La Mate Rechazada Regresa
La Mate Rechazada Regresa
Por: Samantha Leoni
El Juicio de la Luna Caída

El aire olía a incienso y a sangre. El salón principal de la manada Moonfang, que una vez fue mi hogar, se sentía ahora como una prisión.

Cadenas de plata ardían en mis muñecas mientras me arrodillaba en el centro de la sala, con la mirada baja y el corazón latiendo con furia. No por miedo, sino por la impotencia.

La conferencia de los Alfas había sido un evento de honor, un momento en que los líderes de las manadas más poderosas se reunían para discutir alianzas y disputas.

Sin embargo, lo que debería haber sido un evento diplomático se había convertido en un juicio público contra mí, la hija del Alfa asesinado y la mate del recién nombrado Alfa Rowan.

Estaba de rodillas en el centro de la sala, mi cabello caía desordenado sobre mi rostro, mientras mi respiración temblorosa era lo único que rompía el silencio antes de la sentencia.

—Yo rechazo a la Luna Lyra como mi compañera —la voz de Rowan resonó con frialdad, haciendo eco en la sala.

Las palabras de Rowan fueron un cuchillo frío enterrándose en mi pecho. Mi cabeza se alzó de golpe, mis labios temblaron, pero no pude hablar.

No, esto no podía estar pasando.

—Fue encontrada en la cama con un extraño —continuó él con voz dura, sin rastro del hombre que una vez me prometió amor eterno—. Lo que significa que traicionaría a la manada. El castigo por traición es la muerte.

Los murmullos se transformaron en gritos de furia. Me acusaban. Me condenaban.

—¡Eso es mentira! —Mi voz sonó desgarrada, como un eco perdido entre la multitud.

—¡Mentirosa! —Calista se adelantó con la cabeza en alto, su rostro perfecto estaba iluminado por una sonrisa maliciosa—. Todos saben que no eres digna de ser nuestra Luna. Y ahora sabemos que también eres infiel. Solo querías el título de Luna y te aprovechaste de la bondad de Rowan.

La traición me golpeó con más fuerza que cualquier sentencia de muerte. Mi propia hermanastra. La niña que mi padre adoptó, la que compartió mi hogar y mi familia…

“Ella está detrás de todo”

Mis ojos buscaron a Rowan, rogando encontrar un atisbo de duda, de amor, de algo. Pero solo vi su desprecio.

Sus labios se fruncieron como si incluso mi mirada lo asqueara.

—Te vi con mis propios ojos, Lyra —dijo, con una frialdad que me partió en dos—. No hay nada más que decir.

No me creía.

—Rowan, yo no…

—Acepta de una vez el rechazo y ahórrame la molestia de tener que seguir viéndote la cara —declaró con voz fría e impersonal.

Mi pecho se contrajo, sofocado por la desesperación. La verdad se había convertido en cenizas y nadie intentaba recogerlas.

—Yo… Lyra Blackthorne… acepto tu rechazo… Alfa Rowan —mi voz era un susurro roto.

Él llevó una mano a su pecho y la expresión fría de su rostro apenas sufrió un ligero cambio. Eso fue lo que más me dolió.

Todo el amor que me había profesado y sus palabras de protegerme se fueron por el drenaje. Había elegido no confiar en mí, a pesar de que era su mate, su compañera destinada por la diosa luna.

—¡La ex Luna merece ser desterrada!

Los miembros de la manada empezaron a gritar, algunos exigiendo mi ejecución inmediata. Los Alfas visitantes observaban con interés, pero ninguno intervenía.

Nadie se levantaría en defensa de una loba marcada como traidora.

El bullicio aumentó cuando una presencia oscura se hizo notar. Un escalofrío recorrió mi piel.

La sala, que antes vibraba con gritos de condena, cayó en un silencio sepulcral.

—Alfa Mikail —irrumpió en el silencio una voz incrédula.

El hombre más temido entre los Alfas. Su sola presencia drenaba el aire del lugar.

Sus ojos, profundos y oscuros como un abismo, recorrieron la escena con absoluto desinterés. Su mirada se posó en mí, y un escalofrío trepó por mi columna.

Mi loba despertó.

No de miedo, sino de algo más profundo. Reconocimiento.

Mi corazón latió con fuerza, un hilo dorado comenzó a tejerse entre nosotros.

Era débil, apenas una brisa en comparación con el vendaval que había sentido con Rowan, pero estaba ahí. Vivo.

Mis labios se separaron en un jadeo silencioso. Mikail era mi segunda oportunidad.

Por un instante, algo en su mirada vaciló. Un destello de duda cruzó sus ojos, como si no esperara esto, como si… no quisiera que esto fuera real.

Mi alma gritó en súplica muda.

Pero la chispa se apagó.

Su rostro volvió a endurecerse.

—Yo, Alfa Mikail de la manada Silverbane, Rechazo a Lyra Blackthorne como mi compañera.

El mundo se rompió a mi alrededor.

No. No, no, no.

El dolor del rechazo fue un fuego que me atravesó el pecho, pero esta vez… fue peor. Sentí a mi loba aullar en mi interior. Su lamento fue desgarrador, y luego… silencio.

Vacío.

Mi loba murió dentro de mí.

Un grito desgarrado escapó de mis labios y me desplomé en el suelo, incapaz de sostenerme. El vínculo roto dos veces… era un destino peor que la muerte.

Las voces a mi alrededor se convirtieron en un murmullo lejano.

—Si ha perdido a su loba, ya no es una Luna.

—Entonces no tiene ningún propósito.

—Será ejecutada al amanecer.

Todo se desvanecía en sombras. Estaba cayendo… cayendo…

Hasta que su voz me detuvo.

—¡Detente!

Era Mikail.

Las voces murieron.

Forcé mis ojos a abrirse y lo vi. De pie, como un dios cruel mirando a un simple insecto.

—La hija traidora de un Alfa fallecido no debe morir tan rápido. Aún le espera más sufrimiento.

Mi corazón se hundió al ver su mirada oscura y despiadada.

El juicio había terminado. Pero mi verdadero tormento apenas comenzaba.

El abismo se cerró sobre mí. Y caí en la oscuridad.

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