-Esto es para ti -le dijo su abuelo mientras deslizaba una carpeta sobre el escritorio. -¿Qué es? -Preguntó Helena un tanto intrigada y abrió aquella carpeta para leer los documentos que contenía. -Es lo que les corresponde a ti y a tu madre -le dijo con tranquilidad -es una cuenta a tu nombre de la que puedes disponer ahora mismo si así lo deseas.Eran demasiados ceros, ahí confirmó que la cerveza y el tabaco eran negocio de verdad. -No vine buscando esto -le dijo con rostro serio -ni lo quiero, ni lo necesito. Yo solo quería conocer a mi familia, saber a dónde pertenecía y ya.-Pero es tu derecho -refutó el abuelo.-Espero entiendas que si lo tomo estaría fallándole a mi madre y de paso a mi abuela. No fue un reproche, pero sintió que lo era y solo agachó la mirada ante lo que él creía que era el juicio de su nieta.-¿Qué quieres hacer con ese dinero?-Puedes repartirlo entre mis sobrinos, creo que sería buena idea. -Como tú lo desees, Helena. Yo solo quiero tener en ti lo que
-¡Ahí viene! -Le avisó Helena y él tomó su posición a la vuelta del pasillo.Fernanda vio a Helena entre las demás personas y se encaminó hacia ella, un poco de desilusión se dejó ver en su rostro porque Jason le dijo que no podría ir él a recogerla porque tenía mucho trabajo en el restaurante y se conformó con laidea de que a partir de ese día estarían juntos sin descanso.-¡Bienvenida! -Le dijo y la abrazó con fuerza, ambas estaban contentas de verse nuevamente. -Gracias por venir.-¿Aunque sea yo? -Le preguntó con una sonrisa.-No, me alegra que seas tú ¿Cómo vas? -Le preguntó mientras le acariciaba la pancita, le habían contado apenas la semana anterior y estaba contenta y a la vez se sentía mal de ocultarle algo así a Damián. -Creo que creciendo poco a poquito.-Te vas a ver preciosa cuando esa pancita esté enorme, me dejarás hacerte un body paint ¿cierto?-Por supuesto. Vamos, te ayudo con una -le dijo tomando la asa de la maleta y arrastrándola sobre sus ruedas para avanzar.
Fueron al restaurante por mas cerca y Helena lo llevó a la oficina de arriba, donde aquella vez de la inauguración tuvieron un acalorado encuentro. -He estado antes aquí -le dijo con seguridad -estas paredes, este pasillo me es familiar.Ella guardó silencio y evitó que sus emociones salieran a flote, quería mantenerse firme y no dejarse llevar por todo aquello en ese hombre que la hacía perder la cabeza.-Pasa -le indicó en la puerta y Damián entró ancho de orgullo al notar la manera en que la afectaba su presencia. -Es mi hijo -le dijo en los labios cuando apenas entrar la tomó por la cintura con una mano y la pegó a la pared y con la otra le sostenía la cara con suavidad -no necesito palabras que lo confirmen, lo veo en tus ojos, lo siento en tu respiración agitada, te mueres por mí, igual que yo por ti y alguien que siente esto que proyectas tú, alguien a quien la han poseído en su totalidad como seguramente hice contigo no puede entregarse a nadie mas.Helena no niega, pero lad
-Damián -le habló por el pasillo al no verlo en la cama esa mañana.Avanzó descalza y llegó a la habitación de Alonso y tampoco lo encontró ahí. Bajó las escaleras y en la cocina escuchó una algarabía y fue a ver.-¿Han visto a Damián?-Salió, señora. Llevaba a Alonsito a montar y dijo que le avisáramos que al medio día regresaban, que esté preparada para salir.-¡Vaya con el señor! -Dijo riendo -tengo tiempo entonces para el desayuno.Se sentó con ellos en la cocina y tomó un café y un pan mientras escuchaba los chismes matutinos de los trabajadores.Luego del desayuno fue de vuelta a su recámara, cuando Damián la invitaba a salir era a solas y siempre le dejaba la ropa que quería que usara.Entró al vestidor y encontró la caja negra con listón rojo que siempre le dejaba con las prendas dentro.La abrió y descubrió un vestido rojo de finos tirantes tipo espagueti y ligeramente holgado, unas zapatillas de tiras plateadas y el conjunto de lencería en un color rojo pasión, casi mismo to
Vivir en Los Ángeles es algo complicado para una mujer que está acostumbrada a algo mas tranquilo. Helena Harrison pasó los primeros 23 años de su vida en una comunidad al norte del estado, Santa Rosa era mas un pequeño poblado y tenía ya casi tres años que se había mudado a la ciudad. Luego del sepelio de sus padres, quienes murieron en un accidente de tránsito y al quedar sola decidió cambiar de aires. También porque había estudiado gestión empresarial y administración y su campo laboral estaba muy lejos de aquel lugar en donde pasó su vida.Caminaba a prisa por la calle para encontrarse con su único amigo, un hombre que la segunda noche que pasó en Los Ángeles la ayudó con su llanta ponchada a la orilla del camino, iba como cada día, peleando con el tránsito insufrible, el ruido incesante y el mundo de personas con las que se topaba al andar por cualquier parte.Tomó la manija de la puerta de aquel café y abrió para entrar, lo miró en la mesa de siempre y se dirigió hasta él.—Perd
—Acabo de renunciar —le dijo a Jason cuando este le respondió la llamada.—¡¿Qué?! ¡¿Te hizo algo ese imbécil?!—No, en la noche te cuento.—Ven y dame una mano, estoy a full y me faltaron dos meseros.Subió la caja con sus pertenencias al auto y condujo hasta el restaurante de su amigo, bajó y fue a la cocina de inmediato, lo encontró en las estufas atareado.—¿Qué hago? —Le preguntó luego de darle un beso en la mejilla.—Ponte un uniforme y ayúdame a tomar órdenes, dile a Bianca que te asigne área.Enseguida se puso un uniforme para meserear y Bianca le dijo a donde ir, fue rápida para tomar órdenes y pasar platos, entre lo que ambos hacían le iba contando lo sucedido.—Es un estúpido macho —le dijo mientras acomodaba los platos en la charola y salió a prisa a entregar.—¡Buen provecho! —Les deseó a los comensales y volvió a la cocina.—Ya lo veo, pensará que está en medio oriente donde hay que guardar silencio y rendirle por ser hombre, hiciste bien.—Lo se, me pesa estar sin traba
Se levantó y escuchó ruidos en la cocina, no lo escuchó llegar durante la madrugada.—Hola ¿Cómo te fue? —Le preguntó en un bostezo y él puso delante de ella un plato con huevos con tocino y una salsa picosa para evitar que la resaca les llegara.—Bien ¿Y a ti?—Igual, caí muerta y no te sentí llegar.—Apenas llegué ya para amanecer, la chica quería levantarse a preparar un desayuno y todo eso —le hizo un raro ademán con sus manos y Helena sonrió —y sabes que eso no me gusta.—Pero estás aquí, metido en mi cocina y preparando el desayuno —le dijo entre risas —no entiendo que te vayas siempre que te ofrecen algo.—Pero nosotros somos diferentes, nosotros tenemos claro que compartimos sexo pero que nos une una amistad inmensa, ellas quieren algo mas, algo que ni quiero ni puedo darles y yo se que tú no.—Cierto —admitió con desgano —sirve mi café entonces y desayunemos como los buenos amigos que somos.Cuando terminaban de lavar los platos el timbre sonó y Jason fue a abrir, enseguida v
—¡Wow! Estás preciosa —le dijo al verla salir con un vestido rojo entallado y que daba solo a media pierna.—Gracias —sonrió con suficiencia, se sabía hermosa, pero no era consciente qué tanto. Tenía un cuerpo de medidas y proporciones de ensueño, cabello largo y ligeramente ondulado, su rostro daba la apariencia de la inocencia y pureza y era la mujer mas ardiente y perversa en la intimidad. Ojos cafés, cabello castaño oscuro y piel apiñonada, una sonrisa hermosa y penetrante.—Vamos entonces, no hagamos esperar a la diversión —le dijo Jason y la tomó de la mano para ir al auto, ella llevaba solo un pequeño bolso de mano con sus tarjetas, identificación y el celular.Cuando llegaron al lugar fueron directamente hasta la barra y se acercó a ellos Roberto , el amigo de Jason.—¡Eso! Llegó mi amigo el irresistible —le dio un abrazo efusivo y a Helena un simple beso en la mejilla, el gesto fue un tanto forzado por parte de ambos y Jason solo sonrió por lo bajo.—Es evento privado, según