¿Qué clase de mujer eres?Sofía miró a Jazmín.—¡Responde! ¿¡Soy tu hija!? —gritó.Jazmín tenía el rostro húmedo, había escuchado lo suficiente como para hacer un juicio y darse cuenta de que toda su vida había sido una maldit4 mentira.—¿Qué haces aquí? —le preguntó Sergio, intentando cogerla de la mano.—No me toques.—Jazmín —Sofía intentó pensar en una excusa que darle, pero la mirada de la muchacha le indicaba que nada de lo que dijera iba a convencerla.—¿Eres mi madre?—Sí.—¡Dios! ¿Qué clase de mujer eres? —le cuestionó dando un paso atrás, chocando con la puerta.—Escúchame, Jazmín, todo tiene una explicación.Sofía intentó ponerse de pie con desesperación, pero sus cadenas le impidieron dar un solo paso en dirección de la joven.—No tengo nada que escuchar de ti; los dos me han engañado todo este tiempo, pero tú, Sofía, eres la peor. ¡Pretendías casarme con mi propio hermano! —gritó con horror.—¡No! ¡Eso no es verdad! —refutó al ver el asco y desprecio en los ojos de Jazmín
Es mi esposaAitor miró con cierta satisfacción cómo Diego reclamaba a Carolina para él, aunque ninguno de los dos le hubiera dicho nada, era evidente que entre ellos algo sucedía, además del notable e innegable parecido que existía entre Lucas y Diego, solo un ciego no se daría cuenta de que eran padre e hijo.Él lo había notado, pero quería una oportunidad con Carolina, lo deseaba tanto, que no le había hecho mención alguna. Ahora la situación era distinta, él se sentía atraído por otra mujer…—No vayas a tragártela —se burló Aitor.Diego dejó los labios de Carolina, le dio una mirada brutal antes de llevarse a la mujer a su oficina.Anonadados, la pareja miró la escena delante de sus ojos. Arturo y Paula estaban seguros de que se habían perdido de algo y que tendrían que investigar en qué nivel estaba la relación de Diego y Carolina.Los tres espectadores dejaron de pensar cuando la puerta de la oficina se cerró bruscamente y el sonido característico del seguro cerrándose les hizo
Siempre es un buen día para comenzar «Tu hija es mi esposa…» «Tu hija es mi esposa…» Marco Moreno se quedó de piedra al escuchar las palabras de Arturo, lo primero que cruzó por su cabeza era que el magnate le estaba gastando una broma, una muy y pesada broma. ¡Era imposible! Pero la seriedad de Arturo no ayudó a su argumento, el hombre estaba serio y su mano sobre la de Marco no se apartó. —Bromeas, ¿verdad? —No. —¡Dios, no puede ser posible! —gritó el hombre. Arturo suspiró al darse cuenta de que esta conversación no iba a ser nada fácil. —No hay ninguna broma en mis palabras, Marco, tu hija es mi esposa —reiteró. Marco se puso de pie, pero no se movió. —Es imposible, el mundo no puede ser tan pequeño —musitó. —El mundo es más pequeño de lo que te imaginas, Marco, un diminuto pañuelo —dijo, pensando en la posibilidad de haber estado casado con las dos hermanas. El pensamiento era estresante, sin embargo, admitirlo o no, no iba a cambiar las cosas. Marco lo miró en comp
¿Hermanas?Arturo no tenía idea de cómo había hecho para manejar al hospital, no sabía siquiera cuántas faltas de tránsito había cometido y a decir verdad tampoco le importaba, ya luego se encargaría de pagar las multas que tuviera que pagar, su prioridad y sus pensamientos estaban con Paula y en su bebé, el magnate rogaba porque nada malo les pasara.El hombre bajó del auto y corrió a la sala de espera para encontrarse con Diego y Carolina.—¿Qué ha pasado? ¿Dónde está Paula? —preguntó con premura.—En la sala de emergencia, estamos a la espera de tener noticias —dijo Carolina.—¿Qué fue lo que pasó?—No lo sé, señor Arturo, ella estaba en su oficina, me pidió que le trajera algunos documentos y un té, pero no sé lo que pudo ocurrir en ese breve momento que nos separamos. Cuando llegué ella estaba a punto de desmayarse.Arturo se mesó el cabello con frustración, pensando en lo que pudo haberle sucedido a su esposa.—Esta angustia es desesperante.—Trata de calmarte, hermano, Paula es
Visita inesperada Arturo tomó la mano de Paula, sabía que la había embarrado al ocultarle la verdad y por ende no podía negarse a la petición que le estaba haciendo. Con una prueba de ADN saldrían de dudas de una buena vez y por todas. El problema es que él temía que al descubrirse la verdad las cosas en su matrimonio cambiaran y no fueran para bien, Arturo no deseaba que su vida al lado de Paula se viera afectada por Pía, ya esa mujer había hecho mucho daño en vida y parecía continuar provocando dolor desde su tumba.Era como un fantasma que no se alejaba de ellos, como si estuvieran obligados a pensar en ella de una u otra manera.—Será como tú quieras, cariño, y lamento mucho no haber ido contigo y decirte la verdad —dijo.—No creas que estoy serena porque me veas así, tranquila y calmada. Dentro de mi pecho hay un torbellino de emociones, de sentimientos y hasta resentimientos que no deberían ser o estar, sin embargo, soy un ser humano y es nuestra naturaleza sentir decepción, ah
Encuentro esperado Paula miró a Arturo al escuchar las palabras del ama de llaves.—¿Qué es lo que hacen ellos aquí? —preguntó molesta.—No lo sé, y créeme que para disculparse de sus falsas acusaciones no es —respondió Arturo con seriedad.Paula dio un paso en dirección de la puerta dispuesta a enfrentar a los supuestos padres de Pía, pero la mano firme de Arturo le impidió continuar.—¿Qué haces?—Voy a dejarles un par de cosas muy claras —respondió Paula con enfado.—No lo harás.—¿Qué?—Confía en mí, Paula, deja que esta vez me haga cargo de ellos.—Pero…—Por favor confía en mí, llévate a Alejandro y sube a la habitación —pidió, su voz era suave, pero firme y Paula no pudo ni quiso discutir con Arturo.—Está bien —accedió al encontrarse con la mirada de Alejandro.—Cuida a mamá, campeón.—Me haré cargo de ella, haz lo que tengas que hacer, papá —aseguró el pequeño.Arturo esperó a que Paula y Alejandro no estuvieran a la vista para pedirle al ama de llaves que los condujera al d
Sentimientos. —¿Estás lista? —preguntó Arturo una vez que se encontraron en las afueras del centro penitenciario de hombres.—Para ser honesta, tengo sentimientos encontrados. Mientras estoy aquí de pie, esperando conocer a un hombre que creí estaba muerto, tengo a mi abuela esperando por mí en la casa donde crecí. Donde pasé penas, muchas penas, pero donde también fui feliz.—Cariño.—Qué complicado es el ser humano, esperando por lo desconocido, mientras hago esperar lo que siempre fue parte de mí —pronunció con lágrimas en los ojos.—Necesitas tiempo, Paula, es todo.Pula asintió, pero no puedo decir nada más al escuchar las puertas, abrirse y ver salir de ahí a un hombre.La joven sabía que, de no haber visto la foto en los documentos de investigación, jamás lo habría relacionado con ella, quizá lo hubiese encontrado en su camino y nunca hubiese podido imaginar que ese hombre y su padre eran la misma persona.Marco caminó con lentitud, tenía la cabeza gacha, la luz le incomodaba
Jugada maestraCarolina esperó ansiosa la llegada de Diego en el estacionamiento, su mirada estaba puesta en todos los sitios y se aseguró de quedar frente a una de las cámaras de seguridad por cualquier eventualidad.—¿Qué te pasa, mami, estás temblando? —preguntó Lucas.Carolina tragó saliva.—Estoy cansada, cariño, hemos tenido algunos días duros de trabajo —dijo como excusa.—Creo que la culpa es de esa mujer que se te acercó hoy en la puerta del colegio, se veía muy enojada. ¿Por qué mami? —preguntó de nuevo.—No olvides su rostro, cariño, si esa mujer se te acerca aléjate de ella, por favor —pidió Carolina arrodillándose frente a su hijo.—Está bien, mami, pero tú también debes tener cuidado —le recomendó Lucas.—Te lo prometo —respondió dejándole un beso en la frente.Carolina acarició el rostro de su hijo, sentía un miedo horrible que no podía explicar, se sentía observada, pero por más que miraba a todos lados, no había más que autos y nada más.La mujer respiró con alivio en