120. La voracidad

Heinz se colocó frente a ella una vez más, y su mirada se posó en el torso desnudo de Ha-na. Solo llevaba la falda, las medias veladas y los tacones altos, una imagen gloriosa para su retina. Extendió su mano y comenzó a masajear sus senos gráciles, sintiendo la suavidad de su piel y la firmeza de sus pechos. Las areolas rosadas y los pezones diminutos se endurecieron bajo sus dedos. Luego, no pudo resistir la tentación de inclinarse y llevárselos a la boca. Con voracidad, comenzó a chupar y morder suavemente los pezones de Ha-na, provocando que ella soltara gemidos ahogados.

—Ahh… Ahh… Mmm…

Los ruidos de Ha-na llenaban el despacho empresarial, mezclándose con el ritmo acelerado de sus respiraciones. La entrepierna de Heinz se endureció aún más, presionando contra su pantalón, mientras continuaba explorando cada centímetro de su cuerpo.

Ha-na, perdida en el placer, dejó que las sensaciones la inundaran por completo. Sus manos se aferraron a los hombros de Heinz, mientras respondía a c
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