Víktor Observaba los detalles y planos que se estaban realizando para la compra de terrenos destinados a la construcción. Era un proyecto ambicioso, respaldado por los accionistas que estaban dispuestos a invertir sumas importantes. Sin embargo, los beneficios no solo debían centrarse en nosotros, los involucrados, sino también en quienes realmente necesitaban este cambio. Sabía que esta reunión con los miembros del Parlamento sería crucial.Los hombres presentes eran figuras de influencia en el reino, cada uno representando distintas áreas de poder. Entre ellos se encontraba el Conde Harold Montague, encargado de los asuntos de infraestructura; Lady Eleanor Hensley, supervisora de desarrollo económico; y el Duque William Ashford, quien velaba por las políticas públicas relacionadas con los proyectos sociales. No tenía mucho tiempo para prepararme, pero quería asegurarme de que todos los detalles estuvieran en orden. La presencia de Lorenzo Bianchi, uno de los futuros accionistas may
Narra Lorenzo. —¿Averiguaste todo lo que te mandé investigar? —pregunté a Joseph, mi hombre de confianza. El hombre asintió en silencio mientras me tendía una carpeta repleta de documentos. —El infiltrado sabe mucho sobre la familia Romanov —me informó con una voz cautelosa. Una sonrisa apenas perceptible cruzó mi rostro. Eso era justo lo que quería escuchar. —Perfecto. El Conde Víktor no debe saber por qué lo acecho ni por qué me hago pasar por un buen samaritano en sus proyectos para el condado — añadí mientras hojeaba los documentos. —No lo sabe, señor —aseguró Joseph—. Pero hay algo delicado que debo mencionarle. Fruncí el ceño. —¿A qué te refieres? Joseph tragó saliva antes de responder: —Al parecer la supuesta hermana del conde no es lo que todos piensan. El infiltrado asegura que Kamila Ivanova es, en realidad, su esposa oculta. Mi mano se detuvo en seco sobre las hojas. —¿Qué demonios estás diciendo? —pregunté, incrédulo—. ¿Estás seguro? —Así es, señor
Kamila.Quedé mirando al señor Lorenzo, sorprendida por sus palabras. ¿Qué pasaría si me dejara llevar? ¿Sería capaz de sacarme del infierno en el que vivo con los Romanov? Mi mirada se desvió hacia Víktor, mi esposo, quien me observaba desde el otro lado del salón. Estaba acompañado de Luciana, la mujer con la que aparentemente su padre lo comprometió en un matrimonio falso. ¿Sería nuestra boda igual de ficticia?A pesar de todo, no podía negar que amaba a Víktor. Fue el primero en mi vida, aquel con quien compartí momentos terribles, pero también dulces. Nunca me maltrató físicamente, aunque sí me humillaba, hiriéndome mentalmente con su frialdad. Aun así, la libertad seguía siendo mi prioridad. Quizá el señor Lorenzo realmente quería ayudarme...—¿En qué piensas, Kamila? —preguntó Lorenzo, sacándome de mis cavilaciones.—Disculpe, señor Lorenzo, solo estaba pensando.—¿Te incomoda algo?—No, para nada.Sus ojos grises, enigmáticos y profundos, parecían ocultar miles de secretos. Él
ViktorEstaba molesto conmigo mismo por ser un idiota, me encuentro en mi despacho de la mansión. Era fin de semana y, por lo tanto, no tenía que ir al parlamento. Sin embargo, mi mente no encontraba descanso. Sobre el escritorio descansaba la carta que enviaría a ese hombre.Una cena... tendríamos que recibirlo en casa. Y todo porque se había fijado en Kamila, con que intensión, no tengo la menor idea.Maldita sea.Las cosas se estaban complicando. Tenía que buscar la manera de alejar a ese tipo de mi esposa. Todo este maldito juego comenzó cuando decidimos hacerla pasar por mi hermana, cuando en realidad es mi esposa. Ahora no tenía escapatoria. Tenía que hacer algo, y rápido. Camila ya estaba advertida: debía rechazarlo. No había otra opción. Si no lo hacía, habría consecuencias.Por otro lado, estaba Luciana. No la soportaba más. No sabía cómo desligarme de ella sin enfrentar la furia de su padre, y aunque mi abuelo fue quien me había obligado a firmar ese maldito contrato de comp
KamilaVivo atrapada en una jaula de oro, soñando con el mundo más allá de estas paredes, deseando caminar libremente por Moscú, sentir mis pies rozar la nieve, bailar sin restricciones en algún altar desconocido, mi pasión siempre fue ser una bailarin de ballete. Pero la realidad no es más que una cruel burla. Estoy confinada a esta mansión, oculta en las sombras, con el título de condesa como única compañía para su familia. Lo máximo que se me permite es pasear por el jardín o asistir a las interminables reuniones de beneficencia organizadas por mi esposo. En esas ocasiones, soy apenas una sombra, alguien que finge con maestría ser lo que nunca quise. Una Hermana que apoya al Conde.Sus palabras resuenan en mi mente “ Mil veces preferiría ser un don nadie como tú lo has sido siempre, antes que el mundo enterro sepa que eres mi esposa” Esa frase, repetida tantas veces, me cala hondo. Vivo bajo su sombra, cansada de una rutina que me consume. Lo amo en silencio, aunque sé que es inúti
Kamila. 💞La cena transcurrió sin contratiempos, llena de conversaciones diplomáticas y formalidades habituales. Sin embargo, mi atención se desvió cuando sentí la mano de Víktor rodear mi cintura, un gesto tan automático como intimidante, que me hacía recordar mi posición al lado de él. Justo en ese momento, él hombre de porte elegante con el que baile apareció frente a nosotros.—Conde Víktor Romanov, es un honor conocerlo. Mi nombre es Lorenzo Bianchi, un placer conocerlo a usted y a su encantadora compañía. Víktor, siempre en su porte y actitud, inclinó ligeramente la cabeza antes de responder.—Es un placer, señor Lorenzo Bianchi. Permítame presentarle a mi hermana, Kamila Romanov.Sabia perfectamente que esta sería su presentación para todos. No importaba el contexto, siempre era su "hermana" ante el mundo, y yo no tenía derecho a decir lo contrario. Lorenzo me miró fijamente, con una sonrisa amplia y cortés, pero había algo más en su mirada que me ponía nerviosa.—Es un gusto
Recuerdos 2019KamilaEl vestido de novia colgaba frente a mí, inmenso, pesado y cargado de significado. Observé cada detalle de la tela blanca como si fuera ajena a mi cuerpo. No sentía emoción alguna. Para mí, no era más que un símbolo de la prisión en la que había estado atrapada desde que llegué a esta mansión. Nunca imaginé que este día llegaría, y mucho menos que sería así: frío, distante y sin amor.Todo empezó cuando mi madre, en un acto de altruismo, salvó la vida del viejo Conde. Desde entonces, él decidió que su familia se encargaría de mí. Cuando ella murió, me dejaron aquí, cuidada pero aislada, marcada por un destino que no había elegido. El conde decretó que sería la esposa de su nieto, Viktor, el futuro Conde Romanov. Ahora, a mis dieciocho años, mi vida estaba sellada con esta unión.Viktor no me quería. Nunca me quiso. Desde niños, su desprecio era evidente, y ahora, su odio parecía multiplicado. Según él, yo era la causa de este matrimonio forzado. Pero la verdad er
Abrí los ojos lentamente. La habitación estaba en penumbras, iluminada apenas por la tenue luz que se filtraba a través de las gruesas cortinas. Lo observé recostado junto a mí, aún desnudo, con un cigarrillo entre los dedos. El aroma del tabaco llenaba el aire, mezclado con el de nuestras pieles y el licor que había estado bebiendo durante toda la noche. Me sentía exhausta, pero no dije nada. Era mi deber permanecer en silencio, como siempre lo había sido. Desde que era pequeña, todo lo que sabía era que este lugar, con su opulencia y sus secretos, sería mi cárcel, y él sería mi dueño.Viktor apagó el cigarrillo en un cenicero que descansaba en la mesita de noche y tomó una copa de cristal. Bebió el contenido de un solo trago, dejando que el alcohol intensificara la sombra de deseo en sus ojos. Su mirada se clavó en mí, devorándome, mientras sus manos comenzaban a recorrer mi cuerpo con una mezcla de posesión y desinterés. Estaba ligeramente ebrio, y aunque podía sentir su peso emoci