Capítulo 4

Después de entrar todas las cosas a un hermoso departamento que tenía a Liz no sólo asombrada, sino que cada vez con más preguntas, los agentes se retiraron y ella se quedó junto a Arthur.  

—¿Te parece si ordeno algo para que podamos cenar?… Apuesto que no has comido nada —dijo Arthur con esa sonrisa que de seguro iluminaba su día.  

—Si por favor ¿Qué tal una pizza tamaño familiar y unas cervezas bien frías?… creo que la ocasión lo amerita —respondió Liz levantando las cejas.  

Arthur sólo sonrió y tomó su teléfono para hacer una orden, después le dio un beso en la frente a Liz y salió con una sonrisa. 

Liz quedó pensando «qué fácil sería enamorarme de ti, pero tengo un sentimiento extraño como si tuviera miedo» de pronto sacudió la cabeza y se reprochó ella misma «Ya deja de tener pensamientos raros, primero tu jefe aunque eso es no, no con ese genio me vale que parezca Dios griego y ahora Arthur, es que tú no aprendes Liz ¿Qué no recuerdas lo vivido? De seguro ya se te olvido… aunque mirando a Arthur a cualquiera se le olvida la abstinencia y algo me dice que a Lily se le olvida mirando al jefe» 

Llevó sus maletas a su dormitorio y vio un enorme closet «Creo que deberé comprar más zapatos» pensó mientras se reía, en muy poco rato ya había acomodado toda su ropa y las cosas en el baño. 

Después fue a la cocina, el departamento estaba completamente amueblado incluso con las cosas necesarias para cocinar, aunque no había nada para comer ni de tomar excepto el agua de la llave.  

Comenzó a preparar la mesa era la primera vez en mucho tiempo que no cenaría sola y eso la emocionaba, abrió la primera caja donde tenía algunos cuadros y unos libros que empezó a ubicar en ese lugar. 

No sabía cuánto tiempo estaría ahí pero el que fuera trataría de que la hiciera sentir bien, puso música en su teléfono y comenzó a bailar sola mientras acomodaba las cosas. 

No pasó mucho rato de eso en el que Arthur llegaba no sólo con una pizza familiar y unas cervezas también traía frutas, helado, pan, leche, cereal, café, azúcar y cuanta cosa encontró en el supermercado, de hecho, necesitó un par de viajes desde el auto para poder entrar todo. 

—Pero ¿Qué es todo esto? —preguntó Liz viéndolo entrar todos esos bolsos.  

—Esto es para que no te preocupes de estos detalles y para que te encargues del desayuno no creas que hago esto de gratis, no me gusta cocinar —dijo Arthur mientras le cerraba un ojo.

  

—Ya sabía yo que esto venía con malas intenciones, no todo podía ser de gratis, pero ahora explícame eso de que seremos vecinos, ¿por qué estamos aquí?, ¿cómo podré pagar esto? Esta bien que el trabajo sea bien pagado, pero esto escapa a todas mis posibilidades.

—Yo estaré en el departamento del lado… ¿a menos que?

—¿A menos que? —pregunto Liz tal vez con una extraña ilusión que ni ella misma quería aceptar.

—Nada… Quédate tranquila y por favor no te preocupes por los gastos, todo está cubierto.

—Me puedes decir, ¿qué sucede? —dijo Liz con una cara de preocupación —¿y como es eso de que los gastos están cubiertos?

  

—Pelirroja, tú pusiste tu integridad en peligro para ayudarme con Roman y yo no olvido eso.

  

—Pero él se lo merecía —respondió Liz muy decidida.

  

—Yo lo sé, pero hay que tener mucho valor para hacer lo que tú hiciste y no sabes cómo te admiro por eso.

Jamás nunca nadie le habló con admiración, de hecho, podría decir que nunca nadie se preocupó de esa forma por ella con excepción de sus padres, pero ellos ya no estaban, se había quedado sola por tanto tiempo y esos pasados meses Arthur se dedicó a reconstruir esa Liz que hoy estaba frente a él.

  

Arthur tomó la mano de Liz y la invitó a sentarse en la sala —Linda en mi trabajo he visto partir a más de uno incluso a personas que han sido importantes en mi vida no me podría perdonar que te sucediera algo malo.  

—¿Por qué dices eso? ¿Qué me podría pasar a mí?

—¿Recuerdas que te dije que Roman tenía más enemigos de lo que creía? ya que muchos de sus amigos ahora le han dado la espalda por miedo a que él los delatara, por eso resulta que como fuiste tú la que ayudó a su captura, ahora piensan que debes pagar por eso, es mas hay quienes piensan que tienes información que les podría afectar.

—¡¿Yo?! Pero si lo único que hice fue dejar la cámara, yo ni idea tenía de todo lo que él había hecho —respondió frunciendo el ceño.

—Pelirroja —dijo Arthur sin soltarla de la mano —yo lo sé y confío en ti, de hecho, no creo que Roman dure mucho tiempo vivo, incluso tiene vigilancia dentro de la cárcel.

—¿Qué voy a hacer ahora? acabo de comenzar a trabajar hasta me cambié de ciudad, que digo ciudad me cambie hasta de estado —preguntó angustiada Liz.

—Te estaremos protegiendo en todo momento… te lo prometo tú eres muy importante para mi.

Liz abrazó fuerte a Arthur diciendo —Tengo miedo, tengo mucho miedo —dijo sin poder evitar un par de lágrimas rodar por sus mejillas.

—Pelirroja… mírame —dijo Arthur mirándola a los ojos y por primera vez sintió algo muy extraño en su corazón —yo estoy a tu lado.

Cuando vio la ligera sonrisa en el rostro de Liz quiso besarla, pero dentro de él sabía que no debía, la lógica le decía que lo mejor sería enviar a alguien más y salir de ese lugar esa misma noche, pero simplemente no podía hacerlo y mucho menos cuando escuchó.

—Por favor no me dejes sola en esto, yo haré lo que tú me digas, aunque tengo que reconocer que lo que me dices me da mucho miedo.

—Tranquila pelirroja desde hoy soy tu guardaespaldas —le respondió con una sonrisa y un besó en la frente, después la tomó de la mano diciendo —Vente vamos a comer tranquilos y me cuentas como estuvo tu primer día de trabajo.

—¡¿De verdad quieres saber eso?! Tengo un jefe que no recuerda los nombres de las personas que trabajan con él, no sólo de mí, incluso de gente que lleva ahí mucho tiempo, está como escondido del mundo.

—¿A qué te refieres con escondido del mundo? —preguntó intrigado Arthur.

—Cortinas cerradas incluso de día, sólo porque es el dueño de la compañía puede estar ahí y ha conseguido gente capacitada en áreas específicas, pero es lo peor a la hora de hablar con las personas…incluso…

—¿Incluso?

—Me pidió que lo acompañe a una cena de beneficencia en unas semanas… creo que no tiene con quien ir y aquí estoy yo de asistente personal ¡Oh no! ¿Qué vamos a hacer?

—¿Tienes los datos del lugar?

—Si… yo tengo toda la información.

—Dame todos los datos yo me encargaré de que estés protegida y mantendremos esta imagen tuya, nadie está buscando a una pelirroja.

—Dijiste que no podía usar mi apellido

—Usa el mío

—¡¿Qué?!

—Desde mañana serás Liz Gibson.

—Aguanta las carnitas… ¿Cómo que Liz Gibson?

—No mejor Luz Gibson.

—Tú no sabes lo complicado que fue que hoy mi jefe dijera Liz y no Luz… y mañana llego con que ya mejor soy Luz.

—Pelirroja escúchame bien… alguien allá afuera está buscando a Liz García porque piensa que tú puedes tener información que ni tienes y mi trabajo es que no te pase nada.

—Soy un trabajo más en tu lista —dijo Liz con tristeza.

Arthur la miró fijamente a los ojos quería besarla y abrazarla fuerte, pero sabía bien que esa no era una buena idea, de hecho, tal vez esa era la peor de todas, así que sólo se levantó diciendo paso por ti temprano.

—Te espero con café y desayuno —Respondió Liz.  

Arthur sólo caminó hacia la puerta y respondió —Gracias pelirroja.

Liz cerró los ojos, sentía que no era justo, algo estaba pasando en ella que no entendía bien, quería detenerlo, pero pensó «De seguro Arthur sólo me ve como a un trabajo más y debo dejar de hacerme ideas que nunca van a suceder»  

La distancia no era mucha entre esos dos departamentos sólo los separaba un muro, aunque al parecer el muro más grande entre ellos no era una pared. 

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