—¿Escuché bien, Alfa Mikail? —preguntó Rowan con un tono controlado, aunque en sus ojos se reflejaba una creciente desconfianza—. ¿Dices que deseas quedarte unos días más en la manada?
Mikail asintió con calma, sin inmutarse ante la aparente molestia del Alfa. —Tengo asuntos que resolver, y esta parece ser la mejor ubicación. No quiero causar ningún inconveniente —dijo Mikail, aunque su tono sugería que sabía perfectamente cuán incómoda resultaba su presencia. Rowan frunció el ceño. ¿Asuntos que resolver? El Alfa Mikail le había pedido que colocaran a Lyra en una habitación luego de que se desmayara, haciendo que muchos de la manada cuestionaran su decisión. Ahora se sentía entre la espada y la pared por haber aceptado, había esperado que Mikail impusiera alguna clase de castigo contra Lyra, pero esas no parecían ser sus intenciones. ¿Cuáles eran realmente? Lo que más le preocupaba era la razón de la presencia de Mikail. Le había sorprendido mucho que fuese él el mate de Lyra de segunda oportunidad. La idea de que Mikail pudiera reclamar a Lyra en cualquier momento lo enfurecía y lo confundía a la vez. Rowan no pudo evitar sentirse un tanto aliviado cuando Mikail la rechazó. Al menos, parecía que no había un vínculo entre ellos. ¿Pero qué tan cierto era eso? *** La sala estaba en silencio, sólo el sonido de los pasos de Rowan rompía la quietud mientras caminaba de un lado a otro, con su mente atrapada en una maraña de pensamientos. ¿Era tan difícil ser Alfa? Cada decisión parecía tener un peso insoportable. Fue entonces cuando la puerta se abrió de golpe, y Calista apareció, como siempre con su presencia imponente y una sonrisa. Ella sabía cómo mover las piezas, cómo influir en cada palabra, y Rowan, exhausto por todo lo que había tenido que enfrentar, no tardó en percatarse de su llegada. —Te noto agotado, cariño —dijo acercándose con paso suave hasta donde él estaba—. Te has dejado consumir por tantas cosas, ¿por qué no tomas un respiro? La manada está expectante. Rowan dejó escapar un suspiro, no había tiempo para descansar, y lo sabía. —No puedo dejar que mi manada se divida por todo este asunto de Lyra —resopló frustrado. Calista lo observó detenidamente, sus ojos centelleaban con un brillo calculador. Se acercó más a él, tomando su rostro entre sus manos con suavidad, como si tratara de calmarlo. —Sabes lo que tienes que hacer, Rowan. Ella está jugando con todos nosotros, con la manada, y ha roto las reglas de manera vergonzosa —dijo ella con tono persuasivo. —Quizás debí escucharla… —Si realmente quieres demostrar tu fuerza como Alfa, debes ponerla en su lugar —lo interrumpió Calista con firmeza—. No puedes seguir permitiendo que esa mujer deambule por ahí como si nada hubiera pasado. Rowan frunció el ceño, mirando a Calista fijamente. Ella tenía razón, conocía a Lyra mejor que él y no quería más complicaciones. Sin embargo, la presión de la situación lo hacía dudar. ¿Qué otra opción tenía? Si la manada veía su debilidad, todo podría venirse abajo. —¿Quieres que la ponga en el calabozo? —preguntó, sabiendo la respuesta. Calista sonrió, una sonrisa fría y venenosa que disimuló, aunque dejó claro su objetivo. —Exactamente. Si la mantienes aquí, como si fuera una huésped, todos pensarán que te has ablandado, que no tienes lo que se necesita para ser un Alfa. Él comenzó a asentir lentamente y Calista aprovechó para poner más presión. —Necesitas enviar un mensaje claro, y nada lo hará más contundente que mostrarle a todos que no toleras traiciones en tu territorio. —Que así sea —respondió finalmente, sin dejar de mirarla—. La mandaré al calabozo. Sabía que la decisión ya estaba tomada, y Calista había logrado influir en su juicio, aunque su corazón aún vacilaba un poco. Calista, satisfecha por haber conseguido lo que quería, le dio una rápida caricia en el brazo, como si fuera un gesto de consuelo. —Verás que has hecho lo correcto, querido Alfa —dijo, y salió de la sala con una sonrisa triunfante. ___________ Lyra Mikail estaba de pie junto a la ventana, con su imponente figura recortada contra la luz de la luna. Su expresión era inescrutable, sus ojos oscuros reflejaban el mismo vacío que sentía en mi pecho. Me erguí con dificultad, obligándome a enfrentar su presencia. —¿Por qué no dejaste que me ejecutaran? —mi voz salió rasposa, apenas un susurro. No quería darle la satisfacción de verme quebrada, pero el dolor de su rechazo aún ardía en mi pecho. Él no se giró de inmediato. Parecía tomarse su tiempo, como si la respuesta no tuviera importancia. —¿Esperas que sea inocente? —insistí, sintiendo cómo la incredulidad se mezclaba con la rabia que se acumulaba en mi interior. Finalmente, sus ojos me encontraron, y la frialdad en ellos me heló la sangre. —No seas ingenua, Lyra —dijo, con una frialdad cortante—. No te salvé porque creyera en ti. Fruncí el ceño. No entendía nada. —Entonces me rechazaste porque… —Te rechacé porque eres una mancha en mi reputación, una vergüenza para cualquier Luna de la manada Silverbane. Sus palabras fueron un golpe, hundiéndose en lo más profundo de mi orgullo. Mikail dejó escapar una risa seca, desprovista de cualquier clase de compasión. —¿Realmente pensaste que podrías pertenecer a mi lado después de lo que hiciste? Abrí la boca para defenderme, para gritar que no había hecho nada, pero su mirada me hizo callar. No había espacio para la duda en su mente. —Entonces, ¿por qué mantenerme con vida? —insistí, con mi orgullo impidiéndome bajar la mirada—. ¿Qué esperas de mí? —Nada —respondió, con cruel simplicidad. —Tú… —siseé, molesta. —Me divierte verte buscar teorías tontas de por qué sigues con vida —respondió sin titubeos, mientras sus ojos verdes oscuros me evaluaban con desdén—. Además, Rowan sigue siendo tu Alfa. Lo que haga contigo no es mi problema. Y con esas palabras, se giró y salió de la habitación, dejándome sola con el peso de su desprecio sobre los hombros.Mikail El aire nocturno era frío cuando salí de la habitación, pero no más que la indiferencia con la que había tratado a Lyra. No tenía motivos para dudar de mis propias palabras; ya la había rechazado, y lo que dije no era mentira. Su reputación estaba manchada, y no podía permitirme una Luna como ella en la manada Silverbane. Aun así, algo en sus ojos me había perturbado. No era la súplica, ni la indignación, sino la forma en que se aferraba a su orgullo a pesar de todo. Como si realmente creyera que era inocente. Pero no podía permitirme caer en esa trampa. Había demasiadas cosas a su alrededor, demasiadas sombras en su historia como para que yo me involucrara en su vida. No era mi problema. No podía serlo. —Alfa —la voz de Krimson, mi beta, me sacó de mis pensamientos. Su expresión era grave, lo que significaba que traía información importante. —¿Qué averiguaste? Krimson cruzó los brazos y bajó un poco la voz, como si no quisiera que alguien más lo escuchara. —Habl
El guardia se puso nervioso y dio un paso atrás, lo que hizo que me acercara aún más a él de manera peligrosa.Finalmente, comenzó a atropellar las palabras en un intento de explicarse.—L-la ex Luna Lyra… fue llevada al calabozo… después de que la Luna Calista le dijera al Alfa Rowan que debía ser castigada… Mis dedos se crisparon. No había dado ninguna orden de que Lyra fuera encerrada, y mucho menos castigada. Calista. Quería saber qué había pasado, por qué la decisión del Alfa Rowan, cuando me había dejado a mi cargo el sufrimiento de Lyra.Pero antes de poder decirle algo al guardia, el mismo Rowan apareció de pronto con una chispa de curiosidad y orgullo en su mirada.—Finalmente has vuelto, Alfa Mikail —dijo en un tono extraño, como si esperara que mi regreso significara algo más que una simple presencia en su territorio. Le sostuve la mirada con la misma hostilidad habitual. No me gustaba que se creyera más de lo que era solo porque tenía el título de Alfa. —Tuve que
RowanLa fama de Mikail no era en balde, y todos en la manada Moonfang lo sabían. Era un Alfa cruel y despiadado, uno que no tenía reparos en destruir a cualquiera que se interpusiera en su camino. Sin embargo, al observarlo durante su estadía, me di cuenta de que su interés en Lyra no parecía ser nada más que una cuestión de dominio. Eso me hizo relajarme ligeramente. Si Mikail hubiera mostrado algún tipo de apego hacia la ex Luna, la situación sería mucho más complicada. Pero no, todo en su actitud sugería que solo estaba marcando su territorio, asegurándose de que su autoridad no fuera cuestionada. Aun así, Calista, siempre perspicaz, notó de inmediato la tensión en el aire. —¿Qué estás pensando, Rowan? Le dirigí una mirada breve después de asegurarme que Mikail se había alejado lo suficiente con su segundo al mando. —Que le bajes dos rayitas a tu actitud desafiante —respondí en tono bajo, lo suficientemente serio como para que supiera que no estaba bromeando. Calista
**Mikail**El cuerpo de Lyra estaba frío y débil en mis brazos, su conciencia parecía estar tambaleándose entre la vigilia y la inconsciencia. Se sentía ligera, demasiado frágil, como si pudiera romperse con el más mínimo movimiento. No tenía por qué importarme. Ella se lo había buscado. Su voz apenas fue un murmullo, rota por el sufrimiento. —¿Qué está… pasando? No respondí de inmediato. Mantuve la mirada al frente, impasible, ignorando su pregunta como si no tuviera derecho a hacerla. Porque no lo tenía. Pero entonces, la mano de Krimson rodeó la suya con delicadeza. —No te preocupes por nada —su tono era calmado, pero firme—. Estarás a salvo. Lyra exhaló con dificultad, sus párpados temblando antes de cerrarse de nuevo. Mi mandíbula se tensó. Algo en su agotamiento absoluto, en la forma en que su cuerpo se entregaba sin resistencia, me generó un extraño ardor en el pecho. No pude contenerme. —¿A qué se debe esa actitud? Krimson arqueó una ceja con una leve
**Mikail** Horas antes…El camino hacia la manada Silverbane era silencioso, casi demasiado. Solo se escuchaba el crujir de las ramas bajo los cascos de los caballos y el susurro del viento entre los árboles. Mis hombres marchaban en formación disciplinada, con las miradas fijas al frente, pero yo tenía la vista atrapada en alguien más. Lyra. Parecía una sombra de lo que había sido. Su piel, antes luminosa y fuerte, ahora era un lienzo pálido y marchito. Su cabello caía enredado sobre sus hombros y su cuerpo, envuelto en prendas desgastadas, se veía demasiado frágil. Me dije a mí mismo que no me importaba. Que ella no era más que una carga. Que no debía verla. Pero aun así, lo hacía. Había algo profundamente inquietante en su estado. Una parte de mí quería despreciarla, recordarle que su destino lo había dictado ella misma con sus decisiones. Otra parte, sin embargo… No. No iría por ese camino. Cuando llegamos al territorio de la manada, me aseguré de dar
**Mikail**Los días pasaron. Me aseguré de no verla. No debía. Me concentré en los informes, en las reuniones, en patrullar el territorio. Pero no importaba cuántas responsabilidades llenaran mis días, su presencia se sentía como una sombra al borde de mi conciencia. Cada vez que su nombre llegaba a mis oídos, algo se tensaba en mi interior. Algo molesto. Algo peligroso. Y, para mi frustración, no tenía control sobre ello. Una noche, cuando intenté hablar con ella, me recibió con una mirada helada y una única frase que se sintió como una daga. —Eres una basura como Rowan, Alfa Mikail.Me tomó por sorpresa. Pero la sorpresa rápidamente se convirtió en ira. —No me compares con ese bastardo —gruñí, sintiendo un fuego arder en mi pecho. Ella simplemente se encogió de hombros, como si mi reacción no significara nada. Como si yo no significara nada. El gesto me irritó más de lo que debería. No volví a acercarme a ella después de eso. Pero, para mi desgracia
Pasé una mano por mi cabello con frustración apenas los hombres se alejaron, murmurando entre ellos sobre lo que acababa de pasar. No les había dado una respuesta satisfactoria, y lo sabía. Pero, ¿cómo podía dársela si yo mismo no entendía lo que ocurría? El simple hecho de que alguien más hablara de Lyra con desprecio me ponía de un humor peligroso. Y lo peor era que no tenía ningún derecho a sentirme así. Ella no era realmente mía. Apreté la mandíbula, sintiendo un impulso irracional de regresar a la cabaña donde estaba, de enfrentarla por todas las malditas emociones contradictorias que me devoraban desde el momento en que la vi. Pero me obligué a quedarme donde estaba. Si iba tras ella ahora, iba a terminar cruzando una línea que no debía. Respiré hondo y empecé a caminar sin rumbo fijo, intentando enfriar mi cabeza. Sin embargo, cada vez que cerraba los ojos, la imagen de Lyra volvía con más intensidad. Su mirada fría, sus labios presionados en esa mueca de desconfi
**Krimson**La mujer encima de mí, junto a sus gemidos y quejidos de placer, me tenían a mil.Sus ojos se encontraban dilatados y su boca para entreabierta me invitaba a devorarla, así como mi miembr’o se deslizaba fácilmente por su intimidad.Era deliciosa, increíble… pero solo una buena entretención.El aroma de vainilla y miel aún impregnaba mi piel cuando me separé de su cuerpo. La loba frente a mí sonreía con satisfacción, acariciando mi pecho con dedos perezosos, sus uñas dejando pequeños rastros de ardor en mi piel. —Siempre sabes cómo complacerme, Krimson —susurró, con una sonrisa ladeada y seductora. Yo le devolví la mirada con calma. No tenía problemas en compartir momentos como este. Era simple, físico, sin compromisos ni expectativas. Justo como me gustaba. Pero mi relajación se vio interrumpida cuando escuché un murmullo en la distancia. —Dicen que la ex Luna de Moonfang anda paseando por la manada —murmuró una voz, entre risas de burla—. ¿Por qué el Alfa la tra