Sus tacones resonar al subir las escaleras, con cada paso que daba sus nervios aumentaban. No sabía qué pasaría entre ellos de ahora en adelante, solo sabía que algo la atraía hacia él. Como una polilla a la luz, se dirigía hacia Sammael. Le daba miedo que alguien la haya descubierto, que alguien pudiera intuir su oscuro secreto. Beth sabía que el poder más grande residía en quienes conocen tus secretos.Cuando llegó finalmente a la terraza, lo vió de espaldas. Destilaba una sensualidad masculina tan hechizante que no pudo despegar sus ojos de él, se estaba muriendo lentamente por las ansias de probar sus labios otra vez. Eran una adicción que jamás había experimentado.—Sam... —llamó su nombre, muy bajito. Él se tensó, y dió vuelta lentamente. El brillo de lujuria en sus ojos eran evidentes, así que supo que no había malinterpretado sus intenciones. Ambos querían esto, y en cierta forma eso la reconfortó.Llegó a considerar la posibilidad de que no sería deseable para ningún hombre.
—¿Está segura de que es efectiva? —preguntó Beth, nerviosa.La dependienta pareció dudar un poco.—Bueno, como todos los métodos, tienen su margen de error; y ese es solo de emergencia. Estoy segura de que un médico le puede explixar mejor que yo, perdón —dijo con una expresión de disculpa.Ella asintió y salió de la farmacia.A la mañana siguiente simplemente salió huyendo en cuanto tuvo oportunidad. No tenía ganas de ver a su marido. Pero sobretodo, a su cuñado.Se subió al carro, y manejó a su nueva casa. Ya estaba estacionado el carro de alguien más, así que se estacionó a un lado y entro en la casa.—Señora Grey, está aquí su invitado —le aviso su ama de llaves.Beth sonrió y se dirigió a la sala. Ahí estaba un hombre joven de casi treinta años, esperándola.—Hola, MinHyuk, qué gusto me da verte —lo saludó.Él le tendió la mano.—Un placer volver a verte, Annabeth. Estoy feliz de verte tan bien.El hombre coreano mantenía el rostro serio, pero afable. Sabía que así era él.—¿Crees
El despertador estaba sonando cuando por fin abrió los ojos. Miró al techo durante un buen rato, estaba muy cansada.Tres orgasmos son suficientes para hacerla ir al cielo, así que durmió hasta las 11 de la mañana. Pero jamás se había sentido más feliz.Bajó a la cocina, descalza. Necesitaba desayunar, le dolía el estómago. Por suerte encontró fruta picada y yogurt, así que en un santiamén lo engulló todo.Miró su reflejo en el espejo del baño diez minutos después. Tenía ojeras debajo de los ojos. Ese día también iría a entrenar, un cambio no sucederá si no se esfuerza lo suficiente.—¡No puede pasar, señorita! —escuchó que gritaba el ama de llaves. Se escuchaban fuertes gritos.—¡ELLA SE LO BUSCÓ! ¡QUÍTESE!Salió rápidamente del baño y al llegar a la sala, se topó con Isabella.Vestida como una princesita, tenía los brazos cruzados y le daba la espalda. Su cabello rubio platinado estaba impecablemente peinado, hasta parecía brillar; y el elegante vestido plisado color rosa Barbie fue
Llegó a casa a las ocho. Todo estaba oscuro excepto por la luz de la sala. Ahí se encontró a su marido con una carpeta sobre la mesa. Sintió un deja vú, hace un par de días así la había recibido.«Parece el divorcio de nunca acabar», se rió para sus adentros.—Ah, al fin llegas. ¿Feliz de haber gastado mi dinero en otras tonterías? ¿Qué fue esta vez? —le preguntó apenas la vió.Beth sonrió.—No te preocupes, maridito, solo compré un poco de ropa para el invierno que se acerca. Ya sabes que soy muy delicada —se excuso.Dominik se levantó de la silla y la tomo por los hombros.—Supe lo que le hiciste a Isabella. ¿Cómo pudiste? Es una mujer en estado —sacudió la cabeza—, te desconozco.Alzó una ceja al escuchar eso.—¿Por qué? ¿Por qué no me muevo al tronar de tus dedos, es eso?Él la miró extrañado.—No, creo que eso ya no me sorprende. Lo que es raro para mí es verte siendo agresiva, recuerdo un tiempo en el que aborrecías cualquier tipo de abuso hacia alguien más débil.Eso logró sacar
Miró su cuerpo en el espejo, y le gustó lo que vio. Se veía más estilizada ahí donde mirase.En estas últimas semanas el ejercicio parecía estar dando resultados, y ni hablar de las sesiones de masajes y el cambio en su alimentación. Se sentía con muchísima más energía que antes.Busco el vestido más elegante que se compró, se maquilló y salió de su casa. El precontrato fue firmado en su casa y el acuerdo oficial en la oficina de su inversor, ahora faltaba que pudiera tener unas oficinas propias para montar su propia empresa.Estaba asustada. ¿Qué sabía ella de negocios? Solamente estudio la universidad y jamás trabajo. Pero no dejaría que el miedo la dominara, tenía que darse prisa antes de que se cumpliera el plazo para darle el divorcio a Dominik.Sonrió mientras bajaba de su camioneta y estacionaba en el edificio que tenía planeado adquirir. Las fotos de su esposo siéndole infiel habían llegado esa mañana.Las de su amante tardarían un poco más. Pensó que sería más fácil, pero al
Las redes sociales de su doctora estaban llenas de fotos de la manita del bebé. Ella y su esposo se veían exorbitantes de felicidad.—Es hermoso. Debe ser increíble tener una familia así —suspiro con tristeza mientras veía los rostros sonrientes de los nuevos padres.Se estiró en su asiento como si fuera un gatito. Había pasado toda la mañana trabajando como loca y había terminado la planificación del sitio web. Quería que todo saliera perfecto.Observo el papel que le había llegado esa mañana, pero no lo había podido abrir porque estaba llena de trabajo. Después de que Stella se puso de parto, no pudo decirle nada; pero prometió que le enviaría la información.Estaba asustada. ¿Y si salía que tenía cáncer y solamente le quedaban tres meses de vida?Un escalofrío recorrió su cuerpo. Si no la abría, técnicamente no tendría ningún problema encima, y se sentía bien de salud por el momento.Sonó su teléfono personal, y el identificador reveló un nombre: Selena Blake. Frunció el ceño. Ella
Saludó a lo lejos al hombre que estaba esperando ansiosamente. Lo miró un poco aturdida, no sabía porqué su corazón comenzó a latir tan rápido de pronto.Llevaba unas gajas oscuras e iba vestido para arrancar suspiros, se veía elegante y varonil. Despertó sus instintos primarios: el deseo.—Hola, perdón por la demora. ¡El abuelo no dejaba de insistir sobre nos...! —Se calló repentinamente, como si hubiera dicho algo que no debía.Ladeó la cabeza y le hizo un gesto con la mano para que siguiera hablando.—¿Con qué insistía? Pero frunció los labios, parecía reacio a contarle más.—Será mejor que nos vayamos. Este es un lugar muy publico —miró alrededor—, no quisiera que esto se sepa. Mi madre se moriría y reviviría para matarnos a los tres.Beth asintió, preocupada por no haber pensado en eso. Lo que menos necesitaba en ese momento es meterse en más problemas; además, cuando hicieran el acuerdo de divorcio quería salir lo más limpia posible.Por no hablar del escándalo que se armaría y
No podía encontrar las palabras para explicarle. Aún era un secreto lo que estaba haciendo desde las sombras.Tragó saliva y lo miró a los ojos, quería que confiara en ella.—¿Lo viste de cerca? Deberías haberlo reconocido —preguntó Beth.Pero él negó con la cabeza.—No, la verdad no los ví desde cerca. Pasaba con mi camioneta por el parque, el que está cerca de mi trabajo, cuando ví este cabello a lo lejos —tomó entre sus dedos un rizo de su cabello cobrizo—, supe que eras tú. Ya sabes que tienes un tono castaño claro en la parte superior; pero de medios a puntas está cobrizo.Su corazón se agitó. Sammael sabía exactamente cómo era su cabello.«Entonces debía mirarme mucho, ¿no?», reconoció con gusto. Intento apartar esos pensamientos de su mente, no era el momento.—Sí... esa era yo. Estaba con MinHyuk —confesó—. Él y Minah son los únicos amigos que tengo ahora.Sammael la miró con sorpresa. Luego se puso nervioso.—Ah, así que eso era. Supongo que te llamo cuando regresó.Beth alzó