Ámbar —Amor, ¿ya estás lista?—No, cariño, un minuto más…La misma escena de hace tres noches vuelve a ocurrir. Me veo a mí, mi otra yo en el espejo, diciéndome que no asista a ninguna parte con él porque quizás todos lo han sabido, el hecho de que me ha sido infiel, y yo era la única ciega.Que no debo estar con él después de todo lo que ha pasado.No después de que mis pensamientos solo regresen a ese día en que descubrí su infidelidad.La noche en la que yo también, de forma casi increíble, falté a nuestro trato.Me veo en el espejo y esta vez solo puedo recordar la noche en la que Darwin y yo, ya siendo novios nos encontrábamos tumbados en la cama después de algunas rondas de sexo, y él de la nada, como si lo hubiese tenido perfectamente calculado, sacó su tablet, entregándomela para que leyera algo.“Por medio de la presente te propongo solo tres cosas:1. Obedecer a mis decisiones en la cama, en el baño, en la mesa, en el cobertizo, en la alfombra, en las escale
Ser un Baker no es tan sencillo como algunos pueden pensar.Y es que si bien el único que ha tenido de qué hablar respecto a su vida privada es Darwin, los demás son tan éticamente profesionales delante de las cámaras y prensa que incluso pueden parecer personas falsas.He tenido que ser testigo directo, centro de atención en su familia, y muchas veces mi esposo me ha dicho que es la razón por la cual suele ser tan discreto conmigo. Y eso aumentó las últimas semanas. Puesto que aunque no estaba conmigo, se aseguró de conseguirme un auto que pasara desapercibido y que pudiese sacar desde el estacionamiento de la casa vecina; me prohibió usar las redes sociales junto a las ubicaciones, comprar con tarjeta, hablar por teléfono por más de 30 segundos, y además, como hoy, cuando salimos juntos se encarga de que su guardaespaldas nos respire casi en la nuca, pero pareciendo invisible.—¡Matrimonio Baker Wallace, sean bienvenidos!Veo a Darwin rodar los ojos y siento su mano apretándome más
Darwin.—Pues aunque parezca mentira, sabes que después de todo no tengo la última palabra —le digo.—¿De verdad piensas que quiero hablar de quién se ensucia más las manos que otro ahora, Darwin?Rodeo la silla de la oficina de mi padre para tomar asiento con comodidad, con una de mis piernas sobre la otra, echando al mismo tiempo una ojeada por los papeles de registros mercantiles que me llaman la atención pero prefiero investigar más tarde.—Quiero creer que sí, Sasha, para esto me creaste, para que hasta el último día de tu vida habláramos sobre quién dejó la huella más grande en el Congreso. Bueno, ahora en el país.Mi padre, tras dejar los ojos en blancos, suelta un gruñido que sé es por cansancio e irritación porque siempre le digo lo mismo.Él no quiere entender que mi esposa no se toca, no se mira, y no se puede hablar de ella, no al menos estando yo presente.—Esa… —Lo veo ir por una botella de whisky escocés muy fino; con molestia lo escucho poner dos vasos encima de la mad
Darwin.—No es mi culpa, Ian, simplemente nací más guapa y ya, ¿no crees…?—¿Quién fue? —mi tono de voz es moderado mientras llego a la sala.—¿Quién fue qué, Darwin? —cuestiona con una ceja arqueada Ronetta, mi madrastra.—¿Quién puso a Ámbar en ese estado? —Me llevo las manos a la cintura, caminando de un lado a otro, sintiendo cómo la ropa me asfixia y los ojos me arden—. ¡¿Quién?!—Baja la voz y compórtate como el futuro presidente de la nación constituyente Gales, hijo mío… —Sasha, con una copa de vino en la mano tiene una sonrisa malvada—. No queremos que O’Reilly tenga más cosas que publicar esta semana sobre ti.—Padre, O'Reilly no está aquí así que por favor…—Quizás no, pero estás muy estresado hijo ¿te has tomado las pastillas que te di?—Sasha, no soy un crio.—Creo que iré a ver si necesita mi ayuda… —Mi hermano va en dirección al baño así que me cruzo en su camino, sintiendo que ya he perdido el control—. Quítate, Darwin. Y en lugar de estar discutiendo innecesariamente
Ámbar.Es común que, proviniendo de una familia pobre, alguien siempre tenga ganas de “más”. No limitarme en el sentido económico era lo que había deseado desde que fui consciente de que las familias de bajos recursos no solo tenían que vivir de lo poco, sino que recibir poco de todos.Poca ayuda, poco entendimiento, pocas oportunidades.Falsas miradas de pena y empatía.Sonrisas y promesas deshonestas.Ahora imaginen sumar todo lo que sería terrible para una adolescente con ganas de experimentar, vivir, soñar y triunfar, en un mundo con tan “poco”, el hecho de que, en alguna parte del camino se dio cuenta de hiciera lo que hiciera, el dinero jamás alcanzaría.Poca esperanza, pocas oportunidades, poca empatía, promesas que jamás fueron cumplidas y sonrisas fingidas, pero no de alguien hacia a mí, sino de mí misma contra el mundo.Poco era lo que más había en mi mundo, en mi cabeza, en mis bolsillos, en mis expectativas, en mis sueños, en mis ganas de respirar. Sin embargo, todo cambió
Ámbar “Por favor”Esas dos simples palabras pueden herir los sentimientos de alguien incluso más que una acción, dependiendo del contexto.—De acuerdo… —dije.Hace un par de horas respiré profundo cuando mi esposo, ese que de novios me prometió que mientras estuviese a mi lado nunca jamás me volvería a sentir sola, me dejó a un lado, justo cuando estaba a punto de correrme gracias a sus manos.No se molestó en terminar lo que empezó, tuve que hacerlo yo, con los ojos picándome de la rabia, las lágrimas atoradas en la garganta y el corazón gritándome: ¿segura que puedes resistirlo?No me ha maltratado de ninguna forma, no me ha sido infiel, no me ha hecho sentir mal directamente pero…—Voy a estar muy ocupado, cariño… no creo que podamos tener… —suspiró—. Tú sabes… la vida sexual que hemos estado llevando últimamente.Eso me lo había dicho después de darme la noticia de su postulación. Y yo había asentido estando de acuerdo porque estaba completamente enamorada y no me importaba que,
Elian.—No hay nadie además de usted que pueda ayud… —intento decir.—Nos debes tanto dinero que ni vendiendo tu carne en el matadero cubriría la cuarta parte.La idea de mí siendo comido por algunas personas me causa escalofríos.—Eso no es cierto.—Vete de aquí Elian, vete si no quieres amanecer en una caja mañana hecho picadillo ¡Tienes que pagar tus deudas!—¡Bien! —¡Y no vengas hasta que tengas el dinero! —grita cuando me alejo.Le hago caso a Francis, la esposa del bodeguero Iker porque aunque me dé vergüenza y terror admitirlo: su esposo es capaz de cumplir con todos sus deseos.Siento que a la mitad de la noche si no como algo decente podré desmayarme y entiendo que Francis esté cansada de atenderme cada que ello pasa así que chasqueo la lengua cuando de reojo puedo ver en su mirada lo mucho que quiere ayudarme pero no puede.Yo tampoco lo haría.Me tambaleo hasta subir a mi bicicleta, me pongo el casco. Y no llevándome algunas personas por delante logro actuar como que estoy
Ámbar.—Quisiera encontrar la manera o el momento perfecto para decirte esto pero… —Ronett colocó su mano en mi antebrazo antes de verme a los ojos—. Mi hermano… mi hermano te está siendo infiel.Mi garganta se secó. Pude sentir los latidos de mi corazón golpearme con fuerza, hasta que sintiera lo mucho que me dolía el pecho.Y solté una carcajada.—Esto tiene que ser una broma —dije más para mí misma que para ella.Mientras su hermana me miraba con lastima, allí en uno de los salones del Coffee Barker Cardiff, sentados una al lado de la otra, ella tomando té viendo cada cierto tiempo a sus costados y yo viendo fijamente la tostada con ensalada que apenas había comenzado a degustar, comencé a analizar las situaciones y… nada.En mi mente no había ningún recuerdo de ninguna pista que me hiciese creer fielmente que lo que ella me había dicho después de ir a comprar algunos zapatos para ella, era cierto. La tensión del momento ella la dejó pasar mientras yo solo miraba la tostada y pen