**Rowan**La seguí con la mirada mientras caminábamos detrás de Mikail. Cada paso que daba Lyra me hacía doler el pecho. Su espalda recta, su barbilla en alto, esa forma tan suya de demostrar que nada le afectaba. Pero lo que más me rompía era su indiferencia. Me miraba como si no existiera. Como si mi presencia no significara nada para ella.Y quizá ya no significaba nada.Tragué saliva, sintiendo el amargo sabor de la culpa en la lengua. Qué clase de idiota había sido… cómo permití que la arrastraran, que la encerraran, que la silenciaran. Por no defenderla cuando más lo necesitaba.Todo por mi falta de coraje, por mi ignorancia, manipulado por esas malditas arpías. Maldita sea. Cada mirada esquiva suya me dolía más que mil golpes. Pero no podía culparla. Yo mismo me había ganado ese castigo.Entramos en la oficina de Mikail. El lugar era tan frío como el dueño. Cerró la puerta tras nosotros y se cruzó de brazos, esperando. Yo no podía quitarle los ojos de encima a Lyra. Se man
**Mikail**Todo en mí ardía. Cada fibra, cada músculo, cada sombra que me atravesaba la mente era un fuego encendido por culpa de él.—Maldito seas, Rowan… —escupí entre dientes, sintiendo cómo el calor de la rabia me recorría como un veneno antiguo.Lo vi apretar los puños, los nudillos tensos, los ojos brillando con ese tono ámbar que anunciaba lo que estaba por venir. Él también sentía la llamada del lobo. Pero no le iba a dar el gusto de hacerme perder los estribos. No ahora.Tomé aire, el pecho se me infló y lo contuve. No podía dejarme arrastrar por el impulso. No frente a Lyra. —No puedes llevártela —solté, con voz áspera, cortante—. Ella pertenece ahora a la manada Silverbane.Sentí su mirada. Lyra. Como si me taladrara el alma. Sus ojos me buscaron, fijos, intensos, esperando… ¿qué? ¿Una declaración? ¿Una confesión? ¿Una mentira reconfortante? No supe. No pude sostenerle la mirada.Pero fue Rowan quien rompió el silencio. —¿Quién es ella para ti, Mikail?El nudo en mi
**Lyra**—¡No me hables así, mocosa! —espetó. Su rostro estaba transformado, fuera de sí—. ¡No después de todo lo que Mikail ha hecho por ti!Su grito rebotó en las paredes, agudo, venenoso. Mi pecho subía y bajaba con rapidez. Sentía las manos temblarme, los dedos cerrándose en puños apretados. Estaba enojada. No, furiosa hasta los tuétanos. A punto de arrancarle esos cabellos semi grises con la rabia de una loba acorralada.Tragué saliva. Si respondía, sabía que todo empeoraría. Pero quedarme callada… tampoco era opción. No esta vez.—Mikail no ha hecho nada por mí más que hacerme sentir no bienvenida en la manada —solté con voz temblorosa, pero firme—. Él me prometió arreglar nuestra situación, porque él y yo… tenemos una relación. Así que prácticamente es mi suegra, señora. Su hijo me hizo promesas de una vida juntos, aunque usted, su familia o la manada no lo acepte.Eloise me miró como si acabara de escupirle en la cara. Sus ojos se abrieron con una furia tan viva que me hiz
El aire olía a incienso y a sangre. El salón principal de la manada Moonfang, que una vez fue mi hogar, se sentía ahora como una prisión. Cadenas de plata ardían en mis muñecas mientras me arrodillaba en el centro de la sala, con la mirada baja y el corazón latiendo con furia. No por miedo, sino por la impotencia. La conferencia de los Alfas había sido un evento de honor, un momento en que los líderes de las manadas más poderosas se reunían para discutir alianzas y disputas. Sin embargo, lo que debería haber sido un evento diplomático se había convertido en un juicio público contra mí, la hija del Alfa asesinado y la mate del recién nombrado Alfa Rowan. Estaba de rodillas en el centro de la sala, mi cabello caía desordenado sobre mi rostro, mientras mi respiración temblorosa era lo único que rompía el silencio antes de la sentencia. —Yo rechazo a la Luna Lyra como mi compañera —la voz de Rowan resonó con frialdad, haciendo eco en la sala. Las palabras de Rowan fueron un cuchi
El frío de la noche me envolvía como una mortaja cuando cerré los ojos. No quería abrirlos. No quería enfrentar la realidad de lo que acababa de suceder. Pero incluso en la oscuridad, mi mente no me dio tregua. El recuerdo llegó con una claridad cruel.Era la noche del nombramiento de Rowan como Alfa. La celebración estaba en su punto más alto, con la manada Moonfang mostrando su poder y riqueza ante sus invitados. La música resonaba en el gran salón, las risas se mezclaban con el tintineo de copas y el aroma a especias flotaba en el aire. Yo no me sentía bien. Mi cuerpo estaba extraño, pesado, como si algo estuviera nublando mis sentidos. Busqué a Rowan en la multitud, pero él estaba ocupado con los otros Alfas, disfrutando de su recién adquirido poder. Sus ojos apenas me habían buscado en toda la noche. —Calista —murmuré, apoyándome en su brazo cuando la encontré—. No me siento bien… Su rostro se iluminó con una sonrisa preocupada. —Oh, pobre Lyra. Déjame ayudarte. Ven
—¿Escuché bien, Alfa Mikail? —preguntó Rowan con un tono controlado, aunque en sus ojos se reflejaba una creciente desconfianza—. ¿Dices que deseas quedarte unos días más en la manada? Mikail asintió con calma, sin inmutarse ante la aparente molestia del Alfa. —Tengo asuntos que resolver, y esta parece ser la mejor ubicación. No quiero causar ningún inconveniente —dijo Mikail, aunque su tono sugería que sabía perfectamente cuán incómoda resultaba su presencia. Rowan frunció el ceño. ¿Asuntos que resolver? El Alfa Mikail le había pedido que colocaran a Lyra en una habitación luego de que se desmayara, haciendo que muchos de la manada cuestionaran su decisión.Ahora se sentía entre la espada y la pared por haber aceptado, había esperado que Mikail impusiera alguna clase de castigo contra Lyra, pero esas no parecían ser sus intenciones.¿Cuáles eran realmente?Lo que más le preocupaba era la razón de la presencia de Mikail. Le había sorprendido mucho que fuese él el mate de Lyra d
Mikail El aire nocturno era frío cuando salí de la habitación, pero no más que la indiferencia con la que había tratado a Lyra. No tenía motivos para dudar de mis propias palabras; ya la había rechazado, y lo que dije no era mentira. Su reputación estaba manchada, y no podía permitirme una Luna como ella en la manada Silverbane. Aun así, algo en sus ojos me había perturbado. No era la súplica, ni la indignación, sino la forma en que se aferraba a su orgullo a pesar de todo. Como si realmente creyera que era inocente. Pero no podía permitirme caer en esa trampa. Había demasiadas cosas a su alrededor, demasiadas sombras en su historia como para que yo me involucrara en su vida. No era mi problema. No podía serlo. —Alfa —la voz de Krimson, mi beta, me sacó de mis pensamientos. Su expresión era grave, lo que significaba que traía información importante. —¿Qué averiguaste? Krimson cruzó los brazos y bajó un poco la voz, como si no quisiera que alguien más lo escuchara. —Habl
El guardia se puso nervioso y dio un paso atrás, lo que hizo que me acercara aún más a él de manera peligrosa.Finalmente, comenzó a atropellar las palabras en un intento de explicarse.—L-la ex Luna Lyra… fue llevada al calabozo… después de que la Luna Calista le dijera al Alfa Rowan que debía ser castigada… Mis dedos se crisparon. No había dado ninguna orden de que Lyra fuera encerrada, y mucho menos castigada. Calista. Quería saber qué había pasado, por qué la decisión del Alfa Rowan, cuando me había dejado a mi cargo el sufrimiento de Lyra.Pero antes de poder decirle algo al guardia, el mismo Rowan apareció de pronto con una chispa de curiosidad y orgullo en su mirada.—Finalmente has vuelto, Alfa Mikail —dijo en un tono extraño, como si esperara que mi regreso significara algo más que una simple presencia en su territorio. Le sostuve la mirada con la misma hostilidad habitual. No me gustaba que se creyera más de lo que era solo porque tenía el título de Alfa. —Tuve que