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Capítulo 3 - Nos volveremos a ver

La patada voladora de Clara fue certera en el pecho del hombre del doble de tamaño que ella.

El grandulón italiano cayó de lleno como un muñeco de trapo contra una pila de bolsas de basura.

Clara rápidamente se giró hacia el otro hombre que la apuntaba con el arma y con otra patada mandó a volar la pistola muy lejos de allí.

El mafioso italiano gruñó, furioso de que una mujer lo desarmara tan fácil humillando su ego masculino, el hombre comenzó a arremeter contra la castaña intentando golpear el rostro de su enemiga, pero Clara fue más rápida, gracias a su pequeña estatura y delgadez, esquivó con agilidad cada golpe con solo mover su cuerpo de un lado hacia el otro.

Iván aún estaba viendo atónito la escena que parecía sacada de una película de acción con la mujer como protagonista, como si fuera una agente encubierta fingiendo ser una prostituta.

No podía creer que esa mujer estuviera dándole duro y sin asco a dos hombres que se habían preparado toda su vida para ser máquinas de matar.

Clara se cansó de esquivar los golpes del hombre y con un giro de 360 grados de su atlético cuerpo le propinó una fuerte patada en la cabeza, haciendo que el italiano cayera inconsciente contra el suelo como un saco de papas.

Clara sonrió victoriosa, quitándose el sudor de su frente y sus cabellos pegados a su rostro mientras respiraba agitadamente.

Odiaba la violencia, solo lo utilizaba cuando era realmente necesario y esta era una de esas ocasiones, porque ese hombre misterioso que había arruinado su descanso de media hora, le daría el dinero del alquiler de su comercio que tanto necesitaba.

Iván movió sus ojos negros hacia el hombre que había caído en la pila de bolsas cuando este se incorporó lleno de furia en sus ojos.

Clara estaba de espaldas al italiano, sin darse cuenta de que aún tenía el arma que ahora apuntaba a su cabeza para matarla.

-¡Cuidado!- gritó el joven mafioso.

Iván corrió y tomó a la misteriosa chica de la cintura alejándose junto con ella de la bala.

Ambos cayeron hacia un costado y un segundo después Iván se abalanzó hacia el hombre forcejeando con este hasta sacarle el arma y dejarlo indefenso contra el suelo.

Iván lo apuntó con el arma que le había quitado justo en medio de la frente.

Clara miró la escena aún en el suelo y cerró con fuerza en los ojos, simplemente no podía ver el fusilamiento de ese hombre, solo le haría regresas sus traumas, esos que la acompañaban todos los días de su vida.

Pero cuando no escuchó el sonido del cañón, abrió lentamente los ojos, viendo que el joven azabache guardaba el arma en su bolsillo y le daba un golpe al italiano noqueándolo, pero sin matarlo.

-Maldito cobarde- le gruñó a su enemigo.

Clara miró la espalda del joven de traje negro subir y bajar agitado como un animal salvaje.

“Realmente es muy guapo” No pudo evitar pensar, a ver su torso de triángulo invertido y ese pantalón… que apretaba perfectamente sus glúteos redondos y firmes, un calor invadió a la joven castaña, sonrojando sus mejillas.

“¿En qué estás pensando Clara? ¡Olvídalo! ¡Ese hombre es un maleante de la clase que odias!” Le dijo la vocecita de su mente.

-¿Estás bien?

La voz grave y aterciopelada del joven mafioso la hizo volver en sí. Cuando se quiso dar cuenta, el joven estaba parado delante de ella extendiendo su mano abierta para ayudarla a levantarse.

Clara frunció el ceño y quitó la mano del hombre de su camino, levantándose por su propia cuenta.

-Puedo sola- sentenció secamente.

-Claro…- exclamó el hombre poniendo los ojos en blanco.

“Debe haberse escondido ido por aquí el muy cobarde”

La voz de uno de sus enemigos se escuchó a lo lejos.

-¡Mierda!- exclamó alarmado el joven mafioso- ¡Sácame de aquí!- ordenó.

Clara bufó frustrada.

¿No iba a poder deshacerse de ese hombre nunca?

Lo tomó de la mano y lo jaló a través de la puerta trasera del bar.

Lo que la castaña no esperaba, al tocar y entrelazar su mano con los dedos largos y blanquecinos de ese demonio, era que todo su cuerpo gritara enloquecido, sintiendo una descarga eléctrica nacer de la unión de ambos y llegar hasta su corazón.

Una vez dentro del bar se soltó rápidamente del agarre como si la piel fría del joven le quemara.

Ambos suspiraron aliviados al escuchar que los mafiosos italianos seguían de largo sin percatarse de su escondite.

-Bien, me voy- exclamó sin emoción Iván, acomodando su camisa revuelta y sacudiendo el polvo de su traje.

Clara lo observó con una ceja enarcada.

-¿A dónde crees que vas?- sentenció cruzándose de brazos.

Iván la miró incrédulo sin entender qué quería esa mujer de él.

La mano de la castaña apareció con la palma abierta hacia arriba frente a él.

-¿Y mi paga por salvarte el trasero niño rico?- protestó.

“¿Niño rico? ¡Cómo se atreve!”

-Ah… cierto, tus 500 dólares- exclamó burlándose de la suma.

Sacó su billetera de cuero con las siglas “IW” grabadas en oro en la solapa

-Ten… 1000 dólares, te los mereces- exclamó con desdén y superioridad.

Pero Clara no tomó los billetes y le envió una mirada furiosa. Ella no pensaba aceptar la falsa generosidad de ese hombre.

La joven castaña no era idiota, sabía que ese joven era un mafioso en todas sus letras, no había que ser muy listo para darse cuenta de que toda su aura oscura lo decía a gritos.

La joven no pensaba deberle ni un centavo a los de su tipo, ya tenía suficiente con los que le cobraban la cuota mensual por su comercio.

-No… te dije 500 ni más ni menos- sentenció cruzándose de brazos.

Iván no podía creer lo terca que era esa mujer.

¿Rechazar dinero gratis? ¡Pero que tonta!

-Lo que digas- exclamó guardando los billetes que sobraban y colocando los 500 dólares en el escote de la joven en un hábil movimiento.

Clara se escandalizó, poniéndose roja como un tomate ante el descarado atrevimiento de ese idiota al rozar con sus dedos su pequeño pecho apretado en el top plateado.

-¡Cómo te atreves!- chilló quitando los billetes de su piel desnuda.

¡Nadie, jamás la había tocado! Que ese hombre peligroso fuera el primero le daba nauseas.

Clara levantó su mano abierta que voló hacia el rostro del hombre, pero el mafioso fue más rápido y la tomó con fuerza de la muñeca.

-Por favor cariño…- exclamó divertido el joven mafioso- No me digas que un simple roce te avergüenza. Seguro por un buen monto te dejas hacer mucho más que eso.

-Tú no me conoces, así que guárdate tus comentarios, niño rico- exclamó con dureza soltándose de su agarre.

Iván no pudo evitar sonreír ampliamente y de forma genuina.

Jamás nadie se había atrevido a hablarle así sin temer por su vida, todos le tenían miedo, esa era la reputación que le daba ser un White.

Un poco de honestidad no le hacía mal a su corazón duro como una piedra. Esa joven era diferente, podía ver la llama de su pasión plasmada en sus ojos dorados.

De repente esa mujer semidesnuda y de habilidades de samurái le llamó la atención como ninguna mujer había hecho jamás.

-Por cierto linda… ¿Cómo te llamas?- exclamó utilizando su voz coqueta que ponía a sus pies a cualquier mujer.

Pero esa joven no parecía caer ante su voz sensual e hipnotizante, aún mantenía su ceño fruncido como un profundo surco entre sus cejas.

“¿Acaso no sabe sonreír?”

Clara tuvo que hacer una fuerza sobrehumana para que su mirada color miel no temblara ante los ojos negros y penetrantes de ese hombre que parecían leer su alma.

Estaba loco si creía que le iba a dar su nombre verdadero, pero tampoco podía negárselo, lo mejor era no ser enemiga de un hombre como él.

-Lola- sentenció sin titubear, utilizando su nombre de bailarina nocturna.

-¿Lola cuánto?

“¡Mierda! ¿Para qué quiere saber tanto de mí? Seguramente es para mandarme a silenciar”

-Lola García-

-Lola García- repitió el azabache, tomando la mano de la joven que se sintió tiesa bajo su agarre y la besó- Nos vamos a volver a ver, Lola…

Las pupilas de Clara temblaron al sentir el calor y la humedad de esos finos labios contra su piel, tragó saliva pesadamente y fingió que no le había afectado el toque.

-Ni lo sueñes- escupió con fuerza- ahora vete, que tengo trabajo que hacer- exclamó empujándolo por la misma puerta por donde habían entrado.

Clara no le dio tiempo a reaccionar y cuando Iván se dio vuelta para quedarse con la última palabra, la puerta ya se había cerrado en su cara, dejándolo solo en el callón.

No pudo evitar sonreír, divertido por la actitud rebelde de esa mujer.

Justo en ese momento aparecieron sus refuerzos, rodeándolo protectoramente.

-¡Señor! ¿Se encuentra bien?- preguntó uno de ellos, revisando que el hijo de su jefe estuviera sano y salvo o su cabeza rodaría.

El guardaespaldas vio cómo en el rostro del joven White se dibujaba una sonrisa divertida y hasta lasciva mostrando sus dientes brillantes y blancos que parecían tener colmillos sedientos de la piel de esa joven.

-Nunca me he sentido mejor.

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