El sonido del agua golpeando suavemente contra la orilla del Sena creaba una melodía tranquila mientras Brooke y Enzo continuaban su paseo. París tenía algo mágico, algo que hacía que cada momento pareciera sacado de una historia de ensueño.Brooke se aferró un poco más al brazo de Enzo mientras caminaban, disfrutando de la tranquilidad de la ciudad al atardecer.—Nunca imaginé que terminaría aquí —dijo en voz baja, observando el reflejo de las luces en el agua.—¿Aquí, en París? —preguntó Enzo, mirándola de reojo.—No solo en París. Contigo.Enzo se detuvo y la miró con intensidad.—¿Te arrepientes?Brooke negó rápidamente con la cabeza.—No. Nunca.Él sonrió con alivio y la atrajo hacia sí, besándola suavemente.—Entonces no pienses en cómo llegamos aquí, solo en lo que viene ahora.Brooke suspiró contra sus labios.—¿Y qué viene ahora?—Nuestra vida juntos. Sin miedos, sin sombras del pasado. Solo tú, yo… y nuestra hija.El solo hecho de que lo dijera en voz alta hizo que los ojos
Capítulo: Bienvenida al mundo.El sol apenas comenzaba a filtrarse por las cortinas cuando Brooke despertó con una punzada en el abdomen. Al principio pensó que era una molestia pasajera, algo común en el último trimestre del embarazo, pero cuando la sensación se repitió con más intensidad, supo que algo estaba pasando.Se sentó lentamente en la cama, colocando una mano sobre su vientre, sintiendo cómo su bebé se movía.—Tranquila, pequeña —murmuró con voz ronca, acariciando su barriga.Pero la pequeña no parecía querer tranquilizarse. Otra contracción la obligó a cerrar los ojos y apretar los dientes.—Mierda…A su lado, Enzo dormía plácidamente, completamente ajeno a lo que estaba ocurriendo. Brooke lo miró con una mezcla de amor y frustración. Lo zarandeó con suavidad.—Enzo…Él gruñó, hundiendo la cabeza en la almohada.—Cinco minutos más, amor…Otra contracción la hizo soltar un jadeo y ahora sí, lo sacudió con más fuerza.—¡Enzo, despierta!Él abrió los ojos de golpe, su cuerpo
Capítulo Final: Nuestro Para SiempreEl sol dorado se filtraba entre las hojas de los árboles, bañando el campo de flores silvestres con una luz cálida y resplandeciente. La brisa ligera movía los pétalos con suavidad, llevando consigo el dulce aroma de lavanda y jazmín que llenaba el aire. En el centro de aquel paisaje de ensueño, una niña de rizos oscuros y ojos vivaces corría descalza sobre la hierba fresca, soltando risitas de pura alegría.—¡Papá, atrápame! —gritó la pequeña, con su vestido blanco ondeando como una mariposa en movimiento.—¡Voy por ti, principessa! —respondió Enzo, fingiendo que la alcanzaba con movimientos exagerados, mientras ella gritaba divertida y huía entre las flores.Brooke, sentada en una manta extendida sobre el césped, los observaba con una sonrisa radiante, apoyando la cabeza en su mano mientras el viento jugueteaba con su cabello. Se sentía tan ligera, tan llena de amor, que casi parecía que flotaba en aquel rincón idílico de su casa en París, su ref
Capítulo Extra: Una Navidad MágicaLa casa en París estaba envuelta en luces cálidas y el aroma a canela y galletas recién horneadas. Afuera, la nieve cubría los jardines con una manta blanca, mientras en el interior, la chimenea crepitaba suavemente, brindando una calidez reconfortante.—¡Papá, mamá, miren! —gritó Isabella con emoción, sosteniendo un regalo envuelto en papel rojo con un moño dorado.Brooke, con su vientre enorme de ocho meses, sonrió mientras la observaba con ternura. Isabella tenía apenas tres años, pero su entusiasmo por la Navidad era contagioso. Llevaba un pijama rojo con renos y un gorrito de Santa Claus, y su carita reflejaba pura felicidad.Enzo se acercó y la levantó en brazos con facilidad.—¿Y quién te dejó este regalo, piccola? —preguntó con una sonrisa.—¡Papá Noel, obviamente! —respondió Isabella, poniendo los ojos en blanco, como si su padre estuviera preguntando algo demasiado obvio.Brooke soltó una carcajada desde el sofá, donde estaba cómodamente re
Brooke estaba en casa sola, esperando que Enzo volviera de una reunión. Tenía un cheque que debía depositar ese día, pero no lograba encontrar su chequera. Recordó que Enzo mencionó haber usado una de sus chequeras la semana pasada y decidió subir a su oficina.Al entrar, notó el característico orden del lugar: cada objeto parecía estar exactamente en su lugar. Se acercó al escritorio y empezó a revisar en los cajones. En el segundo encontró sobres, contratos, y papeles que claramente pertenecían a las empresas de su esposo. Entre ellos, un título llamó su atención: “Última voluntad y testamento de Giovanni Lombardi”.Curiosa, y quizás inconscientemente inquieta, tomó el documento. Su nombre en una de las cláusulas destacaba como un grito silencioso:"Enzo Lombardi podrá acceder a la totalidad de los bienes y propiedades listados siempre y cuando contraiga matrimonio antes de cumplir los 30 años".Brooke sintió cómo su respiración se detenía mientras seguía leyendo. Ahí estaba: su nom
Brooke se miraba al espejo mientras el eco de sus propios pensamientos la atormentaba. Tenía claro que lo mejor era alejarse, por el bebé. Aislada, podría pensar en el futuro sin distracciones, pero primero debía enfrentarse al caos.Tomó el teléfono, su mano temblando al buscar el contacto de Matthew. No sabía cómo explicarlo, pero confiaba en que él y Sophie la entenderían.—¿Brooke? —La voz de Matthew sonaba preocupada al otro lado.—Matthew, necesito que vengas. Trae a Sophie contigo. Es urgente.—¿Qué pasó? ¿Estás bien?—Estoy bien, pero necesito salir de aquí. Es... complicado. Sólo ven.Matthew entendió que algo iba terriblemente mal.—En 20 minutos estamos ahí.El ruido del motor del auto de Matthew llegó antes de que Brooke pudiera terminar de empacar. Tenía pocas cosas, pero cada prenda que colocaba en la maleta se sentía como una carga emocional más.Enzo apareció en la puerta de la habitación, sus ojos cargados de desesperación al ver las maletas.—¿Qué estás haciendo?Bro
Sophie llegó al apartamento de Brooke con los papeles en mano, su rostro cargado de incomodidad.—Brooke… necesitas ver esto. —dijo mientras extendía el sobre.Brooke, que estaba en la cocina, se giró con una ceja alzada.—¿Qué es?—Es de Enzo. Me llamó para que te los entregara, ya que soy la única que sabe de tu paradero.El nombre encendió una chispa de ira en sus ojos. Caminó hasta Sophie, tomó el sobre y lo abrió con rapidez. Apenas vio su contenido, su cuerpo entero se tensó.“No voy a firmar esto. Lo siento. Enzo.”Brooke soltó una carcajada amarga, dejando caer los papeles sobre la mesa.—¿Qué significa esto? ¿Que no puede firmar? ¡Esto no es opcional!Sophie, nerviosa, se sentó en el sofá.—Brooke, cálmate por favor. Mejor habla con él.—¡Calmarme! —gritó ella—. ¿Qué hay para hablar, Sophie? Ya lo hablé todo. Él destruyó mi vida. ¿Qué más quiere de mí?Lo que ambas ignoraban era que esos papeles no habían llegado por casualidad. Enzo había mandado a seguir a Sophie desde el m
Punto de vista de Brooke. Era temprano y ya estaba despierta. Bueno, en realidad ni siquiera pude dormir pese a que el viaje fue largo. Apenas llegué, me propuse a acomodar algo para recostarme y descansar pero no fue posible, Enzo estaba en mi mente todo el tiempo. —¿Te hace falta algo? Dímelo y yo te lo resuelvo. —la voz de Sophie al otro lado de la linea me trajo a la realidad. —No, tranquila. Quiero evitar lo que pasó ayer, estoy segura de que él te siguió y por eso me marché. Escuché un suspiro de su parte. —Lo siento, realmente no fue mi intención. No llegué a pensar que él haría eso. Reí amargamente. Estábamos hablando de Enzo Lombardi, mi esposo. Ese hombre que de todo era capaz con tal de obtener lo que quería. —No te preocupes, es mejor así. Que él supiese mi ubicación iba a ser un infierno. Lo conozco. —Hoy vino a gritarme y exigirme que le dijera donde tú estabas, como que había ido temprano a verte pero al enterarse de que no estabas... Enloqueció, no lo tomó bien