Clara llegó agotada de la facultad, pero con una pizca de esperanza, sabía que le había ido bien en el examen de anatomía, aunque mientras resolvía las preguntas, que para ella eran pan comido, no había podido dejar de pensar en ese hombre misterioso que la distraía constantemente del papel frente a ella.
Especialmente cuando llegó a la parte anatómica masculina.
Sus mejillas se encendieron al ver las partes íntimas masculinas, como si fuera una niña avergonzada, tuvo que taparlos con su mano, incapaz de mirar la imagen sin pensar en cómo sería ese hombre allí abajo.
Entró al local de comida de su familia más tranquila que nunca, sabiendo que los matones no los molestarían hasta el próximo mes.
Pero cuando encontró a su tío llorando contra el mostrador supo que algo no estaba bien.
-¿Tío?- preguntó acercándose al hombre- ¿Qué pasa? ¿Qué sucede?
El hombre sollozó el silencio sin responder.
-Tío… por favor contesta, dime que pasó.
El hombre negaba con la cabeza, que estaba escondida entre sus brazos contra el mueble.
-La cagué, la he cagado….- murmuró lastimosamente.
La castaña enarcó una ceja confundida.
-Tranquilo tío, dime que sucede y vamos a poder solucionarlo- exclamó sin estar muy segura.
El hombre levantó su rostro y se secó con fuerzas las lágrimas.
La joven esperó a que se calmara para que le pudiera contar lo que sucedía.
-La cagué Clarita, perdí el dinero….
-¿Que? N-no no entiendo…. Los matones están por venir en cualquier momento. ¿No tienes el dinero? ¿Lo robaron?- dijo esto último llena de ira.
El hombre negó con la cabeza y esquivó su mirada avergonzado, incapaz de ver a su sobrina a los ojos.
La había decepcionado otra vez, era un miserable, una sanguijuela.
-Pensé que si lo apostaba podríamos tener más dinero. ¡Podríamos tener suficiente para pagar por varios meses!
-Tío…
-Lo juro Clarita, tuve el presentimiento de que esta vez iba a ganar, lo sentí, créeme por favor- suplicó, rogando que su sobrina le creyera.
-Tío… tienes un problema, uno muy grave- dijo preocupada.
El hombre se sintió derrotado.
-Prometo cambiar, esta vez de verdad.
La castaña bajó la cabeza dejando que sus cabellos cayeran sobre su rostro y suspiró pesadamente por la nariz, luego se levantó, alejando su mano del hombro de su tío y caminó hacia la salida tomando su mochila.
-¿A dónde vas Clarita?
-A conseguir el dinero antes de que los matones vengan- sentenció saliendo de la tienda.
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-¡Pero miren nada más si es mi bailarina favorita, Lola! ¡Sabía que ibas a volver linda!- exclamó el dueño del antro, extendiendo sus brazos alrededor del cuerpo de Clara, quien se tensó pero no dijo nada, realmente necesitaba el dinero y solo tenía un par de horas para juntarlo antes de que sea demasiado tarde.
-Si… ¿Tienes trabajo para mí? Realmente necesito el dinero urgente- exclamó pisoteando su dignidad.
-Ya sabes dónde está el vestidor, elige lo que quieras y súbete al escenario, lo demás ya sabes que hacer- exclamó dándole palmaditas peligrosamente muy abajo en su espalda. –Ah por cierto… sabes que cuanto más hagas más dinero te van a dar esos hombres- exclamó guiñándole un ojo.
Clara no entendió bien a qué se refería con eso.
¿Hacer más?
No podía hacer más que bailar sensualmente o por lo menos intentarlo, pero nada más.
Ni siquiera había dado su primer beso a sus ya 28 años, la sola idea de entregar su virginidad a un hombre cualquiera por un par de billetes le revolvió el estómago.
“No, no necesito hacer nada de eso para conseguir el dinero”
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El tío de Clara se encontraba barriendo el local antes de bajar la persiana, cuando la campanita de la puerta sonó.
-Ya está cerrado, lo siento- exclamó sin levantar la mirada de la escoba. Pero cuando vio que los pies de los clientes no se giraban hacia la puerta, exclamó más irritado- Dije que….
Cuando el hombre vio que no eran dos clientes los que estaban delante de él, sino esos dos matones a quienes ya les conocía cada tatuaje de sus rostros peligrosos, el hombre tragó saliva nervioso.
-Herrera… vinimos por lo nuestro- exclamó el más delgado, el que siempre hablaba.
El tío sostuvo con fuerza el mango de madera de la escoba y lo levantó en el aire con la intención de defenderse de los matones, pero lastimosamente, él era un debilucho al lado del grandulón de casi dos metros que sostuvo el palo de la escoba como si fuera una débil ramita, tirándolo con fuerza lejos del tío.
El hombre tembló en su lugar, al darse cuenta de que no tenía escapatoria, estaban obstruyendo su única salida a la calle.
-¿Eso significa que no tienes nuestro dinero?- inquirió el más delgado.
-T-tan solo denme unas horas más, juro que lo voy a conseguir.
El matón negó con la cabeza, fingiendo estar decepcionado.
-Ay Herrera, si no te conociera me darías lástima, lo juro.- exclamó mientras se acercaba más, haciendo que el hombre retrocediera y chocara su espalda contra el mostrador con fuerza- Pero como sé que eres una rata, no te tengo nada de lástima ¿Sabes?
-P-por favor.
-¿En que gastaste esta vez el dinero? ¿En alcohol? ¿En mujerzuelas? Dime…- exclamó divertido.
-J-juro que no…- dijo con la voz temblorosa.
El jefe matón le hizo un gesto con la cabeza a su compañero, quien sacó un arma y apuntó a la cabeza del tío.
El hombre abrió grande los ojos al escuchar que el seguro de la pistola era liberado.
-Sabes muy bien que no me gustan las mentiras, también sabes que no tengo mucha paciencia. Es más….- el matón se acercó más al tío- Si te mato ahora, le haría un favor a Clarita ¿No crees? Le quitaría un estorbo del camino.
El tío cerró los ojos y apretó con fuerza la mandíbula al sentir como el arma fría se presionada en su cien.
-¡Fue Clara!- gritó con fuerza.
-¿Clara?
-¡Si! ¡Fue ella! ¡Ella se llevó el dinero! Le dije que no lo haga, que pensara en el local y en nuestras vidas, pero ella se burló de ustedes y se lo llevó.
El matón, que no era muy inteligente enarcó una ceja con molestia.
-¿Qué dijo?
-Que eran unos idiotas, unos cabezas huecas, que eran los perros falderos del jefe.
El tío pudo ver cómo el hombre se volvía rojo de la ira, arrepintiéndose de sus palabras.
Pero tenía tanto miedo, no quería morir.
-¿Dónde está ella ahora?
“Lo siento Clarita”
-En el antro “Paraíso” Está trabajando allí.
El grandulón sacó el arma de su cabeza y finalmente el tío suspiró aliviado. Lo que no esperaba es que le diera un culatazo en la cabeza haciéndolo sangrar.
-Eso por ser un vil traicionero- exclamó con asco el matón, escupiendo en su rostro.
Ambos hombres salieron de allí dejando al tío ensangrentado en el suelo.
“Solo espero que no le pase nada a Clara” Pensó.
“Por favor Clara, consigue el dinero cuanto antes”
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-Jefe….- exclamó asustado el matón más delgado.
-¿Qué quieres inútil? ¿Dónde está mi dinero?- inquirió su jefe.
El jefe de los matones era un joven apuesto pero muy peligroso y con dinero, mucho, pero a costa de robárselo a los más pobres.
En síntesis, una escoria más de la sociedad.
El matón se movió nervioso antes de decir:
-Aun no lo tenemos señor.
-¿Cómo qué no? ¿No los amenazaste como te dije?
-¡Si señor! Pero Clara, la dueña del local…
-¿Qué hay con ella?
-Se llevó el dinero, estábamos por ir a buscarlo al antro de “Paraíso” Pero como no es nuestra zona…
“¿Esa mujer trabajaba en ese antro de mala muerte lleno de mujerzuelas y hombres desagradables?” Se preguntó a sus adentros y un brillo lascivo apareció en sus ojos endemoniados.
-No se preocupen… yo me encargo. Váyanse antes de que arrepienta.
-¡Si señor!- exclamaron ambos, corriendo de allí antes de que su jefe se desquitara con ellos.
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Una música sensual y lenta sonaba en el antro, las luces estaban bajas y era de colores rojizos que hacían resaltar la piel bronceada de Clara y brillar aún más su cabello castaño.
Su vestido de lentejuelas color rojo resplandecía por si solo y su figura se movía con gracia alrededor del caño y al ritmo de la música.
Clara miró a su público, una parva de viejos depravados que no paraban de gritarle cosas desagradables que había estado ignorando toda la m*****a noche.
Cuando de repente, sus ojos color miel se posaron en un rostro más joven que no había visto antes.
“Es apuesto” Pensó mientras daba otro giro en el caño.
De cabello rubio perfectamente peinado hacia atrás, de ojos celestes penetrantes y traje negro que seguro costaba más que su propia vida.
“Este sí tiene dinero” Pensó desesperada, justo cuando el joven le envió una sonrisa radiante y luminosa.
Clara no pudo evitar devolverle la sonrisa, quizás de esa forma le daría una jugosa propina y podría irse más temprano a casa.
Clara dio unos giros más en el caño cuando vio que el joven apuesto le hizo un gesto con la mano.
Clara se acercó al borde del escenario y el rubio caminó lentamente hacia ella con movimientos sensuales dignos de un Dios griego.
-Hola linda…- ronroneó con una voz encantadora.
-Hola.- dijo suavemente.
-¿Cómo te llamas?
-Lola…-
-Lola eh… Mi nombre es Demian- exclamó tomando la mano de la joven y besándola con cuidado.
Clara quiso quitar su mano, el hombre la había besado en el mismo lugar que el hombre misterioso de cabellos negros, pero por alguna razón no se había sentido igual, en cambio, sintió el rechazo y la decepción de que esos labios borraran los del maleante del callejón.
-Debes estar cansada de tanto bailar…
-De hecho, si…
-¿Qué te parece si te tomas un trago conmigo?
-Yo… no sé- exclamó insegura.
-No te preocupes, es solo un trago, nada más y puedo darte una buena propina por ello, solo quiero tu compañía.
Clara pareció pensarlo por un momento, la mirada del hombre no parecía esconder otras intenciones, su sonrisa parecía genuina. Quizás era un hombre muy solitario, que quería tener una charla tranquila con alguien.
Una copa no le hacía nada, podría aprovechar para descansar y además iba a recibir el dinero que necesitaba.
-Está bien, solo déjame avisarle a mi jefe- exclamó alejándose del hombre.
Demian sonrió victorioso y fue hacia la barra.
-Dos Martini por favor- indicó al bartender que rápidamente se los preparó.
Demian miró hacia ambos lados, antes de verter en la copa de Clara un polvo blanco y mezclarlo hasta que se unificó con la bebida.
La castaña llegó y se sentó al lado del rubio en un alto taburete.
-Ten, bebe. Te lo mereces- dijo sonriente.
Clara sonrió en respuesta y tomó sedienta, realmente estaba muerta de sed luego de tanto tiempo bailando sin descanso.
Demian la observó en silencio, como su cuello subía y bajaba mientras el líquido adulterado se deslizaba por la garganta de la joven.
Clara no lo notó, pero en ese momento la sonrisa radiante del joven se trasformó en una oscura y peligrosa.
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Iván irrumpió al antro abriendo la puerta de par en par. Hizo un escaneo del lugar con sus ojos negros, buscando entre la multitud a la joven castaña.
Miró a cada una de las jóvenes, aunque todas eran hermosas, ninguna era su chica.
-Disculpe….
El dueño del lugar se giró con fastidio hacia el joven mafioso, pero cuando vio de quien se trataba, se puso pálido.
-¡Señor Withe!- exclamó inclinándose en señal de respeto- E-Es un orgullo que venga a mi bar…
-Si… si….- exclamó impaciente- Dime… ¿Una de tus chicas se hace llamar Lola?
-Eh… si, pero tengo otras chicas mejores que….
-No, la quiero a ella- sentenció con la mirada dura.
El hombre tragó saliva nerviosamente ante la mirada intimidante del hijo mayor del grupo Sol y ahora jefe.
-E-Ella en este momento está en un privado con otro hombre señor, lo lamento, pero…
-Dime en donde está antes de que los haga desaparecer a todos con un chasquido de mis dedos.
Clara intentó abrir sus párpados con todas sus fuerzas, los sentía pesados sobre sus ojos, como si fueran dos persianas rotas que tapaban toda la luz y la visión del bar.“¿Qué me está pasando?” Se preguntó a sus adentros. “Debe ser el cansancio de tantas horas despierta” concluyó.-¿Te sientes bien?-Por un momento la castaña se había olvidado del hombre apuesto que le había invitado un Martini.-Oh… estoy bien, solo un poco cansada- respondió avergonzada.Se acomodó en su asiento, un alto taburete de madera y rogó no caerse de lleno contra el suelo cuando sintió que por un segundo perdía el equilibrio y todo le daba vueltas. – Perdona… ¿Qué decías?- No recordaba haber hablado en bastante tiempo y tampoco recordaba qué le había estado diciendo el hombre, solo había visto cómo sus labios se movían sin emitir un sonido, como si sus oídos hubieran dejado de escuchar de repente.La línea recta que eran los labios de Demian se curvaron hacia arriba en una sonrisa extraña que la joven no p
Demian se encontraba encima de Clara, besando el cuello vulnerable y expuesto de la joven semiinconsciente que tenía debajo.Escuchó un fuerte golpe detrás suyo, de la puerta abriéndose en un estruendo.-¿No ves que estoy ocupado? Vete….- gruñó a quien sea que había interrumpido su momento íntimo con la hermosa joven. Quiso continuar con su tarea, pero sintió como lo agarraban del cuello de su camisa desabrochada y lo arrojaban con fuerza hacia atrás y lejos de la joven.-¡¿Qué mierda?!- exclamó desconcertado contra el suelo.- Hijo de….- No pudo terminar su frase, porque cuando levantó su rostro hacia la silueta que se había parado delante suyo sintió que se le helaba la sangre- Señor White…- apenas pudo decir.No, ese hombre no era el joven White, más bien era un demonio, toda su aura lo decía a gritos.Ivan tenía los puños cerrados con fuerza y temblando a los costados de su cuerpo, su pecho subía y bajaba con una respiración pesada, como si fuera un animal con rabia, mostrando sus
La señora cerró la puerta detrás de sí dejando a la joven castaña con el vestido entre sus manos y confusión en su rostro. Levantó la prenda delante de ella con rabia y la arrojó a un costado sin cuidado.“Está loco si cree que voy a ponerme ese maldito vestido” Bufó a sus adentros-Necesito salir de aquí- murmuró pensando en sus posibilidades. No tenía idea de donde estaba, si estaba cerca de su casa o siquiera en la misma ciudad.Recordaba que la mujer amable le había dicho que unos hombres la esperaban fuera del cuarto para llevarla al comedor, seguro eran los guardaespaldas del idiota ese llamado “Sr. White”. La joven estaba familiarizada con ese tipo de gente y estaba más que segura que ese hombre misterioso no era alguien de quien fiarse y tenía bien en claro que “Desayunar” no iba a significar solamente eso.Miró con desespero hacia todos lados. Había una puerta que conducía a un baño del mismo tamaño que la habitación, pero nada más, volvió sobre sus pasos hacia el cuarto y su
-Sí, quiero que trabajes para mí, para mi familia. El Grupo Sol ¿Te suena?¡Claro que le sonaba! ¿Qué persona de toda la ciudad no conocía al peligroso y poderoso Grupo Sol? No era tonta, sabía que era la familia que manejaba el tráfico de armas y tenía a todos los maleantes controlados y bajo sus órdenes.Clara abrió levemente sus ojos con asombro al darse cuenta que tenía al frente suyo al líder del Grupo Sol y rogó que ese hombre de mirada oscura y sonrisa divertida no notara el miedo que se apoderó de su cuerpo.Había pensado que era un simple niño rico caprichoso de papá, pero qué equivocada estaba. Había estado desafiando toda la mañana a un hombre que podía chasquear los dedos y simplemente deshacerse de ella sin que nadie se atreviera a preguntar luego.Tragó saliva pesadamente y se odió por eso.-¿Y bien?- finalmente habló el hombre.La joven se odió, tenía que mostrarle a ese tipo que su poder no la intimidaba, aunque no fuera cierto.-Estás loco si crees que voy a aceptar s
Clara no podía creer haber aceptado convertirse en la guardaespaldas de un maldito mafioso, pero así fue, ahora se encontraba en su nuevo cuarto con su nuevo uniforme de entrenamiento.-Esto es ridículo e hilarante- exclamó mientras se observaba en su espejo de tocador con una musculosa color negra y unos pantalones de algodón del mismo color, realmente parecía una toda una profesional con su cabello recogido en una coleta alta dejando completamente descubierto su rostro sin maquillaje.“No está nada mal” Pensó contemplando su figura, luego sacudió su cabeza quitando sus tontos pensamientos y volviéndose a sentirse irritada.¡Necesitaba volver a su negocio! Quería saber cómo estaba todo, si su tío se encontraba bien y si realmente esos malditos buenos para nada no lo habían matado por la deuda. Pero Ivan le había dicho que todo estaba resuelto y que no volverían a molestarlos.Clara quería creerle, supuso que no tenía más opción ya que tampoco tenía su móvil para verificarlo, según su
Micaela conocía a su mejor amiga Clara desde hacía años, prácticamente habían crecido juntas y aún así nunca dejaba de sorprenderla. Su amiga era una caja de pandora, siempre salía con algo nuevo. Quizás por ello es que cuando vio que un coche de alta gama, de color negro y perfectamente lustrado detenerse en la puerta de su casa, supo que Clara tenía algo que ver con eso.Y lo confirmó rápidamente cuando la joven salió del asiento trasero. La observó con curiosidad desde la ventana de su casa, la joven castaña se acercó a la puerta del conductor, la abrió y se inclinó hacia dentro del coche, como si le estuviera diciendo algo a la persona que estaba dentro, para luego cerrar la puerta con fuerza como si de una puerta giratoria se tratase.Micaela observó con curiosidad cómo el coche no se iba mientras su amiga caminaba apresurada hacia la puerta de su casa, parecía que la estaba esperando para volver.Escuchó que el timbre de su casa sonaba y corrió hacia la puerta, necesitaba saber
-Pruébame.- murmuró peligrosamente contra su cuello, con la voz aterciopelada y tan grave que provocó un calor no solo en sus mejillas, sino también en su entrepierna.Clara abrió sus labios rosados y húmedos por su saliva queriendo decir algo que jamás salió. Como si esa mirada tan profunda y llena de lujuria le hubiese quitado el aliento. Abrió y cerró la boca varias veces y parpadeó como si quisiera salir del hechizo en el que estaba atrapada, pero sin éxito.Ivan se acercó más, como si eso fuera realmente posible y pudo sentir el aroma de su colonia, una mezcla de madera y café que la encendió aún más. Cerró los ojos por un momento al sentir sus ojos humedecerse por la conmoción justo cuando la traviesa y descarada rodilla del hombre se movió entre sus piernas que no lucharon y se separaron a merced de su jefe.Ivan también cerró sus ojos y se dejó llevar por el aroma natural de la piel de la joven que se sentía en su nariz como miel pura, un perfume dulce que hizo que su garganta
Sorprendentemente Clara abrió sus ojos color miel antes de que el despertador sonase, eso jamás le había pasado antes. Aunque siempre había sido una madrugadora, le había costado dar la bienvenida al nuevo día.Pero esta vez una gran sonrisa se esbozó en su rostro mientras se estiraba debajo de las suaves sábanas y gemía de placer, como si nunca antes hubiese dormido tan bien como esa noche.“¿Por qué Será? ¿Será por lo cómoda que era la lujosa cama?”No tuvo que indagar mucho más, cuando se quitó las sábanas de encima suyo se dio cuenta de que estaba completamente desnuda, avergonzada de sí misma se volvió a cubrir ocultando su rostro.Tapó su boca con las sábanas y chilló avergonzada, recordando lo que había hecho a noche, el pecado que había cometido, rápidamente corrió hacia la ducha y se metió debajo de la lluvia helada que chocó contra su cuerpo caliente, porque el solo hecho de recordar el aliento caliente de esa voz tan varonil contra su cuello y ese aroma tan embriagador habí