A penas y Henry logró darse un baño, quitarse la resaca del viaje para cenar, llegaron invitados no planificados.— Señor Edwards, los Señores Alonso están en la sala – el mayordomo les avisó a Eva y Henry que estaban hablando en la biblioteca.— ¿Aquí?— Sí Señor— Bien, que pasen y sirva un refrigerio para ellosHenry no entendía que tipo de visita era esa a estas horas y sin previo aviso.Casi les dice que no podía recibirlos, pero eran nuevos en estas tierras y no era malo para él, hacerse de las conexiones de los Alonso para que su reciente negocio portuario avanzara más rápido.— Sra. Edwards, por favor, acompáñeme a ayudarle con el cambio de vestuario – cuando iban saliendo de la biblioteca, la tutora interceptó a Eva.— Pero, este vestido está bien, yo creo.— No, Sra. no para recibir a invitados distinguidos, insisto.Eva miró a Henry que solo tenía sonrisas en sus ojos grises y le dio un beso en la mejilla diciéndole que la esperaba en la sala.— Señora, estas ropas fueron e
— ¿Por qué no puede aceptarlo? Es un obsequio de Henry, él salvó a mi abuelo y es en agradecimiento, ¿no le parece un poco grosero devolver la gratitud de los demás?Mildrey no pudo evitar mirar a Eva con enojo y desdén.¿Cómo se atreve a devolverle el regalo que se pasó por horas buscando para traerle a su amor?¿Quién era ella para hablar por Henry?— Lo que me parece grosero es que una señorita soltera como usted, le regale a un hombre casado un objeto tan íntimo y privado como unos gemelos – Eva también la miró desafiante y se hizo un silencio total en la sala.— Pero mi abuelo…— Usted dijo claramente, que los eligió y compró usted misma. ¿Su abuelo no sabe lo que significa que una mujer le regale algo así a un hombre?— Porque todos los gemelos de Henry se los compro yo, que para eso soy su mujer.Eva mintió descaradamente y ya se estaba molestando un poco por la altanería de la chica y la manera en que miraba a Henry justo en su cara.— ¡Oh, mi Dios, creo que ha habido una gran
La buena suerte estaba de su lado, porque debido a la anterior discapacidad de Henry, casi toda la vida en esta casa se desarrollaba en la planta baja, los demás pisos estaban sub utilizados.Entró al baño, sacó las nueces que tenía bien guardadas y dando un suspiro, comenzó a comérselas.Era alérgica a ese alimento, aunque no era de gravedad y mucho menos comiendo tan pocas, pero sí lo suficiente como para fingir una intoxicación alimentaria o cualquier show que le permitiese cumplir su principal objetivo de hoy, quedarse a pasar la noche, en la mansión de los Edwards.Mientras masticaba, siempre había estado pegada a la puerta y así escuchó los pasos de la doncella que se alejaban hacia el salón.Ahora que no había nadie, tenía que llevar a cabo la parte más importante.Abrió una rendija y miró al pasillo desolado. ¡Era ahora o nunca!Caminó deprisa hacia el despacho y abrió la puerta con suavidad.Estaba vacío, así que se coló y cerró la puerta detrás de ella.La tenue luz de una l
¡Por suerte no estaba cruzando todavía, solo cerca de la ventana!— Disculpe, yo me perdí un poco, estoy mareada y me siento mal, estaba en el baño y luego pensé en salir un momento, a tomar algo de fresco, a ver si mejorabaSe giró, saliendo del seto y caminando hacia el intimidante hombre con cara de inocencia.— ¿Por qué no llamó a una de las doncellas, no se encontró con nadie?— No sé, yo, no estoy muy bien - se llevó la mano a la frente y cerró los ojos.En realidad, Mildrey no estaba fingiendo mucho y cuando el hombre le vio el rostro pálido y sudoroso, se dio cuenta de que la chica no mentía, al menos en lo de sentirse mal.En eso salió el ama de llaves de adentro de la mansión.— ¿Qué sucede? ¡Srta. Mildrey justo la andaba buscando!, se demoraba mucho en el baño y el Sr. mandó a ver si estaba bien, pero al llegar no la encontramos ¡Oh, tiene muy mala cara! ¿Qué hace acá afuera? ¿Necesita que llame al doctor?— No es necesario que llame al doctor, solo necesito descansar un mo
Sentía cómo iba perdiendo la destreza en su cuerpo y toda la calentura que lo quemaba como fuego abrazador, se acumulaba en su vientre y en su pene, que se endurecía a cada segundo.¡No podía ser, había sido drogado de verdad, esto no era ningún resfriado! ¡Tenía que ser obra de los Alonso, debían ser esos dos!¿Quién más hubiese querido drogarlo con lo que parecía ser una estimulante sexual, porque estaba excitado como un pervertido?Miró los cordones en la pared para llamar a las habitaciones de las pocas doncellas que se quedaban en los pisos superiores por si había alguna emergencia.La única persona que se le ocurría podía socorrerlo ahora, era la Sra. Bishop.Ella era una mujer inteligente y Henry no quería que Eva supiese de este bizarro asunto.Caminó unos pasos y se pegó a la esquina de la encimera, tomándola como apoyo, estiró la mano temblorosa, casi sin fuerzas, y haló el cordón varias veces.Aquí no se escuchaba nada, pero en la habitación de la Sra. Bishop, una campana d
Ella diría que Henry se aprovechó de su inocencia y de su amor juvenil por él, se tendría que divorciar de esa coja muerta de hambre, porque la familia Alonso y la sociedad elitista, lo presionarían con todo y Eva no tenía respaldo.El divorcio no era algo muy bien visto en la alta sociedad, pero solo cuando se trataba de dos personas de la misma clase social.Que Henry se divorciara de una sin nombre para casarse con una señorita importante, iba a ser aplaudido por todos.— Henry sé que me deseas, no finjas más, mira… mira cómo está tu cosa de hombre, yo puedo ayudarte…Dio varios pasos hacia él y se arrodilló delante de la bragueta dura de Henry que sin quererlo se estremeció por todo su cuerpo ante el roce.Era la droga controlando su cuerpo y sus sentidos, pero él no quería, ¡no quería!Sin embargo, ¡ni un paso atrás podía dar!, porque necesitaba el apoyo o se desmoronaría. La encimera a su espalda era la única que lo sostenía de pie.— Por favor Mildrey detén esta locura, ¡reacci
— ¿Drogado? – Eva de repente cayó en cuenta del estado deplorable de Henry, estaba temblando por todo su cuerpo y sudando a raudales.— ¡Oh por Dios, Henry, te voy a ayudar, apóyate en mí…! – pasó de la ira a la preocupación extrema.— No, no me toques, Eva, no espera, busca a la Sra. Bishop - Henry creía que si Eva lo tocaba solo un poco le saltaría encima como un animal.Ya el dolor en su miembr0 y en sus testícul0s era insoportable. ¿Qué carajos le había dado esa maldit4 mujer?— ¡La buscaré, aguanta, la buscaré!Pero a penas Eva, nerviosa, hizo por correr hacia la puerta, entraba ya la Sra. Bishop, anudándose el cordón de la bata de dormir, despeinada y apresura.Había escuchado la llamada de la campana en su habitación, que la hizo levantarse sobresaltada.Se asombró al ver toda la escena increíble de la cocina.Mildrey desnuda, desmayada en el suelo y la “situación” de Henry, que por mucho que intentó taparse con la bata, era evidente.Como mujer inteligente y que había visto ta
Henry, gemía contra la suave piel del cuello de Eva mientras su mano más pequeña se movía arriba y abajo sobre su p0lla, ayudada por el agua y todo el líquido pre seminal que Henry soltaba sin parar.— Mmm… amor más rápido… Mmm así… ssshhh Eva … — elevó las caderas en un meneo vigoroso y colocó su mano más grande sobre la inexperta de Eva, para acelerar los movimientos y apretarse con mayor fuerza.El agua comenzó a chapotear en la bañera por las intensas embestidas del cuerpo de Henry hacia arriba, ido en el placer y la necesidad asfixiante de liberarse.— Eva… — gruñó el nombre de su mujer en un largo gemido al venirse, con todo su cuerpo rígido y echando la cabeza hacia atrás, cuando un potente orgasmo atravesó sus sentidos.Sus caderas ondeaban suavemente, prolongando la fricción dentro de su puño, para exprimir hasta la última gota de placer.Eva se quedó fascinada al ver el hermoso rostro de Henry en su momento de liberación, mordiendo su labio inferior para no gemir como loco,