La sangre llamaDiego condujo hasta el mismo parque donde había hablado con Carolina días atrás, en el mismo lugar donde se había comportado como un irresponsable con ella; fue en ese momento que reflexionó sobre el peligro al que la dejó expuesta al abandonarla a su suerte.—Mamá y yo siempre venimos aquí —dijo Lucas captando la atención del abogado.—¿Quieres mucho a tu mami? —preguntó Diego, mientras caminaban a la zona de columpios.—Ella lo es todo para mí —respondió el pequeño.—¿Qué hay de papá? —preguntó sabiendo que podía incomodar al niño, pero quería saber ¡NO!, no quería, él necesitaba saber lo que Lucas pensaba de él como padre; quería saber lo que Carolina le había dicho sobre él.—¿Papá?—Sí.—¿Mi papá? —cuestionó Lucas.—Sí, Lucas.—Oh, mamá dice que no es un mal hombre, que fue una hermosa casualidad en su vida que le permitió tenerme a su lado, pero que no volvió a verlo…Diego sintió un nudo formarse en su garganta. Carolina había dicho que no era un mal hombre; dar
Rechaza las visitasLos siguientes días, no fueron distintos para Carolina, Diego y Lucas, al abogado le saltaba la vena en la frente cada vez que miraba a Aitor rondando el escritorio de Carolina todas las mañanas, ¿es que no tenía nada mejor que hacer?—Diego, ¡Diego! —gritó Arturo al ver que su amigo no le prestaba la más mínima atención.—¿Qué?—Hace ratos, te estoy hablando y parece que lo he hecho con el escritorio, ¿Qué tanto miras hacia afuera? —le cuestionó.—Olvídalo, no pasa nada —respondió en tono molesto.—Pues tu cara de estreñido me dice otra cosa, ¿Qué está sucediendo? —interrogó.—Nada.Arturo sabía que le estaba mintiendo, pero sí Diego no quería hablar, él iba a esperar paciente a que lo hiciera, por el momento quería tener toda la información sobre Marco Moreno.—Entonces, ¿Qué me tienes sobre Marco?Diego se pasó la mano sobre el cuello, se había olvidado por completo de la petición de Arturo.—Lo siento, tengo la cabeza en otro lado, me pondré a investigar hoy mi
Nadie va a comprometerseArturo miró al hombre delante de él, había tenido que cumplir su palabra y contratar un investigador privado para conocer qué había detrás de Marcos Moreno y sí, como sospechaba Leticia Madrigal, era la misma madre de Paula.—Es todo lo que encontré, señor Montecarlo —dijo el hombre deslizando la carpeta sobre la mesa en dirección de Arturo.—¿Es todo?—Quizá debería investigar más a fondo.—¿Por qué no lo hizo?—Me ha dado poco tiempo señor y lo que he conseguido parece ser la punta del estambre, pero léalo usted mismo —lo invitó.Arturo abrió la carpeta, leyó rápidamente la información, buscó el nombre que le interesaba. Sus sospechas se hicieron realidad, Marco Moreno y Leticia Madrigal eran los mismos padres de Paula.El magnate suspiró, en ese momento no sabía que sentir, las cuatro semanas que compartió celda con Marco, pudo darse cuenta de que no era un mal tipo, pero entonces, recordó que su madre no se miraba mala madre…—Podemos investigar el caso p
Boda perfecta“Humillación”“Vergüenza”“Sin compromiso”Estos eran algunos de los titulares que circularon al día siguiente por la ciudad de Madrid, tanto en papel como en redes sociales, la foto de Diego bajando del escenario y posteriormente saliendo del salón dieron la vuelta a toda España.—Ese hombre es un demente —musitó María.Carolina no respondió, cogió su bolso, tomó la mano de Lucas y se despidió de María, hoy era la boda de Isabel y Julián, ella estaba cordialmente invitada desde tempranas horas… así que eso fue exactamente lo que hizo, se marchó y trató de no pensar en Diego y su fallido compromiso.Mientras tanto, en la mansión Montecarlo, América y Alejandro preparaban unos deliciosos cupcakes para acompañar la tarta de bodas que habían horneado a tempranas horas esa mañana.—¿Qué es eso que huele a cielo? —preguntó Paula entrando a la cocina.—Hemos preparado la tarta y ahora horneamos cupcakes, ¿quieres uno, mami? —preguntó Alejandro.—Estoy deseando poder devorarme
Promesas Carolina sintió el calor extenderse por su cuerpo, sus mejillas se pintaron de rojo carmesí al sentir los labios de Diego sobre los suyos.—Déjame entrar —susurró Diego, había pasado tanto tiempo desde que probara aquellos labios que un roce no era suficiente.—Diego… —el hombre aprovechó ese momento para callarla con su boca para internarse en ella, no fue un beso pasional como le hubiese gustado, pero lo corto que fue no quitó la sensación de cosquilleo de los labios y el cuerpo de Diego Álvarez.Él quería más.Entre tanto, Arturo gruñó, se fijó en la pareja cuando Paula liberó su boca, ellos estaban tímidos y sonrojados.¡Se había perdido ese beso entre ellos!—Deja de mirarlos, Arturo —le susurró Paula.—Quería…—No seas chismoso —le interrumpió ella—. Deja que suceda entre ellos lo que tenga que suceder.—Me robas la diversión —se quejó el magnate.—Podrías dormir cómodamente en el sillón esta noche y quedarte sin diversión —amenazó Paula.Arturo cambió de color, no, no
Confrontando el pasadoMientras tanto, en la mansión Montecarlo, cerca del mediodía, Julián e Isabel se despedían de la familia.—Gracias por todo lo que has hecho por mí, Arturo —dijo Isabel tomando las manos de su hermano.—Eres mi hermana, Isabel, y aunque estos años nos distanciamos, nunca dejé de preocuparme por ti.Isabel se lanzó a sus brazos, le dio un beso en la mejilla.—Te quiero, Arturo.—Y yo a ti, Isabel, te deseo toda la felicidad del mundo —dijo—. Si un día me necesitas no dudes en llamar o volver a casa —añadió.Ella asintió.—Gracias, Paula —Isabel la miró—. Gracias por enseñarme que hay segundas oportunidades en la vida, por perdonar mis malos actos y por amar y proteger a Arturo.Paula sonrió.—Ellos son mi familia y tú también, puedes venir a casa cuando quieras, las puertas siempre estarán abiertas para ti.Paula fue quien se acercó y le dio un reconfortante abrazo.Julián también agradeció la hospitalidad y todo lo que habían hecho por ellos.—Hazla feliz, Juliá
Son como el día y la nocheSilencio.El silencio fue lo único que le siguió a la pregunta de Arturo Montecarlo, si un alfiler hubiese caído al piso en ese momento, él estaba seguro de que habría sido un sonido estrepitoso.América tembló, cerró los ojos y dejó que sus lágrimas corrieran libremente por su rostro, bajó la mirada incapaz de hablar.Sin embargo, Arturo ya no quería más silencios en su vida, su familia estaba llena de ellos y ninguno condujo a nada bueno.—Dime la verdad, América —pidió empezando a temer lo peor.América levantó la mirada.—Sí, lo es.El cuerpo de Arturo tembló.—¿Dónde está?—Muerta.Arturo tragó el nudo que se había formado en su garganta.—¿Muerta?—Sí, murió al nacer, ni siquiera pude verla, no teníamos cómo pagar los gastos del hospital, la niña fue sepultada en una fosa común.El magnate se apartó de América.—¿Cómo que no la viste?—La enfermera recomendó que no le dijéramos a Leticia que había dado a luz a gemelas, mi hija estaba muy mal por lo ocu
¿Tu casa o la mía? Diego llevó a Paula a casa, tal como le prometió a Arturo, la secuestró toda la tarde. Tarde que él aprovechó y pasó al lado de Luca y Carolina. Él tenía curiosidad y quería saber lo que Paula y la madre de su hijo estaban hablando, pero no quiso ser indiscreto y no se atrevió a preguntar. —Gracias, Diego, me gustaría invitarlos a cenar —dijo Paula una vez que llegaron a la puerta de la mansión. —Si son espaguetis, sí —intervino Lucas. —Habrá que comprarle una fábrica de fideos a Lucas —dijo Alejandro—. Siempre elige los espaguetis por encima de cualquier cosa. Tienes que probar el estofado de la abuela, o la lasaña —lo tentó el niño. Lucas negó. —Me gustan los espaguetis, puedo comerlo todo el día, todos los días —refutó. Los adultos sonrieron, Alejandro puso los ojos en blanco. —No tienes remedio, ven acompáñame a la cocina, le diremos a la abuela que prepare tu comida favorita. —No solo es mi comida favorita, también es la del señor Diego, si hubiera una