**Rowan** No podía creer lo que estaba escuchando. —¿Cómo es eso que el Alfa Mikail no está torturando a Lyra? Mi rugido retumbó en las paredes de la habitación, haciendo que mi guardia diera un leve respingo antes de inclinar la cabeza en señal de respeto. —Señor, la información que tenemos es precisa. La ex Luna no ha sido encerrada en un calabozo ni ha padecido hambre, sed o castigo alguno. Apreté la mandíbula, sintiendo cómo la frustración ardía en mi interior como una hoguera descontrolada. ¿Desde cuándo Mikail, el Alfa más despiadado que había conocido, mostraba clemencia con alguien que claramente merecía sufrir? Algo en esta situación no encajaba. Mi instinto me gritaba que había un vínculo entre ellos dos, algo que no había previsto ni imaginado. —Quiero que sigas informándome de todo lo que suceda en la manada Silverbane —ordené, sin molestia en ocultar mi irritación. El guardia asintió y se retiró en silencio, dejándome a solas con mis pensamientos. Usar e
**Lyra** Desperté con una sensación extraña, como si mi cuerpo flotara entre el sueño y la realidad. Un escalofrío recorrió mi piel mientras intentaba moverme, pero un dolor sordo en mis extremidades me lo dificultaba. Abrí los ojos con esfuerzo y parpadeé varias veces. El techo de madera oscura se veía borroso al principio, pero poco a poco mis sentidos fueron aclarándose. Sentía la boca seca y la garganta lacerada, como si hubiera tragado fuego. Me giré ligeramente y fue entonces cuando noté la ropa que cubría mi cuerpo. No era la misma de ayer. Mi respiración se agitó. ¿Quién me había cambiado? ¿Dónde estaba? El pánico se deslizó por mi pecho como una garra invisible, apretándome los pulmones. Intenté recordar… agua fría, una caída… alguien sosteniéndome fuerte… La ducha. Alguien me había llevado a la ducha para bajarme la fiebre. Mi mente aún estaba nublada, pero la sensación de manos firmes y un calor reconfortante en medio del agua helada me hicieron recordar l
**Lyra** El aire en la habitación se volvió denso en cuanto el guardia pronunció el nombre de Rowan. Mi cuerpo se quedó completamente inmóvil, pero mis manos temblaron apenas. Alcé la mirada con cautela y encontré los ojos de Mikail. Su expresión era sombría, como si una tormenta estuviera a punto de estallar en su interior. El corazón me dio un vuelco y, de inmediato, solté la comida que tenía entre mis manos. Por supuesto. Estaba disgustado al verme comer, al ver que me reponía. Seguramente esperaba verme aún más débil, aún más destruida. Mi pecho se oprimió con esa certeza y bajé la mirada, adoptando la postura sumisa que él quería. Hubo un tenso silencio antes de que hablara, su voz era dura y entre dientes. —No tengo tiempo para lidiar contigo ahora. Mis hombros se tensaron. —Ava —continuó, dirigiéndose a la sirvienta—, no la pierdas de vista. Tengo asuntos que atender con el Alfa visitante. El aire abandonó mis pulmones. Sabía exactamente por qué Rowan había
**Mikail** El golpe resonó en el suelo seco, levantando una ligera nube de polvo. Vi cómo su cuerpo se estremecía y cómo intentaba apoyarse en sus brazos, pero su fuerza la traicionó. Lyra soltó un quejido de dolor, uno ahogado, contenido. No pedía ayuda, no se quejaba más de la cuenta. Solo intentaba ponerse en pie con terquedad, como si prefiriera morir antes que aceptar su debilidad frente a nosotros. Rowan chasqueó la lengua. —Vaya, qué curioso —dijo con fingida indiferencia—. Pensé que las antiguas Lunas eran tratadas con algo más de… dignidad. No respondí de inmediato. Mantuve la mirada fija en Lyra, observando cómo su cuerpo temblaba con el esfuerzo de levantarse. Se obligó a ponerse de rodillas primero, y sus dedos se aferraron a la tierra. —En mi manada —respondí finalmente, con voz firme—, todo el mundo trabaja. No hay excepciones. Rowan soltó una risa baja. —Interesante. ¿Significa eso que realmente has roto tu vínculo con ella? Mis ojos se clavaron e
**Mikail**El aire se sentía espeso. Cargado. Como si la tensión en el ambiente pudiera cortarse con un cuchillo. Observé a Lyra desde mi posición, sus manos aún estaban aferradas a Rowan, su cuerpo estaba tembloroso por la fatiga y la humillación. Apreté los dientes y cerré los puños con fuerza, ahogando el impulso de apartarla de Rowan a la fuerza.Yo sabía que esto no era más que un acto. Un engaño bien calculado para hacer que Rowan se largara de aquí de una vez por todas. Pero la forma en que lo dijo… la forma en que su voz se quebró… Una pequeña, insignificante duda se instaló en mi cabeza. ¿Qué pasaría si, en lo más profundo de su ser, realmente quería volver? No, imposible. Era ridículo que incluso por un segundo permitiera que esa duda germinara en mi mente. Lyra jamás volvería a Moonfang. No después de lo que le hicieron. No después de lo que le hizo él. Rowan se soltó de su agarre con un movimiento brusco, haciendo que Lyra perdiera el equilibrio y volvie
**Lyra**El calor del cuerpo de Mikail contrastaba con el frío que sentía en mi piel. Era una sensación extraña, me sentía liviana y pesada al mismo tiempo, como si flotara entre la vigilia y el sueño.De repente, una exclamación familiar rompió el silencio.—¡Alfa Mikail! —La voz de Ava denotaba sorpresa y preocupación.Aunque la debilidad me envolvía, me esforzaba por mantenerme consciente, resistiendo la tentación de ceder a la oscuridad que amenazaba con arrastrarme. Sentí cómo Mikail se detenía, y aunque mis párpados pesaban, pude entreabrirlos lo suficiente para ver el rostro alarmado de Ava.—¿Qué ha sucedido? —preguntó ella, acercándose rápidamente.—Lo mismo debería preguntarte —gruñó Mikail, sin detenerse—. ¿Cómo se te ocurrió dejarla salir en su estado? Ava dudó un segundo antes de responder, con nerviosismo evidente. —Me pidió unas plantas para un té. Cuando volví, ya no estaba —su tono de voz era bajo, sumiso—. No quería pedir ayuda a los guardias… y que tú te enter
**Rowan**El viaje de regreso desde la manada de Mikail había sido más placentero de lo que imaginé. Ver a Lyra en ese estado deplorable me reafirmó que había tomado la decisión correcta al expulsarla de Moonfang. Había sido un Alfa justo y sabio.Al llegar, Calista me recibió con una sonrisa ansiosa, sus ojos brillaban de curiosidad.—Cuéntame todo, Rowan. ¿Cómo fue tu visita a Silverbane?Su escepticismo sobre el trato que Mikail podría darle a Lyra era evidente. Ella nunca estuvo de acuerdo con que la dejara ir.—No debiste permitir que se fuera —dijo, frunciendo el ceño—. ¿Y si Mikail la trata con indulgencia?Sonreí con satisfacción, recordando la imagen de Lyra abatida.—Todo lo contrario, Calista. Lyra está sufriendo allá. Mikail la tiene bajo control y sufriendo, exactamente como merece.Los ojos de Calista brillaron con una mezcla de alivio y deleite.—¿En serio? Dame más detalles.Le relaté cómo Lyra estaba viviendo un infierno en Silverbane. Cada palabra parecía alimentar
**Mikail**El silencio se extendió entre nosotros como una sombra densa e incómoda. Lyra tenía la mirada baja, perdida en un punto indefinido sobre la mesa, con los labios presionados en una fina línea. Algo en su expresión me inquietaba; no era enojo ni desafío, sino algo más sutil, más afilado. Fruncí el ceño y apoyé un codo en la mesa, sin apartar la vista de ella. —¿En qué piensas tanto? Ella pestañeó, como si acabara de recordar que yo estaba allí, y dejó escapar un susurro casi imperceptible. —Entiendo que hiciste eso por Rowan… No porque te preocupes por mí, sino porque querías ganarle. Abrí la boca para negarlo, pero no pronuncié palabra. Su afirmación era válida. No había sido por ella… ¿o sí? Algo en sus ojos antes de que dijera aquello me había incomodado: la tenue chispa de esperanza que había creído ver en ellos. Fue por eso que solté aquellas palabras sin pensar, cubriéndome con la armadura de mi habitual frialdad, evitando que mirara más allá de lo que quer