Pasé una mano por mi cabello con frustración apenas los hombres se alejaron, murmurando entre ellos sobre lo que acababa de pasar. No les había dado una respuesta satisfactoria, y lo sabía. Pero, ¿cómo podía dársela si yo mismo no entendía lo que ocurría? El simple hecho de que alguien más hablara de Lyra con desprecio me ponía de un humor peligroso. Y lo peor era que no tenía ningún derecho a sentirme así. Ella no era realmente mía. Apreté la mandíbula, sintiendo un impulso irracional de regresar a la cabaña donde estaba, de enfrentarla por todas las malditas emociones contradictorias que me devoraban desde el momento en que la vi. Pero me obligué a quedarme donde estaba. Si iba tras ella ahora, iba a terminar cruzando una línea que no debía. Respiré hondo y empecé a caminar sin rumbo fijo, intentando enfriar mi cabeza. Sin embargo, cada vez que cerraba los ojos, la imagen de Lyra volvía con más intensidad. Su mirada fría, sus labios presionados en esa mueca de desconfi
**Krimson**La mujer encima de mí, junto a sus gemidos y quejidos de placer, me tenían a mil.Sus ojos se encontraban dilatados y su boca para entreabierta me invitaba a devorarla, así como mi miembr’o se deslizaba fácilmente por su intimidad.Era deliciosa, increíble… pero solo una buena entretención.El aroma de vainilla y miel aún impregnaba mi piel cuando me separé de su cuerpo. La loba frente a mí sonreía con satisfacción, acariciando mi pecho con dedos perezosos, sus uñas dejando pequeños rastros de ardor en mi piel. —Siempre sabes cómo complacerme, Krimson —susurró, con una sonrisa ladeada y seductora. Yo le devolví la mirada con calma. No tenía problemas en compartir momentos como este. Era simple, físico, sin compromisos ni expectativas. Justo como me gustaba. Pero mi relajación se vio interrumpida cuando escuché un murmullo en la distancia. —Dicen que la ex Luna de Moonfang anda paseando por la manada —murmuró una voz, entre risas de burla—. ¿Por qué el Alfa la tra
**Krimson**No pude contener mi fastidio y enojo por las palabras del médico. ¿Quién se creía que era?—Estás aquí para revisar a la paciente enferma, no para cuestionar mis órdenes —respondí con voz firme y algo seca. El médico me examinó con cautela y, tras unos segundos, dijo: —Está muy débil. Debemos quitarle las ropas mojadas. Asentí sin apartar la vista de Lyra, y, dándole la espalda, permití que el médico trabajara. Con manos firmes y precisas, retiró su ropa empapada, dejándola en un short corto y un top que pude ver fugazmente, antes de cubrirla con una sábana. —Déjala descansar —ordenó el médico—. Le receto unos brebajes y píldoras. Si algo sucede, llámame de inmediato. Mientras él se retiraba, mi mente no dejaba de preguntarse: _¿Dónde estará Mikail en este momento?_ La incertidumbre me corroía por dentro. Me quedé a solas para lidiar con ella, sin saber realmente cómo proceder, ya que los lobos rara vez enfermamos, pero claro…—Ella no tiene loba —murmuré par
**Mikail**Krimson seguía ahí, mirándome de una manera que me incomodaba. Sabía que si no desviaba la conversación, pronto me haría preguntas que no quería responder. Así que hice lo primero que se me ocurrió. —Encontré indicios de un intruso en las inmediaciones del territorio —dije con voz firme, asegurándome de que mi tono no dejara espacio para dudas—. Toma a un par de guardias y revisa el perímetro. Averigua quién estuvo merodeando y si representa algún peligro. Krimson me observó largamente, como si intentara decidir si valía la pena desafiar mi orden. Pero al final, simplemente asintió. Sin embargo, cuando ya se daba media vuelta para irse, se detuvo y me miró por encima del hombro. —¿Te han dado la noticia? —preguntó con tono neutro. Fruncí el ceño. —¿Qué noticia? —Alguien empujó a Lyra al río. Mis músculos se tensaron. —Lo sé —respondí con sequedad—. Averigua si fue alguien de la manada. Krimson se cruzó de brazos. —Hay rumores… —No tengo tiempo para
**Rowan** No podía creer lo que estaba escuchando. —¿Cómo es eso que el Alfa Mikail no está torturando a Lyra? Mi rugido retumbó en las paredes de la habitación, haciendo que mi guardia diera un leve respingo antes de inclinar la cabeza en señal de respeto. —Señor, la información que tenemos es precisa. La ex Luna no ha sido encerrada en un calabozo ni ha padecido hambre, sed o castigo alguno. Apreté la mandíbula, sintiendo cómo la frustración ardía en mi interior como una hoguera descontrolada. ¿Desde cuándo Mikail, el Alfa más despiadado que había conocido, mostraba clemencia con alguien que claramente merecía sufrir? Algo en esta situación no encajaba. Mi instinto me gritaba que había un vínculo entre ellos dos, algo que no había previsto ni imaginado. —Quiero que sigas informándome de todo lo que suceda en la manada Silverbane —ordené, sin molestia en ocultar mi irritación. El guardia asintió y se retiró en silencio, dejándome a solas con mis pensamientos. Usar e
**Lyra** Desperté con una sensación extraña, como si mi cuerpo flotara entre el sueño y la realidad. Un escalofrío recorrió mi piel mientras intentaba moverme, pero un dolor sordo en mis extremidades me lo dificultaba. Abrí los ojos con esfuerzo y parpadeé varias veces. El techo de madera oscura se veía borroso al principio, pero poco a poco mis sentidos fueron aclarándose. Sentía la boca seca y la garganta lacerada, como si hubiera tragado fuego. Me giré ligeramente y fue entonces cuando noté la ropa que cubría mi cuerpo. No era la misma de ayer. Mi respiración se agitó. ¿Quién me había cambiado? ¿Dónde estaba? El pánico se deslizó por mi pecho como una garra invisible, apretándome los pulmones. Intenté recordar… agua fría, una caída… alguien sosteniéndome fuerte… La ducha. Alguien me había llevado a la ducha para bajarme la fiebre. Mi mente aún estaba nublada, pero la sensación de manos firmes y un calor reconfortante en medio del agua helada me hicieron recordar l
**Lyra** El aire en la habitación se volvió denso en cuanto el guardia pronunció el nombre de Rowan. Mi cuerpo se quedó completamente inmóvil, pero mis manos temblaron apenas. Alcé la mirada con cautela y encontré los ojos de Mikail. Su expresión era sombría, como si una tormenta estuviera a punto de estallar en su interior. El corazón me dio un vuelco y, de inmediato, solté la comida que tenía entre mis manos. Por supuesto. Estaba disgustado al verme comer, al ver que me reponía. Seguramente esperaba verme aún más débil, aún más destruida. Mi pecho se oprimió con esa certeza y bajé la mirada, adoptando la postura sumisa que él quería. Hubo un tenso silencio antes de que hablara, su voz era dura y entre dientes. —No tengo tiempo para lidiar contigo ahora. Mis hombros se tensaron. —Ava —continuó, dirigiéndose a la sirvienta—, no la pierdas de vista. Tengo asuntos que atender con el Alfa visitante. El aire abandonó mis pulmones. Sabía exactamente por qué Rowan había
**Mikail** El golpe resonó en el suelo seco, levantando una ligera nube de polvo. Vi cómo su cuerpo se estremecía y cómo intentaba apoyarse en sus brazos, pero su fuerza la traicionó. Lyra soltó un quejido de dolor, uno ahogado, contenido. No pedía ayuda, no se quejaba más de la cuenta. Solo intentaba ponerse en pie con terquedad, como si prefiriera morir antes que aceptar su debilidad frente a nosotros. Rowan chasqueó la lengua. —Vaya, qué curioso —dijo con fingida indiferencia—. Pensé que las antiguas Lunas eran tratadas con algo más de… dignidad. No respondí de inmediato. Mantuve la mirada fija en Lyra, observando cómo su cuerpo temblaba con el esfuerzo de levantarse. Se obligó a ponerse de rodillas primero, y sus dedos se aferraron a la tierra. —En mi manada —respondí finalmente, con voz firme—, todo el mundo trabaja. No hay excepciones. Rowan soltó una risa baja. —Interesante. ¿Significa eso que realmente has roto tu vínculo con ella? Mis ojos se clavaron e