Con manos ansiosas se quitaron la ropa, al tiempo que realizaban apreciaciones de sus respectivos cuerpos y se daban besos apasionados y codiciosos. Pero cayeron sobre lacama de Steff como una sola persona, y la urgencia de su deseo dio paso al placer sensual de la exploración lánguida y pausada. Para Steff fue la experiencia más excitante y espiritual de su vida, y poder acariciar el cuerpo desnudo y musculoso de Jye de pronto se convirtió en el placer más erótico que podía imaginar. Sentir los besos que le daba en las pantorrillas y los pies creó sensaciones emocional y físicamente tan estimulantes que flotó entre las lágrimas de gozo y la realización del clímax. ¿Cómo podía un hombre capaz de semejante ternura no creer en el amor?—Tu piel es como satén líquido —jadeó él mientras con los labios abría un sendero por sus muslos y su ingle hasta llegar al estómago—. Quiero tocar... y probar cada milímetro... —detuvo el tormento de sus besos ardientes y húmedos para alzar la cabeza y
Steff contuvo las lágrimas, el dia anterior ellavio como jye compraba unos libros y revistas que contenian articulos sobre el embarazo y despues de la cena se había enfrascado en la lectura de una revista femenina, sobre el cuidado y consejos sobre la lactacia materna. Al día siguiente debía llegarle el período, y todas las señales indicaban que no se retrasaría. Tenía los pechos más plenos y sensibles, le dolía la cabeza y se sentía completamente desgraciada.—¿Steff? ¿Me has oído...?—Jye, ¿quieres olvidarte de ello por un rato? —gritó—. No estoy embarazada, ¿de acuerdo? Ya te lo he dicho hasta el cansancio —se mordió el labio.—¿Has tenido el período?—Eh... no, todavía no. Pero créeme, lo tendré mañana. Sé reconocer todos los síntomas preliminares —forzó una risa por miedo a que él notara su decepción—. Uno de ellos es mi estado de ánimo irritable. Lo siento, Jye, no pretendía saltar...—¿Mañana? Pero me dijiste que tenía que llegarte hoy.—Quería decir que sería mañana por la
Durante toda la noche Jye sólo pensó en una cosa. «No quiero que este sea el final de todo». Sólo porque llevaba reloj supo que la cena con los Mulgan y el trayecto de trasladarlos al aeropuerto para subir al vuelo privado que los llevaría a casa habían durado seis horas; aparte de eso, no habría sido capaz de contar qué había sucedido durante la velada. Sólo fue consciente de Steff, del tono melodioso de su voz y de su risa. La arrebatadora belleza de su cara lo había mantenido hechizado.Pero en ese momento temía apartar la vista del camino para mirarla, por miedo a que hablara. El absoluto silencio que había mantenido desde que se despidieron de los Mulgan tenía una cualidad ominosa.Al girar el coche para entrar en la calle de ella volvió a verse abrumado por una inquietud emocional que no entendía. Necesitaba tiempo para pensar sin distracciones... un tiempo a solas. Pero por primera vez en su vida la idea de quedarse solo lo tenía casi paralizado de terror.Por un lado parecía r
Unos segundos después Jye observaba el pequeño tubo que había en la cómoda de Steff. Ni por asomos era o iba a ser de color azul. Las instrucciones en el test que él había comprado ponían que azul era positivo cuando había un embarazo; si no se modificaba, negativo. Steff lanzó un grito y se soltó de la mano de él. La desesperación que Jye vio en su cara fue como una daga clavada en su corazón. Trato de calmarla de la mejor manera que se le ocurrió. —Steff, está bien —se apresuró a decir—. El color es claro. ¿Lo ves? —alzó la evidencia—. No estás embarazada. Para ello, se tendría que haber puesto azul. —¡Lo sé! —espeto ella. —¿Lo... sabes? Pero... pero estás llorando... no lo entiendo. —¡Claro que no! Como podrías entender eres Jye. Tú nunca quisiste tener hijos; sin embargo, yo quiero ser madre desde que tengo memoria —sollozó—. Quería tanto tener este bebé. —Oh, cariño, tranquila... Eso no significa que no podrás tener hijos en el futuro. Demonios, sólo tienes veinti... —¡No te
La puerta del despacho de Jye se abrió con tanta violencia que éste creyó que en la estancia iba a irrumpir un equipo de bomberos; pero quien entró fue una peliroja de un metro sesenta de altura enfundada en un traje amarillo canario.—Buenos días, Steff —saludó, dejando el informe que había estado leyendo—. Lorenzo me dijo que habías vuelto...—¡Él lo sabía! —respondió a modo de saludo.«Oh, oh», pensó Jye, que habría preferido a los bomberos. Stephanie furiosa no era algo a lo que un hombre debiera enfrentarse sin al menos un whisky en el estómago y otro en la mano, omejor la botella viendo como se comportaba su amiga. El modo en que podía oscilar de la volatilidad a la vulnerabilidad era capaz de dejar a una persona en un desequilibrio emocional constante y el no era la excepcion, llevaba conociendo a la peliroja desde que era un crio.Al principio penso que era mona con sus pecasy sus dos trenzas pero con solo un dia de conocerse ya su opinion habia cambiado drasticamente, ella er
—Cuéntamelo —musitó; una elección desgraciada de palabras, ya sabia que ella tomaria su palabra al pie de la letra y comenzó una exhaustiva narración de lo que sentía por Brad. En una crisis de negocios Steff podía ser el Peñón de Gibraltar, pero cuando se trataba de su vida personal se venía abajo en seguida, al menos delante de él. Con su padrino siempre lograba mantener un aire de estoicismo en deferencia al credo de reserva del hombre mayor.—No sé si me siento más desgraciada o furiosa —dijo con suavidad—. Fue tal sorpresa.El padrino me lo dijo en el momento en que bajé del avión y... y... Así como Steff rara vez lloraba, el frágil temblor de los labios pintados y el rápido parpadeo le indicaron a Jye que era hora de intervenir y distraerla.—Cariño, estoy seguro de que todo esto te parece devastador en este momento, pero a riesgo de sonar poco sensible y cínico... bueno, te enamoras más veces que las que yo me duermo.—¡No es verdad! —la expresión de indignación herida la tení
—¡Oh, Jye, eres tan ingenuo! —lo absurdo de esa acusación lo dejó mudo, pero, por desgracia, Stephanie no sufrió ese problema—. Fue Kat quien en primer lugar le sugirió a Brad lo del matrimonio fingido —explicó—. Dio por hecho que él querría conseguir la dirección del departamento cuando éste quedó vacante y le pidió que la recomendara para ocupar su puesto. Cuando él le informó de que ni siquiera lo considerarían para el ascenso porque al padrino le gustaba que sus ejecutivos estuvieran casados, a Kat se le ocurrió la idea de un matrimonio de conveniencia.Tenías razón con la evaluación que hiciste de ella, Jye —continuó—. Kat es una mujer que sólo piensa en su carrera. El interés que tiene por Brad es sólo profesional, nada más.—¡Tonterías! —replicó él—. Puede que tenga planes para su futuro profesional, pero también los tiene sobre Brad. Piensa en ello, Steff. Si sólo persiguiera el anterior puesto de él, le habría bastado con convencerlo de que se casara con alguien... —calló par
—¿Sí? Bueno, otra cosa que no tengo es tiempo para quedarme contigo y correr otra vez el riesgo de que me manipules —más enfadado que lo que justificaba la situación, recogió unas carpetas del escritorio—. Nos vemos; tengo una reunión a la que asistir.—¡Jye, aguarda! —le agarró el brazo. Su cara era una mezcla de súplica y cálculo—. ¿Y si te prometiera cocinarte durante una semana por sólo invitar a Kat a comer?—Paso. Los dos sabemos que eres una paciente potencial de urgencias cada vez que entras en una cocina; lo mismo le sucede a cualquiera que coma tus platos. Asi que mejor ni te arriesgues con la invitacion, cocinar definitivamente no es lo tuyo.—¿Y si te contara que hace dos semanas empecé a tomar clases de cocina?El anuncio lo sorprendió, ya que siempre había dicho que en cuanto encontrara al Señor Perfecto dejaría de ser autodidacta en la cocina y asistiría a clases de cocina. Pero, a pesar de las ideas equivocadas que giraban en su cabeza, Brad, casado o no, no era su Se