Mi amada R.,Te escribo porque es la única forma que tengo de encontrar un poco de tranquilidad, sin embargo, espero con todas mis fuerzas llegar a casa antes que esta carta. Te prometo, mi amor, que ninguno de tus miedos son insignificantes para mí y que llegaré al fondo de esta situación y haré pagar a cualquiera que sea el culpable. Dejarte sola ha sido un error cuando parece que nuestros enemigos salen al asecho. Puedes estar segura de que no tendré compasión de ellos, pero, mientras regreso a tu lado, ve a casa de L. y mantente a salvo; yo me pondré en camino de inmediato.No olvides que amo cada una de tus pestañas.Tuyo,A.R.Junio, 1721***Regina estaba frente al espejo del vestidor tratando de hacerse un maquillaje decente lo más rápido posible. Traía puestos únicamente las bragas y el sostén, y en un perchero estaba colgando su vestido verde esmeralda de satén. Gruñó cuando otra vez el delineado le quedó mal, se limpió con el algodón empapado de crema desmaquilladora y lo i
Regina despertó cuando su cuerpo ya no necesitaba descansar más. La claridad del día parecía más fuerte de lo usual, pero eso era porque estaba a punto de ser mediodía, y porque el vino de la noche anterior pasaba la factura. Lo primero que hizo fue girarse y buscar a Alecksander, pero su lado de la cama estaba vacío y frío. Lo extrañó de inmediato, pero al incorporarse, se fijó que sobre la mesita de noche descansaba una nota.“Espero regresar antes de que despiertes, si no lo hago, por favor desayuna. Volveré tan pronto como me sea posible para llenarte de besos.Tuyo,A.E.R.”Sonrió como una tonta al leer la última parte de la nota, deseando que regresara. Se levantó al tiempo que avisaba a Sussy para que le subiera el desayuno. Pensado en que más tarde iría con Alecksander al carnaval de Luna Llena, escogió la ropa: skinny jeans con zapatillas y una camiseta. Cuando salió de la ducha, Sussy ya le había puesto el desayuno y Alecksander aún no estaba de regreso. Para distraerse, to
Ellos tenían hospitales para la gente de su raza y también médicos que se habían especializado en todas las áreas para atender cualquier padecimiento de sus cuerpos extraordinarios. Eran tan parecidos a los humanos comunes, pero a la vez tan diferentes que no podían permitirse ser examinados por alguien que no conociera cada una de sus particularidades, a pesar de que también eran afectados por casi las mismas enfermedades.Alecksander dejó que Regina se quedara en la sala de espera y fue solo y preocupado al encuentro de su padre a la habitación privada que le indicaron. Al entrar, lo encontró con los ojos cerrados y con oscuras ojeras al rededor y, más que pálido, tenía una tonalidad amarillenta en el rostro y en toda la piel visible. Supo que estaba sufriendo con solo ver el rictus de su expresión. Lo vio abrir los ojos con lentitud.—Mi hijo… —dijo con voz cansada.—¿Te duele? ¿Te han puesto medicamentos? —preguntó afligido mientras se acercaba a la cama de hospital donde descans
21 de febrero de 1721 Hoy me he caído del lomo de Dorothy. No sé cómo ha pasado, porque ni siquiera estoy tan segura de lo que vi. Pero lo que sí sé, es que mi Dorothy jamás me hubiera lanzado por el aire si algo no la hubiera alterado. Ella nunca lo hizo antes, siquiera cuando mi padre me la regaló y era una yegua joven sin amansar. El asunto es que decidí cabalgar esta mañana a lo largo del camino para carruajes, porque extrañaba las laderas del Norte y el viento agitando mi pelo. Todo ocurrió demasiado rápido, o yo iba sumida en mis propios pensamientos, pero de pronto, un gruñido y la veloz figura de un lobo se atravesó demasiado cerca de las patas de Dorothy. Ella relinchó y yo vi el cielo ante mis ojos y luego todo se oscureció. Me he golpeado la cabeza y también la espada. De no ser porque mi cuñada pasó con su carruaje rumbo a la mansión, no sé qué hubiera sido de mí y de mi pobre Dorothy, que intentó huir, asustada y agitada por la impresión. Yo estaba desmayada y, cuando
Alecksander sintió por primera vez en la vida que tenía que proteger a alguien. Cerrar la puerta del auto y dejar a Regina adentro le provocó un sentimiento de ansiedad que desconocía, pero era ahí donde ella estaría más segura. No tenía claras las intenciones del alfa que había obstruido su camino, y por ello esperaría lo que fuera. Caminó hacia el nómada con los ojos puestos en los de él. Era un tipo grande, de músculos exagerados y más alto que él, pero estaba más que seguro que si se transformaban, no se compararía con el tamaño y la fuerza de su lobo. Tenía cara de poco amigos, pero confiaba en que la suya era peor. El temor de Regina lo alcanzó directo en el pecho y quiso voltearse para dirigirle una mirada que la calmara, pero no necesitaba que el sujeto supiera que lo más importante de su vida estaba en el auto. Continuó, derrochando seguridad y carácter con cada paso que daba, hasta que se detuvo a cierta distancia. —¿Qué haces en mis terrenos? —preguntó con voz demandante
Querida L.,Espero que te encuentres bien. Agradezco profundamente tu interés por mi estado de salud y también tus gestos de cariño; los melocotones estuvieron deliciosos y las fresas que me has enviado junto a tu carta, se ven jugosas y exquisitas. Tu mensajero ha insistido en que te envíe una respuesta de inmediato y no puedo engañarte, la verdad es que no me encuentro bien. A. insiste en que todo lo que siento es producto del accidente, pero no lo sé. Estoy nerviosa y desconfío de todo el mundo para hablar. Temo estarme convirtiendo en una loca paranoica, porque me parece que todos los que me rodean son mis enemigos. ¿Tienes tiempo de venir? Quizás tu compañía podría serme de ayuda. Entenderé si no lo haces.Con amor,R.Marzo, 1721***Un minúsculo acontecimiento al azar y el destino entero cambia. Algunas veces para bien y otras para mal. A unos les acompaña la suerte, a otros, la desgracia. Pero siempre existe la posibilidad de tener la fuerza y la determinación suficientes para
El piso de Lina estaba en un lujoso edificio de condominios muy cerca del centro de la ciudad, en una zona bastante exclusiva. Regina pasó por helado, pensando en que una tarde de chicas no es nada si no hay helado y, encontrando una floristería frente al supermercado, se le ocurrió comprarle un ramo a su amiga. Esperaba que unas preciosas margaritas le alegraran el día.Después de que Lina autorizara su ingreso a la portería, Leyla y ella subieron en el ascensor, y al tocar el timbre del portal de su cuñada, la vio aparecer, completamente irreconocible. Lina tenía el cabello completamente negro y sus vivaces ojos verdes, mucho menos brillantes y rodeados de unas oscuras ojeras.—¡Oh, Lina! —lo lamentó Regina y la abrazó con fuerza.Cuando le entregó las flores, los ojos de Lina se llenaron de lágrimas, pero en medio de unos pucheros incontenibles, se forzó a sonreír.—No me hagas caso. ¡Estoy bien! ¡Estoy bien! —se apresuró a decir mientras se secaba los lagrimales—. ¡Qué preciosas f
La noche estaba abrumadoramente oscura. La luna había sido ocultada por una masa espesa de nubes que no dejaba traspasar ni la más mínima claridad esperanzadora. El viento helaba y Regina temblaba a pesar de llevar puesta la chaqueta que aún conservaba el calor de Alecksander. Ella podía sentir las emociones viscerales que en ese momento flotaban en el aire y tuvo que hacer uso de una gran fuerza de voluntad, para no resquebrajarse ella misma. —Si es demasiado, ve al auto, cariño —le murmuró Alecksander mientras se dirigían a la casita de la que había salido aquel grito desgarrador.Un hombre joven había salido al encuentro de Alecksander y Víctor le explicó que era la persona que lo había llamado. Era un alfa, y le había suplicado, entre lágrimas, por venganza. Alecksander lo agarró de los hombros, lo miró a los ojos con toda la convicción plasmada en ellos, y le prometió que no quedaría ni una sola alma que no fuera vengada.Las palabras de Alecksander le otorgaron al hombre la tem