Luego se volvió hacia Steff y la abrazó con la efusividad reservada sólo para los cumpleaños y las navidades, plantándole un beso en cada mejilla. Jye jamás había dudado del cariño que sentía Dom por ellos dos, pero las demostraciones habían sido pocas y espaciadas. Lo cual sólo podía significar que su tutor, igual que él, jamás había comprendido el placer que le brindaba a Steff las muestras tangibles de afecto. Pero Jye lo vio en ese momento en los ojos y en la sonrisa de ella, que le iluminó todo el rostro de un modo que le llegó al alma. En ese instante estaba más hermosa que ninguna mujer que hubiera visto jamás. Se sintió extasiado ante la idea de que pudiera llevar a su hijo en su interior. El hijo de ambos. Una personita que los dos habían creado...Los sentimientos que el concepto produjo en él, tanto mental como físicamente, estaban más allá de toda descripción. Lo único que sabía era que Steff podía discutir todo lo que quisiera sobre que un matrimonio de verdad sólo podía
—Nunca pensé en ello —calló unos momentos—. Aunque imagino que debe ser estupendo poder legarle a tu propio hijo algo tan único. Pero no soy machista, así que no me importaría que fuera un niño o una niña. Salvo que, como tú bien has dicho, debe desearlo. Y me gustaría pensar que lo apoyaría sin importar que quisiera seguir mis pasos o hacerse surfista profesional.—¡Es lo mismo que pienso yo! Se supone que los padres deben guiar y apoyar a sus hijos, no empujarlos y limitarlos. Nnosotros crecimos sin nuestros padres pero tuvimos el ejemplo y la guia...—¿Dominic hizo con nosotros eso mismo? Ser una buena guia y ejemplo para los pequeños es lo mejor...—No intencionadamente. Afrontémoslo, Dominic no tenía ni idea de qué hacer con nosotros hasta que terminamos la secundaria. De no haber sido por las excursiones y las vacaciones que le organizaba Flo para nosotros, es probable que, aparte de la escuela, sólo hubiéramos ido a la oficina.—¿Estás diciendo que no fuiste feliz? —preguntó c
Con manos ansiosas se quitaron la ropa, al tiempo que realizaban apreciaciones de sus respectivos cuerpos y se daban besos apasionados y codiciosos. Pero cayeron sobre lacama de Steff como una sola persona, y la urgencia de su deseo dio paso al placer sensual de la exploración lánguida y pausada. Para Steff fue la experiencia más excitante y espiritual de su vida, y poder acariciar el cuerpo desnudo y musculoso de Jye de pronto se convirtió en el placer más erótico que podía imaginar. Sentir los besos que le daba en las pantorrillas y los pies creó sensaciones emocional y físicamente tan estimulantes que flotó entre las lágrimas de gozo y la realización del clímax. ¿Cómo podía un hombre capaz de semejante ternura no creer en el amor?—Tu piel es como satén líquido —jadeó él mientras con los labios abría un sendero por sus muslos y su ingle hasta llegar al estómago—. Quiero tocar... y probar cada milímetro... —detuvo el tormento de sus besos ardientes y húmedos para alzar la cabeza y
Steff contuvo las lágrimas, el dia anterior ellavio como jye compraba unos libros y revistas que contenian articulos sobre el embarazo y despues de la cena se había enfrascado en la lectura de una revista femenina, sobre el cuidado y consejos sobre la lactacia materna. Al día siguiente debía llegarle el período, y todas las señales indicaban que no se retrasaría. Tenía los pechos más plenos y sensibles, le dolía la cabeza y se sentía completamente desgraciada.—¿Steff? ¿Me has oído...?—Jye, ¿quieres olvidarte de ello por un rato? —gritó—. No estoy embarazada, ¿de acuerdo? Ya te lo he dicho hasta el cansancio —se mordió el labio.—¿Has tenido el período?—Eh... no, todavía no. Pero créeme, lo tendré mañana. Sé reconocer todos los síntomas preliminares —forzó una risa por miedo a que él notara su decepción—. Uno de ellos es mi estado de ánimo irritable. Lo siento, Jye, no pretendía saltar...—¿Mañana? Pero me dijiste que tenía que llegarte hoy.—Quería decir que sería mañana por la
Durante toda la noche Jye sólo pensó en una cosa. «No quiero que este sea el final de todo». Sólo porque llevaba reloj supo que la cena con los Mulgan y el trayecto de trasladarlos al aeropuerto para subir al vuelo privado que los llevaría a casa habían durado seis horas; aparte de eso, no habría sido capaz de contar qué había sucedido durante la velada. Sólo fue consciente de Steff, del tono melodioso de su voz y de su risa. La arrebatadora belleza de su cara lo había mantenido hechizado.Pero en ese momento temía apartar la vista del camino para mirarla, por miedo a que hablara. El absoluto silencio que había mantenido desde que se despidieron de los Mulgan tenía una cualidad ominosa.Al girar el coche para entrar en la calle de ella volvió a verse abrumado por una inquietud emocional que no entendía. Necesitaba tiempo para pensar sin distracciones... un tiempo a solas. Pero por primera vez en su vida la idea de quedarse solo lo tenía casi paralizado de terror.Por un lado parecía r
Unos segundos después Jye observaba el pequeño tubo que había en la cómoda de Steff. Ni por asomos era o iba a ser de color azul. Las instrucciones en el test que él había comprado ponían que azul era positivo cuando había un embarazo; si no se modificaba, negativo. Steff lanzó un grito y se soltó de la mano de él. La desesperación que Jye vio en su cara fue como una daga clavada en su corazón. Trato de calmarla de la mejor manera que se le ocurrió. —Steff, está bien —se apresuró a decir—. El color es claro. ¿Lo ves? —alzó la evidencia—. No estás embarazada. Para ello, se tendría que haber puesto azul. —¡Lo sé! —espeto ella. —¿Lo... sabes? Pero... pero estás llorando... no lo entiendo. —¡Claro que no! Como podrías entender eres Jye. Tú nunca quisiste tener hijos; sin embargo, yo quiero ser madre desde que tengo memoria —sollozó—. Quería tanto tener este bebé. —Oh, cariño, tranquila... Eso no significa que no podrás tener hijos en el futuro. Demonios, sólo tienes veinti... —¡No te
La puerta del despacho de Jye se abrió con tanta violencia que éste creyó que en la estancia iba a irrumpir un equipo de bomberos; pero quien entró fue una peliroja de un metro sesenta de altura enfundada en un traje amarillo canario.—Buenos días, Steff —saludó, dejando el informe que había estado leyendo—. Lorenzo me dijo que habías vuelto...—¡Él lo sabía! —respondió a modo de saludo.«Oh, oh», pensó Jye, que habría preferido a los bomberos. Stephanie furiosa no era algo a lo que un hombre debiera enfrentarse sin al menos un whisky en el estómago y otro en la mano, omejor la botella viendo como se comportaba su amiga. El modo en que podía oscilar de la volatilidad a la vulnerabilidad era capaz de dejar a una persona en un desequilibrio emocional constante y el no era la excepcion, llevaba conociendo a la peliroja desde que era un crio.Al principio penso que era mona con sus pecasy sus dos trenzas pero con solo un dia de conocerse ya su opinion habia cambiado drasticamente, ella er
—Cuéntamelo —musitó; una elección desgraciada de palabras, ya sabia que ella tomaria su palabra al pie de la letra y comenzó una exhaustiva narración de lo que sentía por Brad. En una crisis de negocios Steff podía ser el Peñón de Gibraltar, pero cuando se trataba de su vida personal se venía abajo en seguida, al menos delante de él. Con su padrino siempre lograba mantener un aire de estoicismo en deferencia al credo de reserva del hombre mayor.—No sé si me siento más desgraciada o furiosa —dijo con suavidad—. Fue tal sorpresa.El padrino me lo dijo en el momento en que bajé del avión y... y... Así como Steff rara vez lloraba, el frágil temblor de los labios pintados y el rápido parpadeo le indicaron a Jye que era hora de intervenir y distraerla.—Cariño, estoy seguro de que todo esto te parece devastador en este momento, pero a riesgo de sonar poco sensible y cínico... bueno, te enamoras más veces que las que yo me duermo.—¡No es verdad! —la expresión de indignación herida la tení