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Capítulo 3; Un poco de suerte. ✨

Ethan observó con los ojos muy abiertos el revolver que estaba sobre el escritorio, sus ojos, así mismo como su expresión reflejaban un auténtico terror, el hombre sencillamente no podía creer lo que aquel hombre lo estaba proponiendo.

—Usted... no puede estar hablando en serio— le dijo con voz temblorosa.

—Yo nunca bromeo— le respondió con tono determinado— la decisión está en sus mano,s me paga ahora o a más tardar en veinticuatro horas o me da la satisfacción de jugar este pequeño juego con usted.

—Acceder a jugar ese juego no me garantiza salir de esta habitación con vida.

—Tampoco lo hace irse a casa y no pagarme en las próximas veinticuatro horas, es un riesgo que debe tomar. ¡Es su decisión, de nadie más!

—Pero... pero... —el hombre no paraba de balbucear sin poder apartar los ojos del revólver.

—Le explicaré cómo funciona esto, sé absolutamente todo de usted, toda la información necesaria, sé perfectamente que no tiene dinero para pagarme, sé exactamente cuánto me debe lo cual es mucho, sé que está a un paso de declararse en quiebra, conozco su familia y hasta la dirección de su casa— él le miró aterrado— si lo deseara podría cobrarme la deuda no solo con su sangre sino con la de sus hijas.

—¡Mis hijas nada tienen que ver en esto!— dijo de inmediato— el error ha sido mío, la deuda es mía, mis hijas no deben pagar por mis errores.

—Ese no es asunto mío, Müller, lo que me concierne es que tienes una cuantiosa deuda conmigo y si no me pagas voy a cobrarme con sangre. Ahora te explicaré el juego que te propongo, el revolver tendrá dos balas la misma cantidad de veces que debes tirar del gatillo, te doy dos oportunidades, si disparas dos veces y sales de este lugar con vida te daré un mes de gracia, durante ese mes podrás idear algún plan que te ayude a recuperar dinero y pagarme eso sí, no podrás endeudarte más con el casino.

—¿Y si una de esas maldit4s balas atraviesa mi cabeza?— preguntó con terror.

—Es sencillo, si eso sucede la deuda está saldada— el hombre miró a su interlocutor aterrado por la frialdad con la que hablaba de la posibilidad de que sucesos quedaran esparcidos en su oficina— dejémoslo a la suerte Müller, veamos si tienes más suerte en este juego que en la mesa de póker.

—Si el resultado de mi suerte va a ser la misma que he tenido en la mesa de póker, creo que mi cerebro terminará esparcido en este lugar.

—No se preocupe por eso, mis hombres saben hacer buenas limpiezas— lo miro directamente a los ojos— ahora dígame, ¿ qué quieres hacer Müller?— el hombre lo dudó durante muchísimo rato analizando cada segundo lo que estaba en juego, no quería morir, obvio que no quería hacerlo, apreciaba su vida y no solo eso sino que era un consagrado cobarde que toda la vida le había temido a la muerte, le aterraba pensar que su hora podía haber llegado, pero también pensaba que sí moría aquella noche al menos no tendría que pagar la deuda sin embargo, eso no haría más que complicar la vida de sus hijas. — estás demorando mucho Müller y seguramente mi humor cambie si no te decides en los próximos minutos, terminaré retirando mi generosa oferta.

¿Generosa oferta?, quiso preguntar con burla, pretender que se suicidara frente a él, no parecía una oferta muy generosa.

—No es una decisión fácil— le dijo— debe comprender que estoy aterrado.

—Y lo comprendo— le aseguró seriamente— pero mientras estoy sentado acá en esta mesa con usted, estoy perdiendo tiempo y para mí tiempo se traduce en dinero, así que tomé la decisión ahora o levántese de mi silla y salga inmediatamente de mi oficina.

—Acepto— respondió de inmediato mientras presionaba los ojos con fuerza, como queriendo airearse de la realidad.

—Muy bien— le dijo tomando de revólver de la mesa para que pudiese observar cuando introdujera las dos balas, Ethan estaba a punto de desmayarse, su mano temblada y su cuerpo también, estaba sumamente asustado y solo clamaba al cielo poder tener un poco de suerte, al menos una vez.

Observó atentamente cómo NiKolay introdujo las dos balas y cerró el revólver, lo hizo girar y lo colocó en la mesa para luego acercarlo hacia él. Ethan extendió su mano, asustado, tembloroso sintiendo que aquel momento era uno de los más estresantes que había tenido en su muy estresante vida, tomó el revólver y lo llevó a su cabeza, Nikolay empequeñeció los ojos esperando a los resultados; si el hombre terminaba por volarse los sesos, tendría que buscar otra chica que elegir, pero si tenía un poco de suerte de su parte, tendría un mes de gracia tal como le había prometido, pero aquello solo serviría para presionar aún más a Ethan.

No lo pensó, si lo hacía, si pensaba un poco en lo que estaba por hacer sencillamente su miedo terminaría por ganarle y terminaría cediendo al temor de morir, así que sin pensarlo cerró los ojos y tiró del gatillo, el arma sonó pero para su fortuna no hubo bala, dejó escapar un largo suspiro mientras su pecho subía y bajaba agitadamente.

—¡Por Dios Santo!— exclamó temblando.

—Muy bien, muy bien Müller, solo una vez más y obtendremos un resultado— el hombre asintió, sintiendo que en algún momento terminaría por vaciar su vejiga sentado allí o peor aún, que el terror que estaba viviendo lo llevaría a defecar sobre sus pantalones.

—¡Por amor a Dios señor, tenga un poco de piedad!— exclamó angustiado.

—La he tenido, créeme que la he tenido y solo porque hoy estoy de buen humor, si hubiese sido otro caso, otro día u otro deudor, en ese momento mis hombres lo estarían sacando muerto de este lugar— un frío recorrió la espina dorsal del hombre quien elevó los ojos y se percató en los dos hombres que estaban junto a la puerta, uno a cada lado completamente erguido con hombros cuadrados y expresión seria como si estuviesen alerta por si él decidía escapar de ese lugar.

—¡Con un demonio acabemos con esto!— y sin pensarlo llevó el revolver a su cabeza y volvió a tirar del gatillo, para su fortuna nuevamente se escuchó el clic pero el disparo no llegó, el hombre dejó caer el revolver sobre la mesa mientras comenzaba a sollozar de miedo y las lágrimas se escapaban de sus ojos y se deslizaban ansiosos por sus mejillas.

—Bien hecho Müller— le alabó él es ruso— esta noche has tenido un poco de suerte, por ahora puedes irte a casa y tienes exactamente un mes para cancelar tu deuda conmigo, exactamente un mes a partir de hoy y procura venir porque odio que me hagan esperar, y no estaría feliz de tener que ir a buscarte, y aunque no puedas verlos mis hombres estarán detrás de ti en todo momento, cuando salgas de casa, cuando vayas a un bar, cuando vayas a la oficina o de noche cuando regreses a tu casa, mis hombres estarán allí entre la sombra atento a cada uno de tus movimientos, así que procura no hacer algo estúpido.

—No lo haré señor, juro que no lo haré— dijo entre lágrimas.

—Bien, Vladímir acompaña al hombre fuera.

—Si, señor. — cuando se retiraron NiKolay sonrió y miró a Igor.

—¿Y bien?

—Pensé que se orinaría encima.

—Yo también— dijo entre risas— pero ha tenido suerte, irónicamente. Solo buscaba hacerlo sentir aún más miedo.

—Y creo que lo logro perfectamente.

—Sabrá que hablo en serio, no tendrá dudas de ello, este mes será un infierno para él.

—¿Y si hubiese salido una bala?

—Hubiese sido una pena, tiene hijas muy guapas, si el hombre hubiese muerto, tendría que haber encontrado la manera de persuadir a la hija.

—O buscar otra mujer.

—Por supuesto que no Igor, ¿No viste esa foto?, es ella, ninguna otra.

—Tendrá un suegro que lo odie de por vida, señor.

—Me tiene sin cuidado— sonrió ampliamente.

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