Regina despertó a media mañana y antes de abrir los ojos sintió el delicioso aroma de las sábanas que la cubrían. Olía al sol en el bosque después de una tormenta, a chocolate y a tabaco, y también al perfume favorito de Alecksander, mezclado con un aroma dulce y suave. Sintió la calidez del sol en el cuerpo, inundando la habitación con la luz de un nuevo día. Aunque le dolía un poco el cuerpo, se sentía a gusto y cómoda en el suave colchón. Al fin abrió los ojos perezosos, con el recuerdo de unos brazos fuertes alrededor de su cuerpo, y el color rojo apareció frente a ella, tapando todo el panorama.Jadeó cuando sus ojos se acostumbraron a la luz y pudo distinguir el hermoso ramo de rosas rojas que reposaba en la almohada. No respiró mientras se incorporaba, y el corazón le latía fuerte cuando lo tomó y lo presionó con delicadeza contra el pecho, enterrando la nariz entre sus pétalos. Cerró los ojos y la imagen de Alecksander apareció en su cabeza, más hermoso, más fuerte, más impon
Alecksander escuchó el suave llanto de Regina en la oscuridad de la habitación. Le dolía verla sufrir y sentir esas emociones decaídas a través del vínculo. Se acercó a ella en la cama y la abrazó por detrás. Ella se volteó y se acomodó bien entre sus brazos.—Me duele —dijo llorosa. —Lo sé, mi amor. Era tu padre —le acarició la espalda como forma de consuelo—. ¿Quisieras hacer algo para conmemorarlo?—No. No realmente. Sé que tengo que salir adelante, sacar adelante a Leyla.Alecksander asintió.—¿Quieres que salgamos con Leyla mañana? Podríamos llevarla a almorzar afuera y luego al cine.—¿De verdad? —preguntó y se secó las lágrimas. Alecksander asintió de nuevo—. Me encantaría.—Entonces iremos. También quisiera que tú… solo si quieres, no estás obligada…—Dime… —la mano de Regina acarició con suavidad el brazo fuerte de Alecksander.—Me refiero a que tú visitaras a nuestra tribu, los lugares donde viven las manadas humildes —propuso—. O que tú me acompañaras a alguna reunión impo
Advertencia: contenido sexual explícito.Apenas se separaron cuando Alecksander la depositó en la cama que tantas noches habían compartido ya. Fue sobre ella dos respiraciones después para continuar besándola. El cuerpo de Regina se encendía en llamas con aquel hombre fuerte y poderoso sobre ella. Gimió cuando Alecksander dejó su boca y descendió por el mentón hasta su cuello, mientras sus grandes manos le recorrían las caderas y los costados. Aprovechando la abertura de su camisa desabrochada, metió las manos y le acarició la espalda fibrosa, con su piel ligeramente bronceada tan suave como el terciopelo. El gemido ronco que escuchó por su tacto la encendió y la hizo arquear la espalda. Sus pechos se elevaron y Alecksander no dudó en apartar la única prenda negra que los cubría en ausencia de sostén. Uno de ellos quedó desnudo, con el pezón erecto y excitado.Un grito ahogado de placer salió de su garganta cuando Alecksander lo metió en su boca y lo chupó con ansias. Le tiró del pel
Mi amada R.,Te escribo porque es la única forma que tengo de encontrar un poco de tranquilidad, sin embargo, espero con todas mis fuerzas llegar a casa antes que esta carta. Te prometo, mi amor, que ninguno de tus miedos son insignificantes para mí y que llegaré al fondo de esta situación y haré pagar a cualquiera que sea el culpable. Dejarte sola ha sido un error cuando parece que nuestros enemigos salen al asecho. Puedes estar segura de que no tendré compasión de ellos, pero, mientras regreso a tu lado, ve a casa de L. y mantente a salvo; yo me pondré en camino de inmediato.No olvides que amo cada una de tus pestañas.Tuyo,A.R.Junio, 1721***Regina estaba frente al espejo del vestidor tratando de hacerse un maquillaje decente lo más rápido posible. Traía puestos únicamente las bragas y el sostén, y en un perchero estaba colgando su vestido verde esmeralda de satén. Gruñó cuando otra vez el delineado le quedó mal, se limpió con el algodón empapado de crema desmaquilladora y lo i
Regina despertó cuando su cuerpo ya no necesitaba descansar más. La claridad del día parecía más fuerte de lo usual, pero eso era porque estaba a punto de ser mediodía, y porque el vino de la noche anterior pasaba la factura. Lo primero que hizo fue girarse y buscar a Alecksander, pero su lado de la cama estaba vacío y frío. Lo extrañó de inmediato, pero al incorporarse, se fijó que sobre la mesita de noche descansaba una nota.“Espero regresar antes de que despiertes, si no lo hago, por favor desayuna. Volveré tan pronto como me sea posible para llenarte de besos.Tuyo,A.E.R.”Sonrió como una tonta al leer la última parte de la nota, deseando que regresara. Se levantó al tiempo que avisaba a Sussy para que le subiera el desayuno. Pensado en que más tarde iría con Alecksander al carnaval de Luna Llena, escogió la ropa: skinny jeans con zapatillas y una camiseta. Cuando salió de la ducha, Sussy ya le había puesto el desayuno y Alecksander aún no estaba de regreso. Para distraerse, to
Ellos tenían hospitales para la gente de su raza y también médicos que se habían especializado en todas las áreas para atender cualquier padecimiento de sus cuerpos extraordinarios. Eran tan parecidos a los humanos comunes, pero a la vez tan diferentes que no podían permitirse ser examinados por alguien que no conociera cada una de sus particularidades, a pesar de que también eran afectados por casi las mismas enfermedades.Alecksander dejó que Regina se quedara en la sala de espera y fue solo y preocupado al encuentro de su padre a la habitación privada que le indicaron. Al entrar, lo encontró con los ojos cerrados y con oscuras ojeras al rededor y, más que pálido, tenía una tonalidad amarillenta en el rostro y en toda la piel visible. Supo que estaba sufriendo con solo ver el rictus de su expresión. Lo vio abrir los ojos con lentitud.—Mi hijo… —dijo con voz cansada.—¿Te duele? ¿Te han puesto medicamentos? —preguntó afligido mientras se acercaba a la cama de hospital donde descans
21 de febrero de 1721 Hoy me he caído del lomo de Dorothy. No sé cómo ha pasado, porque ni siquiera estoy tan segura de lo que vi. Pero lo que sí sé, es que mi Dorothy jamás me hubiera lanzado por el aire si algo no la hubiera alterado. Ella nunca lo hizo antes, siquiera cuando mi padre me la regaló y era una yegua joven sin amansar. El asunto es que decidí cabalgar esta mañana a lo largo del camino para carruajes, porque extrañaba las laderas del Norte y el viento agitando mi pelo. Todo ocurrió demasiado rápido, o yo iba sumida en mis propios pensamientos, pero de pronto, un gruñido y la veloz figura de un lobo se atravesó demasiado cerca de las patas de Dorothy. Ella relinchó y yo vi el cielo ante mis ojos y luego todo se oscureció. Me he golpeado la cabeza y también la espada. De no ser porque mi cuñada pasó con su carruaje rumbo a la mansión, no sé qué hubiera sido de mí y de mi pobre Dorothy, que intentó huir, asustada y agitada por la impresión. Yo estaba desmayada y, cuando
Alecksander sintió por primera vez en la vida que tenía que proteger a alguien. Cerrar la puerta del auto y dejar a Regina adentro le provocó un sentimiento de ansiedad que desconocía, pero era ahí donde ella estaría más segura. No tenía claras las intenciones del alfa que había obstruido su camino, y por ello esperaría lo que fuera. Caminó hacia el nómada con los ojos puestos en los de él. Era un tipo grande, de músculos exagerados y más alto que él, pero estaba más que seguro que si se transformaban, no se compararía con el tamaño y la fuerza de su lobo. Tenía cara de poco amigos, pero confiaba en que la suya era peor. El temor de Regina lo alcanzó directo en el pecho y quiso voltearse para dirigirle una mirada que la calmara, pero no necesitaba que el sujeto supiera que lo más importante de su vida estaba en el auto. Continuó, derrochando seguridad y carácter con cada paso que daba, hasta que se detuvo a cierta distancia. —¿Qué haces en mis terrenos? —preguntó con voz demandante