Cada hora de ese primer día de trabajo para Liz parecieron como si duraran mucho más de 60 minutos y se había prometido no volver a caer en otra relación como la que vivió con Keith y mucho menos si este era su jefe así que respiró profundo y cruzó los dedos porque por más buenote que su jefe estuviera, ese hombre era su jefe y debía ser honesta no era en realidad su tipo, no después de conocer a Arthur.
Liz escuchó paciente todas las indicaciones y además tomó nota de todos los detalles que a él le gustaban, miró rápidamente alrededor de la oficina, notó que a pesar de ser de día su jefe mantenía cerrada las cortinas que para peor eran de un color azul oscuro y no permitían que el sol iluminara ese lugar.
—Me puede decir ¿qué tanto mira señorita…? —dijo hasta molesto tratando de recordar su nombre porque, aunque estaba seguro de que esa era la loca de New York siempre había tenido problemas con los nombres.
—Mi nombre es Liz, sólo tres letras… nombre simple y corto nada complicado —dijo con ironía y una sonrisa —miro alrededor porque noto que le gusta la oscuridad, pero al mismo tiempo veo que su oficina carece de personalidad.
—¡Perdón! ¿Cómo se atreve? —respondió Howard molesto.
—Le explico… no hay un solo cuadro ni suyo ni de nadie en especial, es muy temprano y las cortinas están cerradas, no permite que entre la luz natural todo está perfectamente ordenado, pero en esta perfección hay frialdad señor Benjamín Howard —respondió Liz hasta con un tono de tristeza.
—Por lo visto se fija en todo.
—Soy detallista señor Howard, por eso a mí antiguo jefe, el señor Roberts, le gustaba trabajar conmigo porque sabía que yo estaba ahí para ayudarle, pero por sobre todo que podía confiar en mí y en que soy honesta —respondió Liz lo más seria que pudo.
Howard presionó el botón del citófono y se quedó pensando un momento como tratando de recordar el nombre de la recepcionista.
—Lily.
—¿Qué?
—Ese es el nombre de la señorita en la recepción, imagino que está tratando de llamarla.
Howard tragó saliva —señorita Lily venga a mi oficina —dijo muy serio al citófono sin ni siquiera agradecer por la ayuda recibida.
La voz de la chica al otro lado fue casi de incredulidad tal vez porque era una de las pocas veces sino la primera en la que Howard la llamaba por su nombre llegó a la puerta en sólo segundos con un lápiz y su libreta.
—Dígame señor Howard —dijo la chica apenas entró a la oficina.
—Necesito que le muéstrele aquí a…
—Liz, señor soy Liz —interrumpió nuevamente.
—Si muéstrele aquí a Liz su lugar de trabajo y dele las indicaciones de todo lo que debe hacer.
Liz y Lily salieron de la oficina sin notar que Howard no pudo evitar darle una mirada de pies a cabeza a Liz, esa chica no sólo tenía personalidad, sino que además era hermosa con lindas piernas y buen trasero que se notaba suavemente con el ligero ajuste de esa falta.
«¿Qué te pasa Howard? No me vas a salir a estas alturas que te gusta la nueva asistente ya sabes lo que te pasó la última vez que una chica con esa personalidad llegó a tu vida» pensó él mientras la veía salir de la oficina.
En realidad, Howard si tenía un pasado triste con una mujer que le había destrozado el corazón y desde entonces se sumergió en el trabajo, el mantener las cortinas cerradas era como un reflejo de ese cierre que tenía puesto a sus sentimientos.
Al salir de la oficina Liz le preguntó a Lily —¿Siempre es así de simpático el jefe o hay días que esta de mal humor?
—La verdad es que cuentan quienes lo conocieron desde hace años es que antes era diferente, pero dicen que hubo una mujer que ya sabes… jugó con él… y desde entonces el pobre se sumergió en su encierro y su trabajo —respondió la chica casi con un suspiro.
—Un hombre tan atractivo como él debe tener una fila de mujeres tratando de conquistarlo
—respondió Liz.
Lily la miró al escucharla decir eso —¿Tú también crees que es atractivo?
—Hay que estar ciega para no notarlo —dijo Liz levantando las cejas —te apuesto que tu piensas lo mismo —agregó mientras le cerraba un ojo.
Ambas rieron con el comentario y Lily se dedicó ese día a mostrarle todas las instalaciones y presentarla con el resto del personal, además de darle todas las indicaciones a Liz de cuál sería su trabajo.
A eso del medio día Liz golpeaba nuevamente la puerta de la oficina de Howard con una ensalada, una botella de agua helada de la marca que a él le gustaba, incluso había conseguido llevarle un pan suave y caliente y su postre de frutas favorito, aunque debía reconocer que todo eso se lo debía a la ayuda de Lily.
—Señor Howard tengo entendido que al mediodía le gusta almorzar y que normalmente esto es lo que ordena, pero si hay algo más en lo que yo le pueda ayudar no dude en decirme.
Howard la quedó mirando casi embobado, nunca sus asistentes se habían preocupado de esos detalles con tanta rapidez, aunque debía ser honesto que la recepcionista siempre lo recordaba.
—Le recuerdo que a las 2 de la tarde tiene una llamada de conferencia con los representantes de las diferentes zonas y a las 4 de la tarde la reunión con el representante del banco.
Howard seguía sin poder cerrar la boca esa chica en cosa de horas estaba más informada que él de cómo sería su día.
—También debo recordarle que en un mes será la cena de beneficencia a la que la compañía debe asistir cada año, aquí le dejo la invitación que trajo hoy un mensajero —dijo entregándole un hermoso sobre gris —pero no sé si necesita que haga alguna reservación o le contacte a alguien desde ya para que lo acompañe.
Howard se detuvo un segundo después de escuchar tanta información para esa semana y en especial para esa famosa cena —Necesito que me acompañe —dijo serio y hasta casi sin mirarla.
—¡¿Perdón?! —respondió Liz mientras pensaba «en que fregados estaba pensando cuando le recordé mejor que se quedara sin cena, sin almuerzo y desayuno.
—Creo que fui claro… Necesito que vaya conmigo, no tengo a quien llevar.
—Y yo soy la única opción... es decir a falta de pan buenas son las tortas —respondió con ironía Liz.
—Usted es mi asistente personal y por lo que puedo ver es muy buena con los nombres y los detalles así que la necesito a mi lado durante la cena y no quiero que sea ni pan ni torta —dijo casi con un tono molesto.
—Está seguro de que no quiere que le contacte qué se yo a alguna novia, ex o amiga con o sin derecho digo porque ya sabe siempre hay prensa en esos lugares.
—No tengo novia y dejemos a mis amistades de lado por favor, deme su dirección y pasaré por usted además marque en el calendario que ese viernes sólo trabaja hasta medio día para que tenga tiempo para prepararse señorita Luz.
—Liz señor soy Liz no Luz… pero es un avance sólo cambie la vocal.
—Bueno Luz perdón Liz… y no me mire así que me confunde.
Liz tragó saliva era claro que no importaba ahora lo que dijera no le quedaría otra que acompañar a ese hombre que por lo visto aun no recordaba bien ni su nombre, pero bueno faltaba aun un mes y en una de esas conseguía una novia durante ese tiempo o de una se fijaba en Lily que de seguro no pensaría dos veces en decir que sí.
Howard la vio salir de la oficina y pensó «sé que estoy jugando con fuego, pero hay algo en esa chica»
Mientras Liz salía de la oficina pensó «Si no tuviera tan mal genio y no fuera tan despistado con los nombres todo sería mejor, aunque pensándolo mejor prefiero eso así no me paso ideas, aunque para que me engaño esas se quedaron en la ciudad junto a un guapo detective»
Durante ese primer día de trabajo Liz demostró con creces lo buena trabajadora que era además de organizar mucho más de lo que se esperaba de ella, pasó los cursos de entrenamiento en tiempo récord.
Lily estaba más que impresionada con todo el avance, no sólo en la agenda de Howard sino también en como en horas ya se conocía a prácticamente todos en el piso.
Antes de terminar su día de trabajo Liz golpeó la puerta de Howard diciendo —Permiso señor, soy Liz —dijo antes de que él se pusiera a pensar en su nombre —vengo a despedirme por hoy ya organicé todo en su agenda para la semana y se lo envié por email.
—Necesito su dirección para el día de la cena —respondió muy serio.
—También le envié un correo con esa información y un mensaje de texto a su celular.
—¿Siempre es tan eficiente?
—Trato de serlo, se lo aseguro, buenas tardes, señor Howard… nos vemos mañana.
Liz salió de la oficina y Howard pensó que tal vez podría alcanzarla en el elevador así que dejó todo como estaba, cosa que era muy inusual en él y salió justo cuando Liz estaba entrando al elevador para bajar sola esos 25 pisos cuando escucha una voz.
—Señorita Luz… Perdón Liz yo también me voy.
Liz tragó saliva y detuvo la puerta del elevador para que su jefe lograra llegar, al entrar Howard dijo algo que tal vez no decía en mucho tiempo —Gracias.
Liz lo miró con una sonrisa, ahora junto a ella se veía aún mejor que detrás de un escritorio, Howard era incluso más alto de lo que imaginó, pero debía ser honesta le faltaba ese estilo fuerte de Arthur.
Esos minutos en el elevador para bajar los 25 pisos parecían que no tenían fin y aunque trataron de mantener sus miradas discretas, Howard en especial sintió nervios de saber que algo muy extraño le estaba ocurriendo.
Ya ha pasado tanto tiempo desde que Alice salió de su vida y durante esos años se aisló de todo y todos y de pronto esa chica llegaba a su vida y en cosa de horas le decía hasta que su lugar carecía de personalidad y eso era algo que ni esas casi contadas personas que eran parte de su círculo de casi amigos jamás se habían atrevido hacer.
Liz sólo sonreía ya que no sabía que más hacer mientras sus dedos golpeaban de manera nerviosa su bolso y pensaba «Ojala que a aquí a mi mal geniudo jefe no se le ocurra irse todos los días al mismo tiempo que yo... entiendo que a Lily le guste, aunque ella no lo quiera reconocer porque el tipo está muy bueno, pero con ese genio yo simplemente paso»
«¿Y si la invito a cenar para conocerla mejor? ¿Será que me acepta una invitación? Piensa rápido Howard pareces niño chiquito sin saber que hacer»
Justamente cuando estaba a punto decir algo tal vez medianamente cordial cosa que no era común en él ya estaba en el primer piso.
Capítulo 3Esos minutos silencio fueron tal vez eternos, aunque ninguno de ellos dejaba de pensar en esa más que extraña situación donde ambos estaban juntos sin querer decir nada o tal vez queriendo, pero sin saber qué decir. «De seguro tiene novio… aunque se cambió de estado tal vez dejó todo para comenzar de nuevo» pensaba Howard. «¿Cómo es que está solo?... Si tiene de todo y más que bien puesto» pensaba Liz «ya cálmate… recuerda lo que viviste hace un tiempo, no quisiera pensar qué pensaría de mí si supiera mi pasado con Roman, además puedo asegurar mis calzones que Lily esa enamorada del mal geniudo aquí presente, que desperdicio de hombre, podría ser un hombre perfecto, pero con ese temperamento ni cómo ayudarlo, nada que ver con mi detective estrella» Justo en ese momento se abre la puerta del elevador y Liz recibe una llamada —¡Arthur! Hola, ¿cómo estás? —respondió Liz hasta emocionada. «¡Arthur! ¿Quién diablos es ese tal Arthur? ¿Por qué contestó así
Después de entrar todas las cosas a un hermoso departamento que tenía a Liz no sólo asombrada, sino que cada vez con más preguntas, los agentes se retiraron y ella se quedó junto a Arthur. —¿Te parece si ordeno algo para que podamos cenar?… Apuesto que no has comido nada —dijo Arthur con esa sonrisa que de seguro iluminaba su día. —Si por favor ¿Qué tal una pizza tamaño familiar y unas cervezas bien frías?… creo que la ocasión lo amerita —respondió Liz levantando las cejas. Arthur sólo sonrió y tomó su teléfono para hacer una orden, después le dio un beso en la frente a Liz y salió con una sonrisa. Liz quedó pensando «qué fácil sería enamorarme de ti, pero tengo un sentimiento extraño como si tuviera miedo» de pronto sacudió la cabeza y se reprochó ella misma «Ya deja de tener pensamientos raros, primero tu jefe aunque eso es no, no con ese genio me vale que parezca Dios griego y ahora Arthur, es que tú no aprendes Liz ¿Qué no recuerdas lo vivido? De seguro ya se te olvido… aun
A la mañana siguiente en el décimo piso de ese elegante y exclusivo edificio Liz y Arthur despertaban muy temprano cada uno en su departamento, aunque tal vez ambos con el mismo sueño de no despertar tan solos. Para ella era hora de prepararse para un día de trabajo, pero antes le emocionaba saber que no desayunaría sola, estaba muy alegre y aun no entendía la razón, pero se preocupó de tener todo listo cambiando la típica taza de café con una tostada por algo especial inclusive un jugo de naranja para cada uno. Cuando no eran ni las 8am Arthur estaba tocando a su puerta y Liz corrió emocionada. Las primeras palabras de Arthur fueron —Buenos días pelirroja, hoy estás muy linda. —Buenos días, Arthur, gracias, pero eso quiere decir que ayer no estaba bonita. —Yo no quise decir eso. Liz sólo rodó los ojos y le dio un dulce beso en la mejilla que hizo que Arthur cerrara los ojos por un segundo. —Tengo listo el desayuno así que por favor pasa —dijo Liz sacándolo de ese segu
Liz cerró los ojos por unos segundos como queriendo creer que lo que acababa de ver y escuchar era claramente producto de su imaginación y el estrés, pero al abrirlos nuevamente se dio cuenta que tenía el sobre en sus manos. Si ver a Roman ya la había asustado o mejor dicho espantado, eso la dejó casi sin habla y dio un salto soltando el sobre, pero este volvió a levantarse por sí solo hasta llegar nuevamente frente a ella. —¿Por qué? —se preguntó en voz alta —En su momento hice todo lo que me pediste incluso me olvidé de ser yo para complacerte. —Liz por favor perdóname por haber sido un desgraciado contigo —escuchó la voz de Roman en esa oficina que estaba completamente vacía. Liz se giró por completo como tratando de encontrarlo, aunque en su corazón no quería que eso sucediera —¿Qué quieres de mí ahora? No pienso ser alguien que no soy por darte el gusto —dijo muy seria. —Liz por favor perdóname por eso, fui un… —Un patán, un idiota, un maldito imbécil es
Liz caminaba como perdida en un mundo que ni ella podía entender, ¿Cómo era posible que escuchara, sintiera la presencia y hasta en un momento viera a Roman frente a ella? ¿Por qué razón él la había buscado cuando fue ella quien ayudó a Arthur a conseguir pruebas en su contra? Guardó todas sus cosas lo más rápido que pudo, puso el sobre con la carta en su bolso respirando profundo, sentía que eso no estaba bien, pero podía asegurar que si no leía esa carta Roman no dejaría de molestarla así que caminó rápidamente hacia el elevador queriendo no pensar, aunque eso era prácticamente imposible. Esos minutos mientras se preparaba para irse los sintió como si fueran eternos, sin mencionar la espera de ese elevador frío rodeado de espejos que la hacía sentir como si alguien más la observaba en cada momento, ni siquiera podía controlar esos movimientos involuntarios de sus manos tratando de dar pequeños golpecitos hasta en la pared, eso era algo que no podía controlar cada vez que est
A su llegada al edificio Arthur la dejó en la puerta de su departamento prometiéndole que volvería en un par de horas a lo que Liz sólo asentó con la cabeza dándole una ligera sonrisa sin decir nada más, sentía miedo de lo que ella misma pudiera decir y dentro de ella agradecía estar sola por unas horas ya que sabía que debía leer la famosa carta que aún guardaba.Nada más Arthur se fue Liz abrió de inmediato su bolso tomó el sobre, lo observó bien por todas partes tratando de ver si en algún momento había sido abierto, pero para su desgracia al parecer eso nunca sucedió.El único nombre en el sobre era el de Benjamín Howard se notaba que había sido una carta entregada por mano, ni siquiera había una dirección, «de seguro sabía bien de quién era y aun así no la quiso abrir… ¿Por qué?» se preguntó Liz. —¿Y ahora que se supone voy a hacer para que no se note? —dijo en voz alta.—¿Vamos Liz me vas a decir que nunca has abierto una carta que no es para ti? —era no sólo la voz sino tambi
Casi sin darse cuenta entre caminar de un lado para otro en su departamento sin prácticamente poder hacer mucho Liz se preguntaba una y otra vez cómo le podría contar a Arthur lo que había encontrado, era obvio que no podía decir nada de Roman y sus apariciones.—Sólo di que encontraste la carta y que algo te dijo que debías leerla, no digas nada del viejo truco de la tetera —era la voz de Roman.—De seguro Arthur me va a creer así de fácil, a veces siento que puede leer mis pensamientos y de seguro se dará cuenta de que no le estoy diciendo toda la verdad.Era curioso en ese instante la conversación entre Roman y Liz era como la de dos amigos que se ponen de acuerdo para poder salir juntos de un problema.—Roman de una vez por todas me puedes explicar qué has hecho con la tal Alice o ese Jorge a mí me late chocolate que aquí hay algo más —preguntó muy seria Liz —¡Vamos habla de una buena vez! —le exigió, es más hasta agarró un plato que era lo más cerca que tenía para lanzárselo y al
Arthur tenía emociones encontradas, su mente le decía que no debía permitirse una relación con Liz, la última vez que intentó algo así con una chica las cosas no terminaron bien en especial para ella, pero al mismo tiempo pensaba que Liz era distinta con ese carácter más agresivo y fuerte que había nacido en ella después de salir de esa relación tóxica con Roman.Sabía bien que esta nueva Liz no se parecía en nada a Amalia su antigua novia y mientras más su mente le decía que se alejara de ella su corazón más le decía que no la dejara sola.Ahora sentía incluso celos de ese jefe que para peor al parecer ella encontraba hasta atractivo, pero por sobre todo sentía que de alguna manera Liz había entrado en su corazón y aunque no lo quisiera reconocer cada vez le costaba más no demostrar ese sentimiento.Sin decir una palabra tomó la carta y leyó con calma cada línea entendiendo de esa manera todo lo que Liz acababa de decir.—¿Qué vamos a hacer? —preguntó preocupada cuando se dio cuenta