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Capítulo 5 - Bailarina nocturna en peligro

Clara llegó agotada de la facultad, pero con una pizca de esperanza, sabía que le había ido bien en el examen de anatomía, aunque mientras resolvía las preguntas, que para ella eran pan comido, no había podido dejar de pensar en ese hombre misterioso que la distraía constantemente del papel frente a ella.

Especialmente cuando llegó a la parte anatómica masculina.

Sus mejillas se encendieron al ver las partes íntimas masculinas, como si fuera una niña avergonzada, tuvo que taparlos con su mano, incapaz de mirar la imagen sin pensar en cómo sería ese hombre allí abajo.

Entró al local de comida de su familia más tranquila que nunca, sabiendo que los matones no los molestarían hasta el próximo mes.

Pero cuando encontró a su tío llorando contra el mostrador supo que algo no estaba bien.

-¿Tío?- preguntó acercándose al hombre- ¿Qué pasa? ¿Qué sucede?

El hombre sollozó el silencio sin responder.

-Tío… por favor contesta, dime que pasó.

El hombre negaba con la cabeza, que estaba escondida entre sus brazos contra el mueble.

-La cagué, la he cagado….- murmuró lastimosamente.

La castaña enarcó una ceja confundida.

-Tranquilo tío, dime que sucede y vamos a poder solucionarlo- exclamó sin estar muy segura.

El hombre levantó su rostro y se secó con fuerzas las lágrimas.

La joven esperó a que se calmara para que le pudiera contar lo que sucedía.

-La cagué Clarita, perdí el dinero….

-¿Que? N-no no entiendo…. Los matones están por venir en cualquier momento. ¿No tienes el dinero? ¿Lo robaron?- dijo esto último llena de ira.

El hombre negó con la cabeza y esquivó su mirada avergonzado, incapaz de ver a su sobrina a los ojos.

La había decepcionado otra vez, era un miserable, una sanguijuela.

-Pensé que si lo apostaba podríamos tener más dinero. ¡Podríamos tener suficiente para pagar por varios meses!

-Tío…

-Lo juro Clarita, tuve el presentimiento de que esta vez iba a ganar, lo sentí, créeme por favor- suplicó, rogando que su sobrina le creyera.

-Tío… tienes un problema, uno muy grave- dijo preocupada.

El hombre se sintió derrotado.

-Prometo cambiar, esta vez de verdad.

La castaña bajó la cabeza dejando que sus cabellos cayeran sobre su rostro y suspiró pesadamente por la nariz, luego se levantó, alejando su mano del hombro de su tío y caminó hacia la salida tomando su mochila.

-¿A dónde vas Clarita?

-A conseguir el dinero antes de que los matones vengan- sentenció saliendo de la tienda.

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-¡Pero miren nada más si es mi bailarina favorita, Lola! ¡Sabía que ibas a volver linda!- exclamó el dueño del antro, extendiendo sus brazos alrededor del cuerpo de Clara, quien se tensó pero no dijo nada, realmente necesitaba el dinero y solo tenía un par de horas para juntarlo antes de que sea demasiado tarde.

-Si… ¿Tienes trabajo para mí? Realmente necesito el dinero urgente- exclamó pisoteando su dignidad.

-Ya sabes dónde está el vestidor, elige lo que quieras y súbete al escenario, lo demás ya sabes que hacer- exclamó dándole palmaditas peligrosamente muy abajo en su espalda. –Ah por cierto… sabes que cuanto más hagas más dinero te van a dar esos hombres- exclamó guiñándole un ojo.

Clara no entendió bien a qué se refería con eso.

¿Hacer más?

No podía hacer más que bailar sensualmente o por lo menos intentarlo, pero nada más.

Ni siquiera había dado su primer beso a sus ya 28 años, la sola idea de entregar su virginidad a un hombre cualquiera por un par de billetes le revolvió el estómago.

“No, no necesito hacer nada de eso para conseguir el dinero”

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El tío de Clara se encontraba barriendo el local antes de bajar la persiana, cuando la campanita de la puerta sonó.

-Ya está cerrado, lo siento- exclamó sin levantar la mirada de la escoba. Pero cuando vio que los pies de los clientes no se giraban hacia la puerta, exclamó más irritado- Dije que….

Cuando el hombre vio que no eran dos clientes los que estaban delante de él, sino esos dos matones a quienes ya les conocía cada tatuaje de sus rostros peligrosos, el hombre tragó saliva nervioso.

-Herrera… vinimos por lo nuestro- exclamó el más delgado, el que siempre hablaba.

El tío sostuvo con fuerza el mango de madera de la escoba y lo levantó en el aire con la intención de defenderse de los matones, pero lastimosamente, él era un debilucho al lado del grandulón de casi dos metros que sostuvo el palo de la escoba como si fuera una débil ramita, tirándolo con fuerza lejos del tío.

El hombre tembló en su lugar, al darse cuenta de que no tenía escapatoria, estaban obstruyendo su única salida a la calle.

-¿Eso significa que no tienes nuestro dinero?- inquirió el más delgado.

-T-tan solo denme unas horas más, juro que lo voy a conseguir.

El matón negó con la cabeza, fingiendo estar decepcionado.

-Ay Herrera, si no te conociera me darías lástima, lo juro.- exclamó mientras se acercaba más, haciendo que el hombre retrocediera y chocara su espalda contra el mostrador con fuerza- Pero como sé que eres una rata, no te tengo nada de lástima ¿Sabes?

-P-por favor.

-¿En que gastaste esta vez el dinero? ¿En alcohol? ¿En mujerzuelas? Dime…- exclamó divertido.

-J-juro que no…- dijo con la voz temblorosa.

El jefe matón le hizo un gesto con la cabeza a su compañero, quien sacó un arma y apuntó a la cabeza del tío.

El hombre abrió grande los ojos al escuchar que el seguro de la pistola era liberado.

-Sabes muy bien que no me gustan las mentiras, también sabes que no tengo mucha paciencia. Es más….- el matón se acercó más al tío- Si te mato ahora, le haría un favor a Clarita ¿No crees? Le quitaría un estorbo del camino.

El tío cerró los ojos y apretó con fuerza la mandíbula al sentir como el arma fría se presionada en su cien.

-¡Fue Clara!- gritó con fuerza.

-¿Clara?

-¡Si! ¡Fue ella! ¡Ella se llevó el dinero! Le dije que no lo haga, que pensara en el local y en nuestras vidas, pero ella se burló de ustedes y se lo llevó.

El matón, que no era muy inteligente enarcó una ceja con molestia.

-¿Qué dijo?

-Que eran unos idiotas, unos cabezas huecas, que eran los perros falderos del jefe.

El tío pudo ver cómo el hombre se volvía rojo de la ira, arrepintiéndose de sus palabras.

Pero tenía tanto miedo, no quería morir.

-¿Dónde está ella ahora?

“Lo siento Clarita”

-En el antro “Paraíso” Está trabajando allí.

El grandulón sacó el arma de su cabeza y finalmente el tío suspiró aliviado. Lo que no esperaba es que le diera un culatazo en la cabeza haciéndolo sangrar.

-Eso por ser un vil traicionero- exclamó con asco el matón, escupiendo en su rostro.

Ambos hombres salieron de allí dejando al tío ensangrentado en el suelo.

“Solo espero que no le pase nada a Clara” Pensó.

“Por favor Clara, consigue el dinero cuanto antes”

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-Jefe….- exclamó asustado el matón más delgado.

-¿Qué quieres inútil? ¿Dónde está mi dinero?- inquirió su jefe.

El jefe de los matones era un joven apuesto pero muy peligroso y con dinero, mucho, pero a costa de robárselo a los más pobres.

En síntesis, una escoria más de la sociedad.

El matón se movió nervioso antes de decir:

-Aun no lo tenemos señor.

-¿Cómo qué no? ¿No los amenazaste como te dije?

-¡Si señor! Pero Clara, la dueña del local…

-¿Qué hay con ella?

-Se llevó el dinero, estábamos por ir a buscarlo al antro de “Paraíso” Pero como no es nuestra zona…

“¿Esa mujer trabajaba en ese antro de mala muerte lleno de mujerzuelas y hombres desagradables?” Se preguntó a sus adentros y un brillo lascivo apareció en sus ojos endemoniados.

-No se preocupen… yo me encargo. Váyanse antes de que arrepienta.

-¡Si señor!- exclamaron ambos, corriendo de allí antes de que su jefe se desquitara con ellos.

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Una música sensual y lenta sonaba en el antro, las luces estaban bajas y era de colores rojizos que hacían resaltar la piel bronceada de Clara y brillar aún más su cabello castaño.

Su vestido de lentejuelas color rojo resplandecía por si solo y su figura se movía con gracia alrededor del caño y al ritmo de la música.

Clara miró a su público, una parva de viejos depravados que no paraban de gritarle cosas desagradables que había estado ignorando toda la m*****a noche.

Cuando de repente, sus ojos color miel se posaron en un rostro más joven que no había visto antes.

“Es apuesto” Pensó mientras daba otro giro en el caño.

De cabello rubio perfectamente peinado hacia atrás, de ojos celestes penetrantes y traje negro que seguro costaba más que su propia vida.

“Este sí tiene dinero” Pensó desesperada, justo cuando el joven le envió una sonrisa radiante y luminosa.

Clara no pudo evitar devolverle la sonrisa, quizás de esa forma le daría una jugosa propina y podría irse más temprano a casa.

Clara dio unos giros más en el caño cuando vio que el joven apuesto le hizo un gesto con la mano.

Clara se acercó al borde del escenario y el rubio caminó lentamente hacia ella con movimientos sensuales dignos de un Dios griego.

-Hola linda…- ronroneó con una voz encantadora.

-Hola.- dijo suavemente.

-¿Cómo te llamas?

-Lola…- 

-Lola eh… Mi nombre es Demian- exclamó tomando la mano de la joven y besándola con cuidado.

Clara quiso quitar su mano, el hombre la había besado en el mismo lugar que el hombre misterioso de cabellos negros, pero por alguna razón no se había sentido igual, en cambio, sintió el rechazo y la decepción de que esos labios borraran los del maleante del callejón.

-Debes estar cansada de tanto bailar…

-De hecho, si…

-¿Qué te parece si te tomas un trago conmigo?

-Yo… no sé- exclamó insegura.

-No te preocupes, es solo un trago, nada más y puedo darte una buena propina por ello, solo quiero tu compañía.

Clara pareció pensarlo por un momento, la mirada del hombre no parecía esconder otras intenciones, su sonrisa parecía genuina. Quizás era un hombre muy solitario, que quería tener una charla tranquila con alguien.

Una copa no le hacía nada, podría aprovechar para descansar y además iba a recibir el dinero que necesitaba.

-Está bien, solo déjame avisarle a mi jefe- exclamó alejándose del hombre.

Demian sonrió victorioso y fue hacia la barra.

-Dos Martini por favor- indicó al bartender que rápidamente se los preparó.

Demian miró hacia ambos lados, antes de verter en la copa de Clara un polvo blanco y mezclarlo hasta que se unificó con la bebida.

La castaña llegó y se sentó al lado del rubio en un alto taburete.

-Ten, bebe. Te lo mereces- dijo sonriente.

Clara sonrió en respuesta y tomó sedienta, realmente estaba muerta de sed luego de tanto tiempo bailando sin descanso.

Demian la observó en silencio, como su cuello subía y bajaba mientras el líquido adulterado se deslizaba por la garganta de la joven.

Clara no lo notó, pero en ese momento la sonrisa radiante del joven se trasformó en una oscura y peligrosa.

--

Iván irrumpió al antro abriendo la puerta de par en par. Hizo un escaneo del lugar con sus ojos negros, buscando entre la multitud a la joven castaña.

Miró a cada una de las jóvenes, aunque todas eran hermosas, ninguna era su chica.

-Disculpe….

El dueño del lugar se giró con fastidio hacia el joven mafioso, pero cuando vio de quien se trataba, se puso pálido.

-¡Señor Withe!- exclamó inclinándose en señal de respeto- E-Es un orgullo que venga a mi bar…

-Si… si….- exclamó impaciente- Dime… ¿Una de tus chicas se hace llamar Lola?

-Eh… si, pero tengo otras chicas mejores que….

-No, la quiero a ella- sentenció con la mirada dura.

El hombre tragó saliva nerviosamente ante la mirada intimidante del hijo mayor del grupo Sol y ahora jefe. 

-E-Ella en este momento está en un privado con otro hombre señor, lo lamento, pero…

-Dime en donde está antes de que los haga desaparecer a todos con un chasquido de mis dedos.

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