El lunes por la mañana, David se despidió temprano de Amira, quien aún lucía una sonrisa soñolienta. -Debo viajar a Europa por unos días, -le dijo, su voz envolvente llena de ternura. -Esta vez voy solo, por la urgencia de los negocios y porque quiero que pases tiempo con tus padres. Pero después, iremos juntos. Es una promesa, mi amor."Amira sintió un hormigueo en el estómago mientras él la abrazaba, sus labios encontrándose en un beso apasionado que le dejó un calor en el pecho. Cuando David se separó, sus ojos dorados reflejaban la determinación de un Alfa que siempre estaba dispuesto a proteger a los suyos.-Cuídate. -murmuró ella.David asintió y salió, cerrando la puerta tras de sí. En la entrada del edificio, Román lo esperaba, con una expresión seria. - ¿Listo para la primera parada? -le preguntó, David asintió, sintiendo la responsabilidad proteger a su manada.—Todo está en marcha para la reunión con el consejo —dijo Román, su voz tensa mientras miraba por la ventana del co
Zeus, la imponente forma de lobo de David, apareció en el centro de la sala de la mansión en una transformación instantánea. Su rugido resonó con una fuerza que hizo temblar las paredes, y todos los lobos a su servicio, al sentir la intensidad de su furia, se apresuraron a presentarse ante él con la cabeza baja en señal de sumisión. La ira del Alfa era un torrente imparable, y en su conexión mental, transmitió un mensaje firme, cargado de autoridad:—¿Quién se atrevió a quitar las cosas de mi Luna? —bramó, su voz colmada de furia—. Quiero todo en su lugar inmediatamente. Y a quien no le guste, que se vaya. Esta es la casa de la Luna, Amira Gutiérrez, y de nadie más.Los empleados, transformados en lobos, murmuraban nerviosos y retrocedían bajo el impacto de su aura, temiendo el peso de su enojo. Una loba anciana, que había presenciado la escena inicial y conocía al verdadero culpable de ese ultraje, se adelantó con precaución. Con voz temblorosa, pero llena de intención, se disculpó,
Mientras Dalia y Harry Wood conversaban, David, aprovechando la oscuridad de la noche sin luna, se dirigió sigilosamente hacia la cabaña de Astra. Al llegar, se vistió y golpeó la puerta con suavidad.—Adelante, Alfa —respondió Astra, su voz serena y profunda resonando en la penumbra.David entró, y la cálida luz de las velas iluminó su rostro, revelando la intensidad de su expresión. Astra le hizo un gesto para que tomara asiento.—Hoy nuestra conversación será más larga que lo habitual —anunció Astra, —. Espero que hoy seas más paciente.—Lo intentaré —replicó David, intentando controlar su inquietud—. Pero realmente estoy muy ansioso. Algo en mi interior me dice que debí haber traído a mi Luna conmigo.Astra lo observó en silencio por un momento, midiendo sus palabras con cuidado. —La conexión que sientes es poderosa, Alfa. La Luna tiene un papel crucial en tu vida y en la de tu manada. Astra acomodó su túnica y continuó, sin apartar la mirada de David.—Esa ansiedad que sientes, e
Harry Wood llegó a Seattle el miércoles de esa misma semana. Dalia lo esperaba en el aeropuerto, recibiéndolo con una cálida sonrisa. Juntos se dirigieron al hotel donde el Sr. Wood se hospedaría. Después de una tarde de sexo apasionado, ambos comenzaron a planear su estrategia.—Escúchame bien, mi querida florecita. Teniendo en cuenta que lo que has hecho es, francamente, un desastre, desde ahora yo estoy a cargo. Hay ciertas cosas que debes tener claras —dijo Harry con tono firme.Al escucharlo, Dalia torció la cara en una mueca de desagrado. Sabía que tenía razón y que necesitaba su ayuda, así que simplemente asintió en silencio.—Para empezar, tienes prohibido presentarte ante Amira —continuó él pausadamente—Mucho menos debes mencionar que tú y yo nos conocemos. Segundo, quiero que crees algunas distracciones para mantener al Alfa ocupado en su manada.Dalia, que llevaba tiempo queriendo hacer unas preguntas, aprovechó la oportunidad para formularla:—¿Qué es lo que quieres, Wood?
El lunes, Amira recibió una llamada inesperada de su amigo Harry Wood. Al atender, su voz fue profesional, pero amable.—Hola, buenos días. Amira Gutiérrez, ¿con quién tengo el gusto?Del otro lado, una voz familiar y cálida le respondió:—¡Hola, mi querida Srta. Gutiérrez! ¿Cómo está? —dijo Harry, con una alegría sincera en el tono—. Qué pena me da saber que ni siquiera ha registrado mi número, cuando yo me sé el suyo de memoria —añadió en un tono cariñoso, con una pizca de reproche.—¡Harry! Qué gusto oírte —respondió Amira, riendo—. Discúlpame por eso; prometo que no volverá a pasar. Te registro enseguida. Cuéntame, ¿cómo estás? ¿Dónde estás? No me digas que, en Seattle, porque algo me dice que sí —bromeó, con una intuición certera.Las palabras de Amira tocaron a Harry profundamente, alimentando aún más sus sentimientos hacia ella. "Es perfecta: intuitiva, cariñosa… por eso la quiero tanto", pensó, mientras contenía una sonrisa.—Pues, fíjate que sí —contestó—. Estoy en esta bella
—Hola, buenas tardes, soy la Srta. Gutiérrez. Él es el Sr. González, y estamos aquí para reunirnos con el Sr. Wood; ya nos debe estar esperando —dijo Amira al empleado del restaurante donde tendría su almuerzo.—Sí, Srta. Gutiérrez, el señor ya les espera. Síganme, por favor —respondió el jefe de salón, guiándolos hasta el reservado donde Harry los esperaba, recibiéndolos a ambos amigos con una sonrisa genuina.—¡Amira, Ronny! ¡Qué gusto verlos! —exclamó Wood, poniéndose de pie y abriendo sus brazos para saludar a cada uno.—Hola, Harry, el gusto es todo nuestro —respondió Ronny, devolviendo el abrazo.Los tres amigos se acomodaron para conversar y ponerse al día mientras eran atendidos. Amira, al igual que Ronny, notó que Harry Wood no le quitaba la mirada de encima en ningún momento. Aunque tenía ya cierta confianza con él, esa insistente atención la incomodó un poco.—¿Qué tal, Sr. Wood? ¿He cambiado tanto que veo que me mira como si fuera otra persona? —dijo Amira con una sonrisa
Esa noche, cuando David llamó, Amira no pudo contener su entusiasmo al comentar la posibilidad de hacer negocios con la Naviera Straks, destacando que todo era gracias al Sr. Harry Wood, quien se encontraba en Seattle por negocios. Sin embargo, para David, todo estuvo bien hasta que escuchó el nombre de Harry. De forma automática y sin analizar lo que su Luna decía, respondió tajantemente:—No, Amira. Con él no hay negocios, y no te quiero cerca de ese hombre.Amira se sorprendió ante tanta intransigencia.—Pero amor, es un excelente negocio, revisa los detalles primero. —intentó calmarlo—No seas celoso, tómalo con calma. Entiendo tu punto, ya lo sé, pero es sólo negocios, y Ronny está conmigo.David sintió que la frustración comenzaba a burbujear en su interior.—Sí, sé que es un buen negocio, pero ese hombre quiere a mi mujer. Por eso, mientras más lejos estés de él, será mejor. Ese hombre no sabe dónde dice peligro, debería preocuparse por conservar su cabeza sobre sus hombros. -di
Román ya esperaba en la sala de reuniones de la compañía cuando David y Amira llegaron juntos, justo a tiempo para esa reunión previa. Amira expuso al Beta los puntos principales de su conversación con el Sr. Wood, para que él pudiera evaluar las posibles opciones.—Sería bueno tener una investigación más completa de la negociación, y sería mejor si fuera de la carpeta de los Straks; eso nos arrojaría más luces sobre por qué no prosperó —comentó Román, evaluando los datos compartidos por Amira.Justo cuando el Beta terminaba de intervenir, un suave toque en la puerta llamó la atención de los tres ejecutivos. Ronny entró con una sonrisa que parecía haber encontrado un tesoro.—Señores, buenos días. Mi Canela, para ti también, buenos días. Sabes, querida, tenías razón: esa negociación está en cero y archivada, al menos de parte de los Straks —anunció Ronny, logrando captar toda la atención de los presentes.Román se inclinó levemente hacia adelante, mostrando interés en las palabras de