Después de entrar todas las cosas a un hermoso departamento que tenía a Liz no sólo asombrada, sino que cada vez con más preguntas, los agentes se retiraron y ella se quedó junto a Arthur.
—¿Te parece si ordeno algo para que podamos cenar?… Apuesto que no has comido nada —dijo Arthur con esa sonrisa que de seguro iluminaba su día.
—Si por favor ¿Qué tal una pizza tamaño familiar y unas cervezas bien frías?… creo que la ocasión lo amerita —respondió Liz levantando las cejas.
Arthur sólo sonrió y tomó su teléfono para hacer una orden, después le dio un beso en la frente a Liz y salió con una sonrisa.
Liz quedó pensando «qué fácil sería enamorarme de ti, pero tengo un sentimiento extraño como si tuviera miedo» de pronto sacudió la cabeza y se reprochó ella misma «Ya deja de tener pensamientos raros, primero tu jefe aunque eso es no, no con ese genio me vale que parezca Dios griego y ahora Arthur, es que tú no aprendes Liz ¿Qué no recuerdas lo vivido? De seguro ya se te olvido… aunque mirando a Arthur a cualquiera se le olvida la abstinencia y algo me dice que a Lily se le olvida mirando al jefe»
Llevó sus maletas a su dormitorio y vio un enorme closet «Creo que deberé comprar más zapatos» pensó mientras se reía, en muy poco rato ya había acomodado toda su ropa y las cosas en el baño.
Después fue a la cocina, el departamento estaba completamente amueblado incluso con las cosas necesarias para cocinar, aunque no había nada para comer ni de tomar excepto el agua de la llave.
Comenzó a preparar la mesa era la primera vez en mucho tiempo que no cenaría sola y eso la emocionaba, abrió la primera caja donde tenía algunos cuadros y unos libros que empezó a ubicar en ese lugar.
No sabía cuánto tiempo estaría ahí pero el que fuera trataría de que la hiciera sentir bien, puso música en su teléfono y comenzó a bailar sola mientras acomodaba las cosas.
No pasó mucho rato de eso en el que Arthur llegaba no sólo con una pizza familiar y unas cervezas también traía frutas, helado, pan, leche, cereal, café, azúcar y cuanta cosa encontró en el supermercado, de hecho, necesitó un par de viajes desde el auto para poder entrar todo.
—Pero ¿Qué es todo esto? —preguntó Liz viéndolo entrar todos esos bolsos.
—Esto es para que no te preocupes de estos detalles y para que te encargues del desayuno no creas que hago esto de gratis, no me gusta cocinar —dijo Arthur mientras le cerraba un ojo.
—Ya sabía yo que esto venía con malas intenciones, no todo podía ser de gratis, pero ahora explícame eso de que seremos vecinos, ¿por qué estamos aquí?, ¿cómo podré pagar esto? Esta bien que el trabajo sea bien pagado, pero esto escapa a todas mis posibilidades.
—Yo estaré en el departamento del lado… ¿a menos que?
—¿A menos que? —pregunto Liz tal vez con una extraña ilusión que ni ella misma quería aceptar.
—Nada… Quédate tranquila y por favor no te preocupes por los gastos, todo está cubierto.
—Me puedes decir, ¿qué sucede? —dijo Liz con una cara de preocupación —¿y como es eso de que los gastos están cubiertos?
—Pelirroja, tú pusiste tu integridad en peligro para ayudarme con Roman y yo no olvido eso.
—Pero él se lo merecía —respondió Liz muy decidida.
—Yo lo sé, pero hay que tener mucho valor para hacer lo que tú hiciste y no sabes cómo te admiro por eso.
Jamás nunca nadie le habló con admiración, de hecho, podría decir que nunca nadie se preocupó de esa forma por ella con excepción de sus padres, pero ellos ya no estaban, se había quedado sola por tanto tiempo y esos pasados meses Arthur se dedicó a reconstruir esa Liz que hoy estaba frente a él.
Arthur tomó la mano de Liz y la invitó a sentarse en la sala —Linda en mi trabajo he visto partir a más de uno incluso a personas que han sido importantes en mi vida no me podría perdonar que te sucediera algo malo.
—¿Por qué dices eso? ¿Qué me podría pasar a mí?
—¿Recuerdas que te dije que Roman tenía más enemigos de lo que creía? ya que muchos de sus amigos ahora le han dado la espalda por miedo a que él los delatara, por eso resulta que como fuiste tú la que ayudó a su captura, ahora piensan que debes pagar por eso, es mas hay quienes piensan que tienes información que les podría afectar.
—¡¿Yo?! Pero si lo único que hice fue dejar la cámara, yo ni idea tenía de todo lo que él había hecho —respondió frunciendo el ceño.
—Pelirroja —dijo Arthur sin soltarla de la mano —yo lo sé y confío en ti, de hecho, no creo que Roman dure mucho tiempo vivo, incluso tiene vigilancia dentro de la cárcel.
—¿Qué voy a hacer ahora? acabo de comenzar a trabajar hasta me cambié de ciudad, que digo ciudad me cambie hasta de estado —preguntó angustiada Liz.
—Te estaremos protegiendo en todo momento… te lo prometo tú eres muy importante para mi.
Liz abrazó fuerte a Arthur diciendo —Tengo miedo, tengo mucho miedo —dijo sin poder evitar un par de lágrimas rodar por sus mejillas.
—Pelirroja… mírame —dijo Arthur mirándola a los ojos y por primera vez sintió algo muy extraño en su corazón —yo estoy a tu lado.
Cuando vio la ligera sonrisa en el rostro de Liz quiso besarla, pero dentro de él sabía que no debía, la lógica le decía que lo mejor sería enviar a alguien más y salir de ese lugar esa misma noche, pero simplemente no podía hacerlo y mucho menos cuando escuchó.
—Por favor no me dejes sola en esto, yo haré lo que tú me digas, aunque tengo que reconocer que lo que me dices me da mucho miedo.
—Tranquila pelirroja desde hoy soy tu guardaespaldas —le respondió con una sonrisa y un besó en la frente, después la tomó de la mano diciendo —Vente vamos a comer tranquilos y me cuentas como estuvo tu primer día de trabajo.
—¡¿De verdad quieres saber eso?! Tengo un jefe que no recuerda los nombres de las personas que trabajan con él, no sólo de mí, incluso de gente que lleva ahí mucho tiempo, está como escondido del mundo.
—¿A qué te refieres con escondido del mundo? —preguntó intrigado Arthur.
—Cortinas cerradas incluso de día, sólo porque es el dueño de la compañía puede estar ahí y ha conseguido gente capacitada en áreas específicas, pero es lo peor a la hora de hablar con las personas…incluso…
—¿Incluso?
—Me pidió que lo acompañe a una cena de beneficencia en unas semanas… creo que no tiene con quien ir y aquí estoy yo de asistente personal ¡Oh no! ¿Qué vamos a hacer?
—¿Tienes los datos del lugar?
—Si… yo tengo toda la información.
—Dame todos los datos yo me encargaré de que estés protegida y mantendremos esta imagen tuya, nadie está buscando a una pelirroja.
—Dijiste que no podía usar mi apellido
—Usa el mío
—¡¿Qué?!
—Desde mañana serás Liz Gibson.
—Aguanta las carnitas… ¿Cómo que Liz Gibson?
—No mejor Luz Gibson.
—Tú no sabes lo complicado que fue que hoy mi jefe dijera Liz y no Luz… y mañana llego con que ya mejor soy Luz.
—Pelirroja escúchame bien… alguien allá afuera está buscando a Liz García porque piensa que tú puedes tener información que ni tienes y mi trabajo es que no te pase nada.
—Soy un trabajo más en tu lista —dijo Liz con tristeza.
Arthur la miró fijamente a los ojos quería besarla y abrazarla fuerte, pero sabía bien que esa no era una buena idea, de hecho, tal vez esa era la peor de todas, así que sólo se levantó diciendo paso por ti temprano.
—Te espero con café y desayuno —Respondió Liz.
Arthur sólo caminó hacia la puerta y respondió —Gracias pelirroja.
Liz cerró los ojos, sentía que no era justo, algo estaba pasando en ella que no entendía bien, quería detenerlo, pero pensó «De seguro Arthur sólo me ve como a un trabajo más y debo dejar de hacerme ideas que nunca van a suceder»
La distancia no era mucha entre esos dos departamentos sólo los separaba un muro, aunque al parecer el muro más grande entre ellos no era una pared.
A la mañana siguiente en el décimo piso de ese elegante y exclusivo edificio Liz y Arthur despertaban muy temprano cada uno en su departamento, aunque tal vez ambos con el mismo sueño de no despertar tan solos. Para ella era hora de prepararse para un día de trabajo, pero antes le emocionaba saber que no desayunaría sola, estaba muy alegre y aun no entendía la razón, pero se preocupó de tener todo listo cambiando la típica taza de café con una tostada por algo especial inclusive un jugo de naranja para cada uno. Cuando no eran ni las 8am Arthur estaba tocando a su puerta y Liz corrió emocionada. Las primeras palabras de Arthur fueron —Buenos días pelirroja, hoy estás muy linda. —Buenos días, Arthur, gracias, pero eso quiere decir que ayer no estaba bonita. —Yo no quise decir eso. Liz sólo rodó los ojos y le dio un dulce beso en la mejilla que hizo que Arthur cerrara los ojos por un segundo. —Tengo listo el desayuno así que por favor pasa —dijo Liz sacándolo de ese segu
Liz cerró los ojos por unos segundos como queriendo creer que lo que acababa de ver y escuchar era claramente producto de su imaginación y el estrés, pero al abrirlos nuevamente se dio cuenta que tenía el sobre en sus manos. Si ver a Roman ya la había asustado o mejor dicho espantado, eso la dejó casi sin habla y dio un salto soltando el sobre, pero este volvió a levantarse por sí solo hasta llegar nuevamente frente a ella. —¿Por qué? —se preguntó en voz alta —En su momento hice todo lo que me pediste incluso me olvidé de ser yo para complacerte. —Liz por favor perdóname por haber sido un desgraciado contigo —escuchó la voz de Roman en esa oficina que estaba completamente vacía. Liz se giró por completo como tratando de encontrarlo, aunque en su corazón no quería que eso sucediera —¿Qué quieres de mí ahora? No pienso ser alguien que no soy por darte el gusto —dijo muy seria. —Liz por favor perdóname por eso, fui un… —Un patán, un idiota, un maldito imbécil es
Liz caminaba como perdida en un mundo que ni ella podía entender, ¿Cómo era posible que escuchara, sintiera la presencia y hasta en un momento viera a Roman frente a ella? ¿Por qué razón él la había buscado cuando fue ella quien ayudó a Arthur a conseguir pruebas en su contra? Guardó todas sus cosas lo más rápido que pudo, puso el sobre con la carta en su bolso respirando profundo, sentía que eso no estaba bien, pero podía asegurar que si no leía esa carta Roman no dejaría de molestarla así que caminó rápidamente hacia el elevador queriendo no pensar, aunque eso era prácticamente imposible. Esos minutos mientras se preparaba para irse los sintió como si fueran eternos, sin mencionar la espera de ese elevador frío rodeado de espejos que la hacía sentir como si alguien más la observaba en cada momento, ni siquiera podía controlar esos movimientos involuntarios de sus manos tratando de dar pequeños golpecitos hasta en la pared, eso era algo que no podía controlar cada vez que est
A su llegada al edificio Arthur la dejó en la puerta de su departamento prometiéndole que volvería en un par de horas a lo que Liz sólo asentó con la cabeza dándole una ligera sonrisa sin decir nada más, sentía miedo de lo que ella misma pudiera decir y dentro de ella agradecía estar sola por unas horas ya que sabía que debía leer la famosa carta que aún guardaba.Nada más Arthur se fue Liz abrió de inmediato su bolso tomó el sobre, lo observó bien por todas partes tratando de ver si en algún momento había sido abierto, pero para su desgracia al parecer eso nunca sucedió.El único nombre en el sobre era el de Benjamín Howard se notaba que había sido una carta entregada por mano, ni siquiera había una dirección, «de seguro sabía bien de quién era y aun así no la quiso abrir… ¿Por qué?» se preguntó Liz. —¿Y ahora que se supone voy a hacer para que no se note? —dijo en voz alta.—¿Vamos Liz me vas a decir que nunca has abierto una carta que no es para ti? —era no sólo la voz sino tambi
Casi sin darse cuenta entre caminar de un lado para otro en su departamento sin prácticamente poder hacer mucho Liz se preguntaba una y otra vez cómo le podría contar a Arthur lo que había encontrado, era obvio que no podía decir nada de Roman y sus apariciones.—Sólo di que encontraste la carta y que algo te dijo que debías leerla, no digas nada del viejo truco de la tetera —era la voz de Roman.—De seguro Arthur me va a creer así de fácil, a veces siento que puede leer mis pensamientos y de seguro se dará cuenta de que no le estoy diciendo toda la verdad.Era curioso en ese instante la conversación entre Roman y Liz era como la de dos amigos que se ponen de acuerdo para poder salir juntos de un problema.—Roman de una vez por todas me puedes explicar qué has hecho con la tal Alice o ese Jorge a mí me late chocolate que aquí hay algo más —preguntó muy seria Liz —¡Vamos habla de una buena vez! —le exigió, es más hasta agarró un plato que era lo más cerca que tenía para lanzárselo y al
Arthur tenía emociones encontradas, su mente le decía que no debía permitirse una relación con Liz, la última vez que intentó algo así con una chica las cosas no terminaron bien en especial para ella, pero al mismo tiempo pensaba que Liz era distinta con ese carácter más agresivo y fuerte que había nacido en ella después de salir de esa relación tóxica con Roman.Sabía bien que esta nueva Liz no se parecía en nada a Amalia su antigua novia y mientras más su mente le decía que se alejara de ella su corazón más le decía que no la dejara sola.Ahora sentía incluso celos de ese jefe que para peor al parecer ella encontraba hasta atractivo, pero por sobre todo sentía que de alguna manera Liz había entrado en su corazón y aunque no lo quisiera reconocer cada vez le costaba más no demostrar ese sentimiento.Sin decir una palabra tomó la carta y leyó con calma cada línea entendiendo de esa manera todo lo que Liz acababa de decir.—¿Qué vamos a hacer? —preguntó preocupada cuando se dio cuenta
Esa mañana Howard despertaba como nunca con un vaso vacío de licor en su mano y con un dolor en el cuello después de haberse quedado dormido la noche anterior en sofá de la sala, regañándose el mismo porque eso no era algo que acostumbraba a hacer se levantó sintiendo un fuerte dolor de cabeza para dirigirse a la cocina por unas pastillas sabiendo que su día recién comenzaba.«Creo que no es buena idea ir hoy a la oficina» pensó mientras se tragaba de golpe 3 pastillas para el dolor de cabeza.Tomó su teléfono y llamó para dejar un mensaje al buzón de la recepción de su oficina y así evitar ser molestado con preguntas o llamadas que no tenía ganas de responder.«Estas odiosas cenas siempre me ponen de mal humor, al menos este año no llegaré solo, aunque no se si eso sea bueno» pensó mientras se miraba en el espejo viendo que tenía una cara como de haber no dormido en toda la noche.Por primera vez en varios años sentía que debía prepararse para verse lo mejor posible, muy dentro de él
Entre nerviosismo y titubeos sin poder quitarle los ojos de encima a ese bastante revelador escote Arthur sólo logró decir casi tartamudeando —¿Pue, pue, puedo... pasar?—Si claro adelante, pasa por favor. —Pelirroja te ves espectacular, pero creo que vas a tener que usar algo un poco más sobrio para un evento así, además no es la idea que llames mucho la atención y créeme que vestida así…—Ya sé… parezco…—Te vez espectacular de eso no me cabe dudas —y entregándole la bolsa que traía para ella le dijo —¿tal vez quisieras probarte algo como lo que está aquí?Los ojos de Liz brillaron sabía que eso significaba que no tendría que ir de compras así que simplemente le dio un tierno beso en la mejilla, le agradeció recibiendo la bolsa y con mucha emoción preguntó —¿Será que me lo puedo probar?—Claro que sí pelirroja me encantaría saber cómo te queda.En ese mismo instante Liz fue a su dormitorio para encontrarse con un elegante traje 2 piezas color azul, unos zapatos de una cartera Chane