70- Te defiendo

El lunes, Amira recibió una llamada inesperada de su amigo Harry Wood. Al atender, su voz fue profesional, pero amable.

—Hola, buenos días. Amira Gutiérrez, ¿con quién tengo el gusto?

Del otro lado, una voz familiar y cálida le respondió:

—¡Hola, mi querida Srta. Gutiérrez! ¿Cómo está? —dijo Harry, con una alegría sincera en el tono—. Qué pena me da saber que ni siquiera ha registrado mi número, cuando yo me sé el suyo de memoria —añadió en un tono cariñoso, con una pizca de reproche.

—¡Harry! Qué gusto oírte —respondió Amira, riendo—. Discúlpame por eso; prometo que no volverá a pasar. Te registro enseguida. Cuéntame, ¿cómo estás? ¿Dónde estás? No me digas que, en Seattle, porque algo me dice que sí —bromeó, con una intuición certera.

Las palabras de Amira tocaron a Harry profundamente, alimentando aún más sus sentimientos hacia ella. "Es perfecta: intuitiva, cariñosa… por eso la quiero tanto", pensó, mientras contenía una sonrisa.

—Pues, fíjate que sí —contestó—. Estoy en esta bella
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