La Favorita Del CEO (Si me dices que no...)
La Favorita Del CEO (Si me dices que no...)
Por: Lu Fabiano
Capítulo 1

Ava Janssen

Londres

Con el sol radiante entrando por la ventana veo el amanecer, es espectacular, anoche fue maravilloso, velas, rosas y champán, era como cierto tipo de celebración. Bruno nunca fue muy romántico, eran las pocas veces que podía apreciar esa faceta en él. Lo amaba por cada esfuerzo que hacía para complacerme, siempre fui la parte cursi de la relación. Me volteo y veo el espacio vacío que dejó Bruno, se marchó temprano a la empresa.

Llevamos siete años de conocernos y seis siendo esposos, ha sido maravilloso todos estos años, hoy pedí un día libre, compraré los muebles para decorar la habitación de nuestros futuros hijos, ya le había hecho el comentario y al parecer no tiene ningún inconveniente, ya habían pasado los años justos para empezar a hacer crecer a la familia. Pensar en esas diminutas manitas me hacen mucha ilusión, tres, serán tres nuestros hijos, dos niños y una niña.

Soy la asistente ejecutiva y personal de mi marido, lo soy desde antes de que nos casáramos, por lo que esta historia dista de ser una novela rosa, estábamos cursando la carrera de empresariales cuando fuimos reclutados por su propio padre y como ya nos conocíamos empezamos a trabajar al unísono, nos dimos la oportunidad y al año nos casamos, fue una boda muy simple, los dos estuvimos de acuerdo, yo no era de las que le gustara mucho llamar la atención, por lo que solo fue una reunión familiar. Dejando de lado todo el alboroto publicitario, así que muchos se enteraron cuando ya éramos marido y mujer.

La tarde se me va volando y no he encontrado los muebles adecuados y llego a la conclusión de que deberíamos hacer esa compra los dos, para ver los diferentes tonos y diseños de los artículos a elegir. Se acerca una de las asistentes del lugar y me sonríe.

— ¿Señora, la puedo ayudar en algo?

—Estoy buscando algo neutral.

— ¿Es para algún regalo o para usted?

—Es para mí.

—Tenemos un excelente surtido de muebles infantiles.

Me entrega un folleto donde puedo apreciar los diversos diseños. Todos son hermosos, lindos y si fuera por mí, los compraría todos, pero no creo que podamos tener tantos en la habitación. Tomo fotos y se las envío a Bruno, tal vez así me ayude a solucionar mi indecisión. Veo que recibe las fotos y las deja en visto, pasan algunos minutos y no recibo respuesta, algo muy raro en Bruno, siempre contesta con un hola cuando está muy ocupado y sé que tendré que esperar para su respuesta, pero esta vez no me contesta.

Me regreso a casa, estoy un tanto desconcertada, algo muy malo estaba pasando, el tráfico me detiene una media hora, estoy llegando a casa en lo primero que me fijo, es en el auto de Bruno, enfilo hacia la habitación al no encontrarlo en su despacho, me entra un leve cosquilleo en la nuca, como cuando sientes que algo está por suceder, no quiero pensar nada malo, la puerta está abierta y se escuchan pasos en la habitación.

Mi cuerpo se queda de piedra al contemplar a Bruno llenando su maleta, es algo que no me esperaba, no creo que tenga algún viaje de negocios, aunque esté de día libre, los mails me llagan a mí primero, por lo que ya me hubiera enterado. Dejo pasar un minuto y no se ha percatado de mi presencia.

—¿Qué haces?

Lo tomo por sorpresa, detiene por un momento su caminar, me observa, intenta decir algo pero nada sale de su boca, me da la espalda y mete unas pendas a la maleta. Titubea y en el último intento logra decir.

—Lo siento, me he acostado con otra.

Sus palabras golpean mi cara, mi pecho y mi estómago, un sudor frío bajaba por mi frente y estaba a punto de desmayarme, estaba siendo dejada por el hombre con el que llevo viviendo seis años y siete de conocernos, era mi esposo, mi amigo, mi amante y me estaba dejando por otra mujer. Me había quedado mirándolo con expresión horrorizada. Me encontraba en shock.

—Cómo es posible que me estés diciendo eso, se suponía que esto nunca nos iba a pasar.

Su maleta está abierta en la cama y prácticamente está tirando todo en ella, no importándole su acomodo, la cierra y la pone al lado de la cama. Camino hacia el lugar donde se encuentra.

—Lo siento, tenía que decírtelo.

—Me estas mintiendo.

Esto tenía que ser una broma, una muy mala broma, una muy m*****a mala broma.

—No tengo porque mentir, me tengo que ir.

— ¿Por qué me utilizaste de esta manera? apenas ayer me decías que me amabas.

El día de ayer me trató como nunca antes lo había hecho, no pude sospechar que traía algo entre manos y mucho menos que sería, nuestra última noche. Y todavía me dejó ir a buscar muebles para nuestros hijos, para nuestros futuros hijos, que poca madre.

—No sé que es lo que realmemte siento.

— ¿Te has vuelto loco?

Sus palabras solo consiguen enojarme aún más, es absurdo lo que dice o se quiere a una o se quiere a la otra, pero no a las dos.

—No lo estoy, simplemente así me siento.

Agarra su maleta y camina hacia la puerta y en mi loco desespero lo detengo.

—No lo hagas. No lo hagas por favor.

A pesar de la rabia mis lágrimas empezaron a caer sin que las pudiera detener, me odiaba por eso y también lo odiaba a él. Empiezo a ver como sus hombros empiezan a temblar haciéndome saber que también está llorando, sentí que me invadía una profunda pena, por los dos.

—¿En verdad, la amas?

No dice nada, solo su llanto se escucha en la habitación.

— ¡Contéstame, por lo que más quieras!

Llego a su lado y hago que gire su cabeza y me enfrente, nunca me he llevado bien con los cobardes.

—No lo sé. Creo que sí.

— ¿No estás seguro si la amas? ¿Eso tiene lógica?

—No lo sé,  nada más sé que debo alejarme de ti, para no hacerte más daño, Ava, lo siento.

— ¿Lo sientes? ¿Y ahora me dices que lo seintes?

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