Narrador.Por supuesto que Ámbar le dio el sí a Elian aquella tarde. Desde ese momento, la castaña le hizo saber la noticia a Carly, Mellyanna y hasta a la misma Ronett, y entonces tuvo a las mejores damas de honor.Una boda que fue planeada para ser llevada a cabo a principios del año entrante en julio, verano, pero mientras ese día llegaba, ocurrió algo inesperado.En una conversación sobre la niñez de ambos, Elian le comentó a Ámbar todo lo que había pasado con su familia. Fue Ámbar quien lo convenció de tomar la decisión de ir a Snowdonia, con la pequeña Amelia aún de meses acompañándolos.Cuando Elian tocó la puerta de la que era su casa, mientras con su otra mano sostenía a Ámbar, una mujer abrió.Era él, versión mujer. Alta, hermosa y con la mirada misteriosa.—¿Hijo?Que lo llamara de esa forma llegó al corazón de los recién llegados, pero especialmente Elian se quedó estático, sin palabras. Fue Ámbar quien le dio una mirada a su madre y esta tras observarlos bastante junto a
Ámbar.—Para algunas personas, recordar el punto medio en sus vidas es casi imposible; todos pensamos en los momentos muy felices, esos que te marcan el alma, al igual que los tristes, pero no solemos recordar el punto medio, esa temporada en donde se está triste, pero se está completo, en donde partimos desde nuestro medio a un “desde cero”.—No estoy entendiendo nada, mamá —señala David Elian levantándose de mis piernas, haciendo luego un puchero—. Creo que estoy muy pequeño para entender ¿no crees? Además, las historias de drama me aburren.—¿Cómo que te aburren eh? —Suelto una risita.—Es que ya he escuchado muchas… —Y lo dice con desgano—. Prefiero una de comedía o acción ¿pero puedes contarla después? —cuestiona viendo con un brillo en sus ojos la lluvia afuera—. Por fis, ¿sí?Ante su ocurrencia le revuelvo el cabello y noto cómo se aleja para ir a jugar con las que consideramos sus primas al jardín, pero antes, justo antes, me da un beso en la mejilla, uno sonoro, que me llena e
Ámbar.Es común que, proviniendo de una familia pobre, alguien siempre tenga ganas de “más”. No limitarme en el sentido económico era lo que había deseado desde que fui consciente de que las familias de bajos recursos no solo tenían que vivir de lo poco, sino que recibir poco de todos.Poca ayuda, poco entendimiento, pocas oportunidades.Falsas miradas de pena y empatía.Sonrisas y promesas deshonestas.Ahora imaginen sumar todo lo que sería terrible para una adolescente con ganas de experimentar, vivir, soñar y triunfar, en un mundo con tan “poco”, el hecho de que, en alguna parte del camino se dio cuenta de hiciera lo que hiciera, el dinero jamás alcanzaría.Poca esperanza, pocas oportunidades, poca empatía, promesas que jamás fueron cumplidas y sonrisas fingidas, pero no de alguien hacia a mí, sino de mí misma contra el mundo.Poco era lo que más había en mi mundo, en mi cabeza, en mis bolsillos, en mis expectativas, en mis sueños, en mis ganas de respirar. Sin embargo, todo cambió
Ámbar “Por favor”Esas dos simples palabras pueden herir los sentimientos de alguien incluso más que una acción, dependiendo del contexto.—De acuerdo… —dije.Hace un par de horas respiré profundo cuando mi esposo, ese que de novios me prometió que mientras estuviese a mi lado nunca jamás me volvería a sentir sola, me dejó a un lado, justo cuando estaba a punto de correrme gracias a sus manos.No se molestó en terminar lo que empezó, tuve que hacerlo yo, con los ojos picándome de la rabia, las lágrimas atoradas en la garganta y el corazón gritándome: ¿segura que puedes resistirlo?No me ha maltratado de ninguna forma, no me ha sido infiel, no me ha hecho sentir mal directamente pero…—Voy a estar muy ocupado, cariño… no creo que podamos tener… —suspiró—. Tú sabes… la vida sexual que hemos estado llevando últimamente.Eso me lo había dicho después de darme la noticia de su postulación. Y yo había asentido estando de acuerdo porque estaba completamente enamorada y no me importaba que,
Elian.—No hay nadie además de usted que pueda ayud… —intento decir.—Nos debes tanto dinero que ni vendiendo tu carne en el matadero cubriría la cuarta parte.La idea de mí siendo comido por algunas personas me causa escalofríos.—Eso no es cierto.—Vete de aquí Elian, vete si no quieres amanecer en una caja mañana hecho picadillo ¡Tienes que pagar tus deudas!—¡Bien! —¡Y no vengas hasta que tengas el dinero! —grita cuando me alejo.Le hago caso a Francis, la esposa del bodeguero Iker porque aunque me dé vergüenza y terror admitirlo: su esposo es capaz de cumplir con todos sus deseos.Siento que a la mitad de la noche si no como algo decente podré desmayarme y entiendo que Francis esté cansada de atenderme cada que ello pasa así que chasqueo la lengua cuando de reojo puedo ver en su mirada lo mucho que quiere ayudarme pero no puede.Yo tampoco lo haría.Me tambaleo hasta subir a mi bicicleta, me pongo el casco. Y no llevándome algunas personas por delante logro actuar como que estoy
Ámbar.—Quisiera encontrar la manera o el momento perfecto para decirte esto pero… —Ronett colocó su mano en mi antebrazo antes de verme a los ojos—. Mi hermano… mi hermano te está siendo infiel.Mi garganta se secó. Pude sentir los latidos de mi corazón golpearme con fuerza, hasta que sintiera lo mucho que me dolía el pecho.Y solté una carcajada.—Esto tiene que ser una broma —dije más para mí misma que para ella.Mientras su hermana me miraba con lastima, allí en uno de los salones del Coffee Barker Cardiff, sentados una al lado de la otra, ella tomando té viendo cada cierto tiempo a sus costados y yo viendo fijamente la tostada con ensalada que apenas había comenzado a degustar, comencé a analizar las situaciones y… nada.En mi mente no había ningún recuerdo de ninguna pista que me hiciese creer fielmente que lo que ella me había dicho después de ir a comprar algunos zapatos para ella, era cierto. La tensión del momento ella la dejó pasar mientras yo solo miraba la tostada y pen
Elian.—¡No! ¡No! ¡No!Seguido de aquellas exclamaciones mi pecho no puede evitar comenzar a convulsionar por la risa que me causa la anécdota que ha contado esta mujer encantadora.—¡No miento! —Se lleva las manos a la frente dejando que su cabello rubio con hondas se estiren hacia arriba y su cara de frustración me hace reír más—. ¡Te juro que deseé como nunca antes estar bajo la tierra! ¡Fue la cosa más asquerosa que tuve la desgracia de saborear!—No sigas, por favor, no… —Me agarro el estómago cansado de tanto reír.—No te recomiendo el estiércol de caballo, está en el último top de las cosas peores por consumir, Elian, de verdad.Desde que se dio cuenta que se me hace fácil reír de cualquier cosa graciosa pequeña o grande que salga de su boca, no ha parado de hablar.Junto a su hermano cayó en un sitio en donde solo había condones usados.Pasó todo un día caminando buscando una dirección que resultó estar a pocos metros de su punto de partida, encontrándose con indigentes un poc
Ámbar. Camino de un lado a otro sintiendo mi pecho retorcerse por los mismos nervios. Al menos no me han dado ganas de irme en vomito durante toda la noche. —No puedo hacer esto —me digo a mi misma viéndome en el espejo, apretando con fuerza el anillo de matrimonio en mi mano. Y para mi mala suerte, mágicamente una réplica de mí aparece, con rostro pacífico para decirme: —Pero lo quiero hacer. Me lavo la cara por tercera vez y agradezco no usar maquillaje. Al levantar mi vista me encuentro solo con mi rostro sonrojado, así que cierro mis ojos para, como si se tratase de una película, retroceder las últimas horas. Descubrí que mi marido me es infiel. Dejé mi auto en algún lugar. Llegué a esa disco y conocí a Elian Davis. Después de varios minutos y quizás horas de charla fuimos a comer, y él… Elian me besó. Y lo peor de todo es que, a pesar de lo que me hubiese pasado antes en el inicio de mi historia con Darwin, ese beso no se sintió igual. Se sintió triplemente correspondid