La puerta de la habitación fue tocada mientras ella estaba leyendo otra vez. La verdad era que no podía concentrarse y solo estaba con el libro en el regazo mientras su mente estaba pensando en lo que había ocurrido.Alecksei había agarrado del cuello a aquel pobre sujeto y lo había estampado contra la pared en su presencia, después de que ella le dijera que varias veces lo había descubierto espiándola. No esperó ese tipo reacción en absoluto. Pensó que Alecksei iba a excusar a su sirviente de alguna forma, pero, al contrario, se mostró indignado y furioso, y se lo había llevado prácticamente a rastras.Sin que nadie se lo dijera, supo que le daría una paliza.Se levantó de sillón frente a la chimenea para abrir la puerta y ver quién llamaba. Ahí estaba Alecksei, tan parecido a Alecksander, pero a la vez tan distinto. Tenía las manos en los bolsillos de sus jeans y una actitud discreta.Ella se quedó callada al verlo y esperó a que dijera algo.—He venido a pedirte disculpas —le dijo
Ella los había visto y eso le había dolido en lo más profundo de su corazón. Todos los días Alecksander se iba temprano en la mañana y regresaba tarde, aunque el clima fuera más severo cada día, y se iba con ella, lo sabía, aunque nadie se lo dijera. Los había visto ese día salir del bosque, juntos, y se los imaginó corriendo. Se la imaginó a ella desnuda, frente a él, justo después de transformarse. Y también a él, sin pudor, mostrando el cuerpo que ella había creído que le pertenecía.Se había enrollado en el sofá y había contenido las lágrimas, negándose a llorar en esa situación en la que se encontraba.Poco después él había entrado en la habitación y ella cerró los ojos para no verlo. Sintió el beso en la frente, luego en la nariz, y por último en los labios. Olía al bosque y al sol cuando sale después de una tormenta, a nieve y al perfume que a ella tanto le había gustado. Pero también olía a menta, fuerte, picante, así como ella.Se preguntó, sin abrir los ojos, hasta dónde so
Querida L.,Perdona que tardara tanto en enviarte una respuesta y que te ruegue ahora que te prepares con premura; no soporto más esta situación y, aunque lo intenté, debo darme por vencida. En los próximos días A. irá al pueblo y te llevará lo acordado, luego espera mi llegada a cualquier hora de la noche. Te veo pronto si no he muerto antes.Con amor, R.Octubre, 1721***—¿Qué edad tiene? ¿Es virgen? —preguntó el extraño con una voz profunda y una mirada dominante que la redujo al instante. Era tan alto y tan imponente, con su pelo gris y un porte que gritaba poder en cada movimiento. Se inclinó un poco frente a ella y buscó su aroma.Regina se aterrorizó, pero su cuerpo no respondió a las alarmas que se encendieron en su cerebro. No entendía nada, su padre la llamó y ella bajó a la sala de estar, ahí se encontró con que tenían visitas, personas que ella nunca había visto.—Recién cumplió diecinueve. Estoy seguro de que es virgen —respondió su padre al extraño. Ella miró al hombre
La descripción de Víctor no le había hecho justicia en absoluto a la belleza de la mujer que tenía enfrente. Era pequeña, era delgada también, pero además, su cabello parecía el de una diosa, tan negro como la obsidiana. El primer pensamiento de Alecksander al verla fue curiosidad sobre cómo se vería transformada. Y era su rostro delicado, de rasgos finos y labios gruesos, las mejillas de un tono rosado suave que combinaban perfecto con sus ojos de color azul cielo. En ese momento no parecían tan calculadores, sino más bien asustados. Y luego ella bajó la mirada de nuevo.—Toma mi mano —le dijo, el brazo de ella se movió instintivamente y sus manos se juntaron. La levantó del suelo porque ahora debían proseguir la ceremonia juntos. Nunca pensó que la elección de su padre sería tan acertada de acuerdo a sus gustos, tampoco imaginó que con la escasez de familias con linaje puro, encontraran a una mujer tan adecuada en edad y apariencia para él. Así que no se estaba sintiendo desdichado
Había vuelto a quedarse dormida cuando se acostó en la cama nuevamente, angustiada por Leyla. Cuando despertó y miró la habitación, asimilando de nuevo dónde se encontraba y cuál era su situación, vio que el balcón lateral estaba abierto y que el aire cálido del verano se filtraba y hacía mover las cortinas de lino. Se levantó porque necesitaba empezar a conocer el lugar, si es que quería escapar lo más pronto posible. El viento movió su sedoso cabello negro cuando salió al balcón, sintiendo un poco de la libertad con la que siempre fue dichosa. El sol ya no estaba tan alto, así supo que se había quedado dormida durante mucho tiempo; quizás las tres o un poco más. Lo primero que observó fue el cielo, azul en esa parte, pero oscuro a lo lejos, como si en otro lugar se estuviera desatando una gran tormenta. Luego miró el bosque, sabía muy bien que estaba ahí porque lo vio al llegar hacía dos días. Lo atravesaron en auto, por una carretera asfaltada solitaria, unos tres o cuatro kilómet
Le pareció maravilloso y completamente oportuno, que fuera una tarde de mucho viento, por la única y sencilla razón de que Regina llevaba el cabello suelto y se agitaba libre y salvaje. No había dejado de pensar en ella todo el día. Con cada uno de sus movimientos la tuvo presente en su mente, porque no podía encontrar una forma en la que ella no fuese la mujer perfecta para él. Tal vez estaba alucinado por tener una esposa bella y joven que despertaba en él los instintos naturales de un macho alfa protector, pero no le importaba, porque al final de cuentas, aunque no la haya elegido él, al menos no era una frívola, falsa y codiciosa mujer como las que tanto lo perseguían y de las que ya estaba tan cansado.Regina era algo nuevo, alguien que le gustaba para mantener a su lado, para ser una compañera y un refugio. Sentirse así de afortunado hacía que no pudiera sacarla de su mente y quería saber absolutamente todo de ella. Pero habían bajado en silencio, Regina parecía absorta en sus p
Cuando Regina despertó el siguiente día, Alecksander ya no estaba, solo quedaba el aroma de él en la cama y el de su perfume diluido en el aire. Esta vez se quedó ahí, abrazando la almohada, incluso cuando le llevaron el desayuno. Por una parte, se sentía más tranquila porque Alecksander no parecía querer intimar con ella en las noches y eso la aliviaba. Pero lo que verdaderamente le afectaba, era no saber absolutamente nada de Leyla, se sentía deprimía a tal punto de dejar a un lado sus planes.Todavía estaba en la cama, enrollada en sí misma, solo respirando e ignorando todas las veces que Sussy dijo que haría un gran día para tomar el té afuera.—¿Quiere el desayuno ahora o prefiere que le prepare la tina? —le preguntó la chica, tal vez cansada de verla inerte, pero escucharon que llamaban a la puerta y ya no tuvo que contestar porque Sussy fue rápido a ver quién era.Fue entonces que decidió levantarse y poner los pies fuera de la cama, necesitaba continuar con su vida y hacer lo
Los días siguientes fueron similares, Alecksander se iba temprano en la mañana y ella se quedaba sola, leía, bajaba a los jardines a leer más, se aburría, paseaba a la orilla del bosque y luego se reunía con Alecksander para cenar. Aunque a veces pensaba en su plan de escapar, ahora lo veía como algo que nunca podría realizar por sí misma sin morir en el intento. No quería eso, así que lo había relegado hasta tener opciones más viables.—Regina… —la voz de Alecksander sonó en su cabeza—. Regina… —se había relajado tanto durmiendo al lado del alfa que su sueño se volvió profundo y abandonó la orilla de la cama para estar a sus anchas en el espacio que le correspondía—. Regina…Abrió los ojos y vio que todo estaba oscuro aún, así que pensó que la voz de Alecksander solo sonó en sus sueños.—Regina, dormilona…—¿Qué? —dijo adormilada—. ¿Qué pasa?—Voy a correr, ¿quieres venir conmigo?—¿A correr? ¿Qué hora es? —indagó, sus ojos querían volver a cerrarse.—De madrugada. Tardará una hora o