Liz caminaba como perdida en un mundo que ni ella podía entender, ¿Cómo era posible que escuchara, sintiera la presencia y hasta en un momento viera a Roman frente a ella? ¿Por qué razón él la había buscado cuando fue ella quien ayudó a Arthur a conseguir pruebas en su contra? Guardó todas sus cosas lo más rápido que pudo, puso el sobre con la carta en su bolso respirando profundo, sentía que eso no estaba bien, pero podía asegurar que si no leía esa carta Roman no dejaría de molestarla así que caminó rápidamente hacia el elevador queriendo no pensar, aunque eso era prácticamente imposible. Esos minutos mientras se preparaba para irse los sintió como si fueran eternos, sin mencionar la espera de ese elevador frío rodeado de espejos que la hacía sentir como si alguien más la observaba en cada momento, ni siquiera podía controlar esos movimientos involuntarios de sus manos tratando de dar pequeños golpecitos hasta en la pared, eso era algo que no podía controlar cada vez que est
A su llegada al edificio Arthur la dejó en la puerta de su departamento prometiéndole que volvería en un par de horas a lo que Liz sólo asentó con la cabeza dándole una ligera sonrisa sin decir nada más, sentía miedo de lo que ella misma pudiera decir y dentro de ella agradecía estar sola por unas horas ya que sabía que debía leer la famosa carta que aún guardaba.Nada más Arthur se fue Liz abrió de inmediato su bolso tomó el sobre, lo observó bien por todas partes tratando de ver si en algún momento había sido abierto, pero para su desgracia al parecer eso nunca sucedió.El único nombre en el sobre era el de Benjamín Howard se notaba que había sido una carta entregada por mano, ni siquiera había una dirección, «de seguro sabía bien de quién era y aun así no la quiso abrir… ¿Por qué?» se preguntó Liz. —¿Y ahora que se supone voy a hacer para que no se note? —dijo en voz alta.—¿Vamos Liz me vas a decir que nunca has abierto una carta que no es para ti? —era no sólo la voz sino tambi
Casi sin darse cuenta entre caminar de un lado para otro en su departamento sin prácticamente poder hacer mucho Liz se preguntaba una y otra vez cómo le podría contar a Arthur lo que había encontrado, era obvio que no podía decir nada de Roman y sus apariciones.—Sólo di que encontraste la carta y que algo te dijo que debías leerla, no digas nada del viejo truco de la tetera —era la voz de Roman.—De seguro Arthur me va a creer así de fácil, a veces siento que puede leer mis pensamientos y de seguro se dará cuenta de que no le estoy diciendo toda la verdad.Era curioso en ese instante la conversación entre Roman y Liz era como la de dos amigos que se ponen de acuerdo para poder salir juntos de un problema.—Roman de una vez por todas me puedes explicar qué has hecho con la tal Alice o ese Jorge a mí me late chocolate que aquí hay algo más —preguntó muy seria Liz —¡Vamos habla de una buena vez! —le exigió, es más hasta agarró un plato que era lo más cerca que tenía para lanzárselo y al
Arthur tenía emociones encontradas, su mente le decía que no debía permitirse una relación con Liz, la última vez que intentó algo así con una chica las cosas no terminaron bien en especial para ella, pero al mismo tiempo pensaba que Liz era distinta con ese carácter más agresivo y fuerte que había nacido en ella después de salir de esa relación tóxica con Roman.Sabía bien que esta nueva Liz no se parecía en nada a Amalia su antigua novia y mientras más su mente le decía que se alejara de ella su corazón más le decía que no la dejara sola.Ahora sentía incluso celos de ese jefe que para peor al parecer ella encontraba hasta atractivo, pero por sobre todo sentía que de alguna manera Liz había entrado en su corazón y aunque no lo quisiera reconocer cada vez le costaba más no demostrar ese sentimiento.Sin decir una palabra tomó la carta y leyó con calma cada línea entendiendo de esa manera todo lo que Liz acababa de decir.—¿Qué vamos a hacer? —preguntó preocupada cuando se dio cuenta
Esa mañana Howard despertaba como nunca con un vaso vacío de licor en su mano y con un dolor en el cuello después de haberse quedado dormido la noche anterior en sofá de la sala, regañándose el mismo porque eso no era algo que acostumbraba a hacer se levantó sintiendo un fuerte dolor de cabeza para dirigirse a la cocina por unas pastillas sabiendo que su día recién comenzaba.«Creo que no es buena idea ir hoy a la oficina» pensó mientras se tragaba de golpe 3 pastillas para el dolor de cabeza.Tomó su teléfono y llamó para dejar un mensaje al buzón de la recepción de su oficina y así evitar ser molestado con preguntas o llamadas que no tenía ganas de responder.«Estas odiosas cenas siempre me ponen de mal humor, al menos este año no llegaré solo, aunque no se si eso sea bueno» pensó mientras se miraba en el espejo viendo que tenía una cara como de haber no dormido en toda la noche.Por primera vez en varios años sentía que debía prepararse para verse lo mejor posible, muy dentro de él
Entre nerviosismo y titubeos sin poder quitarle los ojos de encima a ese bastante revelador escote Arthur sólo logró decir casi tartamudeando —¿Pue, pue, puedo... pasar?—Si claro adelante, pasa por favor. —Pelirroja te ves espectacular, pero creo que vas a tener que usar algo un poco más sobrio para un evento así, además no es la idea que llames mucho la atención y créeme que vestida así…—Ya sé… parezco…—Te vez espectacular de eso no me cabe dudas —y entregándole la bolsa que traía para ella le dijo —¿tal vez quisieras probarte algo como lo que está aquí?Los ojos de Liz brillaron sabía que eso significaba que no tendría que ir de compras así que simplemente le dio un tierno beso en la mejilla, le agradeció recibiendo la bolsa y con mucha emoción preguntó —¿Será que me lo puedo probar?—Claro que sí pelirroja me encantaría saber cómo te queda.En ese mismo instante Liz fue a su dormitorio para encontrarse con un elegante traje 2 piezas color azul, unos zapatos de una cartera Chane
Arthur la esperaba en el estacionamiento para llevarla al salón de belleza y así se pudiera preparar tranquila, durante el viaje ninguno de los dos dijo nada, él tal vez por miedo a arrepentirse y cambiar de opinión, Liz porque dentro de ella no quería hacerse ilusiones sabiendo que en cosas de horas volvería a sentirse sola después de que Arthur volviera a New York. —Paso por ti en unas horas —le dijo el antes de irse. Liz sólo respondió bajando la mirada y dando una pequeña sonrisa, se sentía triste sabiendo que pronto él no estaría más cerca de ella, así que pensaba que lo mejor era no ilusionarse más. Ya estando en el salón la chica que la atendía le comenzó a hablar —¿El joven que te trajo es tu novio? —preguntó la muchacha con mucha curiosidad. —Brincos diera, es sólo un amigo —respondió Liz casi con un suspiro. —Yo creo que le gustas, se nota como te miraba —dijo la muchacha —esta guapísimo tiene esa pinta de macho alfa es más yo diría que es como un detective privado,
Liz entró en su departamento y aún todavía no podía cerrar la boca —Dios mío que acabo de ver, ¿Por qué Arthur tenía que estar así? Ahora, cada vez que lo vea me voy a acordar, Arthur eres todo lo que el doctor me recomendó y hasta con vitaminas extra.Aun caminando como zombi sabía que era hora de prepararse. De pronto pensó «¿Por qué no podría darme una oportunidad con un hombre como él? Yo creo que también tengo derecho»Mientras Liz caminaba de un lado para otro en su departamento hablando sola en voz alta —Quien fuera toalla para estar amarrada a tu cintura papacito, yo te había visto pero nunca tan bien ¿Por qué?—¿Por qué de qué? —era la imagen de Roman con una voz que parecía hasta reírse de ella viéndola así.—¿Y a ti quien te invito a esta fiesta? —respondió enojada Liz.—No te enojes conmigo que estoy aquí para ayudarte —respondió Roman.—Mejor no me ayudes tanto.—Nunca tuviste para mí ese brillo en tus ojos que ahora veo.—Me alegra saber que no fui tan pende…—Tú eras y