Tocó la habitación de Jason y él de inmediato abrió, la vio llorando y supo que algo había pasado, así que la recibió en sus brazos y trató de darle un poco de calma. -¿Qué tienes? Algo te hicieron ¿verdad?Helena le dio rienda suelta al llanto y no pudo responder, solo gimoteaba entre los brazos de Jason. Después de unos minutos finalmente habló de lo sucedido. -Pasó justo lo que temía, vinieron esas arpías y Damián las dejará quedarse. -¡Hijo de puta! ¿Nunca sera será capaz de darte tu lugar?-No quiero quedarme a averiguarlo, Jason. Quiero irme, no deseo pasar un día mas en este lugar.-Vámonos entonces. No voy a dejar que amarguen tu embarazo, ahora mas que nunca debes cuidar de este bebé -le cubrió el vientre con sus manos y Helena lo hizo callar de inmediato. -No vuelvas a mencionarlo. Damián no merece saberlo, es incapaz de defender a la madre de su hijo y eso basta para saber que no merece estar en su vida.Marissa escuchaba atentamente del otro lado de la puerta y se llev
Al día siguiente desayunaron pronto y se encaminaron a buscar la dirección que les dio Fernanda. -Está algo retirada del hotel -observó Helena en su GPS -poco más de una hora en auto.Pidieron un uber y luego de un largo y tedioso camino que el tráfico hizo así llegaron.-Deberías dedicarte a cobrar herencias -le dijo Jason en tono de broma y en respuesta recibió un codazo de Helena. -No vengo a eso, lo sabes. Es mas no sé qué diablos hacemos aquí -dijo y se dio la media vuelta para irse de ahí, de pronto se arrepintió de haber ido.-A conocer a tu otra familia -le respondió Jason mientras la tomaba de la mano para evitar que se fuera y con la otra tocaba el timbre -ya estamos aquí, lo peor que puede pasar es que no nos reciban.Una mujer de unos cuarenta años vestida de manera muy conservadora se acercó a la reja, llevaba una falda gris que llegaba un poco más abajo de las rodillas y una camisa blanca de manga larga, encima un chaleco gris, del mismo tono que su falda y el cabello
-Esto es para ti -le dijo su abuelo mientras deslizaba una carpeta sobre el escritorio. -¿Qué es? -Preguntó Helena un tanto intrigada y abrió aquella carpeta para leer los documentos que contenía. -Es lo que les corresponde a ti y a tu madre -le dijo con tranquilidad -es una cuenta a tu nombre de la que puedes disponer ahora mismo si así lo deseas.Eran demasiados ceros, ahí confirmó que la cerveza y el tabaco eran negocio de verdad. -No vine buscando esto -le dijo con rostro serio -ni lo quiero, ni lo necesito. Yo solo quería conocer a mi familia, saber a dónde pertenecía y ya.-Pero es tu derecho -refutó el abuelo.-Espero entiendas que si lo tomo estaría fallándole a mi madre y de paso a mi abuela. No fue un reproche, pero sintió que lo era y solo agachó la mirada ante lo que él creía que era el juicio de su nieta.-¿Qué quieres hacer con ese dinero?-Puedes repartirlo entre mis sobrinos, creo que sería buena idea. -Como tú lo desees, Helena. Yo solo quiero tener en ti lo que
-¡Ahí viene! -Le avisó Helena y él tomó su posición a la vuelta del pasillo.Fernanda vio a Helena entre las demás personas y se encaminó hacia ella, un poco de desilusión se dejó ver en su rostro porque Jason le dijo que no podría ir él a recogerla porque tenía mucho trabajo en el restaurante y se conformó con laidea de que a partir de ese día estarían juntos sin descanso.-¡Bienvenida! -Le dijo y la abrazó con fuerza, ambas estaban contentas de verse nuevamente. -Gracias por venir.-¿Aunque sea yo? -Le preguntó con una sonrisa.-No, me alegra que seas tú ¿Cómo vas? -Le preguntó mientras le acariciaba la pancita, le habían contado apenas la semana anterior y estaba contenta y a la vez se sentía mal de ocultarle algo así a Damián. -Creo que creciendo poco a poquito.-Te vas a ver preciosa cuando esa pancita esté enorme, me dejarás hacerte un body paint ¿cierto?-Por supuesto. Vamos, te ayudo con una -le dijo tomando la asa de la maleta y arrastrándola sobre sus ruedas para avanzar.
Fueron al restaurante por mas cerca y Helena lo llevó a la oficina de arriba, donde aquella vez de la inauguración tuvieron un acalorado encuentro. -He estado antes aquí -le dijo con seguridad -estas paredes, este pasillo me es familiar.Ella guardó silencio y evitó que sus emociones salieran a flote, quería mantenerse firme y no dejarse llevar por todo aquello en ese hombre que la hacía perder la cabeza.-Pasa -le indicó en la puerta y Damián entró ancho de orgullo al notar la manera en que la afectaba su presencia. -Es mi hijo -le dijo en los labios cuando apenas entrar la tomó por la cintura con una mano y la pegó a la pared y con la otra le sostenía la cara con suavidad -no necesito palabras que lo confirmen, lo veo en tus ojos, lo siento en tu respiración agitada, te mueres por mí, igual que yo por ti y alguien que siente esto que proyectas tú, alguien a quien la han poseído en su totalidad como seguramente hice contigo no puede entregarse a nadie mas.Helena no niega, pero lad
-Damián -le habló por el pasillo al no verlo en la cama esa mañana.Avanzó descalza y llegó a la habitación de Alonso y tampoco lo encontró ahí. Bajó las escaleras y en la cocina escuchó una algarabía y fue a ver.-¿Han visto a Damián?-Salió, señora. Llevaba a Alonsito a montar y dijo que le avisáramos que al medio día regresaban, que esté preparada para salir.-¡Vaya con el señor! -Dijo riendo -tengo tiempo entonces para el desayuno.Se sentó con ellos en la cocina y tomó un café y un pan mientras escuchaba los chismes matutinos de los trabajadores.Luego del desayuno fue de vuelta a su recámara, cuando Damián la invitaba a salir era a solas y siempre le dejaba la ropa que quería que usara.Entró al vestidor y encontró la caja negra con listón rojo que siempre le dejaba con las prendas dentro.La abrió y descubrió un vestido rojo de finos tirantes tipo espagueti y ligeramente holgado, unas zapatillas de tiras plateadas y el conjunto de lencería en un color rojo pasión, casi mismo to
Vivir en Los Ángeles es algo complicado para una mujer que está acostumbrada a algo mas tranquilo. Helena Harrison pasó los primeros 23 años de su vida en una comunidad al norte del estado, Santa Rosa era mas un pequeño poblado y tenía ya casi tres años que se había mudado a la ciudad. Luego del sepelio de sus padres, quienes murieron en un accidente de tránsito y al quedar sola decidió cambiar de aires. También porque había estudiado gestión empresarial y administración y su campo laboral estaba muy lejos de aquel lugar en donde pasó su vida.Caminaba a prisa por la calle para encontrarse con su único amigo, un hombre que la segunda noche que pasó en Los Ángeles la ayudó con su llanta ponchada a la orilla del camino, iba como cada día, peleando con el tránsito insufrible, el ruido incesante y el mundo de personas con las que se topaba al andar por cualquier parte.Tomó la manija de la puerta de aquel café y abrió para entrar, lo miró en la mesa de siempre y se dirigió hasta él.—Perd
—Acabo de renunciar —le dijo a Jason cuando este le respondió la llamada.—¡¿Qué?! ¡¿Te hizo algo ese imbécil?!—No, en la noche te cuento.—Ven y dame una mano, estoy a full y me faltaron dos meseros.Subió la caja con sus pertenencias al auto y condujo hasta el restaurante de su amigo, bajó y fue a la cocina de inmediato, lo encontró en las estufas atareado.—¿Qué hago? —Le preguntó luego de darle un beso en la mejilla.—Ponte un uniforme y ayúdame a tomar órdenes, dile a Bianca que te asigne área.Enseguida se puso un uniforme para meserear y Bianca le dijo a donde ir, fue rápida para tomar órdenes y pasar platos, entre lo que ambos hacían le iba contando lo sucedido.—Es un estúpido macho —le dijo mientras acomodaba los platos en la charola y salió a prisa a entregar.—¡Buen provecho! —Les deseó a los comensales y volvió a la cocina.—Ya lo veo, pensará que está en medio oriente donde hay que guardar silencio y rendirle por ser hombre, hiciste bien.—Lo se, me pesa estar sin traba