Amaia tuvo miedo de seguir llevándole la contraria a aquel hombre así que obedeció en silencio hasta llegar a la mesa del comedor, se sentó junto a él e hizo su mayor esfuerzo por ingerir un poco de alimento con la clara intención de que el hombre la dejara en paz, después de aquellas amenazas y de la manera tan brusca en la que la había tratado, Amaia no tenía dudas de que aquel hombre sería capaz de lo peor, así que decidió no seguir tentando su suerte. Llevaba mucho rato comiendo en silencio cuando elevó los ojos del plato y le dijo. —Me dijiste que tu hombre se encargaría de la escuela de mi hermana. —Ese asunto está resuelto.— respondió tranquilamente. —¿Cómo puedo estar seguro de ello? —Porque soy un hombre que tiene palabra— le dijo mirándola con intensidad a través de sus hermosos ojos grises— mañana si quieres puedes comprobar los recibos de pago, el instituto de tu hermana ha sido cancelado, está al día y para que puedas estar más tranquila, también se canceló
—¡Arriba, bella durmiente, arriba!— escuchó que le decían una y otra vez. Amaia gruñó por lo bajo, tenía mucho sueño, no sabía a qué hora se había dormido, pero sabía que había sido a altas horas de la madrugada. Abrió los ojos de mala gana, allí estaba él, mirándola sin expresión alguna, aparentemente recién duchado y vestido con ropa deportiva. —¿No es muy temprano? —Si quieres que las cosas salgan bien, debes madrugar— le dijo tranquilamente. — hoy comienza tu entrenamiento. —No dejas de decir esa palabra y estoy estresada por no saber para qué debo entrenarme— respondió sentándose en la cama. —Para sobrevivir. — dijo tranquilamente, Amiga lo miró estupefacta, esperando que él soltara una carcajada y se burlara de ella por creerle semejante cosa, pero la risa nunca llegó, en su lugar, él la miraba con expresión serena. —¿Qué?, ¿sobrevivir?¿De qué demonios hablas?— preguntó frunciendo el entrecejo— Creo que tengo derecho a saber en qué diablos estoy metida. —Estas meti
El teléfono repicó tres veces antes de ser aceptada la llamada. —¿Si?—í se escuchó la voz de Aimara cargada de una intensa duda. —Mara soy yo, soy Amaia— dijo con emoción y los ojos se le llenaron de lágrimas. —¡Amaia por Dios!, ¿estás bien?, me quedé bastante preocupada y aún más preocupada porque ayer no te comunicaste conmigo, padre ha dicho que no tenía de que angustiarme pues estabas bien y seguramente no te comunicarías en algún tiempo mientras te adaptabas a la nueva vida de tu con tu esposo. ¡No puedo creer que te hayas casado!, ¿En dónde se supone que estás?, ¡Quiero verte!—Por ahora no es posible vernos Aimara, de momento no estoy cerca de ti, al menos no físicamente, pero confio en que pronto podamos reunirnos. —¿Qué se supone que significa eso?—Significa que estoy lejos, muy lejos, pero no tengo mucho tiempo en esta llamada así que no te preocupes por mí, mejor cuéntame ¿cómo estás tú?, mi... mi esposo me ha dicho que han pagado tu instituto. —Así es, el día de hoy
—Mi cuerpo no tiene nada que ver—respondió ella con seguridad— solo me siento avergonzada de verte desnudo o de estar desnuda frente a alguien que no conozco. —¿Aunque sea tu esposo?— le preguntó burlonamente. —Aunque sea mi esposo, lo siento si esperabas que mi actitud fuese diferente, pero no te conozco— respondió ella. —Quizás sea momento de que empezamos empecemos a conocernos— extendió una mano y acarició la humedad mejilla de Amaia, ella tembló internamente y se sintió traicionada por su cuerpo al descubrir que aquel toque le había gustado—eres una mujer preciosa, que ojos tan preciosos tienes eres toda una belleza— le dijo sonriendo mientras que su enorme mano se deslizaba por la cara de ella haciendo un recorrido por sus cejas, el puente de su nariz, el contorno de su boca, sus mejillas y su mandíbula. Amaia sintió dio un paso atrás y recargó la espada la espalda contra los azulejos del baño— ¿acaso me tienes miedo?— le pregunto con sinceridad. —Sería lo más natural, er
Después de aquel momento de tensión donde Nikolay se había vuelto muy distante ante la pregunta de Amaia con referencia a su tatuaje de escorpión, ella reconoció que aquel debería ser un tema demasiado sensible para él, tomaron una ducha juntos, mientras se enjabonaban uno a otro para luego salir y meterse bajo las tibias sábanas de seda. Amaia se acostó lo suficientemente retirada de él, sin embargo Nikolay con una sonrisa se acercó hasta ella y la abrazó hasta su cuerpo. —No Amaia, no me casé para seguir durmiendo con frío cada noche— le dijo en tono jocoso mientras la estrechaba y la acercaba aún más a su cuerpo Amaia suspiró con satisfacción e incomprendiendo por qué su cuerpo comenzaba a sentirse tan cómoda cerca de Nikolay y aquello le preocupaba— sé que estás agotada por el entrenamiento de hoy, intenta descansar— le dijo con voz tranquila— quiero que sepas que te haré cambiar de opinión Amaia, voy a mostrarte cuán placentero es el sexo. —No creo que pueda cambiar de op
Amaia despertó a causa del llamado a la puerta de su habitación, se giró hacia la cama viendo que Nikolay no estaba y se encontraba completamente sola. —¿Quién es?— preguntó ante el insistente toqueteo, sintiendo que necesitaba al menos media vida mas de sueño. —Soy Katerina, señora. —¡Rayos!— gruñó por lo bajo, advirtiendo de ante mano lo que sucedería— ¡Adelante, Katerina! —Buenos días, señora. — dijo en cuando entró a la habitación. —Es muy temprano, Katerina. Por Dios, déjame dormir— se quejó. —Es hora de levantarse, tiene treinta minutos para estar lista para su entrenamiento. —Creo que no me caes bien— suspiró sentándose en la cama y la mujer contuvo una sonrisa, por el contrario, su nueva señora le agradaba mucho y sabia que lo que decia no era del todo cierto— espero hoy seas misericordiosa porque me siento agotada. —Nunca he sabido lo que es la misericordia — le dijo con tono amable. — no tendremos días fáciles, señora. ¡Arriba!, trotaremos para calentar
—Asi que un gimnasio personal... —No estés tan celosa, puedes usarlo a tu gusto. —Gracias. Te gusta mantenerte en forma por lo que veo. —Es necesario, me da agilidad y me provee un buen cuerpo para que lo disfrutes— Amaia rodó los ojos. —Eres un engreído insufrible — Nikolay sonrió y la tomó de la muñeca, tirando de ella para acercarla a su cuerpo. Amaia chocó con aquella pared de músculo una vez más sintiéndose pequeña ante él, elevó el rostro y lo miró con sus ojos tan azules... Nikolay sintió deseo, hacia mucho que no deseaba con tanta fuerza a una mujer y no es que hubiese vivido en el celibato, ni mucho menos, había tenido varias amantes, unas más importantes que otras. Pero ninguna que despertara en él un deseo instantáneo. — Sé que te gusto, el cuerpo y sus reacciones no mienten. —Y aparentemente es mutuo— respondió orgullosa, elevando el mentón en un gesto desafiante. —Absolutamente, nunca lo negué. Esos ojos son la perdición de cualquier hombre— sus palabr
Nikolay cerró la puerta de la habitación tras él, tomó nuevamente a Amaia reclamando su boca una vez más, no quería seguir alargando aquello, sabía que ella había tenido malas experiencias, así que le mostraría lo placentera que podía ser su cama. La escuchó gemir cuando presionó sus pechos con firmeza, y allí embelesada por sus besos comenzó a despojarla de su ropa, deslizando sus dedos por la enfebrecida piel, Amaia no le permitió tomar gran ventaja, comenzó a desvestirlo buscando ansiosa sentir el roce piel a piel... nunca había estado tan excitada. Pronto ambos estuvieron desnudos, completamente expuestos. Nikolay interrumpió el beso y se alejó para observar su cuerpo desnudo. —Eres jodidamente perfecta— le dijo con sinceridad— cada curva en el lugar perfecto. —A mi también me agrada lo que veo— dijo retribuyendo la sinceridad de su esposo. Un cuerpo grande y sexy. Se acercó a él y colocó las manos en su pecho, acariciando el León, luego descendió con lentitud hasta ap