Regina no sabía cómo sentirse y su corazón estaba desbocado en el pecho al ver el regalo que Alecksander le había comprado. No era de felicidad, ni entusiasmo, tampoco decepción, pero sí escondía cosas que ella no quería admitir en ese preciso momento. Él estaba con una sonrisa casi eufórica en la cara, así que no quiso arruinar el momento. Frente a ella, un flamante y magnífico VMW plateado con un moño rojo en el capó.—Si no te agrada el color podemos cambiarlo por uno que te guste —dijo Alecksander tratando de descifrar sus emociones.Ella negó, quizás con demasiado énfasis.—No, no. Es hermoso… solo no me esperaba algo así… —se acercó y tocó el reluciente automóvil que ahora era suyo.—¿Por qué no? Necesitas un auto en el que puedas movilizarte…—Porque seguramente es demasiado costoso…—¡Bah! —Alecksander se acercó y lo abrió para ella—. No hay nada suficientemente costoso cuando se trata de ti. Regina tenía un nudo en la garganta cuando entró y se sentó en el asiento del conduc
Alecksander regresó completamente calado por la lluvia a la mansión. Correr siempre era la solución para él cuando el cansancio o las emociones lo sobrepasaban. Había pasado por varias etapas de reflexión, primero furioso y herido, y luego arrepentido y avergonzado. Por un momento, sintió que podía tener una respuesta positiva de ella. Que tomaría las flores, que estaría feliz, y que al fin él podría besarla en los labios, sostenerla mientras dormía en sus brazos y hacerle amor. Se repitió así mismo que era un tonto, un hombre débil y estúpido que se humilla por la atención de una mujer. Pero tampoco debió hacer caso a Lina cuando le dijo “regálale flores”, cuando le pidió consejos para ganarse el cariño de Regina. Tampoco debió asumir que esas flores a las que ella se refería, serían las de cortejo. Debió darle tiempo, comprender la forma en que ella se sentía y no ser apresurado e impaciente. Tampoco debió gritarle, ni decirle esas cosas horribles que dijo.Mientras la lluvia lo e
Regina despertó a media mañana y antes de abrir los ojos sintió el delicioso aroma de las sábanas que la cubrían. Olía al sol en el bosque después de una tormenta, a chocolate y a tabaco, y también al perfume favorito de Alecksander, mezclado con un aroma dulce y suave. Sintió la calidez del sol en el cuerpo, inundando la habitación con la luz de un nuevo día. Aunque le dolía un poco el cuerpo, se sentía a gusto y cómoda en el suave colchón. Al fin abrió los ojos perezosos, con el recuerdo de unos brazos fuertes alrededor de su cuerpo, y el color rojo apareció frente a ella, tapando todo el panorama.Jadeó cuando sus ojos se acostumbraron a la luz y pudo distinguir el hermoso ramo de rosas rojas que reposaba en la almohada. No respiró mientras se incorporaba, y el corazón le latía fuerte cuando lo tomó y lo presionó con delicadeza contra el pecho, enterrando la nariz entre sus pétalos. Cerró los ojos y la imagen de Alecksander apareció en su cabeza, más hermoso, más fuerte, más impon
Alecksander escuchó el suave llanto de Regina en la oscuridad de la habitación. Le dolía verla sufrir y sentir esas emociones decaídas a través del vínculo. Se acercó a ella en la cama y la abrazó por detrás. Ella se volteó y se acomodó bien entre sus brazos.—Me duele —dijo llorosa. —Lo sé, mi amor. Era tu padre —le acarició la espalda como forma de consuelo—. ¿Quisieras hacer algo para conmemorarlo?—No. No realmente. Sé que tengo que salir adelante, sacar adelante a Leyla.Alecksander asintió.—¿Quieres que salgamos con Leyla mañana? Podríamos llevarla a almorzar afuera y luego al cine.—¿De verdad? —preguntó y se secó las lágrimas. Alecksander asintió de nuevo—. Me encantaría.—Entonces iremos. También quisiera que tú… solo si quieres, no estás obligada…—Dime… —la mano de Regina acarició con suavidad el brazo fuerte de Alecksander.—Me refiero a que tú visitaras a nuestra tribu, los lugares donde viven las manadas humildes —propuso—. O que tú me acompañaras a alguna reunión impo
Advertencia: contenido sexual explícito.Apenas se separaron cuando Alecksander la depositó en la cama que tantas noches habían compartido ya. Fue sobre ella dos respiraciones después para continuar besándola. El cuerpo de Regina se encendía en llamas con aquel hombre fuerte y poderoso sobre ella. Gimió cuando Alecksander dejó su boca y descendió por el mentón hasta su cuello, mientras sus grandes manos le recorrían las caderas y los costados. Aprovechando la abertura de su camisa desabrochada, metió las manos y le acarició la espalda fibrosa, con su piel ligeramente bronceada tan suave como el terciopelo. El gemido ronco que escuchó por su tacto la encendió y la hizo arquear la espalda. Sus pechos se elevaron y Alecksander no dudó en apartar la única prenda negra que los cubría en ausencia de sostén. Uno de ellos quedó desnudo, con el pezón erecto y excitado.Un grito ahogado de placer salió de su garganta cuando Alecksander lo metió en su boca y lo chupó con ansias. Le tiró del pel
Mi amada R.,Te escribo porque es la única forma que tengo de encontrar un poco de tranquilidad, sin embargo, espero con todas mis fuerzas llegar a casa antes que esta carta. Te prometo, mi amor, que ninguno de tus miedos son insignificantes para mí y que llegaré al fondo de esta situación y haré pagar a cualquiera que sea el culpable. Dejarte sola ha sido un error cuando parece que nuestros enemigos salen al asecho. Puedes estar segura de que no tendré compasión de ellos, pero, mientras regreso a tu lado, ve a casa de L. y mantente a salvo; yo me pondré en camino de inmediato.No olvides que amo cada una de tus pestañas.Tuyo,A.R.Junio, 1721***Regina estaba frente al espejo del vestidor tratando de hacerse un maquillaje decente lo más rápido posible. Traía puestos únicamente las bragas y el sostén, y en un perchero estaba colgando su vestido verde esmeralda de satén. Gruñó cuando otra vez el delineado le quedó mal, se limpió con el algodón empapado de crema desmaquilladora y lo i
Regina despertó cuando su cuerpo ya no necesitaba descansar más. La claridad del día parecía más fuerte de lo usual, pero eso era porque estaba a punto de ser mediodía, y porque el vino de la noche anterior pasaba la factura. Lo primero que hizo fue girarse y buscar a Alecksander, pero su lado de la cama estaba vacío y frío. Lo extrañó de inmediato, pero al incorporarse, se fijó que sobre la mesita de noche descansaba una nota.“Espero regresar antes de que despiertes, si no lo hago, por favor desayuna. Volveré tan pronto como me sea posible para llenarte de besos.Tuyo,A.E.R.”Sonrió como una tonta al leer la última parte de la nota, deseando que regresara. Se levantó al tiempo que avisaba a Sussy para que le subiera el desayuno. Pensado en que más tarde iría con Alecksander al carnaval de Luna Llena, escogió la ropa: skinny jeans con zapatillas y una camiseta. Cuando salió de la ducha, Sussy ya le había puesto el desayuno y Alecksander aún no estaba de regreso. Para distraerse, to
Ellos tenían hospitales para la gente de su raza y también médicos que se habían especializado en todas las áreas para atender cualquier padecimiento de sus cuerpos extraordinarios. Eran tan parecidos a los humanos comunes, pero a la vez tan diferentes que no podían permitirse ser examinados por alguien que no conociera cada una de sus particularidades, a pesar de que también eran afectados por casi las mismas enfermedades.Alecksander dejó que Regina se quedara en la sala de espera y fue solo y preocupado al encuentro de su padre a la habitación privada que le indicaron. Al entrar, lo encontró con los ojos cerrados y con oscuras ojeras al rededor y, más que pálido, tenía una tonalidad amarillenta en el rostro y en toda la piel visible. Supo que estaba sufriendo con solo ver el rictus de su expresión. Lo vio abrir los ojos con lentitud.—Mi hijo… —dijo con voz cansada.—¿Te duele? ¿Te han puesto medicamentos? —preguntó afligido mientras se acercaba a la cama de hospital donde descans