X - Masacre

El piso de Lina estaba en un lujoso edificio de condominios muy cerca del centro de la ciudad, en una zona bastante exclusiva. Regina pasó por helado, pensando en que una tarde de chicas no es nada si no hay helado y, encontrando una floristería frente al supermercado, se le ocurrió comprarle un ramo a su amiga. Esperaba que unas preciosas margaritas le alegraran el día.

Después de que Lina autorizara su ingreso a la portería, Leyla y ella subieron en el ascensor, y al tocar el timbre del portal de su cuñada, la vio aparecer, completamente irreconocible. Lina tenía el cabello completamente negro y sus vivaces ojos verdes, mucho menos brillantes y rodeados de unas oscuras ojeras.

—¡Oh, Lina! —lo lamentó Regina y la abrazó con fuerza.

Cuando le entregó las flores, los ojos de Lina se llenaron de lágrimas, pero en medio de unos pucheros incontenibles, se forzó a sonreír.

—No me hagas caso. ¡Estoy bien! ¡Estoy bien! —se apresuró a decir mientras se secaba los lagrimales—. ¡Qué preciosas f
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