CAPÍTULO 5: ENTREGADA A ÉL
Esa noche era especial. Había una luna roja en el cielo, una luna de sangre. Ella no lo sabía, pero las lunas rojas aumentaban el deseo y las feromonas que emitía su cuerpo. Por mucho que Thane se resistió, no podía ignorar el llamado que su lobo le suplicaba. Ella era mucho más que una hermosa loba, ella podía ser su pareja destinada, aunque él no estaba seguro de eso. Aun así, no fue capaz de resistirse. Se dijo a sí mismo que se aseguraría de no marcarla, pues sería un sacrilegio aceptar a una Mate como ella, pero todavía podía disfrutar del plac3r que sus instintos salvajes le suplicaban.
Llevó a la chica de la mano, no quería ser demasiado romántico con ella, pero una parte suya le impedía ser tan frío como con las otras.
Por otro lado, Akira sintió que no podía respirar, su corazón se aceleró a un ritmo insospechado y él se dio cuenta, pero aquello le pareció más excitant3. Empujó a Akira contra la cama y de pronto dejó salir sus garras afiladas y sus ojos se tornaron rojos.
Se llenó de pánico mientras él se subía sobre su cuerpo. Se veía amenazante y al mismo tiempo destilaba una sensualidad animal que no supo cómo soportar. Thane usó sus garras para romperle el vestido, aquello solo la hizo asustar más.
Sus pechos se liberaron mientras la tela se rasgaba en dos. Thane sonrío se acercó a su oído mientras ella pegaba la cara todo lo que podía en el colchón.
—Serás mía esta noche, pequeña Omega.
Thane la tomó con brusquedad, olfateó su aroma, esa sensación le dio cosquillas a Akira, quien mantuvo sus ojos cerrados todo el tiempo. De pronto sintió una lengua rasposa y húmeda en la piel de sus pez0nes.
Akira abrió los ojos con sorpresa, la sensación se sintió más placentera de lo que imaginó. Miró a Thane quien terminó de despojarla de su ropa y la dejó completamente desnud4. Verse así frente a semejante Alfa le inundó las mejillas de sangre.
Enseguida Thane recorrió su cuerpo con la lengua, azotó de arriba abajo sus pez0nes haciendo que ella se retorciera, las cosquillas que comenzaban a crecer en su sex0 eran intensas. Akira no estaba muy segura de lo que debía hacer, pero ser una concubina no parecía tan malo.
Sin embargo cuando él sin ningún aviso le metió los dedos en su interior, ella sintió un terrible dolor. Estaba empapada y él no se detenía, sus dedos entraban y salían con brusquedad.
Akira abrió la boca, pero ningún sonido salió de sus labios. No podía quejarse, ni suplicarle que se detuviera.
—Así que eres virg3n… —murmuró Thane, que se había dado cuenta de la estrechez de su interior—. Mucho mejor para mí.
Thane abrió las piernas de Akira y la obligó a permanecer así. Sacó sus dedos y enterró su rostro entre sus piernas. El dolor de inmediato fue reemplazado por un azote de plac3r que estremeció a Akira. Apretó las sábanas y deseó poder gritar.
La lengua de Thane exploraba su interior, lamía, succionaba y golpeaba con fuerza su sex0. Cuando sus fluidos empaparon las sábanas, él supo que estaba lista.
Le agarró las caderas y sin piedad la embistió con una fuerza salvaje. Akira emitió un jadeo mudo. Cerró los ojos y simplemente dejó que él usase su cuerpo como quisiera. La sensación era dolorosa y al mismo tiempo la llenaba de deseo.
Thane se movió contra su cuerpo con intensidad, estaba a punto de alcanzar un éxtasis glorioso, no se detuvo, la embistió con fuerza emitiendo un gruñido de plac3r estallando dentro de la Omega.
Akira abrió los ojos cuando una sensación que jamás había experimentado la envolvió. Una oleada de un plac3r indescriptible recorrió todo su cuerpo. Desde la punta del pie hasta la cabeza. Por primera vez había experimentado un orgasm0 aunque no sabía ni el nombre de aquello.
Thane la dejó caer sobre la cama, agitado y todavía excitad0 con el miembro duro. Ella lo miró con los ojos muy abiertos y las mejillas rojas.
«Así que esto es lo que significa ser una concubina», pensó.
—No hemos terminado, pequeña Omega —le dijo con una sonrisa.
Akira se dio cuenta de que él no se agotaba y entonces entendió las palabras de las concubinas. Se preguntó si sería capaz de aguantar una segunda o tercera vez con él, pero, por el bien de su nueva vida, aceptó.
Thane la hizo suya unas cuatro veces más. Para cuando salió el sol, Akira sintió que ya no podía más. El príncipe Alfa era rudo, pero al mismo tiempo, la tomaba con una posesividad como si fuese su pareja destinada. Le introdujo el miembr0 una última vez mientras ella estaba boca abajo contra la cama y con el cul0 levantado.
Sus embestidas salvajes ya no dolían, en un momento las garras del lobo afloraron y se clavaron de forma dolorosa en sus caderas.
Akira lloró por el dolor, pero cuando él acabó y ella también, el dolor desapareció.
Esa fue la última vez. Thane se levantó de la cama y se vistió, pero ella no tenía ropa que ponerse.
—Espera aquí, pronto vendrán a vestirte —le dijo con frialdad.
Akira se quedó sola en esa gran habitación, ni siquiera había podido detallarla cuando entró. Se abrazó a sí misma y se sintió muy confundida. Lo que habían hecho… siempre le habían enseñado que entregarse de esa manera estaba reservado para su Mate, su otra mitad, la pareja que la diosa luna te asigna cuando liberas a tu lobo.
Pero ella ni siquiera había liberado a su loba e incluso pensaba que no lo haría nunca.
«Nunca tendré un Mate, qué más da si me entrego al príncipe de los lobos», pensó.
Al poco tiempo, las mismas mujeres vestidas de blanco regresaron a la habitación. Llevaban consigo una gran tina llena de agua caliente. Sin decir una palabra, una de ellas hizo un gesto para que Akira se desnudara y entrara en la tina. La urgencia en sus movimientos indicaba que este ritual era más que una simple limpieza; era una purificación.
Mientras Akira se sumergía en el agua, una de las mujeres comenzó a frotar su cuerpo con esponjas ásperas, como si intentara borrar cualquier rastro de Thane. Otra mujer, con una expresión de fastidio, comentó:
—Esto es insólito, el príncipe nunca había apestado tanto a una concubina.
La mujer a su lado asintió, con el ceño fruncido.
—Tendremos que bañarla varias veces —dijo, con un tono serio—. Si no lo hacemos, la reina Seraphine nos castigará.
Akira sintió una oleada de confusión y miedo. Quería preguntarles qué significaba todo esto, pero la presencia de la tercera mujer, que la observaba con una mezcla de lástima y silencio, la mantuvo incapaz de tomar el papel para preguntar. Aquella mujer no había dicho ni una palabra, pero sus ojos revelaban una tristeza y una comprensión que Akira no podía descifrar.
Cuando terminaron de tallar su piel, sacándola de la tina, le pusieron un vestido limpio y delicado. Luego, una de ellas sacó un velo de tela fina, de un tono oscuro, y lo colocó sobre la cabeza de Akira, cubriendo su rostro casi por completo. Solo sus ojos quedaban visibles a través del tejido.
La mujer que había estado en silencio finalmente habló, su voz era suave pero autoritaria:
—Debes usar esto todo el tiempo. Ninguna concubina puede verse sin este velo. Solo podrás quitártelo en el cuarto de las concubinas o en presencia del .príncipe
Akira, inquieta y ansiosa por entender la situación, tomó rápidamente el lápiz y papel que le habían dejado y escribió:
“¿Por qué?”
La mujer de blanco, que hasta entonces no había mostrado emoción, la miró con seriedad.
—Porque ahora le perteneces al príncipe —respondió—. Si alguien te mira sin su permiso, se castigará con la muerte. Y tú... tú correrías la misma suerte.
CAPÍTULO 6: HUMILLADAAkira regresó al harem con el cuerpo tenso y la cabeza baja, esperando lo inevitable. Sentía las miradas cargadas de odio clavándose en su piel desde el momento en que cruzó la puerta. El aire estaba denso, impregnado de desprecio, y lo que más le dolía era que no podía evitarlo. Desde que había llegado como prisionera al palacio, su vida se había convertido en una constante prueba de resistencia.Las concubinas la observaban con burla y repugnancia. Lana, una de las mujeres más crueles del grupo, la miró de arriba abajo con una sonrisa maliciosa en el rostro. Sus ojos brillaban con malicia mientras se acercaba a Akira, olfateando el aire a su alrededor de una manera que hizo que la sangre de Akira se helara.—Todavía puedo oler al príncipe Alfa en ti —dijo Lana, su voz cargada de veneno—. Parece que no te bañaron bien, Omega. Qué vergüenza.Akira sintió su garganta tensarse, pero no dijo nada. No podía, aunque quisiera. Su lengua siempre la traicionaba, atrapada
CAPÍTULO 7: ADAPTACIÓNAkira se dejó guiar por la loba de blanco, su cuerpo temblaba ligeramente mientras las lágrimas caían por sus mejillas. No se resistió cuando la mujer la llevó de vuelta a la habitación privada donde una gran tina llena de agua tibia esperaba por ella. El vapor ascendía en suaves espirales, llenando el aire con un aroma limpio que contrastaba con el olor acre que impregnaba su piel y su cabello. Akira seguía llorando, pero su rostro ya no mostraba emoción alguna, como si el sufrimiento y la humillación la hubieran despojado de toda fuerza.La mucama, cuya presencia era tranquila y amable, le quitó cuidadosamente la ropa sucia y mugrienta, desechándola sin una palabra. Cada prenda que caía al suelo parecía un peso que se liberaba de los hombros de Akira, aunque el dolor de lo vivido seguía oprimiendo su pecho como un yugo invisible. La mujer no hablaba demasiado, solo lo necesario para guiarla con suavidad hacia la tina, donde la ayudó a sumergirse en el agua cal
CAPÍTULO 8: NO PONGAS TUS OJOS EN ELLAEl sol apenas había comenzado a descender en el horizonte cuando el consejo convocó a Thane. Su semblante, normalmente imperturbable, reflejaba una leve inquietud mientras se dirigía hacia el gran salón. Sabía lo que significaba esa convocatoria. Su padre había regresado.El Viejo Alfa, como lo llamaban, no era un simple lobo. A pesar de su avanzada edad, su apariencia seguía siendo la de un hombre en la plenitud de su vida. Su piel permanecía tersa y sus músculos firmes, como si los años apenas hubieran rozado su cuerpo. Muchos lo consideraban elegido por la diosa luna, bendecido con la juventud y la fuerza eternas. Para otros, era un misterio oscuro y peligroso, pero nadie se atrevía a cuestionar sus poderes.Cuando Thane llegó al salón del consejo, lo recibió un silencio solemne. Los miembros del consejo, ancianos de las manadas más poderosas, lo observaron con expectación. En el centro de la sala, su padre, el Viejo Alfa, estaba sentado en su
CAPÍTULO 9: EXPLORACIÓN FRUSTRADAAkira se había escabullido con una agilidad silenciosa que había perfeccionado a lo largo de su vida en la manada "Luna de Sangre". Después de que la mucama de blanco la hubiera limpiado, asegurándose de que no quedara rastro alguno de la humillación sufrida en el harem, Akira había esperado el momento oportuno para deslizarse fuera de la seguridad de la habitación. No podía quedarse quieta, no mientras seguía ardiendo en su mente la duda que la había atormentado desde la muerte de su hermana.El palacio estaba en calma, el crepúsculo envolvía las paredes de piedra en sombras profundas y largas. La tenue luz que se filtraba a través de las ventanas de los pasillos hacía que todo pareciera más grande y amenazante, pero Akira no se detuvo. Cada paso era calculado, sus pies descalzos hacían el mínimo ruido posible mientras avanzaba. No había un plan fijo en su mente, pero recordaba vagamente los lugares a los que habían asignado a su hermana antes de mor
CAPÍTULO 10: TODAS LAS NOCHESElla lo miró por un instante antes de asentir. Thane se dio la vuelta y desapareció rápidamente por el pasillo. Akira respiró hondo y entró al harem, pero sus pensamientos estaban lejos de calmarse. Por más que él intentara mantenerla a salvo —o más bien, alejada de su padre—, Akira no podía ignorar la verdad que cada vez se hacía más evidente: el palacio estaba lleno de secretos, y uno de ellos había costado la vida de su hermana.Aquella noche, en la soledad de su cama, mientras las otras concubinas murmuraban entre ellas, Akira trazaba mentalmente su próximo movimiento. Podría haber estado bajo la vigilancia de Thane, pero eso no significaba que se rendiría tan fácilmente.*La luna menguante colgaba en lo alto del cielo, proyectando su débil luz sobre los pasillos de piedra del castillo. Thane salía de su habitación con el ceño fruncido, inmerso en sus propios pensamientos. No había podido sacarse de la cabeza a Akira desde la última vez que estuvo co
CAPÍTULO 11: EL PRECIO POR SER SUYAThane había pasado varias noches seguidas junto a Akira, disfrutando de su compañía más de lo que quería admitir. Aunque nunca había sido de los que buscaban apegarse a alguien, había algo en ella que lo mantenía atado. Ella no hablaba, pero eso no parecía importar. Sus silencios eran tranquilos, incluso reconfortantes, y había aprendido a entenderla más allá de las palabras.Esa noche, antes de partir hacia una cacería de tres días, Thane la observó mientras dormía, sus ojos recorrieron su delicado rostro. Había una suavidad en sus facciones que contrastaba con la dureza de la vida que había llevado. Era su pequeña omega, un ser frágil pero resistente, que había soportado más de lo que cualquier otro lobo podría haber soportado.Antes de marcharse, la despertó suavemente, acariciando su cabello oscuro.—Tengo que irme por unos días —le dijo con la voz baja y controlada—. Mantente lejos de todos. No hables con nadie. Y no quiero que nadie te vea.Ak
CAPÍTULO 12: ATAQUEAkira permaneció inmóvil mientras Seraphine se acercaba, su amenaza colgaba en el aire como una nube oscura. El corazón de Akira latía con fuerza, pero no por miedo, sino por la rabia que había estado acumulando durante tanto tiempo. Ya no era la omega débil y asustada que todos creían. Aunque sus instintos le gritaban que bajara la cabeza y aceptara el castigo, algo más fuerte dentro de ella se negaba a ceder.—Dije que lo vas a pagar caro —repitió Seraphine con desdén mientras sus garras emergían con un brillo metálico bajo la luz tenue.Akira no apartó la mirada, aunque la tensión en su cuerpo era evidente. No quería pelear, pero tampoco iba a dejarse intimidar. Mientras Seraphine avanzaba hacia ella, Akira preparó su mente para lo que vendría, apretó los puños en un intento de bloquear el dolor que sabía que llegaría.La primera garra de Seraphine pasó rozando su mejilla, lo suficientemente cerca como para sentir el aire que desplazaba. Sin embargo, Akira no se
CAPÍTULO 13: NO SOY NORMALAkira suspiró. No podía ocultar la verdad por más tiempo. Con las manos temblorosas, tomó la pizarra que la sirvienta le ofreció y escribió con esfuerzo:"No me curo como los lobos comunes."Galicia, la sirvienta, frunció el ceño mientras observaba la herida con atención, claramente desconcertada.—Eso no tiene sentido —dijo en voz baja, casi para sí misma—. Tal vez usaron algo para bloquear tu regeneración, un veneno... Las concubinas son capaces de cualquier cosa para mantener el control.Akira negó con la cabeza y volvió a escribir, apretando el lápiz con fuerza mientras las palabras se formaban en la pizarra."No es eso. Nunca he podido curarme como los demás. Mi cuerpo es como el de un humano débil."Galicia la miró con sorpresa y luego con compasión al ver las lágrimas asomando en los ojos de Akira. La omega bajó la mirada, sintiendo una profunda vergüenza por su incapacidad de sanar como el resto de su especie. Había pasado toda su vida ocultando esa