**Mikail**El silencio se extendió entre nosotros como una sombra densa e incómoda. Lyra tenía la mirada baja, perdida en un punto indefinido sobre la mesa, con los labios presionados en una fina línea. Algo en su expresión me inquietaba; no era enojo ni desafío, sino algo más sutil, más afilado. Fruncí el ceño y apoyé un codo en la mesa, sin apartar la vista de ella. —¿En qué piensas tanto? Ella pestañeó, como si acabara de recordar que yo estaba allí, y dejó escapar un susurro casi imperceptible. —Entiendo que hiciste eso por Rowan… No porque te preocupes por mí, sino porque querías ganarle. Abrí la boca para negarlo, pero no pronuncié palabra. Su afirmación era válida. No había sido por ella… ¿o sí? Algo en sus ojos antes de que dijera aquello me había incomodado: la tenue chispa de esperanza que había creído ver en ellos. Fue por eso que solté aquellas palabras sin pensar, cubriéndome con la armadura de mi habitual frialdad, evitando que mirara más allá de lo que quer
**Mikail**La palabra *amargado* me golpeó como una bofetada, aunque Lyra la soltó con una indiferencia casi insultante. Apreté la mandíbula con fuerza mientras la veía darse la vuelta con tranquilidad, como si no acabara de empujarme por un abismo invisible. Ni siquiera se molestó en mirarme antes de cerrar la puerta del baño tras de sí.—No le tenías que traer nada —gruñí, volviéndome hacia Krimson.Él aún tenía una sonrisita burlona en los labios que no se molestó en esconder.—Solo era ropa, Mikail —dijo encogiéndose de hombros—. No sabía que ahora eso requería tu bendición divina.—No me provoques —espeté con voz baja pero cargada—. No es ropa. Es el hecho de que Ava se tomó atribuciones que no le corresponden. Todo pasa por mí, ¿entendido?Krimson suspiró, con los brazos cruzados sobre el pecho.—Hermano, estás haciendo una tormenta en un vaso de agua. La chica necesita ropa limpia. Es un derecho básico para cualquier persona.—Lyra no es una persona normal —espeté, sin pensar
**Lyra**La voz ronca de Mikail al pronunciar mi nombre fue como un susurro cargado de fuego. Me estremeció hasta los huesos, despertando en mí algo que no sabía que existía… un instinto primitivo, visceral. Nunca había sentido nada parecido. Ni siquiera con Rowan.Cuando sus brazos me alzaron del suelo, pensé que iba a desmayarme. El calor de su cuerpo contrastaba de forma abrumadora con el frío suelo de la ducha. Mis mejillas ardían, mi corazón palpitaba tan fuerte que me sentía al borde de la locura.—No te muevas —murmuró él con firmeza, pero su tono… no era rudo. Era protector.Me envolvió con una toalla, cubriendo mi cuerpo como si mi desnudez le importara más de lo que debía. Me sentí… segura. Ridículamente segura. ¿Cómo podía ser eso posible viniendo de él?Los escalofríos del frío se transformaron en otra clase de estremecimientos cuando nuestros cuerpos se rozaron. Estar tan cerca de Mikail era como estar al borde de un acantilado: aterrador, vertiginoso… y adictivo.No
**Lyra**Su negativa fue clara, firme… y me dio mil años de vida más.—No, Lyra. No creo en nada de lo que dijeron de ti.Esas palabras, en esa voz tan grave y segura, me hicieron sentir una ola de alivio que me recorrió todo el cuerpo. Mikail creía en mí. Mikail confiaba. ¿Por qué ese simple hecho me dejaba tan feliz? No debería importarme tanto, pero lo hacía. Me sentía vista… defendida.—Rowan es un pusilánime, un cobarde con todas las letras. Y Calista… —bufó con desdén—. Esa mujer es venenosa, como una serpiente disfrazada de cordero. No le creo ni su respiración.No pude evitar sonreír. Era la primera vez en tanto tiempo que alguien me defendía así. Que me creía. Que me hablaba con sinceridad, sin juzgarme.Entonces lo besé, con más fuerza, con más deseo. El fuego que él había encendido en mí no se apagaba, al contrario… ardía cada vez más alto. Sus labios, su lengua, sus manos… lo quería todo. Lo deseaba desde lo más profundo de mi ser. Y lo mejor era que él parecía sent
**Lyra**Tener el cuerpo de Mikail encima era como cargar el peso de un universo entero sobre mí… uno cálido, imponente y lleno de deseo. Pero no podía evitar temblar. Mis manos se aferraban a sus brazos, a sus hombros, como si el simple contacto me ayudara a no perderme por completo en la tormenta de emociones que me arrastraba. Y entonces, lo sentí.La unión.Su cuerpo dentro del mío, haciéndonos uno, y con ello… la tensión. Una ola densa, sofocante. Pude sentir cómo se detenía, cómo su respiración se volvía más pesada, más lenta. Lo supe de inmediato: se había dado cuenta.Sabía que se daría cuenta de que no había estado con nadie más. De que era virgen.“Quizás me rechace definitivamente”, pensé, con el pecho apretado. “Tal vez no quiera estar con alguien como yo.”Levanté la mirada, temerosa, y lo que vi me dejó sin aliento.Ira. Enfado. Sus facciones endurecidas, sus ojos brillando con una furia contenida. ¿Estaba… molesto conmigo? ¿Se arrepentía?Tenía que preguntarle y m
**Lyra**Desperté sintiendo la brisa del ocaso filtrarse por entre las cortinas, pero el espacio a mi lado estaba frío. Extendí la mano por puro impulso, buscando ese cuerpo cálido que horas antes me había hecho olvidar el mundo entero… pero no había nadie. —Se fue… —murmuré para mí misma, mientras mis dedos se cerraban en el hueco vacío de las sábanas. Una mueca amarga se apoderó de mi rostro. No sabía qué hora era, ni cuánto tiempo llevaba dormida, pero lo más inquietante era la sensación de abandono que me calaba los huesos. ¿Dónde estaría Mikail? ¿Se había marchado sin mirar atrás? El corazón se me encogió al pensar si acaso él consideraría todo aquello un simple momento de debilidad. Algo pasajero. Algo sin significado. —No… no pudo haber sido solo eso —me dije con el pecho apretado. Pero el escalofrío que recorrió mi espalda no me dejó convencida. Un crujido en la puerta me sobresaltó, y la silueta de Ava entró con el rostro completamente pálido. Se detuvo en seco
**Lyra**La llegada de Mikail fue como una llamarada en medio de la oscuridad. Como el instante en que el invierno más crudo es interrumpido por un rayo de sol tibio que te envuelve por completo. Su presencia llenó el aire, y por un segundo, mi corazón olvidó el miedo. Sus ojos recorrieron la escena: Ava herida, los dos hombres sobre mí. Lo vi. Vi cómo el hombre desaparecía y en su lugar surgía algo más salvaje, más primitivo. Mikail parecía fuera de sí, desbordado por una furia que me provocó un escalofrío involuntario.Uno de ellos intentó hablar, pero ya era demasiado tarde. Mikail fue rápido. Letal. El primero no tuvo oportunidad de reaccionar, y el segundo apenas pudo gritar antes de ser reducido. Yo me quedé quieta, paralizada, sintiendo la adrenalina drenarse de mi cuerpo como si cada célula se apagara.Entonces él me miró. Sus ojos encendidos de furia se encontraron con los míos… y cambiaron. Como si ver mi cuerpo tembloroso, hecho un ovillo junto a Ava, lo rompiera de
**Lyra** Apenas sus labios tocaron los míos, sentí que el mundo se desvanecía a mi alrededor. Fue como un relámpago silencioso, una sacudida que me recorrió el cuerpo entero y me dejó sin aliento. El calor de Mikail me envolvía, su respiración pesada chocaba contra mi piel mientras sus manos se aferraban a mi cintura, como si temiera que escapara. Un jadeo tembloroso se escapó de mi boca y supe, en ese instante, que estaba perdida. El deseo burbujeaba en mi estómago, creciendo con fuerza, como una ola que no podía contener. Me aferré a él, incapaz de resistirme, aunque mi mente gritaba lo contrario. Todavía podía sentir la vergüenza ardiendo en mis mejillas por lo que había pasado, por las miradas inquisitivas, por el dolor en el brazo de Ava. Sabía que no era directamente mi culpa. Nadie lo había dicho, pero todos lo pensaban. Si no estuviera en la manada Silverbane… si Mikail no me protegiera… si no me hubiera defendido con tanta rabia, esos hombres aún estarían vivos