Ethan observó con los ojos muy abiertos el revolver que estaba sobre el escritorio, sus ojos, así mismo como su expresión reflejaban un auténtico terror, el hombre sencillamente no podía creer lo que aquel hombre lo estaba proponiendo.
—Usted... no puede estar hablando en serio— le dijo con voz temblorosa. —Yo nunca bromeo— le respondió con tono determinado— la decisión está en sus mano,s me paga ahora o a más tardar en veinticuatro horas o me da la satisfacción de jugar este pequeño juego con usted. —Acceder a jugar ese juego no me garantiza salir de esta habitación con vida. —Tampoco lo hace irse a casa y no pagarme en las próximas veinticuatro horas, es un riesgo que debe tomar. ¡Es su decisión, de nadie más! —Pero... pero... —el hombre no paraba de balbucear sin poder apartar los ojos del revólver. —Le explicaré cómo funciona esto, sé absolutamente todo de usted, toda la información necesaria, sé perfectamente que no tiene dinero para pagarme, sé exactamente cuánto me debe lo cual es mucho, sé que está a un paso de declararse en quiebra, conozco su familia y hasta la dirección de su casa— él le miró aterrado— si lo deseara podría cobrarme la deuda no solo con su sangre sino con la de sus hijas. —¡Mis hijas nada tienen que ver en esto!— dijo de inmediato— el error ha sido mío, la deuda es mía, mis hijas no deben pagar por mis errores. —Ese no es asunto mío, Müller, lo que me concierne es que tienes una cuantiosa deuda conmigo y si no me pagas voy a cobrarme con sangre. Ahora te explicaré el juego que te propongo, el revolver tendrá dos balas la misma cantidad de veces que debes tirar del gatillo, te doy dos oportunidades, si disparas dos veces y sales de este lugar con vida te daré un mes de gracia, durante ese mes podrás idear algún plan que te ayude a recuperar dinero y pagarme eso sí, no podrás endeudarte más con el casino. —¿Y si una de esas maldit4s balas atraviesa mi cabeza?— preguntó con terror. —Es sencillo, si eso sucede la deuda está saldada— el hombre miró a su interlocutor aterrado por la frialdad con la que hablaba de la posibilidad de que sucesos quedaran esparcidos en su oficina— dejémoslo a la suerte Müller, veamos si tienes más suerte en este juego que en la mesa de póker. —Si el resultado de mi suerte va a ser la misma que he tenido en la mesa de póker, creo que mi cerebro terminará esparcido en este lugar. —No se preocupe por eso, mis hombres saben hacer buenas limpiezas— lo miro directamente a los ojos— ahora dígame, ¿ qué quieres hacer Müller?— el hombre lo dudó durante muchísimo rato analizando cada segundo lo que estaba en juego, no quería morir, obvio que no quería hacerlo, apreciaba su vida y no solo eso sino que era un consagrado cobarde que toda la vida le había temido a la muerte, le aterraba pensar que su hora podía haber llegado, pero también pensaba que sí moría aquella noche al menos no tendría que pagar la deuda sin embargo, eso no haría más que complicar la vida de sus hijas. — estás demorando mucho Müller y seguramente mi humor cambie si no te decides en los próximos minutos, terminaré retirando mi generosa oferta. ¿Generosa oferta?, quiso preguntar con burla, pretender que se suicidara frente a él, no parecía una oferta muy generosa. —No es una decisión fácil— le dijo— debe comprender que estoy aterrado. —Y lo comprendo— le aseguró seriamente— pero mientras estoy sentado acá en esta mesa con usted, estoy perdiendo tiempo y para mí tiempo se traduce en dinero, así que tomé la decisión ahora o levántese de mi silla y salga inmediatamente de mi oficina. —Acepto— respondió de inmediato mientras presionaba los ojos con fuerza, como queriendo airearse de la realidad. —Muy bien— le dijo tomando de revólver de la mesa para que pudiese observar cuando introdujera las dos balas, Ethan estaba a punto de desmayarse, su mano temblada y su cuerpo también, estaba sumamente asustado y solo clamaba al cielo poder tener un poco de suerte, al menos una vez. Observó atentamente cómo NiKolay introdujo las dos balas y cerró el revólver, lo hizo girar y lo colocó en la mesa para luego acercarlo hacia él. Ethan extendió su mano, asustado, tembloroso sintiendo que aquel momento era uno de los más estresantes que había tenido en su muy estresante vida, tomó el revólver y lo llevó a su cabeza, Nikolay empequeñeció los ojos esperando a los resultados; si el hombre terminaba por volarse los sesos, tendría que buscar otra chica que elegir, pero si tenía un poco de suerte de su parte, tendría un mes de gracia tal como le había prometido, pero aquello solo serviría para presionar aún más a Ethan. No lo pensó, si lo hacía, si pensaba un poco en lo que estaba por hacer sencillamente su miedo terminaría por ganarle y terminaría cediendo al temor de morir, así que sin pensarlo cerró los ojos y tiró del gatillo, el arma sonó pero para su fortuna no hubo bala, dejó escapar un largo suspiro mientras su pecho subía y bajaba agitadamente. —¡Por Dios Santo!— exclamó temblando. —Muy bien, muy bien Müller, solo una vez más y obtendremos un resultado— el hombre asintió, sintiendo que en algún momento terminaría por vaciar su vejiga sentado allí o peor aún, que el terror que estaba viviendo lo llevaría a defecar sobre sus pantalones. —¡Por amor a Dios señor, tenga un poco de piedad!— exclamó angustiado. —La he tenido, créeme que la he tenido y solo porque hoy estoy de buen humor, si hubiese sido otro caso, otro día u otro deudor, en ese momento mis hombres lo estarían sacando muerto de este lugar— un frío recorrió la espina dorsal del hombre quien elevó los ojos y se percató en los dos hombres que estaban junto a la puerta, uno a cada lado completamente erguido con hombros cuadrados y expresión seria como si estuviesen alerta por si él decidía escapar de ese lugar. —¡Con un demonio acabemos con esto!— y sin pensarlo llevó el revolver a su cabeza y volvió a tirar del gatillo, para su fortuna nuevamente se escuchó el clic pero el disparo no llegó, el hombre dejó caer el revolver sobre la mesa mientras comenzaba a sollozar de miedo y las lágrimas se escapaban de sus ojos y se deslizaban ansiosos por sus mejillas. —Bien hecho Müller— le alabó él es ruso— esta noche has tenido un poco de suerte, por ahora puedes irte a casa y tienes exactamente un mes para cancelar tu deuda conmigo, exactamente un mes a partir de hoy y procura venir porque odio que me hagan esperar, y no estaría feliz de tener que ir a buscarte, y aunque no puedas verlos mis hombres estarán detrás de ti en todo momento, cuando salgas de casa, cuando vayas a un bar, cuando vayas a la oficina o de noche cuando regreses a tu casa, mis hombres estarán allí entre la sombra atento a cada uno de tus movimientos, así que procura no hacer algo estúpido. —No lo haré señor, juro que no lo haré— dijo entre lágrimas. —Bien, Vladímir acompaña al hombre fuera. —Si, señor. — cuando se retiraron NiKolay sonrió y miró a Igor. —¿Y bien? —Pensé que se orinaría encima. —Yo también— dijo entre risas— pero ha tenido suerte, irónicamente. Solo buscaba hacerlo sentir aún más miedo. —Y creo que lo logro perfectamente. —Sabrá que hablo en serio, no tendrá dudas de ello, este mes será un infierno para él. —¿Y si hubiese salido una bala? —Hubiese sido una pena, tiene hijas muy guapas, si el hombre hubiese muerto, tendría que haber encontrado la manera de persuadir a la hija. —O buscar otra mujer. —Por supuesto que no Igor, ¿No viste esa foto?, es ella, ninguna otra. —Tendrá un suegro que lo odie de por vida, señor. —Me tiene sin cuidado— sonrió ampliamente.Amaia, estaba completamente agotada, suspiró de cansancio, después de llegar del trabajo se encontró con que su pequeña hermana Aimara estaba sentada en el recibidor con un libro en sus manos aquello le extraño pues aquel era el único día en el que Amaia salía temprano del trabajo y por lo general, su hermana no llegaba sino mucho después de ella. —¡Hey preciosa!— le saludó con el entrecejo fruncido—¿ Qué estás haciendo en casa tan temprano?, deberías estar en clase de canto. —Debería, pero me han echado— dijo y con un suspiro cerró el libro de golpe mientras su rostro reflejaba una profunda tristeza. —Pero... usé todos mis ahorros para abonar a tu escuela, prometieron que podías seguir entrando a clases— exclamó Amaia frustrada mientras llegaba y se sentaba junto a su hermana para abrazarla. —Lo mismo le dije a la directora, pero dijo que ya está por culminar el mes y padre no ha terminado de pagar, por lo tanto solo podré entrar a clases regulares pero no me darán más acceso a
—No... no puede estar hablando en serio...— le dijo Ethan con terror mientras observaba al hombre. —Pensé que ya habías aprendido que no suelo hacer bromas, estoy hablando muy en serio quiero a tu hija. —Pero... pero, ¿ como que quiera mi hija?, ¿para qué la quiere?, ¿qué piensa hacerle?—Mi propuesta es una propuesta decente Müller, lo que quiero es una esposa y esa esposa será tu hija Amaia— el hombre lo miró confundido. —¡Eso es una locura!, aunque yo decidiera aceptarlo y entregarle de cierto modo a mi hija, Amaia jamás lo aceptaría, esa muchacha tiene carácter, ¿ que le hace pensar que ella accederá fácilmente a ser su esposa. ?—No es mi problema, que tú hija acceda es el deber tuyo, creo que no será tan difícil si se lo presentas como; su libertad a cambio de tu vida. —No, es que usted no lo entiende señor, mi relación con mis hijas no es la mejor de todas, seguramente Amaia preferirá mil veces que usted me asesine antes de casarse con un desconocido. Tiene que haber ot
En cuanto Amaia hubo firmado el documento le entregó el bolígrafo a su padre y se enderezó. —Bueno, si eso es todo, me retiro. —No, no se retire señorita Müller— le dijo Nikolay colocándose de pie y tomando la carpeta organizando las hojas del documento. — bien Ethan, muy bien, trato hecho, mañana te haré llegar el documento en donde quedas liberado de tu deuda— Amaia, frunció lejos el seño al escuchar aquello. —¿Libre de deuda?— preguntó confundida—¿ no se supone que usted le está dando un préstamo?—Me temo que tu padre te ha engañado— dijo tranquilamente y Amaia dio un paso atrás ante el peso de las palabras que aquel hombre pronunciaba, inmediatamente sus ojos se abrieron y volteó a ver a su padre quien bajó la mirada avergonzado —¿De qué está hablando, señor?, ¿cómo que mi padre me ha engañado?—Lo que acabas de firmar no es ningún documento de cesión de acciones, como te he dicho mi nombre es Nikolay Kozlov, soy el acreedor de tu padre, digamos que tu progenitor me debe una
Amaia, se mantuvo en silencio durante todo el trayecto, tenía una fuerte opresión en el pecho y las lágrimas pugnaban por abandonar sus ojos sin embargo, se obligaba a ser fuerte, no conocía aquel hombre que ahora era su esposo, no sabía hacia dónde la llevaba, no sabía absolutamente nada pero no podía protestar. —Pasaremos la noche en mi mansión y mañana muy temprano saldremos de viaje. —¿A dónde vamos?— le preguntó. —Por ahora no es necesario que lo sepas, mañana te enterarás— Amaia quiso maldecir, evidentemente aquel hombre era un troglodita acostumbrado a dar órdenes y así mismo acostumbrado a que lo obedecieran sin siquiera rechistar, tal y como lo había dicho; ella no estaba en posición de exigir, así que solo asintió y guardó silencio. Llegaron a una enorme mansión, era evidente que el dinero no era ningún problema para el señor Kozlov. —¿Quieres cenar algo?— le preguntó pero Amaia sentía la garganta y el estómago cerrado, sería imposible para ella ingerir alimentos. —No,
Fue presentada como la nueva esposa de Nikolay, el personal de aquella isla parecía ser escaso, la miraron con bastante interés pero ninguno se atrevía pronunciar palabra o frase más allá de la adecuada, después de las respectivas presentaciones él se giró hacia una de las mujeres y le dijo. —Lleva a la señora a la que será nuestra habitación y muestrale todo lo necesario para que esté cómoda. El día de hoy será un día de gracia, mañana iniciará su entrenamiento.¿Entrenamiento? quiso preguntar Amaia completamente confundida sin embargo aquel hombre se dio media vuelta y se alejó de ella sin siquiera darle tiempo a hacer preguntas. ¿ Cómo que entrenamiento?, ¿ Cómo que pensaba destruirla?, ¿ qué diablo estaba planeando aquel hombre hacer con ella?, ¿ estaba al tanto su padre de que aquel hombre la sometería?, porque eso estaba más que claro que esi es lo que quería; someterla, destruirla, humillarla. Además de todo, ¿como que "nuestra" habitación?, la noche anterior él había res
Amaia tuvo miedo de seguir llevándole la contraria a aquel hombre así que obedeció en silencio hasta llegar a la mesa del comedor, se sentó junto a él e hizo su mayor esfuerzo por ingerir un poco de alimento con la clara intención de que el hombre la dejara en paz, después de aquellas amenazas y de la manera tan brusca en la que la había tratado, Amaia no tenía dudas de que aquel hombre sería capaz de lo peor, así que decidió no seguir tentando su suerte. Llevaba mucho rato comiendo en silencio cuando elevó los ojos del plato y le dijo. —Me dijiste que tu hombre se encargaría de la escuela de mi hermana. —Ese asunto está resuelto.— respondió tranquilamente. —¿Cómo puedo estar seguro de ello? —Porque soy un hombre que tiene palabra— le dijo mirándola con intensidad a través de sus hermosos ojos grises— mañana si quieres puedes comprobar los recibos de pago, el instituto de tu hermana ha sido cancelado, está al día y para que puedas estar más tranquila, también se canceló
—¡Arriba, bella durmiente, arriba!— escuchó que le decían una y otra vez. Amaia gruñó por lo bajo, tenía mucho sueño, no sabía a qué hora se había dormido, pero sabía que había sido a altas horas de la madrugada. Abrió los ojos de mala gana, allí estaba él, mirándola sin expresión alguna, aparentemente recién duchado y vestido con ropa deportiva. —¿No es muy temprano? —Si quieres que las cosas salgan bien, debes madrugar— le dijo tranquilamente. — hoy comienza tu entrenamiento. —No dejas de decir esa palabra y estoy estresada por no saber para qué debo entrenarme— respondió sentándose en la cama. —Para sobrevivir. — dijo tranquilamente, Amiga lo miró estupefacta, esperando que él soltara una carcajada y se burlara de ella por creerle semejante cosa, pero la risa nunca llegó, en su lugar, él la miraba con expresión serena. —¿Qué?, ¿sobrevivir?¿De qué demonios hablas?— preguntó frunciendo el entrecejo— Creo que tengo derecho a saber en qué diablos estoy metida. —Estas meti
El teléfono repicó tres veces antes de ser aceptada la llamada. —¿Si?—í se escuchó la voz de Aimara cargada de una intensa duda. —Mara soy yo, soy Amaia— dijo con emoción y los ojos se le llenaron de lágrimas. —¡Amaia por Dios!, ¿estás bien?, me quedé bastante preocupada y aún más preocupada porque ayer no te comunicaste conmigo, padre ha dicho que no tenía de que angustiarme pues estabas bien y seguramente no te comunicarías en algún tiempo mientras te adaptabas a la nueva vida de tu con tu esposo. ¡No puedo creer que te hayas casado!, ¿En dónde se supone que estás?, ¡Quiero verte!—Por ahora no es posible vernos Aimara, de momento no estoy cerca de ti, al menos no físicamente, pero confio en que pronto podamos reunirnos. —¿Qué se supone que significa eso?—Significa que estoy lejos, muy lejos, pero no tengo mucho tiempo en esta llamada así que no te preocupes por mí, mejor cuéntame ¿cómo estás tú?, mi... mi esposo me ha dicho que han pagado tu instituto. —Así es, el día de hoy