Las redes sociales de su doctora estaban llenas de fotos de la manita del bebé. Ella y su esposo se veían exorbitantes de felicidad.—Es hermoso. Debe ser increíble tener una familia así —suspiro con tristeza mientras veía los rostros sonrientes de los nuevos padres.Se estiró en su asiento como si fuera un gatito. Había pasado toda la mañana trabajando como loca y había terminado la planificación del sitio web. Quería que todo saliera perfecto.Observo el papel que le había llegado esa mañana, pero no lo había podido abrir porque estaba llena de trabajo. Después de que Stella se puso de parto, no pudo decirle nada; pero prometió que le enviaría la información.Estaba asustada. ¿Y si salía que tenía cáncer y solamente le quedaban tres meses de vida?Un escalofrío recorrió su cuerpo. Si no la abría, técnicamente no tendría ningún problema encima, y se sentía bien de salud por el momento.Sonó su teléfono personal, y el identificador reveló un nombre: Selena Blake. Frunció el ceño. Ella
Saludó a lo lejos al hombre que estaba esperando ansiosamente. Lo miró un poco aturdida, no sabía porqué su corazón comenzó a latir tan rápido de pronto.Llevaba unas gajas oscuras e iba vestido para arrancar suspiros, se veía elegante y varonil. Despertó sus instintos primarios: el deseo.—Hola, perdón por la demora. ¡El abuelo no dejaba de insistir sobre nos...! —Se calló repentinamente, como si hubiera dicho algo que no debía.Ladeó la cabeza y le hizo un gesto con la mano para que siguiera hablando.—¿Con qué insistía? Pero frunció los labios, parecía reacio a contarle más.—Será mejor que nos vayamos. Este es un lugar muy publico —miró alrededor—, no quisiera que esto se sepa. Mi madre se moriría y reviviría para matarnos a los tres.Beth asintió, preocupada por no haber pensado en eso. Lo que menos necesitaba en ese momento es meterse en más problemas; además, cuando hicieran el acuerdo de divorcio quería salir lo más limpia posible.Por no hablar del escándalo que se armaría y
No podía encontrar las palabras para explicarle. Aún era un secreto lo que estaba haciendo desde las sombras.Tragó saliva y lo miró a los ojos, quería que confiara en ella.—¿Lo viste de cerca? Deberías haberlo reconocido —preguntó Beth.Pero él negó con la cabeza.—No, la verdad no los ví desde cerca. Pasaba con mi camioneta por el parque, el que está cerca de mi trabajo, cuando ví este cabello a lo lejos —tomó entre sus dedos un rizo de su cabello cobrizo—, supe que eras tú. Ya sabes que tienes un tono castaño claro en la parte superior; pero de medios a puntas está cobrizo.Su corazón se agitó. Sammael sabía exactamente cómo era su cabello.«Entonces debía mirarme mucho, ¿no?», reconoció con gusto. Intento apartar esos pensamientos de su mente, no era el momento.—Sí... esa era yo. Estaba con MinHyuk —confesó—. Él y Minah son los únicos amigos que tengo ahora.Sammael la miró con sorpresa. Luego se puso nervioso.—Ah, así que eso era. Supongo que te llamo cuando regresó.Beth alzó
Se quedó sin habla. Si ella pensaba que su vida era un completo caos, se equivocaba. Habían cosas más increíbles de creer.—¿Cómo? Dime que es una broma —susurró. Si su suegra se llegara a enterar que Beth la ayudo y escondió aquél matrimonio, la ahogaría en el lago más cercano.Y lo peor cuando descubriera que su hija se había casado con el heredero al trono de un país a millas náuticas de ellos, y que no podía utilizarla para alguna alianza matrimonial.—No, es la verdad. Me voy a casar con el príncipe heredero. Es una situación de vida o muerte.Parecía hablar en serio con la parte "vida o muerte". Le hacía falta muchísimo contexto. Pero antes de que pudiera preguntarle por eso, de repente una voz las interrumpió:—¡Su alteza, el príncipe heredero Nair Faheem, está aquí!Selena cuadró los hombros y miró hacia la puerta con seriedad.—Enfrentaré mi destino, Beth. Y en algún momento tú también tendrás que enfrentar el tuyo.No entendía a qué se refería, pero pensó que ya sabía sobre
Despertó sintiendo que había dormido una eternidad. Tenía el cuerpo cansado luego de una noche increíblemente movida.Trató de apartar de su mente lo que leyó en el teléfono de Sammael. Aquello no era su problema, ¿cierto?Se da a ánimos así misma, pese a que la afecto a una enorme escala. La tenía confundida cuando él le decía cosas como "elígeme a mí", pero parecía tener a otra mujer en su vida.Suspiró, dando vuelta en la cama, pero chocando con alguien a su lado. Abrió la boca con sorpresa, porque quedó cara a cara con Sammael, quien ya estaba despierto.—Buenos días, Anna. ¿Cómo te sientes? —preguntó, dándole una sonrisa encantadora.«No me sonrías así, por favor...», rogó mentalmente. No podía sonreírle como si estuviera feliz de verla al amanecer, y en las sombras estar con alguien más.—Bien, no hiciste ruido —mintió, decidiendo actuar con normalidad.El asintió, mirándola fijamente, luego le dio un beso corto en los labios antes de pronunciar palabra.—Pareces un poco cansada,
Algunas personas a su alrededor se compadecieron de su situación y llamaron a emergencias. Fue trasladada al hospital más cercano y en segundos se llegar su atendida.Una enferma se acercó para atenderla. Realizó preguntas de rutina mientras le revisaba el pie y su rodilla.»¿Tiene alergia a algún medicamento?»¿Qué sucedió?»¿Dónde le duele?»¿Tiene alguna enfermedad?Con esa última pregunta, Beth asintió.—Eso creo. Mi doctora me dió los resultados de unos exámenes de rutina, pero no los pude descifrar.La enferma pareció confundida.—¿Trajo los resultados? Permítame echarles un vistazo.Con dificultad señaló hacia su bolso. Tenía un catéter en la mano que la suministraba el suero. Eso sí le había hecho sentir un poco mejor, pero seguía cansada.Reviso los papeles que le entrego, y alzó las cejas con sorpresa.—Ah, así que eso es —sonrió—, no es nada grave. No hay nada de qué preocuparse, solo deberá guardar absoluto reposo. El tobillo solo tiene un esguince, aunque tendré que darle
Annabeth sonrió a la chica detrás del escritorio en la recepción.Habían pasado tres días desde el ultimátum de Dominik, porque no fue tan fácil conseguir una resolución expréss de divorcio.Sammael no la había contactado en los dos días anteriores, ella no insistió; seguramente estaba ocupado con el trabajo.Llevaba un vestido rojo para robar miradas, que se pegaba a su figura como un guante; marcaba las curvas recién adquiridas debido a su esfuerzo diario con el ejercicio.—¡Buenos días, señora Blake! —la saludo aquella muchacha.Todavía nadie sabía que ella era la presidenta de la empresa, y próxima ex-señora Blake. Ese mismo día firmaría lo papeles de divorcio.Y ese mismo día Dominik Blake iba a conocer el infierno mediático. Ya se había encargado de contactar a las mejores revistas, claro... anónimamente. Y le habían pagado una exorbitante cantidad de dinero por darles la exclusiva.Subió a su oficina, sus tacones de aguja resonaron en los pasillos. El cabello cobrizo lo traía c
Aún con la confusión llenando su mente, ella solo se rió y actuó con naturalidad.Ladeó la cabeza para mirarlo, tenía una sonrisa cínica.—¿Crees en los milagros, querido ex-esposo? Porque yo no. Sabes que en cinco años de matrimonio concebir fue muuuuuy difícil —declaró, limpiando su boca con el dorso de la mano.Se acercó hasta su lado y le empujó la carpeta en el pecho.—Aquí tienes lo que tanto ansiabas: tu libertad. Ahora podrás hacer las porquerías que te gustan sin restricciones. —Pronunció cada palabra con frialdad. Fue su turno de mirarlo con desprecio—. Corre a darle el apellido a tu hijastro, cariño.La mirada estupefacta de Dominik era todo lo que necesitaba para sentirse satisfecha. Más pronto que tarde entendería a qué se refería.Sin darle tiempo para responder, le dió la espalda y salió del lugar como si fuera una diva. Los curiosos la observaban descaradamente, probablemente para buscar cualquier cosa para luego chismosear.Cuando por fin salió del lugar, se permitió s