Después de algunos meses en los que no fue fácil darse cuenta de que debía tomar la decisión de salir de una relación extremadamente tóxica, Liz guardaba las últimas cosas en su maleta antes de partir. Miraba ahora su habitación completamente vacía, pero era hora de recomenzar, su amigo el detective le había dicho las palabras más bonitas que había escuchado de un hombre en mucho tiempo “eres mucha mujer para un idiota como Roman” recordaba también las muchas veces que le decía que ella era una mujer fuerte, que era una chica linda, tanto así que el día que decidió cambiar su imagen por completo lo primero que hizo fue ir a verlo. No pudo evitar sonreír al recordar sus palabras «Que lástima que me voy Arthur, porque mis clases de defensa personal contigo ya me estaban comenzando a gustar mucho más de lo que me hubiese imaginado» fue su pensamiento con una sonrisa recordando lo mucho que la hacía sonreír, justo antes de cerrar la puerta de ese ya totalmente vacío departamento que v
Cada hora de ese primer día de trabajo para Liz parecieron como si duraran mucho más de 60 minutos y se había prometido no volver a caer en otra relación como la que vivió con Keith y mucho menos si este era su jefe así que respiró profundo y cruzó los dedos porque por más buenote que su jefe estuviera, ese hombre era su jefe y debía ser honesta no era en realidad su tipo, no después de conocer a Arthur.Liz escuchó paciente todas las indicaciones y además tomó nota de todos los detalles que a él le gustaban, miró rápidamente alrededor de la oficina, notó que a pesar de ser de día su jefe mantenía cerrada las cortinas que para peor eran de un color azul oscuro y no permitían que el sol iluminara ese lugar. —Me puede decir ¿qué tanto mira señorita…? —dijo hasta molesto tratando de recordar su nombre porque, aunque estaba seguro de que esa era la loca de New York siempre había tenido problemas con los nombres. —Mi nombre es Liz, sólo tres letras… nombre simple y corto nada com
Capítulo 3Esos minutos silencio fueron tal vez eternos, aunque ninguno de ellos dejaba de pensar en esa más que extraña situación donde ambos estaban juntos sin querer decir nada o tal vez queriendo, pero sin saber qué decir. «De seguro tiene novio… aunque se cambió de estado tal vez dejó todo para comenzar de nuevo» pensaba Howard. «¿Cómo es que está solo?... Si tiene de todo y más que bien puesto» pensaba Liz «ya cálmate… recuerda lo que viviste hace un tiempo, no quisiera pensar qué pensaría de mí si supiera mi pasado con Roman, además puedo asegurar mis calzones que Lily esa enamorada del mal geniudo aquí presente, que desperdicio de hombre, podría ser un hombre perfecto, pero con ese temperamento ni cómo ayudarlo, nada que ver con mi detective estrella» Justo en ese momento se abre la puerta del elevador y Liz recibe una llamada —¡Arthur! Hola, ¿cómo estás? —respondió Liz hasta emocionada. «¡Arthur! ¿Quién diablos es ese tal Arthur? ¿Por qué contestó así
Después de entrar todas las cosas a un hermoso departamento que tenía a Liz no sólo asombrada, sino que cada vez con más preguntas, los agentes se retiraron y ella se quedó junto a Arthur. —¿Te parece si ordeno algo para que podamos cenar?… Apuesto que no has comido nada —dijo Arthur con esa sonrisa que de seguro iluminaba su día. —Si por favor ¿Qué tal una pizza tamaño familiar y unas cervezas bien frías?… creo que la ocasión lo amerita —respondió Liz levantando las cejas. Arthur sólo sonrió y tomó su teléfono para hacer una orden, después le dio un beso en la frente a Liz y salió con una sonrisa. Liz quedó pensando «qué fácil sería enamorarme de ti, pero tengo un sentimiento extraño como si tuviera miedo» de pronto sacudió la cabeza y se reprochó ella misma «Ya deja de tener pensamientos raros, primero tu jefe aunque eso es no, no con ese genio me vale que parezca Dios griego y ahora Arthur, es que tú no aprendes Liz ¿Qué no recuerdas lo vivido? De seguro ya se te olvido… aun
A la mañana siguiente en el décimo piso de ese elegante y exclusivo edificio Liz y Arthur despertaban muy temprano cada uno en su departamento, aunque tal vez ambos con el mismo sueño de no despertar tan solos. Para ella era hora de prepararse para un día de trabajo, pero antes le emocionaba saber que no desayunaría sola, estaba muy alegre y aun no entendía la razón, pero se preocupó de tener todo listo cambiando la típica taza de café con una tostada por algo especial inclusive un jugo de naranja para cada uno. Cuando no eran ni las 8am Arthur estaba tocando a su puerta y Liz corrió emocionada. Las primeras palabras de Arthur fueron —Buenos días pelirroja, hoy estás muy linda. —Buenos días, Arthur, gracias, pero eso quiere decir que ayer no estaba bonita. —Yo no quise decir eso. Liz sólo rodó los ojos y le dio un dulce beso en la mejilla que hizo que Arthur cerrara los ojos por un segundo. —Tengo listo el desayuno así que por favor pasa —dijo Liz sacándolo de ese segu
Liz cerró los ojos por unos segundos como queriendo creer que lo que acababa de ver y escuchar era claramente producto de su imaginación y el estrés, pero al abrirlos nuevamente se dio cuenta que tenía el sobre en sus manos. Si ver a Roman ya la había asustado o mejor dicho espantado, eso la dejó casi sin habla y dio un salto soltando el sobre, pero este volvió a levantarse por sí solo hasta llegar nuevamente frente a ella. —¿Por qué? —se preguntó en voz alta —En su momento hice todo lo que me pediste incluso me olvidé de ser yo para complacerte. —Liz por favor perdóname por haber sido un desgraciado contigo —escuchó la voz de Roman en esa oficina que estaba completamente vacía. Liz se giró por completo como tratando de encontrarlo, aunque en su corazón no quería que eso sucediera —¿Qué quieres de mí ahora? No pienso ser alguien que no soy por darte el gusto —dijo muy seria. —Liz por favor perdóname por eso, fui un… —Un patán, un idiota, un maldito imbécil es
Liz caminaba como perdida en un mundo que ni ella podía entender, ¿Cómo era posible que escuchara, sintiera la presencia y hasta en un momento viera a Roman frente a ella? ¿Por qué razón él la había buscado cuando fue ella quien ayudó a Arthur a conseguir pruebas en su contra? Guardó todas sus cosas lo más rápido que pudo, puso el sobre con la carta en su bolso respirando profundo, sentía que eso no estaba bien, pero podía asegurar que si no leía esa carta Roman no dejaría de molestarla así que caminó rápidamente hacia el elevador queriendo no pensar, aunque eso era prácticamente imposible. Esos minutos mientras se preparaba para irse los sintió como si fueran eternos, sin mencionar la espera de ese elevador frío rodeado de espejos que la hacía sentir como si alguien más la observaba en cada momento, ni siquiera podía controlar esos movimientos involuntarios de sus manos tratando de dar pequeños golpecitos hasta en la pared, eso era algo que no podía controlar cada vez que est
A su llegada al edificio Arthur la dejó en la puerta de su departamento prometiéndole que volvería en un par de horas a lo que Liz sólo asentó con la cabeza dándole una ligera sonrisa sin decir nada más, sentía miedo de lo que ella misma pudiera decir y dentro de ella agradecía estar sola por unas horas ya que sabía que debía leer la famosa carta que aún guardaba.Nada más Arthur se fue Liz abrió de inmediato su bolso tomó el sobre, lo observó bien por todas partes tratando de ver si en algún momento había sido abierto, pero para su desgracia al parecer eso nunca sucedió.El único nombre en el sobre era el de Benjamín Howard se notaba que había sido una carta entregada por mano, ni siquiera había una dirección, «de seguro sabía bien de quién era y aun así no la quiso abrir… ¿Por qué?» se preguntó Liz. —¿Y ahora que se supone voy a hacer para que no se note? —dijo en voz alta.—¿Vamos Liz me vas a decir que nunca has abierto una carta que no es para ti? —era no sólo la voz sino tambi