Son como el día y la nocheSilencio.El silencio fue lo único que le siguió a la pregunta de Arturo Montecarlo, si un alfiler hubiese caído al piso en ese momento, él estaba seguro de que habría sido un sonido estrepitoso.América tembló, cerró los ojos y dejó que sus lágrimas corrieran libremente por su rostro, bajó la mirada incapaz de hablar.Sin embargo, Arturo ya no quería más silencios en su vida, su familia estaba llena de ellos y ninguno condujo a nada bueno.—Dime la verdad, América —pidió empezando a temer lo peor.América levantó la mirada.—Sí, lo es.El cuerpo de Arturo tembló.—¿Dónde está?—Muerta.Arturo tragó el nudo que se había formado en su garganta.—¿Muerta?—Sí, murió al nacer, ni siquiera pude verla, no teníamos cómo pagar los gastos del hospital, la niña fue sepultada en una fosa común.El magnate se apartó de América.—¿Cómo que no la viste?—La enfermera recomendó que no le dijéramos a Leticia que había dado a luz a gemelas, mi hija estaba muy mal por lo ocu
¿Tu casa o la mía? Diego llevó a Paula a casa, tal como le prometió a Arturo, la secuestró toda la tarde. Tarde que él aprovechó y pasó al lado de Luca y Carolina. Él tenía curiosidad y quería saber lo que Paula y la madre de su hijo estaban hablando, pero no quiso ser indiscreto y no se atrevió a preguntar. —Gracias, Diego, me gustaría invitarlos a cenar —dijo Paula una vez que llegaron a la puerta de la mansión. —Si son espaguetis, sí —intervino Lucas. —Habrá que comprarle una fábrica de fideos a Lucas —dijo Alejandro—. Siempre elige los espaguetis por encima de cualquier cosa. Tienes que probar el estofado de la abuela, o la lasaña —lo tentó el niño. Lucas negó. —Me gustan los espaguetis, puedo comerlo todo el día, todos los días —refutó. Los adultos sonrieron, Alejandro puso los ojos en blanco. —No tienes remedio, ven acompáñame a la cocina, le diremos a la abuela que prepare tu comida favorita. —No solo es mi comida favorita, también es la del señor Diego, si hubiera una
¡Tengo papá!«Soy tu papừSoy tu papừSoy tu papá»Aquellas tres palabras, parecían repetirse en el silencio que le siguió a aquella confesión por parte de Diego.Lucas miró primero a su madre y luego al hombre que le acababa de confesar que era su padre… Y, aun así, no dijo una sola palabra, sus ojitos se llenaron de lágrimas. Lo que asustó a Diego y pensó que Lucas iba a rechazarlo, él no sabría que hacer si llegaba a hacerlo…—¿Eres mi papá? —preguntó entre sollozos.—Sí —susurró, Diego sentía un nudo en la garganta que le dificultaba hablar y respirar.—¿Mamá? —preguntó, Lucas miró a su madre esperando una confirmación de la mujer.—Sí, Lucas, Diego es tu padre —dijo mordiéndose el labio para no echarse a llorar al ver el rostro de su hijo bañado en llanto.—¡Eres mi papá! —exclamó.Lucas se lanzó a los brazos de su padre, Diego no pudo hacer más que tomarlo y estrecharlo contra su pecho. Él esperaba que Lucas le cuestionara su silencio, quizá que le reprochara su ausencia, pe
¿Qué clase de mujer eres?Sofía miró a Jazmín.—¡Responde! ¿¡Soy tu hija!? —gritó.Jazmín tenía el rostro húmedo, había escuchado lo suficiente como para hacer un juicio y darse cuenta de que toda su vida había sido una maldit4 mentira.—¿Qué haces aquí? —le preguntó Sergio, intentando cogerla de la mano.—No me toques.—Jazmín —Sofía intentó pensar en una excusa que darle, pero la mirada de la muchacha le indicaba que nada de lo que dijera iba a convencerla.—¿Eres mi madre?—Sí.—¡Dios! ¿Qué clase de mujer eres? —le cuestionó dando un paso atrás, chocando con la puerta.—Escúchame, Jazmín, todo tiene una explicación.Sofía intentó ponerse de pie con desesperación, pero sus cadenas le impidieron dar un solo paso en dirección de la joven.—No tengo nada que escuchar de ti; los dos me han engañado todo este tiempo, pero tú, Sofía, eres la peor. ¡Pretendías casarme con mi propio hermano! —gritó con horror.—¡No! ¡Eso no es verdad! —refutó al ver el asco y desprecio en los ojos de Jazmín
Es mi esposaAitor miró con cierta satisfacción cómo Diego reclamaba a Carolina para él, aunque ninguno de los dos le hubiera dicho nada, era evidente que entre ellos algo sucedía, además del notable e innegable parecido que existía entre Lucas y Diego, solo un ciego no se daría cuenta de que eran padre e hijo.Él lo había notado, pero quería una oportunidad con Carolina, lo deseaba tanto, que no le había hecho mención alguna. Ahora la situación era distinta, él se sentía atraído por otra mujer…—No vayas a tragártela —se burló Aitor.Diego dejó los labios de Carolina, le dio una mirada brutal antes de llevarse a la mujer a su oficina.Anonadados, la pareja miró la escena delante de sus ojos. Arturo y Paula estaban seguros de que se habían perdido de algo y que tendrían que investigar en qué nivel estaba la relación de Diego y Carolina.Los tres espectadores dejaron de pensar cuando la puerta de la oficina se cerró bruscamente y el sonido característico del seguro cerrándose les hizo
Siempre es un buen día para comenzar «Tu hija es mi esposa…» «Tu hija es mi esposa…» Marco Moreno se quedó de piedra al escuchar las palabras de Arturo, lo primero que cruzó por su cabeza era que el magnate le estaba gastando una broma, una muy y pesada broma. ¡Era imposible! Pero la seriedad de Arturo no ayudó a su argumento, el hombre estaba serio y su mano sobre la de Marco no se apartó. —Bromeas, ¿verdad? —No. —¡Dios, no puede ser posible! —gritó el hombre. Arturo suspiró al darse cuenta de que esta conversación no iba a ser nada fácil. —No hay ninguna broma en mis palabras, Marco, tu hija es mi esposa —reiteró. Marco se puso de pie, pero no se movió. —Es imposible, el mundo no puede ser tan pequeño —musitó. —El mundo es más pequeño de lo que te imaginas, Marco, un diminuto pañuelo —dijo, pensando en la posibilidad de haber estado casado con las dos hermanas. El pensamiento era estresante, sin embargo, admitirlo o no, no iba a cambiar las cosas. Marco lo miró en comp
¿Hermanas?Arturo no tenía idea de cómo había hecho para manejar al hospital, no sabía siquiera cuántas faltas de tránsito había cometido y a decir verdad tampoco le importaba, ya luego se encargaría de pagar las multas que tuviera que pagar, su prioridad y sus pensamientos estaban con Paula y en su bebé, el magnate rogaba porque nada malo les pasara.El hombre bajó del auto y corrió a la sala de espera para encontrarse con Diego y Carolina.—¿Qué ha pasado? ¿Dónde está Paula? —preguntó con premura.—En la sala de emergencia, estamos a la espera de tener noticias —dijo Carolina.—¿Qué fue lo que pasó?—No lo sé, señor Arturo, ella estaba en su oficina, me pidió que le trajera algunos documentos y un té, pero no sé lo que pudo ocurrir en ese breve momento que nos separamos. Cuando llegué ella estaba a punto de desmayarse.Arturo se mesó el cabello con frustración, pensando en lo que pudo haberle sucedido a su esposa.—Esta angustia es desesperante.—Trata de calmarte, hermano, Paula es
Visita inesperada Arturo tomó la mano de Paula, sabía que la había embarrado al ocultarle la verdad y por ende no podía negarse a la petición que le estaba haciendo. Con una prueba de ADN saldrían de dudas de una buena vez y por todas. El problema es que él temía que al descubrirse la verdad las cosas en su matrimonio cambiaran y no fueran para bien, Arturo no deseaba que su vida al lado de Paula se viera afectada por Pía, ya esa mujer había hecho mucho daño en vida y parecía continuar provocando dolor desde su tumba.Era como un fantasma que no se alejaba de ellos, como si estuvieran obligados a pensar en ella de una u otra manera.—Será como tú quieras, cariño, y lamento mucho no haber ido contigo y decirte la verdad —dijo.—No creas que estoy serena porque me veas así, tranquila y calmada. Dentro de mi pecho hay un torbellino de emociones, de sentimientos y hasta resentimientos que no deberían ser o estar, sin embargo, soy un ser humano y es nuestra naturaleza sentir decepción, ah