Elian.—Pequeña... —murmuro, sintiendo mi pecho salirse de control—. Lo siento.—Pensé que te había pasado algo, que te habían robado, encontrado aquella noche y quizás mata... —Lo último lo dice en un hilo de voz que me hace detestar la idea de que llora por mí—. Gracias al cielo estás bien.—Lo siento… —Respiro profundo porque no quiero sonar vulnerable ahora—. Quise esperar unos días hasta que fuese seguro… —le digo, y la escucho suspirar—. ¿Tú cómo estás?—Es un infierno estar aquí, pero es mucho peor porque te extraño.Boom, boom, boom.Las palabras se incrustan en mi pecho, llenándome de ilusión, de amor, de nostalgia, tantas emociones bonitas y amargas que me imposibilitan no soltar un par de lágrimas.—Cariño... —digo con dificultad—. Siento mucho no poder hacer nada ahora, Ámbar. Siento mucho no poder rescatarte, pero estoy planeando algo, algo grande y prometo que vamos a vernos pronto.—Elian...—Dime, Ámbar.De nuevo suspira.—¿Te arrepientes de haberte quedado esa noche c
Ámbar.—Este, vendría siendo una especie de salón espiritual… —Melissa, una de los miembros de la organización, me dice con una sonrisa señalándome un amplio espacio que huele a inciensos, en donde hay algunas personas practicando yoga junto a su instructor.Algunos me miran, y hay algo diferentes en sus miradas muy contradictorio a la lastima; eso me hace darles una sonrisa de vuelta.Las personas están decepcionadas de Darwin, no de ti, me repito.Aunque haya una minoría ignorante preocupándose por otras cosas que no son de completa importancia.A veces las personas se concentran tanto en señalar, que pierden de vista tantas cosas importantes.Algunos ni siquiera piensan cómo puedo yo estarme sintiendo por todo lo que he tenido que ver y pasar.Suspiro. Salón espiritual, arte, música, deporte, gimnasia, juegos. Ya los he conocido todos junto a Carly, y no me cabe duda que han hecho un excelente trabajo durante estos quince años que comenzaron simplemente siendo una especie de casa h
—¡Bienvenida seas! —Gabriel me dice, acercándose y tomándome por los hombros para dirigirme al lugar correspondiente.Veo a Carly de reojo arrastrando a Melissa fuera de la habitación después de que ambas me dan una mirada asegurándose que estoy bien y les sonrío en respuesta aunque mis músculos se tensan al ver la hora frente a mí.Desde hace un rato son las cinco.Elian no tarda en llegar.Controlo mis respiraciones cada que la manecilla avanza. Me preocupa que haya sido visto como un intruso espía y lo hayan sacado. Estoy tranquila porque sé que Sebastian no está cerca, y al menos eso es ventaja.Las puertas se abren de nuevo, y aunque siento los nervios de punta a punta, solo me concentro en picar algunos aliños mientras la imagen de la sonrisa de Elian acompaña mis pensamientos; pero todos guardan un repentino silencio.—Él es...—¿Elian? —Gabriel habla detrás de mí.Suelto el cuchillo que tengo en las manos por escuchar su nombre, y la mirada de nosotros se cruza, dejándome a mí
Melly. Una de las razones por la cual había estado rechazando varias ofertas muy prometedoras para salir con chicos en tono serio, era por la misma razón que en esta mañana me acongojaba. Tengo una rara sensación de no querer comprometerme cuando siento que realmente estoy sintiendo algo fuerte. Es como si, cuando mi alarma se activa, tengo que salir corriendo, huir de la bomba que aunque no detonará enseguida, algún día lo hará. No creo que nadie tenga la culpa de ello más que yo. Crecí junto a mis padres llena de mucho amor, pero jamás lo quise, jamás los busqué porque aunque vi que era real, sabía que dolía, y sé que cambia. El amor es capaz de cambiar todo lo que tengo planeado en mi vida, para mi futuro, y esa es la razón por la cual rompí el corazón de Charles hace un año. Y aunque quedamos como buenos amigos, aún me mira con ese rostro de: "lo que te perdiste" que me hace reír pero me llena de nostalgia. Mis planes se han pospuesto por temas monetarios, siempre que l
Melly.—Ian... —pronuncio con una sonrisa sonrojada seguramente por el evidente piropo—. Tú no deberías estar allí de pie frente a tu lujoso auto deportivo con esa ropa tan ajustada y esos ojos azules perfectamente... Muerdo mi lengua cuando me doy cuenta que he caminado hasta él como si su imán me atrajera, y me detengo. Suspiro. Control, Mellyanna, control. —Ay vamos, cochina, desvísteme adentro del auto, no afuera. Admito que río, pero de los nervios. Porque aunque sé que lo dice jugando, hay cierto toque pícaro en sus palabras y en la forma en la que me mira. —No quiero romperte el corazón, Baker. Mis palabras se escuchan cuando ya estamos dentro de su auto, y él aunque me ve mientras se pone el cinturón y me analiza, no dice nada. Hasta con el rostro pensativo me dan unas ganas de tirármele encima. Dios, no puede ser. Es que esto no se trata solo de lo guapo que es y las ganas que tengo de pasar la raya, sino de la forma en la que late mi corazón mientras lo veo conducir
Elian.Inhalo el olor característico que envuelve, a la que deseo con todas mis ansias que sea mi chica, cuando nos separamos de un beso que me deja un nudo grande en la garganta, para decirle:—Esto nunca me había pasado.Lo es. Yo me había enamorado, había querido también, pero no de esta forma. Y tal vez sea porque es peligroso, tal vez sea porque es mi fruto o mi verano prohibido.La tengo ahora abrazada a mí, con sus manos entrelazadas en mi espalda baja, su cabeza y aliento tan cerca de mi cuello, sintiendo cómo se estremece y los latidos de su pecho golpean los míos.Es tan perfecta.—A mí tampoco —confiesa, y sin despegarla de mí tengo que levantar su mentón, quisiera besarla sin parar así que lo hago de nuevo, unos instantes, pero ella me detiene respirando profundo—. Elian lo nuestro es una misión suicida.—Exactamente es lo que pienso… —Le sonrío, y mi mano disponible que no toma su cintura le acaricia el cabello: la admiro, la quiero, la deseo conmigo—. No sé si sea muy pr
Elian.—Buscaré la forma —le digo a Ámbar desde el tomo de la puerta, con Gabriel mirándonos.—Elian.—Dime, Ámbar.—Cuídate.—Tu igual, pequeña.Y salgo, junto a Gabriel, por suerte no llamando la atención de las chicas que van camino al baño y tampoco los que nos ven al salir del pasillo y llegar a la sala de juegos.—¿Te conozco?Contengo el rodar los ojos por quizás haber sido pillado. Dios, esto es casi imposible.—Carly, la asesora…—¿Eres Elian? El mesero ¿verdad? —La morena me inspecciona—. ¿Qué haces aquí?—Soy... voluntario.—Oh... —Ella ve a mis espaldas y aunque abre los ojos sorprendida y vuelve a verme, sacude la cabeza y sonríe un poco nerviosa—. Bye.La veo pasar con Ámbar por nuestro lado segundos después cuando sigo allí, esperando que Gabriel salga de su trance o qué sé yo.—Es mejor que vayamos a otro lugar —dice por fin, y lo sigo.Caminamos juntos hasta una sala de gimnasia en donde no hay nadie, y se lleva las manos a la cabeza cuando tomo asiento, puesto que a
Darwin. Lo he olido, lo he sentido. No puedo creer que lo haya hecho. Debo estar alucinando. —¿Quién era ese? —cuestiono hacia Ámbar. —¿Quién? —El sujeto que quería matarme. —Nadie quiere matarte, Darwin. Volteo hacia atrás para tener una mejor vista de mi esposa. Ambos sabemos que eso es mentira; tengo muchas personas detrás de mí deseando que esté tres metros bajo tierra. Así que quiero decir algo, quiero sacar mi desesperación, pero Mylo me da una mirada que entiendo a la perfección, por lo que termino exhalando mi frustración. Ese tipo que estaba frente al centro no me ha dado buena espina y temo que Ámbar tenga que pasar más tiempo del debido en ese centro. —¿Cómo te fue? —le pregunto, con cautela. Es la primera conversación real que tenemos desde el discurso en donde les dije a todos lo que le pasó, y aunque me siento completamente fuera de mí, debo controlarme. —Tú debes saberlo, lo sabes siempre todo ¿no? Me da esa mirada. Me reta, me mira con odio, y muerdo mi leng