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Capítulo 4: No hay razón, solo amor.

Punto de vista de Brooke.

Era temprano y ya estaba despierta. Bueno, en realidad ni siquiera pude dormir pese a que el viaje fue largo. Apenas llegué, me propuse a acomodar algo para recostarme y descansar pero no fue posible, Enzo estaba en mi mente todo el tiempo.

—¿Te hace falta algo? Dímelo y yo te lo resuelvo. —la voz de Sophie al otro lado de la linea me trajo a la realidad.

—No, tranquila. Quiero evitar lo que pasó ayer, estoy segura de que él te siguió y por eso me marché.

Escuché un suspiro de su parte.

—Lo siento, realmente no fue mi intención. No llegué a pensar que él haría eso.

Reí amargamente. Estábamos hablando de Enzo Lombardi, mi esposo. Ese hombre que de todo era capaz con tal de obtener lo que quería.

—No te preocupes, es mejor así. Que él supiese mi ubicación iba a ser un infierno. Lo conozco.

—Hoy vino a gritarme y exigirme que le dijera donde tú estabas, como que había ido temprano a verte pero al enterarse de que no estabas... Enloqueció, no lo tomó bien.

Mi corazón se estrujó, porque pese a todo lo acontecido, lo seguía amando. Mi amor por él no podría desaparecer de la noche a la mañana.

—Y Matthew también quiere saber dónde estás. Está enojado conmigo por no querer decirle.

Ese era otro del que no quería saber nada. Todo este tiempo lo supo y no me advirtió. Traidor.

—Ni menciones su nombre, no quiero saber nada de él tampoco.

—Brooke, no soy quien para decirte qué hacer después de todo, pero Matthew de seguro tiene una buena explicación...

—No importa ya, —la corté de inmediato. —Debo ir a acomodar otras cosas. Te llamo luego. —me despedí y colgamos.

Suspiré derrotada y bajé la mirada a mi vientre aún plano. No podía negarle la paternidad a Enzo, pero debía darme un tiempo para pensar y lograr que me firmara el divorcio. ¿Era lo que quería? No, pero lo necesitaba.

Quizá si lo llamo y le pido que los firme, acceda.

No, él no lo hará. Para él solo soy una posesión más y nunca le ha gustado perder.

***

Punto de vista de Enzo.

—¿De verdad pensó que podía huir de mí? —mascullé, mirando al vacío.

Había rastreado cada uno de sus movimientos desde que desapareció. Sophie fue un obstáculo más, una pared que intentó interponerse entre Brooke y yo, pero ya no me importaba.

Saqué mi teléfono del bolsillo y revisé los mensajes. Nadie respondía como debía. Matthew también había desaparecido del radar, y mi paciencia estaba a punto de agotarse.

—¡Luca! —grité, llamando a mi asistente.

La puerta de mi despacho se abrió de inmediato. Luca, siempre imperturbable, me miró con esa calma que a veces me irritaba.

—¿La encontraste? —le espeté, cruzando los brazos mientras lo miraba fijamente.

Él negó con la cabeza.

—Todavía no, señor Lombardi. Pero hemos reducido las posibles ubicaciones. Parece que se encuentra en algún lugar remoto, lejos de cualquier centro urbano importante.

—No es suficiente. —Golpeé el escritorio con el puño, frustrado. —Quiero su ubicación exacta. Ahora.

Luca asintió, imperturbable, y salió de la habitación.

Me dejé caer en la silla de cuero detrás de mi escritorio, pasándome una mano por el cabello. Cada segundo que pasaba sin saber dónde estaba Brooke se sentía como un puñal en el pecho.

Ella era mía. Siempre lo había sido, y siempre lo sería.

Abrí el cajón y saqué una foto que había guardado, una de las pocas cosas que había dejado atrás cuando se marchó. Brooke estaba sonriendo, desprevenida, con el cabello despeinado por el viento. Esa era la mujer que amaba, la mujer que me había arrancado el corazón y se lo había llevado consigo.

Pero también era la mujer que me estaba desafiando, y no podía permitirlo.

Tomé el teléfono y marqué un número conocido.

—Matthew. —Mi voz era baja, pero cargada de amenaza.

Hubo un silencio al otro lado de la línea antes de que él respondiera.

—Enzo, no sé dónde está.

—No me mientas. Sabes algo, y me lo vas a decir.

—No voy a traicionarla. —Su tono era firme, pero había un matiz de miedo en su voz.

Sonreí con frialdad.

—Traicionarla ya lo hiciste al quedarte callado todo este tiempo. ¿Realmente crees que puedes redimirte ahora?

El silencio fue mi única respuesta.

—Está bien. Si no me ayudas, entonces no te interpongas. Porque si descubro que estás interfiriendo de alguna forma, no tendré piedad contigo.

Colgué antes de que pudiera responder y arrojé el teléfono sobre el escritorio.

Brooke pensaba que podía esconderse de mí, pero no sabía de lo que era capaz.

Me levanté y caminé hacia la ventana, observando la ciudad que se extendía frente a mí. Había construido un imperio desde cero, había derrotado a hombres más poderosos que yo... encontrarla sería solo un detalle más en mi lista.

Brooke podía intentar huir, pero siempre sabía cómo jugar esta partida. Y esta vez, no iba a perder.

***

Punto de vista de Brooke.

—Llamó a Matthew y lo amenazó. Brooke... Enzo está fuera de sí. —me comunicaba nuevamente con Sophie.

¿Por qué simplemente no podía aceptarlo?

—Hablaré con mi abogado, le haré llegar el documento para ver si así nos deja en paz.

—Nunca lo había visto así. Conozco a Enzo desde hace muchos años y nunca lo había visto actuar tan irracional y desesperado.

—Puede voltear el mundo si quiere, pero no volveré con él, con sus mentiras. Ya tenía lo que quería, ahora ya puede dejarme tranquila. —me estaba empezando a enojar.

—Sabes que no solo depende de ti. Dentro tuyo hay una criatura aún más inocente, Brooke.

¿Qué pensaba que haría? ¿Estaba de parte de él?

—¿Y qué pretendes? ¿Que vuelva con él después de todo y juguemos a ser la familia feliz? —las lágrimas ya estaban deslizándose por mi rostro. —Le enviaré los documentos y los tendrá que firmar, de lo contrario, jamás conocerá a su hijo. —colgué.

Quizá había sido una grosera con quién menos debía, pero estaba harta de esta situación. Casi no comía ni dormía, nunca estaba tranquila y a la menor causa, un llanto sin fin.

—Estaremos bien, no lo necesitamos. —susurré sobando mi vientre, mientras esperaba a que mi abogado me respondiera la llamada.

—Señora Lombardi. —saludó apenas contestó y me abstuve de corregirlo.

—Señor Montana, buenas tardes. —saludé. —Le llamo para preguntarle algo.

—Dígame.

—¿Sabe si mi esposo ha intentado devolver los documentos?

Escuché su suspiro.

—Sí señora, lo ha hecho. Se niega a firmar si usted no accede a hablar con él primero.

No podía ser posible... Sí, sí podía tratándose de él. Pero necesitaba acabar con esto, hace muchos días no lo veía y quería enfrentarlo.

—Está bien, dígale que accedo a hablar con él si promete firmar los documentos.

—Sí, señora. Alegó que usted tenía algo que le pertenecía y que lo quería de vuelta.

Su hijo, seguramente.

—Agende la cita con él y me confirma para prepararme.

Me dijo un par de cosas más y colgamos. Inmediatamente entré en pánico, lo vería otra vez. ¿Cómo estaba? ¿Come bien? No... No me debe de importar.

Esto se acaba pronto, pero se acaba.

***

Narrador omnisciente.

Brooke no podía estar más equivocada. Enzo recibió la respuesta e inmediatamente accedió para el día siguiente. No podía esperar más, quería verla y así, convencerla de quedarse con él.

—Donde ella se encuentra, está un poco lejos, señor. En su estado, es mejor darle tiempo para que viaje con calma. —demandó su abogado.

—Entonces dígale que para la tarde, no puedo esperar más.

Después de todo, ¿se atrevían a exigir? Era el menos indicado, pero él era Enzo Lombardi, hacía lo que le daba la gana.

—Por favor, evite alterarla... —no esperó y colgó. No le importaba nada, nada.

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