Capítulo 8: Sigues siendo mía.

Narrador omnisciente.

Brooke estaba sentada en la camilla de la sala de consulta, sintiendo cómo el frío de la bata hospitalaria se pegaba a su piel. Aunque había acudido ya varias veces a esas citas, aquella vez era diferente. Enzo, puntual como siempre, estaba allí, sentado en una silla junto a ella. Pero no estaba en su acostumbrada postura rígida; sus brazos estaban cruzados y sus ojos miel miraban con intensidad la pantalla apagada del ecógrafo, como si esperara con ansias el momento de escuchar algo.

Ella lo observó de reojo, intrigada. Desde que lo había conocido, Enzo Lombardi siempre se había mostrado como un hombre serio, calculador y algo distante. Pero en los últimos días, había notado algo distinto. Una suavidad en sus gestos, un brillo en su mirada cuando mencionaban al bebé.

—¿Nervioso? —se atrevió a preguntar, intentando aliviar la tensión que flotaba en la habitación.

Enzo giró la cabeza hacia ella y esbozó una sonrisa fugaz.

—¿Yo? Nunca estoy nervioso.

Brooke alzó un
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