Capitulo 2

—Cuéntamelo —musitó; una elección desgraciada de palabras, ya sabia que ella tomaria su palabra al pie de la letra y comenzó una exhaustiva narración de lo que sentía por Brad. En una crisis de negocios Steff podía ser el Peñón de Gibraltar, pero cuando se trataba de su vida personal se venía abajo en seguida, al menos delante de él. Con su padrino  siempre lograba mantener un aire de estoicismo en deferencia al credo de reserva del hombre mayor.

—No sé si me siento más desgraciada o furiosa —dijo con suavidad—. Fue tal sorpresa.

El padrino me lo dijo en el momento en que bajé del avión y... y... Así como Steff rara vez lloraba, el frágil temblor de los labios pintados y el rápido parpadeo le indicaron a Jye que era hora de intervenir y distraerla.

—Cariño, estoy seguro de que todo esto te parece devastador en este momento, pero a riesgo de sonar poco sensible y cínico... bueno, te enamoras más veces que las que yo me duermo.

—¡No es verdad! —la expresión de indignación herida la tenía muy dominada. 

Él la había visto usarla innumerables veces en su juventud para convencer a su padrino de que era inocente de cualquier travesura en que la hubieran descubierto; pero Jye era menos ingenuo. La miró fijamente hasta que ella no pudo dejar de esbozar una sonrisa tímida

—. De acuerdo —musitó—. Corrige eso a «más veces que las que duermes en tu propia cama», y lo aceptaré. Pero esta vez es diferente.

—Hmm.

—Hablo en serio, Jye —afirmó con convicción. Lo que siento por Brad era... es —corrigió— realmente especial. Él es... bueno... es único.

—Único, ¿eh? Me lo imagino —dijo con asombro—. ¿Quién habría pensado que Brad tendría tanto en común con todos los chicos de los que te enamoraste en los últimos diez años?

—¡Pero de eso trata! Brad no es como los chicos de los que me enamoré antes —una sonrisa extasiada apareció en su cara—. Es inteligente, considerado, compasivo, divertido y... y... —agitó los brazos—. Y maravilloso.

—¡Y está casado! —le recordó—. Palabra que no sólo hace sonar campanillas, sino que incluso evoca imágenes de anillos y campanillas —el rostro de ella quedó consumido por una expresión de absoluta desolación, haciendo que Jye deseara no haber sido tan directo. Demonios, quizá ese bastardo era especial de verdad. Rodeó el escritorio y le pasó un brazo por los hombros abatidos

—. Lo siento, cariño. No ha sido justo. Lo último que necesitas es que yo te lo recuerde. Pero puedes conseguir algo mejor que un tipo que es lo bastante estúpido como para dejarte. En este caso el perdedor es él.

—Gracias, Jye. Pero, por desgracia, en esta ocasión eso no hace que me sienta mejor.

—Funcionó cuando te separaste de Tommy —adoptó una expresión cómicamente asombrada—. Y con Dick y con Harry. Por no mencionar a Risueño, Gruñón, Dormilón y todos sus predecesores.

—Sí —ante su intento de humor ella hizo una mueca—, supongo que después de mil repeticiones todo pierde impacto.

—Muy bien, pero no deja de ser menos cierto. Entonces, qué te parece si dejas de ir de víctima y empiezas a mirar el lado bueno, ¿eh?

—Cielos, Jye, tu simpatía y compasión resultan abrumadoras —hizo un mohín.

—Tal como yo lo veo, Steff, tú ya sientes bastante pena por ti misma. Alimentar tu desgracia con una falsa compasión sólo te animara a pensar más en ese idiota —tiró de un rizo plateado—. Y pienso que eres más divertida cuando estás dispuesta a comerte el mundo, mejor amiga, ya sabes te cubro las espaldas —sonrió, le abrazó fugazmente y le dio un beso en la cabeza.

La suavidad sedosa de su pelo era familiar, pero la leve fragancia de su champú no. Se centró en el aroma, pero lo distrajo el modo en que sus dedos jugaron con el puño de su camisa y el cosquilleo en su muñeca.

—Jye...

—Hmm —¿qué perfume era ese? No era el de siempre. Resultaba más almizcleño y empalagoso.

—¡Jye! —su mano dejó de ser gentil al tirar de la muñeca—. ¿Me estás escuchando?

—¿Eh? Lo siento; ¿qué has dicho?

—Que tenías razón...

—¿Me lo puedes dar por escrito?

Ella sacó la lengua y le golpeó el hombro.

—He decidido que estar abatida no le hace ningún bien a mi situación, razón por la que estoy aquí. Necesito tu ayuda, Jye.

—¿Mi ayuda?

—Sí, porque en esta ocasión no pienso arrastrarme como una criatura patética y rechazada para desperdiciar meses curándome las heridas en un exilio social autoimpuesto.

La idea de que alguna vez perdiera una semana en un exilio social autoimpuesto, por no mencionar meses, resultaba fantástica en extremo. Durante los últimos diez años de su vida Steff había saltado de «un amor de su vida» a otro con apenas un día o dos para recuperarse.

—Vas a luchar, ¿eh? Es un buen síntoma. Deja que adivine. Piensas quitarle la alfombra de los pies al oportunista Brad diciéndole a Dominic  que su matrimonio es un ardid para ser ascendido en...

—¡No seas ridículo! —exclamó perpleja—. El padrino lo despediría en el acto si lo supiera.

—¿Y? ¿Qué mejor manera de vengarte de él?

—Pero yo no quiero vengarme, Jye; sólo quiero recuperarlo.

—¿Estás loca? El tipo se ha casado.

—En realidad, no —sacudió la cabeza—. No es un matrimonio de verdad. No se casaron en una iglesia y no duermen juntos.

—¿Te lo contó Brad ? —la expresión de ella hizo que la pregunta fuera retórica—. ¿Y tú le creíste?

—Por supuesto. Brad no me mentiría.

—Claro. ¿Se te ha ocurrido que el sincero y viejo Brad podría estar intentando conseguir la tarta y comérsela también?

—No —dijo—. No conoces a Brad como yo.

—Te conozco a ti, Steff, y no estás hecha para el papel de amante. Por el amor del cielo, siempre has comparado la infidelidad con el asesinato; recuerdo que cuando salí con dos chicas al mismo tiempo lo llamaste «violación emocional». ¡Y eso que no me acostaba con ninguna! ¿De verdad crees que eres capaz de tener una aventura con un hombre casado y vivir contigo misma?

—Te lo repito, Jye, no está casado de verdad.

—Escucha, puede que no haya pasado por el altar, pero, pequeña, ¡casarse es casarse! Créeme, ¡a su esposa no le va a gustar tu intento de arrebatárselo! Sin importar los motivos calculadores que haya podido tener ese bastardo ingreido,y antes de que digas nada se que se yama Brad. Pero solo por el hecho de tratar de jugar a dos bandas ya me cae mal asi que ....A demas quiero que tengas presente que no se que clase de artimañas utilizo  para casarse con esa pobre mujer, te apuesto dinero contra donuts que el único motivo por el que ella se casó es porque se imagina enamorada de él.

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