Querida L.,Te he extrañado tanto. Espero que te encuentres bien, y a pesar de los últimos acontecimientos, yo estoy bien. Necesito hablar contigo porque me he enterado de algunas cosas que me erizan por completo. Tú eres la persona en quien más confío después de A. y quiero pedirte que hagas algunas investigaciones por mí. Por otra parte, A. quiere que me vaya al Norte por un tiempo, dice que con mi familia estaré más segura. Él teme de verdad que se aproxime una guerra y yo no sé qué hacer. Con amor, R.Julio, 1721***La nieve empezaba a caer lentamente desde un cielo invernal con nubes espesas del color del plomo. Era un día oscuro y muy frío, pero ella tenía responsabilidades que cumplir, que le calentaban el alma y el corazón. Conducía un todoterreno con cadenas para la nieve, así que se sentía segura mientras regresaba de las afueras de la ciudad. En los últimos cuatro meses se había tomado con mucha seriedad las necesidades de su gente. Había inaugurado dos escuelas y dos c
Afuera se había desatado una verdadera nevada, pero a Alecksander no le importó mientras iba por Regina al lugar donde le habían indicado.Su sangre hervía por la necesidad de venganza y su cuerpo temblaba por la impotencia de haber escuchado a su mujer tan asustada. Había sido su error ceder a sus insistencias de salir libremente de la mansión, pero se aseguraría que eso no pasara otra vez mientras las cosas no estuvieran controladas. Ella era su vida, y ahora también sus hijos, y los enemigos sabían que era su mayor debilidad. ¿Cómo había permitido que un fallo tan grande sucediera? Si algo le pasaba a ella y a sus hijos, no quedaría nada de él. Absolutamente nada.Comprendió cuán frágiles eran en realidad, y que, a pesar de darlo todo para proteger a los que amaba, las cosas podían precipitarse hacia un desastre con el más mínimo descuido. Él tenía la responsabilidad de preverlo todo, de tener una estrategia, y de no subestimar todas las opciones que le garantizaran mantener la
Los ataques de los nómadas han continuado y los grupos que están en contra de las decisiones de mi esposo están creciendo. Hoy estaba por salir a pasear a los jardines, cuando he visto a los amigos de mi cuñado llegar. Ahora que sé que tiene sentimientos por mí, no soy capaz de acercarme, pero mi intuición me decía que tenía que averiguar los motivos de aquella reunión.Me acerqué al salón donde estaban reunidos, arriesgándome a ser vista en un ala que no era la mía y en la que no tendría que estar haciendo nada. No logré escuchar todo lo que decían, pero hablaban de hacer negociaciones con ciertas familias de mucho poder.No los escuché decir nada sobre una posible rebelión interna, pero sé que de eso se trataba. Están organizándose para hacer caer a mi marido. No tengo dudas, porque si mi esposo es derrocado, el poder pasará, por derecho de sucesión, a él. Yo no estoy embarazada, así que todavía no hay herederos que fortalezcan el mandato de mi esposo. Sangré hace unos días y no e
La puerta de la habitación fue tocada mientras ella estaba leyendo otra vez. La verdad era que no podía concentrarse y solo estaba con el libro en el regazo mientras su mente estaba pensando en lo que había ocurrido.Alecksei había agarrado del cuello a aquel pobre sujeto y lo había estampado contra la pared en su presencia, después de que ella le dijera que varias veces lo había descubierto espiándola. No esperó ese tipo reacción en absoluto. Pensó que Alecksei iba a excusar a su sirviente de alguna forma, pero, al contrario, se mostró indignado y furioso, y se lo había llevado prácticamente a rastras.Sin que nadie se lo dijera, supo que le daría una paliza.Se levantó de sillón frente a la chimenea para abrir la puerta y ver quién llamaba. Ahí estaba Alecksei, tan parecido a Alecksander, pero a la vez tan distinto. Tenía las manos en los bolsillos de sus jeans y una actitud discreta.Ella se quedó callada al verlo y esperó a que dijera algo.—He venido a pedirte disculpas —le dijo
Ella los había visto y eso le había dolido en lo más profundo de su corazón. Todos los días Alecksander se iba temprano en la mañana y regresaba tarde, aunque el clima fuera más severo cada día, y se iba con ella, lo sabía, aunque nadie se lo dijera. Los había visto ese día salir del bosque, juntos, y se los imaginó corriendo. Se la imaginó a ella desnuda, frente a él, justo después de transformarse. Y también a él, sin pudor, mostrando el cuerpo que ella había creído que le pertenecía.Se había enrollado en el sofá y había contenido las lágrimas, negándose a llorar en esa situación en la que se encontraba.Poco después él había entrado en la habitación y ella cerró los ojos para no verlo. Sintió el beso en la frente, luego en la nariz, y por último en los labios. Olía al bosque y al sol cuando sale después de una tormenta, a nieve y al perfume que a ella tanto le había gustado. Pero también olía a menta, fuerte, picante, así como ella.Se preguntó, sin abrir los ojos, hasta dónde so
Querida L.,Perdona que tardara tanto en enviarte una respuesta y que te ruegue ahora que te prepares con premura; no soporto más esta situación y, aunque lo intenté, debo darme por vencida. En los próximos días A. irá al pueblo y te llevará lo acordado, luego espera mi llegada a cualquier hora de la noche. Te veo pronto si no he muerto antes.Con amor, R.Octubre, 1721***—¿Qué edad tiene? ¿Es virgen? —preguntó el extraño con una voz profunda y una mirada dominante que la redujo al instante. Era tan alto y tan imponente, con su pelo gris y un porte que gritaba poder en cada movimiento. Se inclinó un poco frente a ella y buscó su aroma.Regina se aterrorizó, pero su cuerpo no respondió a las alarmas que se encendieron en su cerebro. No entendía nada, su padre la llamó y ella bajó a la sala de estar, ahí se encontró con que tenían visitas, personas que ella nunca había visto.—Recién cumplió diecinueve. Estoy seguro de que es virgen —respondió su padre al extraño. Ella miró al hombre
La descripción de Víctor no le había hecho justicia en absoluto a la belleza de la mujer que tenía enfrente. Era pequeña, era delgada también, pero además, su cabello parecía el de una diosa, tan negro como la obsidiana. El primer pensamiento de Alecksander al verla fue curiosidad sobre cómo se vería transformada. Y era su rostro delicado, de rasgos finos y labios gruesos, las mejillas de un tono rosado suave que combinaban perfecto con sus ojos de color azul cielo. En ese momento no parecían tan calculadores, sino más bien asustados. Y luego ella bajó la mirada de nuevo.—Toma mi mano —le dijo, el brazo de ella se movió instintivamente y sus manos se juntaron. La levantó del suelo porque ahora debían proseguir la ceremonia juntos. Nunca pensó que la elección de su padre sería tan acertada de acuerdo a sus gustos, tampoco imaginó que con la escasez de familias con linaje puro, encontraran a una mujer tan adecuada en edad y apariencia para él. Así que no se estaba sintiendo desdichado
Había vuelto a quedarse dormida cuando se acostó en la cama nuevamente, angustiada por Leyla. Cuando despertó y miró la habitación, asimilando de nuevo dónde se encontraba y cuál era su situación, vio que el balcón lateral estaba abierto y que el aire cálido del verano se filtraba y hacía mover las cortinas de lino. Se levantó porque necesitaba empezar a conocer el lugar, si es que quería escapar lo más pronto posible. El viento movió su sedoso cabello negro cuando salió al balcón, sintiendo un poco de la libertad con la que siempre fue dichosa. El sol ya no estaba tan alto, así supo que se había quedado dormida durante mucho tiempo; quizás las tres o un poco más. Lo primero que observó fue el cielo, azul en esa parte, pero oscuro a lo lejos, como si en otro lugar se estuviera desatando una gran tormenta. Luego miró el bosque, sabía muy bien que estaba ahí porque lo vio al llegar hacía dos días. Lo atravesaron en auto, por una carretera asfaltada solitaria, unos tres o cuatro kilómet