La noche estaba abrumadoramente oscura. La luna había sido ocultada por una masa espesa de nubes que no dejaba traspasar ni la más mínima claridad esperanzadora. El viento helaba y Regina temblaba a pesar de llevar puesta la chaqueta que aún conservaba el calor de Alecksander. Ella podía sentir las emociones viscerales que en ese momento flotaban en el aire y tuvo que hacer uso de una gran fuerza de voluntad, para no resquebrajarse ella misma. —Si es demasiado, ve al auto, cariño —le murmuró Alecksander mientras se dirigían a la casita de la que había salido aquel grito desgarrador.Un hombre joven había salido al encuentro de Alecksander y Víctor le explicó que era la persona que lo había llamado. Era un alfa, y le había suplicado, entre lágrimas, por venganza. Alecksander lo agarró de los hombros, lo miró a los ojos con toda la convicción plasmada en ellos, y le prometió que no quedaría ni una sola alma que no fuera vengada.Las palabras de Alecksander le otorgaron al hombre la tem
Los días que le siguieron a la masacre de la tribu Yue, Regina poco miró a Alecksander. Ella aún dormía cuando él se iba y Alecksander regresaba tarde por la noche, incluso le había pedido que no lo esperara despierta. Ella sentía sus besos, sus caricias, y escuchaba sus murmullos amorosos cuando se metía en la cama, pero tenía tanto sueño que no se despertaba totalmente. Se giraba y se acomodaba en sus brazos para seguir durmiendo.Se despertó tardísimo ese día, con el cuerpo pesado y aún somnolienta, como si no hubiera dormido lo suficiente. A pesar de eso se levantó y apenas desayunó. Después se fue corriendo a ver a su suegro.Cuando iba por el pasillo que daba a la habitación del Lobo Negro, se encontró a una de las sirvientas, la que le daba el té. Ella agachó la cabeza al verla, pero Regina la detuvo.—¿Le llevaste el té? —preguntó, sabiendo que había pasado ya la hora. El día anterior su suegro no lo había tomado mientras ella estuvo ahí, porque estaba sumido en la inconscienc
Alecksander salió de la ducha con una toalla al rededor de la cintura y con otra se secaba el pelo. Estaba en el apartamento de Víctor y se disponía a arreglarse para llevar a Regina a cenar. Le había pedido que se pusiera guapa, así que él no pretendía llegar con olor a sudor y a tierra.Se había pasado casi todo el día rastreando a los nómadas, con Alistair y Ariana. Habían organizado a las tribus más fuertes de las cercanías para que les ayudaran, ya que a esas alturas la noticia de lo acontecido con la tribu Yue se había esparcido y la indignación y el miedo se había instalado en toda su gente.No habían obtenido resultados. Los nómadas eran los mejores en escabullirse sin dejar rastro, y eso lo tenía furioso y estresado. Incluso se habían movilizado hasta las tierras del oriente, donde los nómadas habían permanecido en los últimos meses, pero no había ni una huella de ellos.No le había dado tregua a la búsqueda y apenas descansó, tampoco había tenido el tiempo que deseaba con su
Él lo recordaba todo. La maldición que los dioses le habían dado era tener una memoria excepcional y habían sellado su nefasto destino con una mancha blanca justo en el pecho.Eso había determinado su existencia.Tenía apenas tres años, pero lo recordaba. No claramente, pero sí las cosas cruciales. Estaba jugando en el salón principal y había mucha gente porque estaban celebrando algo. Su cuerpo empezó a cosquillear porque quería alcanzar un juguete que su madre había dejado lejos de él sobre la mesa. El cosquilleo se hizo más intenso, fluyó a través de su sangre y sus huesos crujieron. De pronto estaba a cuatro patas sobre la mesa, confundido y con las piernas blandas. No entendió nada, pero cuando quiso tomar su juguete, se encontró con sus garras.El salón entero se silenció y todos los ojos lo miraron con horror. Su madre profirió tal grito que los cimientos de su casa se sacudieron. Los murmullos comenzaron, lo señalaron, dijeron cosas que él no entendía. Su padre apareció delan
El altar había sido montado frente a la cripta familiar, en el interior del bosque, hogar ancestral de los lobos, y lugar donde los hijos de la luna iban al encuentro con la muerte. Lo había hecho él mismo, con la espalda llena de los símbolos de la muerte, del dolor y del luto. Alecksei y Alistair le ayudaron, como era el ritual, que indicaba que el heredero y los alfas de la familia prepararan el sendero hacia la eternidad en el más allá, para el difunto Lobo Negro. Tres noches de duelo y tributos eran guardadas antes de los rituales sepulcrales, tres días donde las tribus se acercaban para rendir respetos a su alfa fallecido.Alecksander regresó a la mansión con las manos sucias, el corazón dolorido y profundamente enojado. No podría entender jamás cómo su padre se había dejado morir sin luchar, sin hacer el más mínimo esfuerzo por recuperarse. No supieron lo que le pasaba porque no permitió que se hicieran más exámenes médicos, ni que se le aplicarán más medicamentos que los nec
12 de mayo de 1721La desgracia se ha cernido sobre nosotros como una tormenta enfurecida que no cesa. Una rebelión se desató hace algunas semanas. Me dijeron que fueron los nómadas que defienden su libre tránsito y nuestra gente se ha enfrentado a ellos por la invasión de sus tierras. Todo se salió de control. Más de tres docenas de muertos en la primera reyerta. Ha sido horrible.Luego la devastación de una tribu completa. Los arrasaron sin piedad, sin que ellos pudieran defenderse. Al parecer utilizaron hierbas para provocar el sueño profundo e hicieron la humareda mientras todos estaban dormidos. No quedó una sola persona con vida. Estaban en sus camas, con las gargantas abiertas cuando los han encontrado.Y hace una semana, el Lobo Negro murió asesinado en una cruel emboscada. Utilizaron armas humanas, como viles cobardes, y le han quitado la vida indignamente mientras iba en su carruaje para hacer negociaciones con los nómadas. La casa se llenó de luto y vinieron de todas part
Querida L.,Te he extrañado tanto. Espero que te encuentres bien, y a pesar de los últimos acontecimientos, yo estoy bien. Necesito hablar contigo porque me he enterado de algunas cosas que me erizan por completo. Tú eres la persona en quien más confío después de A. y quiero pedirte que hagas algunas investigaciones por mí. Por otra parte, A. quiere que me vaya al Norte por un tiempo, dice que con mi familia estaré más segura. Él teme de verdad que se aproxime una guerra y yo no sé qué hacer. Con amor, R.Julio, 1721***La nieve empezaba a caer lentamente desde un cielo invernal con nubes espesas del color del plomo. Era un día oscuro y muy frío, pero ella tenía responsabilidades que cumplir, que le calentaban el alma y el corazón. Conducía un todoterreno con cadenas para la nieve, así que se sentía segura mientras regresaba de las afueras de la ciudad. En los últimos cuatro meses se había tomado con mucha seriedad las necesidades de su gente. Había inaugurado dos escuelas y dos c
Afuera se había desatado una verdadera nevada, pero a Alecksander no le importó mientras iba por Regina al lugar donde le habían indicado.Su sangre hervía por la necesidad de venganza y su cuerpo temblaba por la impotencia de haber escuchado a su mujer tan asustada. Había sido su error ceder a sus insistencias de salir libremente de la mansión, pero se aseguraría que eso no pasara otra vez mientras las cosas no estuvieran controladas. Ella era su vida, y ahora también sus hijos, y los enemigos sabían que era su mayor debilidad. ¿Cómo había permitido que un fallo tan grande sucediera? Si algo le pasaba a ella y a sus hijos, no quedaría nada de él. Absolutamente nada.Comprendió cuán frágiles eran en realidad, y que, a pesar de darlo todo para proteger a los que amaba, las cosas podían precipitarse hacia un desastre con el más mínimo descuido. Él tenía la responsabilidad de preverlo todo, de tener una estrategia, y de no subestimar todas las opciones que le garantizaran mantener la