VI - Padre e Hijo

Ellos tenían hospitales para la gente de su raza y también médicos que se habían especializado en todas las áreas para atender cualquier padecimiento de sus cuerpos extraordinarios. Eran tan parecidos a los humanos comunes, pero a la vez tan diferentes que no podían permitirse ser examinados por alguien que no conociera cada una de sus particularidades, a pesar de que también eran afectados por casi las mismas enfermedades.

Alecksander dejó que Regina se quedara en la sala de espera y fue solo y preocupado al encuentro de su padre a la habitación privada que le indicaron. Al entrar, lo encontró con los ojos cerrados y con oscuras ojeras al rededor y, más que pálido, tenía una tonalidad amarillenta en el rostro y en toda la piel visible. Supo que estaba sufriendo con solo ver el rictus de su expresión. Lo vio abrir los ojos con lentitud.

—Mi hijo… —dijo con voz cansada.

—¿Te duele? ¿Te han puesto medicamentos? —preguntó afligido mientras se acercaba a la cama de hospital donde descans
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