de miel, no hemos salido en pareja —Nicole miró a Kylian. —Podemos dejar a todos los niños en Sicilia y buscar una fecha que a todos nos funcione —dijo la turca. Sasha se negó a ir, él estaba pasando por una ruptura abrupta con una princesa. El mafioso lo había ocultado por un tiempo, pero la mayoría de los encuentros con el Sacerdocio, estaban siendo sin el ruso y eso llamó la atención del resto de los hombres. —¡Selene! —gritó Nicole, yendo hacía ella. La griega estaba completamente hermosa. Llevaba un vestido azul oscuro adherido a su cuerpo, su cabellera negra estaba suelta con ondas en las puntas y tenía un broche de flor pequeño en su lado derecho. Nikolas se giró y observó a la mujer que le había robado su paz. La última vez que la había visto fue en el matrimonio de Kylian y Nicole. Él había casado a Selene con uno de sus aliados para que dejara de estar en su mente. También para que Karen y su padre dejaran de insistir que Selene era una mala mujer para la organización. Estaba tan agotado de los mismos conflictos y por eso la alejó. Todos fueron al encuentro con Selene. Ella estaba terrible y agonizantemente hermosa. Las fotos que le daba Spencer, no le hacían justicia. Él recibía fotos de la mujer cada quince días. Sus horarios de trabajo, sabía cuando salía y cuando no. Spencer, su mano derecha, siempre le llevaba información de primera. Selene había cambiado de número de teléfono. Ya no usaba el mismo que tenía cuando sucedió lo de Zeus. Se dió cuenta de que cada vez que ellos tenían algún tipo de contacto, eso parecía causarle algún tipo de desagrado a ella. —El matrimonio las ha puesto hermosas y a ustedes más amargados —bromeó Selene, logrando que todos se rieran. Nikolas había echado de menos esa voz. Era dulce, sincera y aunque los halagos no eran para él, se sintió aliviado de que siguiera siendo ella. Sasha la abrazó, logrando que la griega se relajara. Nikolas sonrió y se acarició la barba. Le desagradó la interacción. —Selene. —Nikolas. Ambos se miraron fijamente durante casi cuatro segundos. Fueron eternos, si le preguntaban al mafioso, pero era la primera vez que lo miraba en ocho años. Karen llegó con Gabriel, el esposo de Selene. Los ojos de Nikolas siguieron la mano del hombre, mientras la iba poniendo en la espalda de la griega y acariciaba casi las nalgas. —Me alegra ver a mi esposa con la gente que tanto quiere —dijo sincero el alemán. —No metas a Karen en esto. Ella solo quiere el lugar de Daphne —dijo Fabrizio, riéndose. La mujer iba a decir algo y la voz de Aysel la interrumpió. —La última persona que deseó tanto el lugar que no le correspondía, terminó muerta. Espero que pienses correctamente lo que quieres hacer y con quien te quieres meter —le dijo con frialdad. —Soy la hermana de Daphne y... —Exactamente, la hermana. No tienes ni siquiera el derecho de acercarte a hablar con nosotros —intervino Alice. —¿Pero quién se creen que son? También soy parte... —No eres parte de nada y si tú no quieres a Selene, olvídate de que tendrás oportunidad por este lado —la interrumpió Nicole. Selene sonrió, llamando la atención de Nikolas. A él no le importaba lo que pasaba. Estaba estudiando el cuerpo de la mujer frente a sus ojos. Ella no parecía tener golpes, pero estaba mucho más delgada que en la boda. Podía ser que Gabriel no la estuviese alimentando bien o maltratando en secreto. —¡Nikolas! —la indignación de Karen, lo sacó de sus pensamientos—. ¿Dejarás que ellas me traten así? Soy la hermana de Daphne y vine porque me pediste que te acompañara. —No creo que te dijeran nada malo. Estas por tu cuenta. Mi padre fue el que te dijo que vinieras —la miró—. Nunca voy a decirle nada a ellas porque tú me lo pidas —le respondió con seriedad—. Recuerda cuál es tu lugar. —Con Daphne no eras así... —dijo dolida. —Ella era mi esposa —respondió con simpleza—. Eres su hermana menor y eso es todo. —Maldita seas, Selene... —murmuró, la mirada de Nikolas perdió el brillo, se acercó a ella y le susurró en el oído. —Vete y no me obligues a cortarte la lengua por decir esas palabras. No eres Daphne y a Selene no la nombras. La mujer se fue indignada y Nikolas volvió a la charla con los demás. Estaba completamente embelesado con Selene. No disimulaba, y con cada caricia que Gabriel le daba, sentía un profundo deseo de cortarle la mano. Él se la había dado de esposa, pero era para que la tuviera como trofeo. No tenía que estarla tocando o viendo con esos asquerosos ojos llenos de amor. Nikolas deseó a la mujer frente a él. —Gabriel, quería comentarte algo —la atención de todos fue hacia él—. Verás, las chicas quieren ir de crucero. Están planeando hacerlo pronto y bueno, como ellas son amigas de Selene, ¿por qué no se unen a nosotros? Si estás aquí en Rusia es porque te has ganado un buen puesto entre las mafias. Gabriel se tensó al ver lo inexpresivo que se encontraba Nikolas. Obviamente, no le pasó por alto la manera en como el hombre miraba a su esposa y realmente le había molestado, pero la indiferencia de Selene hacia él le daba seguridad. —No irá Selene sola. Te estamos haciendo una invitación para que salgas de viaje con nosotros —le aseguró Fabrizio—. Puedes confiar en que ninguno tiene otras intenciones contigo o tu mujer —eso último lo dijo con una sonrisa. —Selene es la mejor amiga de mi esposa. Déjalas que se pongan al día y si quieres le presto a Zeus. Él no dejará que cualquiera se le acerque —solo el Sacerdocio y sus esposas, pero no iba a decir eso. —Bueno, depende de Selene —besó su mejilla, Nikolas hizo una mueca—. Ella tiene la última palabra. —Siempre y cuando nadie extraño se me acerque —miró a Nikolas—, aceptamos ir con ustedes —besó la mejilla de su esposo—. Voy un momento al baño, cariño. Se alejó de todos, Nikolas le hizo una seña a Kylian y a Sasha, ambos mafiosos entendieron lo que quería hacer el griego. —Mierda, lo había olvidado, la madre de Sasha quería hablar contigo —dijo el irlandés. —Sí, ella está por el jardín trasero —siguió Sasha, sacó su celular y le escribió a su madre—. Ve, ella me dijo que está allá. —Si me disculpan... Nikolas sonrió al irse, Gabriel estuvo bastante confundido mientras los demás se sentían satisfechos. El griego fue exactamente a donde había visto irse a Selene y la encontró en un balcón privado. No daba al jardín trasero. Daba hacia la piscina. —Selene... —la chica se tensó hacía su llamado, la piel la tenía erizada por el frío, pero no le dió la cara—. Quería decirte que estás hermosa. Ella quería llorar, el corazón le latía con fuerza. Había corrido hasta aquí para separarse de él. Tiene toda su vida luchando por matar su amor por Nikolas mientras lo oculta. Tenerlo tan cerca no le hacía nada bien. Se sentía asfixiada. —¿Por qué dejaste de verme? Sé qué yo... —Porque no quiero ver a la persona que me arruinó la vida —se giró y lo enfrentó, esos estúpidos ojos verdes le desagradaron y no lo ocultó—. Tú no fuiste el único que sufrió por Daphne, pero yo no te importé nunca. —No digas eso. Eres la única persona que me ha importado siempre —acortó su espacio. —¿Me creerías si te digo algo de tu nueva mujer y mi mejor amiga muerta? —No tiene sentido tocar el pasado. Ya no vives en Grecia y las personas cambian —Selene se rió. —Sí, ahora soy feliz con Gabriel, que me hace su mujer todas las noches —dijo con odio, Nikolas la tomó por el brazo y la atrajo hacia él. —Él no es hombre para ti —lamió sus labios—. Tú eres mía, Selene. —¡No me vuelvas a poner una mano encima por el resto de tu vida! —lo empujó—. Él si es un verdadero hombre y es perfecto para mí. Me ama, me cuida, me da todo lo que quiero y me hace el amor todos los días... —Pero no lo quieres —le sonrió— Te da todo, pero no es suficiente —la tomó por la parte de atrás de su cuello y volvió a acercarla—. Me miras como yo te miro a ti, Selene. ¿Acaso amas demasiado a tu marido para serle infiel? Selene le besó la comisura de su boca, puso la mano en su miembro y lo apretó, tensando al mafioso. —Le hice una promesa a mi mejor amiga, pero esto —le acarició su polla—, tú no serías capaz de controlarlo si me pruebas. Tu esposa está muerta y yo amo al mío. Lo soltó y se fue. Nikolas golpeó la pared y trató de arreglar su respiración. Selene lo había afectado más de lo que podía sospechar. —Maldita seas, Gabriel. Tienes algo que yo quiero... —murmuró, viéndola cruzar el pasillo—. Yo te la di y yo mismo te la quito. Voy a robarte a Selene.Selene tenía un año viviendo en Alemania con su esposo. Los chicos no podía entrar a ese país por órdenes de la emperatriz, pero ellos sí podían vivir cómodamente porque no pertenecían al Sacerdocio. Selene vivía en unos de los apartamentos más altos de Berlín. Era una de las mejores zonas y la buena movida para los ricos. Selene y Gabriel no se llevaban mal. Él estaba enamorado de ella y aunque el castaño sabía que no era para nada mutuo, eso no le impidió amarla mucho más. La chica terminó su relación con el piloto unos días antes del matrimonio arreglado y no supo más de él. Su carrera como chef estaba estancada y sus ganas de seguir corriendo también. La vida le había cambiado por completo a la griega. Ella no se imaginaba vivir así hasta que Gabriel deseará terminarlo todo. ¿Algo que le causaba dolor a Selene? Es que no importaba lo que ella hiciera, para Gabriel, todo estaría bien. —¿En serio quieres ir a ese crucero? Aquí lo tienes todo y hay más diversión —comentó su esposo
La vida no ha sido la más sencilla para Nikolas. Después de la muerte de su mujer y en ese mismo instante enterarse de que sería padre, no hizo más que derrumbarse y morir mil veces por ese recuerdo. Nikolas tenía un antes de Daphne y un después de ella. Solo que con el paso de los años, la amargura y la maldad fueron creciendo en su interior. La única que lograba calmar todo su sufrimiento era la persona que vivía huyendo de él y quien más lo odiaba.La última vez que se vieron las palabras de Selene se clavaron en sus entrañas.—No me vuelvas a tocar por el resto de tu vida...—No entiendo qué fue lo que yo te hice, Selene. Cambiaste tanto en tan poco tiempo... no te reconozco. ¿No éramos amigos? —la miraba, tratando de comprender los cambios hacia él. —Usa tu cabeza, Nikolas. No todas las personas a tu lado son honestas contigo... mientras tu quieres pintar el mundo de colores para mí, hay otras personas que lo único que hacen es... olvídalo. ni siquiera vale la pena.—Quiero ent
Atenas-Grecia.Ocho años atrás...Nikolas era un hombre cruel, terco y llevarle la contraria te traía los peores problemas en tu vida. El griego se casó por órdenes de su padre. Una alianza para un clan que estaba por derrumbarse, pero tenía mucho prestigio. Aunque Nikolas nunca necesito eso, solo que en su momento, su padre lo obligó. El resto, el mafioso se lo había ganado a pulso y los unió a su organización. Con los años aprendió a amar a Daphne y jamás se arrepintió de eso.Daphne Karagiannis, una hermosa rubia que con mucho esfuerzo se robó el corazón del griego. Algo que para todos podría ser imposible, ella lo logró con sudor y lágrimas. Ella era una mujer noble con ciertas personas, pero muy cruel cuando se trataba de imponerse. Nikolas no tenía problemas, al final de cuentas, ambos habían nacido en la mafia.—Selene, deberías dejar de teñir tu cabello. Ser rubia no es malo —le decía Nikolas, mientras la veía en el baño arreglándose—. ¿A dónde y con quien vas a salir?—Daphne